
𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 23 - El Final
Zecora estaba en la cocina de su cabaña en el bosque, de espaldas al visitante que había llegado. Sus movimientos eran metódicos y tranquilos mientras preparaba algo en una olla grande, cuyos contenidos burbujeaban suavemente. El aire estaba impregnado con el aroma de hierbas y especias. De repente, sus orejas se alzaron al captar un ligero crujido. Sin volverse, frunció el ceño, pero su rostro pronto se relajó en una sonrisa cuando te vio.
Se giró con gracia, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y calidez.
—Vaya, no sabía que estabas allí —dijo Zecora, sonriendo. Hizo un gesto con su casco hacia una pequeña mesa en el centro de la sala, que estaba adornada con una manta colorida y dos tazas—. Toma asiento, te serviré algo.
Colocó dos tazas de un líquido verde humeante sobre la mesa con cuidado. La fragancia del brebaje era dulce y a la vez un poco picante, un aroma característico de las infusiones que ella solía preparar. Zecora se sentó en el otro extremo de la mesa, su expresión amistosa pero inquisitiva.
—¿Te está gustando por dónde están yendo las cosas? La historia debe ser interesante, huh —preguntó con una sonrisa juguetona. Luego, su expresión cambió a una de ligera confusión—. ¿Tienes curiosidad de por qué no le conté a Twilight sobre lo de los sueños?
Se rio suavemente mientras tomaba un sorbo de su té, disfrutando del sabor antes de continuar.
—Bueno, te lo diré. Pero para que entiendas, debo contarte una historia primero.
Colocó su taza en la mesa con suavidad, sus ojos reflejaban un brillo misterioso mientras comenzaba a relatar la historia que, sin duda, tendría profundidades ocultas que revelaría solo al final.
"En tiempos antiguos, antes, cuando Equestria estaba en la plenitud de sus comienzos, hubo un príncipe, un poni, que perdió a su amada de forma repentina, y en su desesperación lo llevó a buscar algo más allá de nuestro entendimiento. En el rincón más oscuro y olvidado del tiempo, el príncipe convocó fuerzas que trascendían el conocimiento común.
Con el corazón roto y una desesperación inmensa, él deseaba con fervor volver a ver a su amada. En su súplica, Un antiguo dios maligno oyó sus lamentos, lo miró y sonrió, sus palabras resonaron en el vacío:
"Concederé tu deseo, si tu amor es verdadero, cada vez que cierres los ojos, verás a tu amada en el sueño. Cuanto más sueñes y cuanto más sientas, un vínculo entre vivos y muertos se formará, tan grande como el cielo y las estrellas, aquello que permitirá esa conexión es este artefacto"
El dios dijo, entregándole al príncipe un corazón de cristal.
"Esta herramienta se basa en sentimientos positivos como el amor. Aunque puede verse afectada por otros sentimientos, cuando la actives, podrás establecer una conexión con el ser que más amas, siempre y cuando el amor sea el sentimiento predominante que la impulse."
El príncipe aceptó, y así lo hizo. Al principio, todo era maravilloso. Al activar el corazón y al pensar en su amada. En sus sueños, la presencia de su amada era tan real que parecía tocarla, sentir su calidez. Pero con el tiempo, la conexión requirió una energía inmensa. Cada encuentro en el sueño consumía más de su vitalidad, y el príncipe Yak comenzó a debilitarse.
El príncipe, al verse cada vez más débil, apenas podía levantarse para comer. Su único deseo era volver a dormir, donde podía ver a su amada y sentir su amor.
"Quiero verla, quiero verla", repetía una y otra vez, en un susurro de desesperación.
Entonces, el príncipe Yak tomó papel y tinta, y comenzó a escribir un mensaje para cualquiera que deseara ver a su ser amado una vez más:
"'Normalmente, cuando soñamos, tenemos este "cuerpo de sueño"; no es un cuerpo real, sino uno que creamos para proyectarnos en nuestros sueños. El cuerpo de sueño suele representar nuestra conciencia, y esto puede ser fácilmente atraído por ciertas energías que poseemos y establecemos una conexión con otra conciencia o aun mayor, un alma. Para aquellos que busquen reunirse con el amor que perdieron, sepan que el amor mismo es la energía que los llevará a la conexión deseada."
Con esas palabras escritas, el príncipe volvió a su lecho. Durmió, y durmió, hasta que nunca volvió a despertar.
Zecora sonrió, su mirada reflejando el conocimiento de una historia que quizás muchos han olvidado con el tiempo. Dio otro sorbo a su té, y con una expresión risueña, nos miró directamente.
— Ahora entiendes el porqué, pequeña —dijo con voz tranquila, dejando de rimar —Se dice que, después de la muerte del príncipe, utilizaron el corazón de cristal como una herramienta para utilizar los sentimientos positivos de los habitantes y proteger el imperio con su luz, fortaleciendo el lazo con los ponis...aunque claro, no tuvieron en cuenta que también tenía otro uso.
Zecora dejó que sus palabras flotaran en el aire, mientras su mirada se perdía en el horizonte, sugiriendo que el poder del amor y su influencia en el mundo eran aún más complejos de lo que podríamos imaginar.
— El amor es lo único que puede resolverlo todo. — dijo Zecora, — El príncipe se obsesionó con la imagen de su amada, corrompiendo su amor, por eso Twilight debe resolverlo ella sola, con sus propios sentimientos. — Zecora alzó la vista, mirándote fijamente — ¿Quieres seguir viendo?
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Sombra sintió cómo la vida se desvanecía de él; su forma corpórea se volvía cada vez más tenue y frágil con cada respiración que tomaba. Suspiró, su voz apenas audible en el silencio de la habitación. Twilight también estaba desapareciendo, estaba a punto de despertar.
—Te amo, Twilight —susurró Sombra, sus palabras emergiendo de sus labios con un suspiro exhausto.
Twilight presionó su frente contra la de él, las lágrimas brotando de sus ojos mientras luchaba por mantener la compostura. No podía permitir que esto terminara así. Rogó a quien quisiera escucharla, a cualquier ser que pudiera detenerlo.
"¿Qué haces?"
Twilight levantó la vista, sus lágrimas nublaban su visión. Se las frotó con desesperación mientras seguía desvaneciéndose.
"¿Qué haces? ¡Sálvalo!"
La voz sonó otra vez, esta vez más cerca, pero no pudo ver a nadie. ¿Pero sabía cómo podía salvarlo? Twilight querría aferrarse a cualquier esperanza.
—¿C-como lo salvo?! ¡Dime, por favor!
La voz se desvaneció. Twilight entró en pánico, aferrándose aún más a Sombra, que seguía desvaneciéndose. La voz resonó nuevamente, más fuerte esta vez:
"¿Qué sientes por él?"
Twilight se sobresaltó. ¿Por qué era esto importante ahora? ¡Esto no estaba ayudando en nada! Miró de nuevo a Sombra, quien seguía desvaneciéndose, y ella también. Se aferró más a él y susurró con el corazón en un hilo.
—Lo amo.
Ese momento de silencio, con el lugar derrumbándose a su alrededor, parecía eterno. La voz tardó en volver a oírse; solo el llanto de Twilight rompía la quietud.
"Si, eso será suficiente"
Eso fue lo último que dijo la voz. El lugar que se estaba derrumbando, la oscuridad desmoronándose, todo fue envuelto por una luz blanca. El resplandor cegó la vista de Twilight por un momento. Esa luz, esa luz le recordaba a... ¿El Corazón de Cristal?
Una vez que todo fue envuelto en luz, Twilight abrió los ojos y se miró los cascos. ¿Ya no estaba desapareciendo? Rápidamente buscó a Sombra, pero no lo vio en ningún lugar. ¿Dónde estaba? El pánico comenzó a apoderarse de ella mientras caminaba por el... espera, ¿qué había pasado a su alrededor? Todo era blanco, un vasto vacío blanco. No podía ver nada, y por más que caminaba, no llegaba a ninguna parte.
—¿Hola? —exclamó Twilight, su voz perdiéndose en el vacío—. ¿Sombra? —gritó más fuerte, con desesperación.
—No grites.
Twilight se giró de inmediato, esperando ver a Sombra, pero no era él. Frente a ella estaba... ¿un pony de cristal? Sí, se parecía mucho a uno, brillante y radiante. Incluso sus ropas parecían antiguas, con una corona alrededor de su cuerno.
—¿Qué...? ¿Quién eres tú...? —preguntó Twilight, confundida—. ¿Qué haces en los sueños de Sombra?
—¿Sueños? —rió el pony amablemente—. No, querida, ya no estamos en sus sueños. Estamos en el vacío.
Twilight abrió los ojos, perpleja. ¿Era este el mismo lugar oscuro donde siempre se encontraba con la Bestia? Esa subrealidad lúgubre y sombría ahora era un vasto vacío blanco.
—¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Por qué...? Y si esto es así, ¿Dónde está Sombra? ¿Desapareció? —exclamó, llena de preguntas, sintiendo el pánico volver a apoderarse de ella.
El pony levantó un casco con tranquilidad, tocando suavemente su cabeza.
—Tranquila, tranquila. Todo estará bien. En cuanto a ese unicornio, no te preocupes, pronto su alma ascenderá al plano astral —dijo con una sonrisa.
Twilight abrió los ojos de par en par, atónita. ¿De qué estaba hablando este insensato? Su mente estaba en caos, una tormenta de preguntas se acumulaba sin que pudiera encontrar respuestas. ¿Dónde estaba Sombra? ¿Qué era este lugar? Su corazón latía con fuerza en su pecho, y la incertidumbre la ahogaba.
—Ven, camina conmigo —dijo el pony, su tono sereno pero imponente, mientras comenzaba a avanzar por el vasto vacío. Twilight lo siguió con cautela, estudiándolo.
Era alto, su figura majestuosa le recordaba a un rey, como si cada paso suyo estuviera cargado de una autoridad ancestral. Su crin blanca brillaba como la nieve, y su melena azul claro ondeaba como una corriente suave de agua bajo la luz.
Mientras caminaban, la atmósfera a su alrededor parecía vibrar con una energía desconocida. Twilight sentía cada vez más peso en su pecho, como si algo terrible estuviera a punto de revelarse.
—Debo agradecerte, niña —dijo el pony, con una voz calmada pero profunda.
Twilight alzó la vista, visiblemente confundida, sus pensamientos apenas organizándose.
—¿Agradecerme? ¿Por qué...? —preguntó con cautela. Nada tenía sentido, y su desconcierto crecía.
El pony soltó una suave risa, aunque había algo melancólico en ella, algo roto.
—Cuando perdí a mi amada, Thunder Blossom, enloquecí. El dolor me llevó a hacer cosas prohibidas —respondió, sin detenerse en su caminata. Sus palabras resonaban como si hablara más para sí mismo que para ella—. Cuando nuestra conexión se rompió, mi alma también se quebró. Mi obsesión por volverla a ver, mi frustración, todo eso... Corrompió este lugar, transformándolo en un abismo negro y oscuro, como mi desesperación.
Twilight se detuvo por un momento, procesando lo que había dicho. Miró alrededor; aquel inmenso vacío blanco, que antes había sido una sombría realidad, había sido el producto del dolor de alguien. No de Sombra, sino de este enigmático pony que caminaba a su lado. La pena que cargaba parecía haberse vuelto tangible.
—Entonces... —dudó, sin saber cómo seguir—, ¿tú causaste todo esto? ¿El vacío, la oscuridad...? —preguntó en voz baja, aunque una parte de ella temía la respuesta.
El pony asintió sin mirar atrás.
—Sí, este lugar es proyectado gracias a la magia del corazón de cristal, permite la conexión entre dos planos en concreto, permitiendo conectar a dos almas, usando los sentimientos como núcleo principal. Mi desesperación por traerla de vuelta lo contaminó todo, hasta el punto en que se convirtió en un infierno interminable. Y aun así, tú... has logrado traer la luz aquí, tus sentimientos, y los suyos, fueron más fuertes que mi desdicha.
Twilight sentía su mente luchando por comprender lo que estaba ocurriendo. ¿El Corazón de Cristal? ¿Dos planos conectados por sentimientos? Su confusión aumentaba, pero algo dentro de ella le decía que había más de lo que el pony de cristal estaba revelando. Respiró hondo, intentando calmar su acelerado corazón.
—Pero... ¿Cómo lo cambié yo? —preguntó, su voz temblorosa pero firme, decidida a obtener respuestas.
El pony se detuvo por un momento, girando la cabeza lentamente hacia ella, con una mirada profunda y llena de sabiduría, pero también de tristeza.
—El amor, Niña —dijo en un susurro casi reverencial—. El amor que sientes por ese unicornio. Es puro, tan poderoso que rompió las cadenas de mi oscuridad, lo mismo que una vez deseé, pero nunca pude lograr. Tu conexión con él trascendió los límites de este lugar, iluminando lo que estaba perdido en las sombras de mi desesperación.
Twilight sintió un nudo en la garganta. La mención de Sombra, de su amor por él, la llenaba de una mezcla de angustia y esperanza. Sabía que lo amaba, pero el miedo de perderlo la consumía.
—¿Y qué hay de Sombra? —insistió, con un leve temblor en su voz—. Dijiste que su alma iba a ascender... ¿Significa que lo perderé para siempre?
El pony de cristal la miró en silencio por unos segundos, antes de asentir con gravedad.
—Si su alma sigue el camino hacia el plano astral, sí. No volverás a verlo como lo conoces. Sin embargo... —hizo una pausa, observándola de cerca—, ese destino no está sellado aún. Tienes la capacidad de evitarlo, pero no será fácil.
Twilight sintió un destello de esperanza, aunque débil. Si había una forma de salvar a Sombra, haría lo que fuera necesario. Su mente trabajaba rápido, buscando una solución, aunque no sabía por dónde empezar.
—¿Cómo? —preguntó finalmente, casi rogando—. ¿Cómo puedo salvarlo?
El pony de cristal la observó con una mezcla de compasión y melancolía. Se giró por completo hacia ella, su imponente figura proyectando una sombra tenue en el blanco infinito.
—Debes encontrar su alma, está por aquí, en algún lugar, el aún tiene una oportunidad, pues los remanentes de su cuerpo físico aún persisten, ve a él, e impide que el cruce al otro lado.
Twilight asintió lentamente, sabiendo que no tenía otra opción. No importaba cuán difícil fuera el camino, no podía dejar que Sombra se desvaneciera.
—Estoy lista —dijo con determinación, aunque su corazón latía con fuerza ante lo desconocido.
El pony la miró por última vez, con una sonrisa que parecía contener siglos de tristeza y sabiduría.
—Entonces ve, niña de luz. Que tu amor sea tu guía. Y recuerda, no todos los corazones pueden ser salvados... pero aquellos que realmente lo desean, siempre encuentran la forma. Lamentablemente, no podré ayudarte, pues me quedo sin tiempo, yo también ascenderé pronto.
Twilight asintió. Empezó a avanzar a través del vasto vacío blanco, pero ahora algo había cambiado. El aire, antes neutro, se volvía cada vez más denso, opresivo, como si intentara frenarla. A lo lejos, una luz intensa comenzaba a formarse, y allí, justo en su centro, estaba Sombra.
Cuando lo vio, su corazón se hundió. Sombra no era más que una figura desvanecida, apenas visible en la resplandeciente luz que lo envolvía. Parecía tan frágil, tan fuera de su alcance. Su mente gritaba que debía apresurarse, pero su cuerpo apenas podía moverse. No podía permitir que él cruzara esa luz. Estaba ascendiendo.
—¡Sombra! —gritó, pero su voz parecía perderse en el vacío.
Él la oyó, pero no se movió. Sus ojos, siempre llenos de una fuerza oscura y decidida, ahora estaban apagados. La mirada que le dirigió estaba llena de resignación, como si ya hubiera tomado su decisión.
—Twilight... —su voz era suave, apenas un susurro—. Ya no hay nada que puedas hacer. Lo mejor... es que me vaya.
Twilight sintió que el mundo se quebraba a su alrededor al escuchar esas palabras. No podía aceptar eso. ¡No podía dejar que se rindiera!
—¡No! —exclamó, corriendo hacia él, luchando contra la fuerza invisible que trataba de empujarla hacia atrás—. ¡No te vayas, Sombra! ¡No puedes hacerlo!
Sombra cerró los ojos por un instante, sus hombros cayendo como si llevara el peso de siglos sobre él.
—He causado demasiado daño, Twilight —continuó, su voz impregnada de una tristeza abrumadora—. Tal vez... es mejor así. Al menos, si me voy... ya no seré una amenaza para nadie, ni siquiera para ti.
Twilight llegó a él, su corazón latiendo con una mezcla de desesperación y amor. Lo miró con los ojos llenos de lágrimas, negando con la cabeza, incapaz de aceptar lo que estaba escuchando. Lo tomó por los hombros, aferrándose a él como si pudiera anclarlo al mundo, como si con su simple toque pudiera evitar que se desvaneciera.
—No es verdad —susurró, su voz quebrada—. No eres una amenaza, Sombra. No lo eres para mí.
Él la miró por fin, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de dolor y ternura.
—Lo mejor para ti... es que me vaya —repitió, pero ahora su voz temblaba, como si, a pesar de sus palabras, no estuviera del todo convencido.
Twilight negó con más fuerza, las lágrimas resbalando por su rostro.
—No. No, Sombra... —susurró—. Lo mejor para mí... es que te quedes. Porque te amo. —Las palabras salieron de lo más profundo de su corazón, un sentimiento tan puro que parecía iluminar incluso la oscura decisión que Sombra había tomado—. Te amo, y seguiré amándote, aunque elijas marcharte. Pero no puedo imaginar este mundo sin ti.
Sombra se quedó quieto, inmóvil bajo su toque, mientras sus palabras lo atravesaban como una daga. La luz alrededor de él parpadeó, como si estuviera a punto de decidir su destino final.
—Twilight... —su voz se quebró por primera vez—. ¿Cómo puedes amarme, después de todo? He sido egoísta, he sido cruel... No merezco tu amor.
Twilight tomó su rostro entre sus cascos, obligándolo a mirarla directamente a los ojos, sus lágrimas cayendo sobre su piel.
—Eso no importa. —Su voz era firme, aunque llena de emoción—. El amor no se trata de merecer, Sombra. Se trata de sentir, de luchar por lo que realmente importa. Y tú me importas.
Las palabras de Twilight resonaron en el vacío, llenando el espacio con una calidez que no había sentido hasta ese momento. La luz a su alrededor titiló, como si la decisión que Sombra debía tomar estuviera en suspenso, como si el destino estuviera esperando su respuesta.
Sombra cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras, la verdad de ellas. Y por primera vez en siglos, sintió algo que no era desesperación o odio. Sentía amor, el amor que Twilight había entregado sin condiciones, a pesar de todo lo que él había sido. Un amor que lo sostenía en sus momentos más oscuros.
—¿Y si... me quedo? —preguntó en un susurro, temeroso, como si la posibilidad misma fuera demasiado grande para contemplar—. ¿Qué pasaría... si elijo quedarme?
Twilight sonrió a través de sus lágrimas, con una dulzura que parecía iluminar el espacio entre ellos.
—Si te quedas... lucharemos juntos. Nos enfrentaremos a todo lo que venga, como siempre lo hemos hecho. Y no tendrás que hacerlo solo. Yo estaré contigo.
Sombra la miró durante un largo momento, su pecho subiendo y bajando lentamente, y en ese instante, algo dentro de él cambió. La luz que lo rodeaba comenzó a desvanecerse, reemplazada por la cálida presencia de Twilight a su lado.
Y en ese momento, el vacío dejó de existir, reemplazado por un cielo despejado lleno de luz.
Las palabras de Twilight atravesaron cualquier duda que Sombra pudiera haber tenido. La luz a su alrededor titiló por última vez antes de desvanecerse por completo, y en ese instante, Sombra tomó la decisión.
Él abrió los ojos, y cuando los fijó en los de Twilight, ya no había resignación, ni duda. Solo quedaba la certeza de que quería estar a su lado.
—Me quedo —dijo con voz suave, pero firme.
Antes de que Twilight pudiera responder, Sombra la tomó de las mejillas y, sin pensarlo más, la acercó a él. Sus labios se encontraron en un beso que fue suave al principio, lleno de la vulnerabilidad y el temor que ambos sentían. Pero a medida que el beso se profundizaba, todo el amor que habían reprimido, toda la emoción acumulada, salió a la superficie.
Twilight cerró los ojos, dejando que su corazón hablara por ella. Sus lágrimas caían aún, pero esta vez eran lágrimas de alivio, de esperanza. El beso de Sombra era tierno, lleno de todo lo que nunca había sido capaz de decir, y Twilight sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor, dejándolos a los dos solos en ese momento.
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Spike saltó del tren y corrió hacia Twilight, notando de inmediato su expresión cansada y desgastada. Su preocupación creció al ver en el estado en que se encontraba, pero también notó un destello de felicidad en sus ojos que lo tranquilizó un poco.
—Twilight, ¿estás bien? —preguntó Spike, con la voz llena de preocupación—. Te ves exhausta. ¿Siguen las pesadillas? ¡Lo sabía! ¡Debería haberme quedado! —insistió, aún más preocupado que antes.
Twilight levantó la mirada hacia él y le ofreció una sonrisa cansada, aunque las bolsas bajo sus ojos revelaban lo agotada que estaba realmente.
—Estoy bien, Spike —lo tranquilizó, su voz cansada pero llena de afecto—. Las pesadillas han terminado... y encontré algo en el proceso.
Spike levantó una ceja, aún preocupado pero también intrigado por las palabras de Twilight. Nunca la había visto así: cansada, pero al mismo tiempo llena de una extraña felicidad.
—¿Encontraste algo? ¿Qué encontraste? —preguntó, curioso.
Spike notó que Twilight estaba evitando darle detalles sobre lo que había descubierto, pero decidió dejarla con su misterio por ahora. En su lugar, se enfocó en recordar las últimas dos semanas de su viaje.
—Entonces, Spike, ¿Cómo has estado? ¿Qué has estado haciendo estas dos semanas? —preguntó.
—¡Oh, fue genial! ¡Me divertí muchísimo! —exclamó, animado—. Vi lugares increíbles, probé comidas nuevas y conocí gente genial. Pero nada supera estar en casa.
Spike siguió presionando a Twilight, desesperado por saber qué había encontrado.
—Vamos, Twilight, dime qué encontraste. No puedes dejarme en suspenso así —se quejó, con un toque de frustración en su voz—. ¡Twilight, dime qué encontraste!
Spike la miró con frustración, cansado de sus respuestas evasivas.
—¡Twilight, hablo en serio! —exclamó, cruzando los brazos frente a él.
Twilight soltó una risita, claramente disfrutando mantenerlo en suspense.
—Es difícil de explicar, Spike... —admitió, con un brillo travieso en los ojos—. Pero te diré algo...
Spike se inclinó, ansioso por la información, finalmente obteniendo algo real de Twilight.
—¡Vamos, dímelo! —insistió, aún un poco frustrado, pero igualmente intrigado.
Twilight sonrió juguetonamente y se inclinó más cerca de él, hablando en voz baja como si compartiera un secreto.
—Encontré la sombra de un sueño... —susurró, con una sonrisa misteriosa en los labios.
Spike la miró confundido, sin estar del todo seguro de lo que estaba hablando.
—¿Qué es eso? —repitió, con voz llena de curiosidad—. No creo haber oído eso antes. ¿Qué es exactamente? ¿Encontraste la causa de tus pesadillas?
Spike notó que a Twilight le gustaba mantenerlo adivinando y eventualmente se dio por vencido.
—Si no quieres decirme, no lo hagas. Mientras estés bien, eso es lo que importa —dijo, cruzando los brazos y puchero.
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Al llegar a casa, Spike soltó un suspiro de alivio; era reconfortante volver a un lugar sin problemas ni delirios.
—¡Voy a saludar a todos! ¡Volveré más tarde, Twilight! —exclamó Spike mientras salía del lugar, ansioso por contarle a todos que había vuelto. Eso era algo dulce de él, y para Twilight era un alivio. Finalmente tenía algo de tiempo a solas.
Se dirigió rápidamente a su habitación, cerrando las ventanas y todo lo que pudiera perturbarla. Sus sábanas rozaban su melena, y su cabeza reposaba en la almohada, lista para dormir.
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Abrió los ojos y sintió una familiaridad en el vacío blanco que la rodeaba. Recordó con cariño aquellos momentos en los que la bestia siempre parecía estar allí, esperándola. Aunque ya no era el mismo de antes, seguía permaneciendo en una forma que no habría esperado.
—Bueno, bueno, por fin has vuelto. Y aquí pensaba que me habías olvidado —dijo Sombra en un tono juguetón al sentir la presencia de Twilight.
—Nunca haría eso —respondió Twilight con una sonrisa.
Ya no se parecía al monstruo sombrío que solía ser. Su cuerpo original estaba siendo restaurado poco a poco.
—¿De verdad? Y aquí pensaba que me habías abandonado por otro semental. No puedo salir todavía, así que me pongo muy celoso cuando no estás aquí —dijo Sombra con una sonrisa burlona, acercándose y apoyando su frente contra la de Twilight.
—¿Cuándo estará listo? —preguntó Twilight, sonrojándose por el contacto cercano.
Sombra se apartó un poco, mirándola con cariño.
—Todavía falta un tiempo para que mi cuerpo físico esté completamente restaurado. El proceso es bastante lento. Pero mientras sigas viniendo aquí, puedo usar tu magia como núcleo de poder. ¡Fue una excelente idea! —dijo, rebosante de entusiasmo.
—Por supuesto, fue mi idea —respondió Twilight con determinación—. Aunque, si puedes acelerar un poco el proceso, no me importaría en absoluto.
Sombra sonrió con sarcasmo.
—¿De verdad? ¿Te has mirado en el espejo? Usar demasiada magia podría meterte en problemas. Es un rotundo no —dijo firmemente.
Twilight sonrió levemente, viendo su actitud protectora. Ya podía imaginar cómo sería cuando su cuerpo físico estuviera restaurado y pudiera finalmente salir de ese espacio surrealista y oscuro.
—¿Por qué te has tardado tanto hoy? —preguntó Sombra, tratando de no sonar demasiado posesivo. Aunque la peor parte de él había desaparecido con la destrucción del último fragmento, aún quedaban algunos vestigios de sus antiguas malas actitudes, pero los controlaba con facilidad.
—¿Celoso? —rió Twilight, haciendo sonrojar a Sombra—. Fui a recoger a Spike hoy. Ahora me será más difícil quedarme aquí mucho tiempo —dijo, con un toque de decepción en su voz.
—Oh, ese pequeño dragón —dijo Sombra con tono travieso—. No puedo esperar a ver la expresión en su cara cuando pueda salir de aquí y presentarme como tu pareja.
—No hagas eso. ¿Quieres darle un infarto? —exclamó Twilight, sonrojada y con expresión preocupada.
—¡Eso sería todo un espectáculo! —bromeó Sombra con una sonrisa burlona—. Imagina las caras de todos. ¡Me encantaría verlo!
—¡Ni se te ocurra hablar de eso! ¿Cómo voy a explicar esto a las princesas? ¿Y a las chicas? —murmuró Twilight, ansiosa—. ¡Me están dando sudores fríos solo de pensarlo!
Sombra se inclinó más cerca, presionando suavemente su frente contra la de Twilight, con sus cuernos chocando juguetonamente.
—Shh, no te preocupes. No estás sola en esto —susurró, haciendo que Twilight se estremeciera de manera cómica—. Lo resolveremos cuando llegue el momento. Después de todo, ¡somos un gran equipo!
Twilight sonrió, aliviada y encantada de que la actitud de Sombra hacia ella siguiera siendo tan juguetona. Estaba ansiosa por el momento en que pudieran estar en el mismo plano físico sin restricciones, sin barreras ni limitaciones. No podía esperar.
—Sí, lo haremos... —susurró la poni.
Twilight inclinó un poco la cabeza, sintiéndose atraída por la suave presencia de Sombra. Sus frentes permanecieron juntas, y el cosquilleo en su conciencia solo creció.
Sombra levantó una de sus patas y acarició suavemente la mejilla de Twilight, causando un escalofrío en todo su cuerpo. Se miraron a los ojos con ternura y comprensión, sin necesidad de palabras. En ese instante, Twilight tomó la iniciativa.
Se inclinó un poco más cerca, cerrando los ojos, mientras un leve sonrojo se extendía por su rostro. Los labios de Twilight se acercaron a los de Sombra, y ambos respondieron al beso con igual felicidad. Sus corazones latían con fuerza mientras sus labios se encontraban en un suave baile, y en ese momento, nada más importaba. Solo estaban ellos dos, unidos en un momento de conexión y felicidad en medio del vacío oscuro.
Cuando finalmente se separaron, Sombra comenzó a reír.
—¿Debería preocuparme? ¡Eso se sintió bastante real! —bromeó, aligerando el ambiente.
Twilight se sonrojó aún más con la risa de Sombra y se apartó un poco, aunque él todavía mantenía su pata en su cintura con ternura. La risa de Sombra era ligera e infecciosa, y Twilight no pudo evitar sonreír también.
Sacudió la cabeza, riendo suavemente.
—Estás matando el ambiente —dijo con sarcasmo antes de inclinarse para darle otro beso—. Supongo que eso es lo que pasa cuando dos almas están tan conectadas —admitió, con un tono tierno y afectuoso.
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FIN
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