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Capítulo 7

La mañana del día siguiente fue como un golpe en la cara de Sofía, quien abría los ojos lentamente esperando que sus pupilas se adactaran a la luz del sol, pero al parecer eso no pasaría, maldecía esa estúpida ventana que estaba al lado de su cama. Llevó una mano a su cara esperando que aquello fuera suficiente. Le dolía un poco la cabeza y cuando se fue a poner en pie le entró un ligero mareo, por lo que tuvo que acostarse nuevamente. Le costó bastante percatarse de su situación, casi no tenía recuerdos de la noche anterior, pero cuando estos fueron llegando poco a poco su cara se puso roja como un tomate y se cuestionó mil veces si esa de verdad había sido ella.

Las cosas solo empeoraron cuando sintió que tocaban la puerta. Se sentó asustada sobre el colchón, hasta ese momento no se había percatado que vestía como ayer en la cena, con los cabellos revueltos y su maquillaje corrido. Necesitaba un milagro.

—Sofía, amor —llamó su madre desde el pasillo, dando pequeños toquesitos en la madera. Empleaba un tono cansado y molesto, mas lo estaba disimulando, lo que significaba que no venía sola. Durante años la protagonista se hizo experta en saber cuándo su madre estaba furiosa, y sabía a la perfección que esta era una de esas ocasiones—. Espero que estés preparada, son las diez de la mañana y acordamos ayer que a esta hora estarías lista.

Ese milagro, ¿dónde está?

—¡Lo siento, madre! —exclamó levantándose para salir corriendo al baño, debía alistarse lo más rápido posible o cuando llegaran a tierra firme se celebraría un entierro—. Ya casi estoy.

Leticia apretó sus manos en puños y farfulló algo por lo bajo, tratando de calmarse. Esa niña lograba sacarla de sus cabales, solo le dio una tarea y ella no había sido capaz de llevarla a cabo.

—¡Tranquila, hermanita! —gritó Edward, interrumpiendo las posibles palabras crudas de su madre—. Sé que debes estar poniéndote hermosa para Kyojuro.

Bendito ese hermano que dios le había dado, era lo más maravilloso del mundo, ahí estaba, nuevamente, salvando su día. Sin su intervención seguramente habría recibido un regaño feroz de Leticia, y no es que se haya librado de eso, es que era mejor recibirlo a solas que con los hermanos Rengoku allí, porque podría ponerle el cuño a que esos chicos también estaban del otro lado de la puerta.

Así que aferrándose a la pequeña esperanza que le dio su hermano, Sofía soltó de vuelta:

—Excato, en unos minutos estaré lista.

Ahora mismo la castaña peinada sus cabellos decesperada por terminar lo más pronto posible, pero el grado de enredo que estos poseían no se lo hacía fácil. ¿Por qué bailó tanto ayer sin tenerlo recogido? Todo era culpa de lo descuidada que había sido y de la hermosa pero pecaminosa sonrisa de Tanjiro que la impulsó a hacer cosas de las cuales no se creía capaz.

Ah, Tanjiro. Recordó como ayer casi se besan, y antes besar a un chico que recién conocía parecía una locura, mas estaba a punto de casarse con Kyojuro Rengoku, de quién lo único que sabía era su nombre y lo que dice la gente de él. Ayer experimentó uno de esos momentos de debilidad por los que pasaban las protagonistas de sus novelas favoritas, se vio embelesada por esos orbes borgoña y esos labios atrayentes. Debería haberlo besado, definitivamente, si lo hubiera hecho tal vez ahora no estuviera mordiéndose el labio inferior imaginando que era él, desubicada, con la mirada perdida y dejando escapar suspiros fugaces mientras se peinaba.

Y por andar de cavilante metió mal el cepillo y tuvo que ahogar un grito cuando se arrancó un mechón de pelo que estaba hecho un nudo.

—Te estaremos esperando en el comedor, no tardes —añadió su madre, después de una pausa de silencio. Y aunque para los demás sonó comprensiva, Sofía era consciente de que aquello era una advertencia, sino estaba allí en poco tiempo, las cosas saldrían peor.

—Claro, ahí estaré —dijo, no muy segura mientras observaba el pelo del cual se había despojado ella misma.

—Buenos días, señorita Sofía —saludó Kyojuro, quien fue el primero en partir hacia el destino final.

Seguido de Senjuro, que no mencionó palabra alguna.

—Nos vemos pronto, hermanita —se despidió Edward, emprendiendo el viaje también.

—Veinte minutos, Sofía —añadió Leticia, golpeando dos veces, nuevamente, la puerta—. Tienes veinte minutos.

Sofía se miró en el espejo y lanzó el cepillo al mármol del cual estaba hecha la meseta. Suspiró cansada y un mechón de pelo cayó sobre su cara; puso los ojos en blanco y resopló varias veces para tratar de quitarlo, mas era imposible.

—¿Y cómo arreglo yo esto en veinte minutos? —cuestionó a su desaliñado reflejo en el cristal.

Lo bueno era que el dolor de cabeza había desaparecido con el susto, aunque el verdadero dolor llegaría.

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—¡Estas completamente loco, Tanjiro! —alegó Zenitsu, sin percatarse del alto volúmen que había empleado.

El mencionado llevó su dedo índice a la boca y le suplicó bajar la voz. Se encontraban en la parte superior del barco, donde, aunque ahora mismo no hubieran muchas personas debido a que la hora de almuerzo se acercaba, corrían el riesgo de ser escuchados. Afortunadamente ambos tenían un poco de tiempo libre para su mejor amigo, y ya que estaban, el de cabellos rojizos decidió sincerarse y contarle la magnífica aventura que vivió la noche anterior con Sofía.

—Ella me tiene loco —corrigió en un susurro, sonriendo de par en par.

—Cuando me dijiste que había una chica que te gustaba no imaginé que fuera ella —masculló el rubio, acercándose aún más a su amigo, buscando un poco de intimidad, habían algunas miradas curiosas sobre ellos—. Es la prometida de Kyojuro, Tanjiro Kamado.

—Lo sé, lo sé —repitió, sin cambiar su semblante feliz y ensemismado—. Pero, ¿cuándo un obstáculo me ha detenido para lograr las cosas que anhelo?

—La conociste ayer, no puedes decir eso, es de gente idiota —Jaló con fuerza una de las orejas del muchacho, esperando hacerlo entrar en razón —, que se va a casar con el dueño del Titanic.

—Estoy seguro que no lo ama —rebatió, buscando una pizca de comprensión.

—No puedes decir eso —Alzó una ceja, cruzándose de brazos.

—Por supuesto que puedo, lo sentí, en la forma en la que me miraba, las cosas que decía. Sé que ella sintió lo mismo que yo. Nacimos para estar juntos, el Titanic no hizo más que unirnos —explicó paciente, con palabras pausadas y simples. Tanjiro era alguien sincero y nunca le aterró decir lo que pensaba.

—Devuélveme a mi mejor amigo —exigió Zenitsu, sarandeándolo—. Estás siendo muy irracional.

—Lo dice el que le pide a chicas completamente desconocidas que se casen con él —replicó, y con ello logró detener los movimientos del violinista. La razón no se le podía quitar—. Me gusta mucho Sofía, y no va a detenerme su clase social o lo que piensen los demás, solo quiero saber cómo se siente ella.

La expresión seria de Tanjiro impresionó mucho a Zenitsu, era una de esas pocas veces que lo veía rígido y estoico. Aquello solo sucedía cuando algo le importaba de verdad, en muy raras ocasiones la persona frente a él dejaba de ser dulce y amable, para mostrarse de ese modo. Debía aceptarlo, su estúpido mejor amigo estaba embelesado con la prometida de Kyojuro, y sabía que aquello le traería problemas.

Antes de que alguno pudiera volver a tomar la palabra, sus vistas se posaron en el grupo de mujeres que estaba caminando por uno de los pasillos. Se podía divisar a tres chicas charlar divertidas y a una cuarta un poco desconcentrada; Oh si, se trataba de Sofía, a esa castaña no le importaba en lo más mínimo las cosas que hablaban las demás y se podría apreciar en cada mueca que hacía a sus espaldas.

—Si me disculpas —dijo Tanjiro, apartándose para caminar en la dirección equivocada, o sea, hacia la Brown.

—Ten cuidado —sugiró Zenitsu por lo bajo, viendo alejarse al inocente joven que creía esa que historia tendría un final feliz.

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Palabras del autor:

Bueno, este ha Sido el capítulo de hoy, espero que les haya gustado. Me encanta la forma en la que Tanjiro asimila que siente cosas muy fuertes por Sofía, no lo trata de negar ni es tsundere, él simplemente va a por todas, como Tanjiro Kamado.

Leticia es un asco, por favor sigan los consejos de Kyojuro y tirenla por la borda, nos harían un favor a todos.

Edward me parece una ternura de hermano, siempre preocupado por Sofía, esperando a que ella se abra y le diga que la aflije.

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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