Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Sofía solo se dejaba guiar por Tanjiro, ni siquiera veía a dónde se dirigían pero confiaba ciegamente en él, tenía suficientes problemas con mirar a su alrededor y divisar el caos desatado, los gritos agonizantes y las personas empujándose unas a otras sin importar el bienestar de nadie, todos querían salvarse a sí mismos. Ella sabía que no podía permitirse el lujo de caer en shock, pero aquello la superaba, jamás había visto tanta depresión y sufrimiento junto, puede que debido a su posición social y lo bien que siempre había vivido; pero no debía rendirse, tenía que ayudar a su amado como podía, aún si lo único que era capaz de hacer era permitir que el muchacho la arrastrara por todo el barco. Un pitillo atacó su oído y de repente sus ojos se nublaron, ¿culpa del llanto?¿un mareo?

—Aguanta —le pidió él, girando levemente su rostro para dedicarle una sonrisa sobre su hombro. Kamado pudo sentir como la castaña perdía fuerzas con el tiempo, la sentía desanimarse y poco a poco mermar sus pasos; no podía permitirlo, no cuando estaban tan cerca.

Como si aquel simple gesto por parte del varón fuera algún modo de recargar energías, la protagonista sintió que todo su cuerpo le respondía después de tanto tiempo y que, podría seguir dando guerra. No permitiría que él lo hiciera todo, que la protegiera como siempre había hecho, no quería ser una estúpida chica que dependía de un hombre, y aunque lo fuera muy en el fondo, aunque dependiera de esa tierna risa para volver en sí, de esa sincera mirada para superarse, de ese gentil tacto para luchar, trataría de ser lo más útil posible, de ayudar a que ambos se salvaran.

La carrera continuó otros tres minutos, esquivando personas, evitando conflictos y sujetándose mutuamente, Tanjiro y Sofía por fin llegaron a dónde debían, o al menos hacía dónde quería él. La jovencita no comprendió del todo porque su amado se había detenido, pero al sacar la cabeza por un lado y presenciar el siguiente grito, fue capaz de entenderlo todo.

—¡Hija! —llamaba la madre decesperada al divisar a la susodicha a tan solo unos metros. Estaba sentada en la orilla de un bote salvavidas que se disponía ya para ser bajado lentamente al mar—. Es mi hija, mi hija. ¡Tienen que dejarla subir!

—Señora la capacidad del bote— intentó explicar uno de los marineros, mas fue interrumpido cuando Letizia se puso en pie y llamó con una mano alzada a Sofía—. ¡Cálmense, por dios!

—No lo haré, ella no pesa nada, ustedes estaban bajando a las mujeres y niños, mi hija tiene que venir conmigo —replicó, de modo tajante, lo cual desencadenaría una discusión.

Lejos de ahí —aunque no tanto—, la joven pareja se miró, él con una sonrisa y ella con una ceja alzada. Ambos sabían que de ese lado también iniciaría una ardua pelea, porque tenían distintos intereses; mientras Sofía quería permanecer al lado del hombre del que se había enamorado, este solo pensaba en salvarla aún por encima de su vida.

—¿Tanjiro que hacemos aquí? —imquirió la fémina, apretando su agarre a la mano de su amado.

—Tienes que subir a ese bote, tu madre se encargará de hacerlo posible. ¿Recuerdas? Es imparable cuando quiere algo —citó, haciendo mención a las propias palabras de Sofía hacía unos días atrás.

—No me voy a ir sin tí —siseó, frunciendo el ceño. ¿Cómo se le podía pasar por la cabeza tan siquiera la idea de que sería capaz de hacerlo? Estaban juntos, si se salvaban lo harían juntos, no pensaba dejarlo atrás y seguir hacia adelante como si nada. Se hayaba indiganda, por primera vez desde que lo conoció, ella sintió verdadera molestia hacía alguna actitud del muchacho.

—No hay tiempo para esto. —Colocó ambas manos sobre los hombros de Sofía y se agachó ligeramente —solo hasta estar a su altura— para proseguir hablando—. Tienes que irte, encontraré otro modo de salvarme, y cuando eso suceda nos encontraremos en Nueva York, te llevaré a conocer a mi hermana, viajaremos por todo el mundo y envejeceremos juntos; pero para eso, ahora tienes que salvarte tú.

—¡Tanjiro, no me trates como a una niña! —exigió, alzando la voz. Hizo un movimiento brusco y con sus manos apartó las de su pareja—. Eso se le dice a una pequeña de doce años que espera que su padre o hermano sobreviva y se lo cree. No soy tan idiota, no voy a dejarte aquí.

—Sofía, tienes que hacerlo, si somos dos hay menos posibilidades de salvarnos. —La tomó de la cintura para apegarla a sí mismo en un abrazo un poco peculiar y distinto a todos los demás. Esta vez era Kamado quien escondía su rostro en el cuello de la damisela, asumiendo la posición de débil. Inhaló ese aroma que lo volvía loco, disfrutó de esa piel que le encantaba y muy en sus adentro hubiera querido explorar más, la sostuvo con fuerza, aferrándose a ella los pocos segundos que le quedaban, y solo por hoy, solo en ese momento, se mostraría como un niño pequeño que necesitaba ser protegido—. Por supuesto que tengo miedo, no quiero morir, pero más que nada me aterra el pensar que te podría pasar algo. Por favor, te lo ruego, ayúdame a poner a salvo el paisaje más hermoso que haya visto nunca, no solo quiero que queden pruebas de que exististe, quiero que las hagas tú, que te conviertas en lo que quieras ser, que rompas los estereotipos, que vivas al máximo cada segundo. No me lo pongas más difícil.

—No quiero irme sin tí, ya no tendría sentido —le susurró, ahogándose en sus propias lágrimas.

Ambos actuaban como si ese fuera el final, como si supieran que hasta allí había llegado el más maravilloso de los cuentos que habían tenido la oportunidad de presenciar.

—Sé que le encontrarás un sentido, solo necesitas tiempo.

—Yo no hablas como si nos volviéramos a ver de nuevo.

—Puedes estar segura de que nos volveremos a ver, porque sino sobrevivo iré a visitarte todas las noches en tus sueños, una y otra vez sin compasión, y será ahí donde nos encontramos —dijo, separándose para tomar el rostro de la mujer entre sus manos, acercar sus bocas y dejar que sus respiraciones se entrecortaran.

—Te amo —confesó al fin, poniendo sus manos sobre las de él.

—Te amo, Sofía Brown —soltó tranquilo.

Se fundieron en un beso pacífico y tranquilizador, lleno de ternura y dulzura, un beso que les embriagó el alma y les provocó diabetes en el corazón, de esos besos que ya no se dan. Movieron sus bocas con lentitud y calma, disfrutar y degustando hasta lo último de aquel sabor que les encantaba. Se amaban con locura, aún a pesar del poco tiempo que pasaron juntos ellos se amaban con locura, lo podían sentir en cada caricia y cada instante juntos.

Lamentablemente semejante momento fue interrumpido por uno de los marineros, que tomó a Sofía y comenzó a jalarla en dirección al bote que todavía no había dejado el Titanic. Al parecer Letizia había conseguido lo que quería y por lo menos podría salvar a un hijo esa noche. La castaña sostuvo la mano de Tanjiro, había logrado entrelazarla con la suya y aferrarse a esta antes de que la separaran por completo; se estaba resistiendo, porque a pesar de que lo anterior había constado como despedida, no quería separarse de él por nada del mundo.

—Me lo prometiste —murmuró, suplicándole con la mirada que no hiciera lo que sabía que iba a hacer, podía ver en la expresión triste de su amado sus para nada ocultas intenciones, y en un último intento por detenerlas aplicó el chantaje emocional y la culpa—. Me prometiste que nunca me soltarías.

—La primera de nuestras promesas rotas —susurró de vuelta, deshaciéndose del agarre de la joven. El grito desgarrador que emitió Sofía le partió el alma, verla llorando y tratando de liberarse de aquel hombre también lo abrumó.

Se estaba alejando y lo peor es que ella trataba de impedirlo.

Tanjiro daría todo de sí mismo para sobrevivir, mas estaba consciente de que nadie podría en aguas tan heladas. Al menos le quedaba como consuelo, que después de haberla soltado, Sofía lo odiaría, le quedaba como consuelo ese recuerdo de su sonrisa sincera, las charlas amenas y las tardes juntos. Fueron cortos, pero los días que pasó a su lado le dieron un sentido final a su vida.

El único arrepentimiento que tenía y se llevaría consigo a la tumba, fue que muy en el fondo, por un momento, de verdad pensó en no soltarla.

.
.
.







Palabras del autor:

Bueno ya, ahora sí, mántenme :'v

Sorry, vale, yo también amo al Tanjiro, pero no podía haber saga Titanic sin un final trágico. Lo siento, ¿podrán perdonarme algún día?

Bueno, horita mismo publico epílogo para que los leías juntitos, y ya le podremos decir adiós al segundo libro de la saga Titanic.

Recuerden seguirme en mi Twitter: Mio_Uzumaki, donde estaré publicando cositas de mis historias, adelantos, dibujos, etc.

Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro