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Capítulo 17


Sofía corría incrédula por los alrededores del barco, indagando en cada esquina, esperando encontrar a Tanjiro. Esa mañana el chico no había dado señales de vida, ni se había comunicado con ella, ni siquiera le había enviado un mensaje, y para la castaña aquello representó una no muy grata sorpresa. Generalmente era el Kamado quien daba el primer paso para cualquiera de sus acercamientos, quien velaba constantemente a sus alrededores y quién aparecía de la nada para alegrar su día; sin embargo, hoy aparentaba haber desaparecido, ya había pasado la hora del almuerzo y ni siquiera estaba entre la muchedumbre, más que decepcionada estaba preocupada. Sabía que aquello seguramente era una de las jugarretas de su madre, y ya había intentado hablar con ella al respecto, pero Letizia tampoco aparecía por ningún lado, que casualidad que ambos hayan desaparecido a la vez. Por el momento solo podía seguir buscando con la esperanza de que todas sus malas corazonadas estuvieran erróneas.

Se hayaba agitada, con las gotas de sudor descendiendo por todo su cuerpo, la respiración se le entrecortó y tuvo que detener su paso para tomar una calada de aire. Se agachó y apoyó ambas manos sobre sus rodillas, relajó sus hombros, inhaló y exhaló unos segundos; mas sabía que aquel descanso no duraría porque no quería perder ni un solo segundo de búsqueda. Se reincorporó después de decidir no detenerse nuevamente hasta ver a Tanjiro y, justo cuando iba a comenzar a correr, la voz de un chico se lo impidió.

—¡Sofía! —gritó decesperado alguien detrás de ella, al parecer no tenía vergüenza de lo que pensara la gente de alta clase.

La castaña se giró en el lugar para encontrar a un rubio con un peinado extraño, tenía los ojos color amarillos-dorados y una tez más blanca incluso que la de ella. El desconocido vestía elegante sin embargo se veía de lejos que no era rico. ¿De dónde le sonaba? Ah, si, uno de los violinistas del barco.

—¿Si? —inquirió ella. No quería sonar desagradable pero sin duda no fue el caso, se mostró con voz arisca y cortante. No era su culpa, estaba apresurada, ni siquiera había probado bocado desde el desayuno.

—Mi nombre es Zenitsu, no me conoces pero yo a tí si —dijo, colocándose frente a la chica, él también necesitó esa calada de aire que ella había estado buscando.

—Parece sacado de una novela romántica, o de un libro de terror —comentó ella, soltando una risita. Trataba de enmendar lo maleducada que fue antes.

—No hay tiempo para esto. Tanjiro está en la cabina del capitán, hace unas horas una mujer, tu madre, apareció ante nosotros alegando que era un delincuente, se lo llevó la seguridad del barco. Intenté detenerlos, pero al parecer si no soy dueño de un buen apellido mi opinión no vale. Pensé que a lo mejor tu podrías hacer algo —resumió, tociendo levemente.

—¡No puede ser! —exclamó horrorizada, llevando ambas manos a su boca. Trataba de procesar toda esa información, y cuando lo hubo hecho, supo que debía actuar rápido—. Me disculpo si mi madre fue descortés o cínica con usted, muchas gracias por la información —soltó, recuperada, haciendo una pequeña reverencia.

—Ah, no te preocupes por eso —contestó el rubio, revolviendo sus cabellos con un notorio sonrojo en su cara—. Tanjiro pescó una buena mujer, solo por respeto a mi mejor amigo no te pediré que te cases conmigo.

—Nos vemos —se despidió entre carcajadas, completamente halagada por las palabras de ese hombre. Segundos más tarde, comenzó su nueva carrera.

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En la cabina del capitán se hayaban los principales protagonistas de semejante conflicto. Tanjiro estaba sentado en el suelo, con unas esposas colocadas en sus manos —las mismas que le provocaron unos moretones horribles— y con la espalda contra la pared; agachada, cerca del protagonista, había una jovencita pelirroja, de cabellos rizados y hermosos ojos dorados, la chica trataba de ayudarlo a reincorporarse, preocupada por su salud; Muzan y los primeros oficiales estaban frente a estos dos, indagando con la mirada al supuesto criminal, buscando alguna pista que declare su culpabilidad; Letizia y su mayordomo, sin embargo, se mantenían a una distancia considerable, ella admiraba la escena con una sonrisa triunfante y él mantenía sus ojos cerrados, negándose a ver semejante injusticia.

—Ya les he dicho que yo no he robado nada —masculló el de cabellos borgoña, alzando la mirada para encarar a los hombres que le incriminaban, bueno, tampoco era culpa de ellos.

—Si confiesas ahora, el castigo será mucho menor —aconsejó uno, compadecido de ese pobre muchacho.

—Él ha dicho que no ha robado nada —irrumpió la fémina, la misma que ahora servía de apoyo para Tanjiro.

—Lina, no te metas en esto —advirtió Muzan, con expresión neutral.

—¡Estamos acusándolo sin más! —rebatió, negándose a ceder. Siempre había tenido una personalidad luchadora e insistente, hoy no era un día para cambiar.

El capitán estuvo a punto de perder los estribos y contestarle de una forma no muy agradable, pero afortunadamente, alguien no lo permitió.

—¿¡Qué está pasando aquí?! —preguntó Sofía, adentrándose en el lugar.

—Hija, menos mal que estás aquí —dijo Letizia, acercándose a la menor, quien la recibió con una mirada inquisidora y para nada confiada—. Hemos encontrado el collar que me regaló tu padre en el camarote de este pobre, es un ladrón.

—¡No soy un ladrón! —siseó Tanjiro, alzando su voz. Sin pensarlo mucho y olvidando el dolor caminó donde su amada para rogarle con la mirada que le creyera—. Sofía, tu sabes que no soy ese tipo de persona.

—No tienes que decírmelo —tranquilizó ella, colocando una mano sobre su mejilla, ignorando por completo el semblante molesto de su madre—. Lo sé, confío en tí.

—No puedes estar hablando en serio —farfulló Letizia, mareándose en el lugar—. ¿Le crees a este apestoso antes que a mí? Soy tu madre, te traje al mundo.

—Que me hayas dado la vida no quiere decir que puedas controlarla —respondió tajante, dedicándole una mirada de desaprobación por encima del hombro—. Yo decido en quien creer, y creo en Tanjiro.

Semejantes palabras solo provocaron que Letizia palideciera en el lugar. Menuda ingrata que era aquella niña, obsesionada con una ilusión de amor que se desmoronaría pronto y olvidando el bienestar de su familia.

—¿Lo ven? —cuestionó Lina, con una gran sonrisa—. Hemos perdido el tiempo.

—Que Sofía Brown confíe en Tanjiro Kamado no quita que se han encontrado pruebas en su habitación de las acusaciones de Letizia Brown. Según el protocolo debe quedarse encadenado hasta llegar a tierra firme, dónde se hará un juicio y se juzgará si es inocente o culpable —Muzan miró a la pelirroja fugazmente, justo antes de hacerlo con los dos protagonistas—. Es el protocolo, no puedo saltarlo.

—¡Quedan tres días para llegar a Nueva York! Es una locura tenerlo tanto tiempo con estas esposas, él es inocente —reprochó la castaña.

—Es tu palabra contra la de otra persona, debemos esperar, y no hay alternativas —sentenció, dispuesto a zanjar el tema.

Tanjiro Kamado estaría preso hasta que el Titanic llegara a tierra firme...

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Palabras del autor:

Holis, estoy de regreso con un capítulo un poco turbio. Bueno, señores, ¿qué esperaban? Recordarles que Tanjiro y Sofía están inspirados en Jack y Rose, por lo que tenía que haber una escena como esta, solo que el malo no es el prometido de Sofía, es su madre.

PVTA Letizia. Rengoku nos dijo que la tiraramos por la borda y ni caso hicimos, mira dónde estamos ahora.

Se acerca el final, ya casi.

Al fin podré escribir el libro de Muzan :D

Perdón es que le tengo muchas ganas a ese fanfic :")

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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