
Capítulo 14
Sofía caminaba cada paso vacilante con una opresión en su pecho, no era que no quisiera reunirse con Tanjiro, se trataba más bien de una pulsante sensación de que algo malo pasaría. La abrumaba por completo esa pequeña posibilidad cuando estaba viviendo un sueño, uno mejor del que nunca imaginó. Aún así decidió dejar de lado pensamientos innecesarios como esos, prefería disfrutar el momento, cuando llegaran los problemas encontraría algún modo de enfrentarlos, junto con el joven Kamado, que se brindó voluntario para ayudarla siempre.
A medida que la cubierta se iba llenando de personas, la castaña parecía perderse todavía más en la muchedumbre, hoy era un día animado. Encontró esos cabellos rojizos danzar en el viento y fue incapaz de confundirlo. Tanjiro la esperaba de espaldas, apoyado sobre el barandal, observando el hermoso sol que poco a poco se iría hubicando en el lo más alto del cielo. No necesitó ver su rostro para saber que estaba sonriendo, lo podía imaginar a la perfección.
De repente sus vacilantes pasos se transformaron en un trote ansioso por llegar a él, sin poder contener la emoción y los deseos de verlos, se acercó veloz al chico. Ya a tan solo unos centímetros, examinó su gran espalda, Tanjiro era alguien curioso, pese a tener la apariencia de todo un hombre, parecía un pequeño niño inocente, siempre buscando la forma de ayudar, siempre dando un paso al frente por alguien, siempre capaz a pesar de tímido; no podía dedicar mucho tiempo a divisar su espalda porque prefería atesorar cada segundo para gastarlo a su lado, haciendo cualquier tontería que se les ocurriese. Tocó con cuidado el hombro del jóven, y esperó paciente a que se girara en su encuentro.
—Buenos días —saludó Tanjiro, dedicándole una tranquilizadora sonrisa, de esas que lograban poner cualquier corazón en paz.
—Buen día a ti también —contestó ella, cerrando sus ojos y saludando con su mano.
—Tardaste más de lo esperado.
—Tuve un pequeño percance con mi madre —confesó, recordando la discusión que tuvieron. A pesar de todo, Letizia seguía siendo la mujer que le dió la vida, quien la crió, la que le dio todo lo que tiene; la amaba, y le dolía que su felicidad importara tan poco para ella. Seguía doliendo que su progenitora le pusiera un precio a su cuerpo, que la tratara de ese modo.
Notando la cabeza gacha de Sofía, y el dolor implantada en esos resplandecientes orbes castaños que generalmente brillaban admirando lo desconocido, Tanjiro tomó la mano de la jovencita, provocando que esta lo mirara, y segundos más tarde le sonrió, diciéndole en silencio que todo saldría bien, y que sin importar que pasara, él permanecería a su lado. No quería indagar mucho en el tema, porque aunque se moría de curiosidad y le preocupaba lo que hubiera podido pasar, respetaba que probablemente sería algo difícil de hablar para Sofía, así que prefería que ella supiera que no estaba sola.
—¿Estás bien? —inquirió, con voz cálida y tranquila.
Sofía sabía que estaba siendo una egoísta, que estaba anteponiendo sus deseos por encima del bienestar de aquellos a quienes amaba, que estaba abonando sus enseñanzas y había dejado a su familia a la deriva por su anhelo del Titanic; pero al ver ese rostro amable, esos ojos libres y esa sonrisa sincera, ella decidía, una y otra vez, que quería ser egoísta por una vez en su vida, sin temor a las concecuencias. Olvidarse del mundo también está bien de vez en cuando, ¿no?
—Los humanos somos codiciosos, ¿verdad? Está en nuestra naturaleza ir recto hacia donde queremos ir sin importar lo demás, ser ambisiosos y herir en el proceso a personas que son importantes para nosotros, ¿verdad? Puedo hacer esto sin remordimientos, ¿verdad? Puedo quererte con esta intensidad y preferir una y mil veces permanecer a tu lado que entregarme por mi familia, ¿verdad? Puedo vivir esta esta emoción contigo aunque al final sea una mera ilusión, ¿verdad? —Sus labios temblaban y ni siquiera sabía que demonios estaba diciendo. Solo quería ocultar su rostro hecho un desastre y las lágrimas que seguramente caerían. Ah, no quería llorar, no allí, todas la verían y sería un espectáculo, mas su dramatismo y poca fuerza impedían que se mostrara imparable o firme, era un barco a la deriva, que sabía a dónde quería ir, pero no sabía como hacerlo sin lastimar a quienes amaba.
Unos cálidos brazos la recibieron, más bien la envolvieron. Tanjiro se encargó de esconder la cara de Sofía contra su pecho, y mientras aguantaba su cintura, con su mano libre se encargaba de peinar sus cabellos, en un gesto tranquilizador. El chico tenía ese misterioso poder de ver más allá de como se sentían las personas, eso fue lo que hizo que la castaña comenzara a fijarse en él, porque cada vez que ella estaba insegura o triste, él estaba allí para animarla a su modo, a su peculiar y maravilloso modo; podía ver más allá de las mentiras y máscaras, él no miraba con los ojos, lo hacía con el alma.
La fémina se sintió tan resguardada entre los brazos del varón, era un lugar perfecto para llorar en silencio; tal vez por ello Tanjiro había hecho aquello, tal vez sabía que en ocasiones como esas era mejor soltarlo todo y dejar que las cosas fluyeran, tal vez por eso había protegido su inestabilidad e incertidumbre del resto con su gran y ardiente pecho, para que sus lágrimas solo lo mojaran a él, y nadie más se percatara que detrás de esa dama, se escondía una niña pequeña que de vez en cuando lo único que necesitaba era un abrazo.
Oh, ambos eran como dos niños.
—Eres fuerte, Sofía, tienes talento para hacerme decirlo una y otra vez —le susurró, para que nadie escuchara. Y puede que ya se hubieran ganado la mirada de uno que otro pasajero, mas no era nada importante, puesto que seguían de largo, seguramente pensarían que eran una pareja melosa.
—No lo soy, mírame. Mi madre me dice tres cosas y ya me siento horrible. Sé que quiero estar contigo, que tú eres el destino final, el que siempre he añorado. Pero estoy tan cansada de pretender ser algo que no soy, quiero cambiar pero no sé cómo hacerlo, no sé cómo hacer frente a mi madre para decirle que no soy un objeto, no sé como gritarle a esta estúpida sociedad que la clase no importa en lo más mínimo —sollozó intranquila, apretando las telas de las ropas de Tanjiro.
—Sigamos corriendo hacia adelante, mirando únicamente al frente, te prometo que cuando llegue el momento sabremos cómo enfrentar las adversidades. No flaquees, Sofía, estoy obteniendo mi coraje de tí, cuando veo tus ojos yo también siento que puedo hacerlo. Nuestras muchas historias de fracasos, versiones de nosotros mismo que no podíamos amar... si somos capaces de abrazar eso, podremos avanzar hacia donde queremos ir, seremos imparables, juntos.
Entonces llegó la calma; casi milagrosamente, toda la paranoia que comía la cabeza de la protagonista desapareció cuando Tanjiro la sujetó con más fuerza, aumentando su agarre.
No la soltaría, ahora sabía que ella se sentía igual y no importaba contra quién debía ir, ni cuántos obstáculos hubiera en el camino a la cima, lucharía por Sofía, imposible no hacerlo cuando se sentía tan completo a su lado; ella era esa pequeña parte de sí mismo que no sabía que le faltaba, y que ahora que encontraba no quería perder.
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Palabras del autor:
Regresé con otro capítulo. :D
Señorxs, se nos acaba la tranquilidad, se vienen situaciones adversas y muchos problemas.
Lamento la tardanza, ayer iba a actualizar pero me quedé dormirda. Actualmente estoy pasándome mi saga de videojuegos favorita, Resident Evil, así que no tengo mucho tiempo, pero trataré de compenzarlo.
No olviden seguirme en mi Twitter: Mio_Uzumaki
Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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