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ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ɴᴜᴇᴠᴇ: ᴍᴇᴍᴏʀɪᴀꜱ ᴅᴜʟᴄᴇꜱ.

"Sweeter than candy on a stick

Huckleberry, cherry or lime

If you had a choice, he'd be your pick"

Lollipop de The Chordettes.

—¡No! Es qué no entiendes, es mi madre la qué me da miedo —dijo Malorie mirando a Wonka a los ojos.

Desde que Malorie había aceptado la propuesta de Wonka, Willy no paró de cuestionarle a la mujer sobre las razones por las cuáles surgía su trauma. Y aunque el hombre no estaba dispuesto a contarle los suyos, él quería saber los de ellas. Después se dio cuenta que, lo mejor era contarle un poco, para que ella sintiera en confianza.

—Yo temía de mi padre, ahora, él es cómo mi mejor amigo. Así como lo es Charlie, y así como lo es Leonardo contigo —aclaró el hombre agarrando una manzana de caramelo de su árbol y ofreciéndosela con una sonrisa. Malorie la tomó y le dio un mordisco, disfrutando del sabor, mientras el hombre continuaba hablando—. El miedo te frena, Malorie. Te llenas de pensamientos sin sentido qué hacen qué te límites —mencionó el chocolatero—. Nunca te límites. Pareces una chica maravillosa e increíble, probablemente estés exagerando y en realidad, tu familia te reciba con los brazos abiertos.

Era cierto que, para los ojos de la mujer el hombre era muy diferente a lo que imaginó y se sentía tan cómoda con él que temía. Sentía tantas cosas dentro de ella que no sabía explicarlas y aunque Willy lo negara, cada vez más los pensamientos de hacer un heredero no le daban miedo, al contrario, le atraían, sin embargo, no se sentía capaz de llegar a tanto y eso lo atormentaba.

La mujer de un momento a otro comenzó a llorar al sentirse tan confundida. Había tanto en su cabeza que temía lo peor. Estaba lo de su familia y sus sentimientos extraños que sentía que no soportaría más.

Malorie sintió tanta pena que agachó la mirada tratando de que el hombre no la mirará llorar, pero eso era inevitable. Wonka la miró con preocupación y trató de buscar la mirada de la mujer con desesperación, pero no pudo. Fue entonces que el hombre le levantó el rostro sosteniéndolo con dulzura y le sonrió, acercándose un poco a ella para darle un beso debajo de sus ojos probando de manera accidental las lágrimas de la mujer.

A Malorie eso la descolocó completamente, fue un acercamiento muy íntimo, que la hizo sonrojar mientras que Willy no se sintió incómodo. Pese a haber tenido un contacto físico muy íntimo, no se sintió mal. Quizá el ver mucho al señor y la señora Bucket le hacían daño, pero no se arrepentía de lo que hizo.

—Tus lágrimas son saladas —comentó en un susurró el chocolatero con una sonrisa, y el corazón de Malorie no dejo de latir—. ¿Sabías que el chocolate tiene propiedades que te hace sentir como enamorado? —cuestionó el pálido hombre mirando su rio, para después fijar su vista a Malorie con una mirada un tanto... perdida, pues su mente viajo a hace unos días, cuando sus oompa loompas le insistieron en continuar mirando a la mujer y cuando el chocolatero buscó a su padre para contarle y su padre también le pidió que intentara conocer más a la mujer.

Malorie por su parte tomó distancia. Aquel momento la hizo sentir tan apenada, que no sabía cómo actuar. Y ante que una vez más Wonka tenía la mirada perdida, se sintió peor.

—Mejor cambiemos de tema —susurró con vergüenza—. ¿Cuál es tu cereal favorito?

No era un cambio de tema usual, pero estaba tan nerviosa la mujer que dijo lo primero que paso por su mente. Pues, Malorie era una mujer muy guapa, claro que había tenido pretendientes y había compartido ciertas experiencias, como besos y otros encuentros afectivos con hombres, pero nada serio. Sólo era la curiosidad del momento, del saber que se siente vivir eso, pero nunca había sentido amor y eso la confundía. Wonka por su parte, al escuchar la conversación de la mujer, no dudo en molestarse.

—¡Ew! ¿Sabes con que cosa se hacen los cereales? —soltó con el desagrado marcado en su rostro.

—¡Creo que no quiero saber! —gritó.

—Lo hacen con...

—¡Willy! ¡Malorie! —gritó el pequeño Bucket acercándose a dónde estaban la pareja—. ¡Los he estado buscando! Leonardo ya te está buscando para irse ambos a casa —comentó el pequeño cuándo estaba frente a Malorie, y antes de que la mujer dijera algo, Wonka se interpuso.

—Ella se quedará, será nuestra invitada. —casi ordenó Wonka de inmediato.

Charlie se emocionó, pero Malorie se sintió más extrañada que nunca. No entendía a Wonka, pues hace tan sólo unas horas la había estado viendo con asco y fastidio y ahora parecía estar muy interesado en ella. Eso la hacía dudar de la personalidad del hombre, pero para Wonka sus acciones tenían sentido pues estaba en un limbo de estar encantado con la mujer que tenía enfrente y el estar encantado a la ideología que un chocolatero tenía que ser libre. Además, él siempre había sido un lobo solitario y su vida era perfecta, ¿para que necesitaba más?

La desconfianza en Wonka incremento cuando notó que la mujer estaba confundida ante la petición del hombre y decidió retomar la palabra.

—Es decir, ella quiere conocer el lugar. Así qué tendrá un recorrido especial para poder hablar de eso en su blog —mencionó el chocolatero—. Eso la haría famosa en sus reportajes, es lo menos qué puedo hacer por lo que me ha ayudado en limpiar un poco mi imagen.

—No es necesario, lo hice porqué lo creí adecuado —aclaró la mujer tratando de huir de esa escena vergonzosa—. Puedo hacerme fama por otros medios.

Malorie miró a los ojos del hombre y él a los de ella.

Wonka no paraba de pensar en su propio heredero; no paraba de pensar en lo bonita que era ella, y en su vida. Wonka no dejaba de pensar en cómo sería ella en su mundo... mientras que Malorie estaba tan tensa sin creer cómo el hombre que estaba frente a ella la estaba ayudando a sanar esas heridas de su infancia. Sabía que él era un hombre mayor, muy mayor para ella, quizá tenía una especie de daddy issues ante la pérdida de su padre a tan temprana edad, pero no le importaba. El chocolatero la hacía feliz y no había más que decir.

—Perdón por interrumpir, pero a Malorie la están esperando. —volvió a decir el pequeño un poco nervioso, rompiendo la conexión que establecieron los adultos con la mirada—. Esperó verte pronto, Malorie —susurró el pequeño con una sonrisa.

Malorie abrazó a Charlie con dulzura mientras el chocolatero volvió a hablar.

—La volverás a ver pronto —comentó Wonka—. La ayudaremos a reunirse con su familia —anunció el hombre y Malorie sonrió.

La escena era muy mágica, que cuando Leonardo se acercó a ver, una especie de celos invadió su corazón. Malorie se miraba tan feliz, Charlie la amaba y ella combinaba con el ambiente; lo peor de todo era la mirada de Willy, él no paraba de apartar sus ojos de la mujer y eso lo hizo sentir inseguro.

Cuando Malorie se dio cuenta que su amigo estaba allí, ella corrió a abrazarlo, pero él sólo le indicó que era hora de irse. Pero no le dijo Malette, le dijo Malorie y eso la hizo sentir tan mal.

Después de eso, ambos caminaron hacia la salida, acompañados de los dueños de la fábrica. Cuando estuvieron en la puerta principal y era momento de despedirse, Leonardo tomó la palabra.

—Hasta luego, señor Wonka, fue un placer qué nos recibiera —expresó Leonardo de forma seria para después ver a Charlie—. Me da gusto saber que eres feliz —aclaró con una sonrisa.

Malorie miraba las acciones de su amigo de forma seria y nerviosa, pareciendo inquieta, y eso le causó ternura al hombre. Y sin importar la gente, hizo otro contacto físico: le tomó el mechón de cabello a la mujer y lo paso detrás de su oreja. Wonka se sentía libre, Malorie no reflejaba rechazo hacía él y eso lo satisfacía. Es más, aquel gesto hizo sonrojar a la mujer.

—Hasta luego, chocolatero —susurró Malorie dándole un corto abrazo a Wonka, incrementando aquellas sensaciones raras que comenzó a experimentar.

Charlie se notaba contento de ver aquello, pero Leonardo no.

Una vez más Wonka se perdió en sus recuerdos, pensando en cómo fue la primera vez que miró a Leonardo siendo un chico completamente diferente a cómo lo miraba hoy en día.

Los oompa loompas siempre miraban las cámaras y comenzaron a notar que un chico visitaba mucho la fábrica. Wonka no lo tomó en cuenta porqué se miraba de confianza, hasta que un día, ya no sólo era él, sino ahora se unía una mujer. Y después un niño. A veces venía una pareja, y a veces un niño.

Y ahora era curioso como hace meses Wonka miraba que ellos miraban su fábrica desde fuera y ahora los tenía a todos ellos aquí adentro.

El día que Wonka descubrió que tenía una cana fue cuando él decidió buscar un heredero y crear los boletos dorados. Tenía unos cuantos oompa loompas que le insistían de mejor crear uno y le sugerían a Malorie; él se negó. Sin embargo, dentro de él y entre más miraba las cámaras, la curiosidad lo invadió y, por ende, aceptó que ese día se dejaran la fábrica abierta, pues había oído gracias a sus cámaras, como un día Malorie le explicaba a su amigo Leonardo como entrarían a la fábrica ese primero de febrero.

Sin darse cuenta, el hombre volvió a la realidad y Malorie y Leonardo ya no estaban. Sólo Charlie que miraba con firmeza al chocolatero.

—Es una chica muy dulce —comentó el pequeño poniéndose frente a Wonka—, ¡cómo para dedicarle una grandiosa golosina inspirada a ella!

A Wonka se le hizo una idea estúpida, pero fue entonces que su cabeza se le iluminó. En su mente recordó el sabor de sus lágrimas; eran tan dulces y tan saladas.

Su mente siguió laborando y sin dudar se dirigió a el salón de inventos para comenzar a trabajar.

En lo dulce de la vida, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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