Narrador Omnisciente.

-Oe, perra. -llamo Bakugō.

-¿Qué sucede?

-Tu... ¿Has oído hablar de la "Clase B"? -cuestionó haciendo comillas.

-¿Cl-clase B? -preguntó nerviosa.- P-pues. Según se, es una organización peligrosa y muy buscada.

-Si, dime al...

-¿Acaso te dieron ese caso? -interrumpió.

-¡No me interrumpa joder! Y si, si me lo dieron.

-Oh... Entiendo -respondió muriendo de nervios internamente.

-Kendo, -dijo seriamente.- Responde con la verdad. Tu no estas metida en esas cosas. ¿verdad?

-¿Y-Yo? -mostró una cara de sorpresa.- Katsuki, soy una simple mesera en un café. No estoy metida en organizaciones raras. Excepto el club de libros, todos son raros ahí. -comentó con una gran sonrisa.

-¿Es la verdad? -preguntó nuevamente.

-Claro, no te estoy diciendo mentiras. -La pelinaranja se encontraba muriendo de culpa en su interior.

-Te creo. -respondió con una pequeña sonrisa. Realmente creía en su pareja.

-¡¿Qué esta diciendo?! -grito histericamente Toshinori.

-Que abandonó el caso, no quiero seguir investigando esa mierda. -dijo Bakugō para acercarse a la salida- Denselo a otra persona, no me importa. -salio sin importarle los gritos de su jefe.

-¿Katsuki? -escucho llamarlo aun así no respondió.

Cuando la fémina se iso presente enfrente de él, mostró una expresión de sorpresa.

-¿Tienes una misión de último momento? -preguntó mientras lo ayudaba a preparar su uniforme.

-Si, el bastardo mitad mitad les puso una emboscada a los malditos de la Clase B. Hoy todos estarán tras las rejas.

Las emociones de temor y sorpresa inundaban a Kendo, no sabia que debía hacer.

-Lo entiendo, te deseo suerte. -dijo despidiéndolo.- Katsuki, vuelve con vida y pase lo que pase, no olvides que te amo. -mencionó dándole un corto beso.

-Claro, fea. -respondió un poco aturdido por la reacción de su novia. Aun así no le importo y salio, directo al lugar de encuentro.

Cuando no había presencia del rubio en la casa Kendo corrió al teléfono, esperando a que contestarán.

-Hola. ¡Monoma! Escuchame... -pronunciaba rápidamente.- No, espera. ¿Estas ebrio?. Es una emboscada. No vallan. No, oye. ¡Maldito Neito! -grito al ver que le habían cortado la llamada.- Tendré que ir yo. -dijo mientras tomaba las llaves de su vehículo, para salir rápidamente.