•CAPÍTULO TREINTA Y SIETE•
"Perdóname pequeño"
—Le juro jefe doctor, que su impronta fue alucinante. Verlo velar por cada momento del neonato y optar por estar ahí, junto a él, es de lo único que se habla —escucha atentamente al residente de cirugía que estuvo presente durante todo el procedimiento.
—¿Puede llamarme solo doctor y no jefe, por favor? —indico mientras le presto la debida atención, y firmo las altas para media mañana del pabellón de internación.
—Claro jef... digo doctor Jeon... ¡Pero es que debió verlo! Con sus deditos aferrados al dedo de su amo... —lo observo decidido, esperando a que se percate de dirigirse como se debe. Y luego de observar moverse su nuez de Adán escucho: —Digo, doctor Park jefe.
"¡Dios mío!" Si que será largo el proceso de adaptarme ante mi nuevo llamado. En si siempre fui el jefe de equipo, pero de ésta manera se siente demasiado incómodo. Es como si fuera un ser superior o algo por el estilo.
—¿Y dices que afirmó el no trabajar más y solo acompañar al pequeño? —cuestiono ante sus anteriores palabras.
—Así es je... doctor Jeon. Algo así como... que estaba esperando por su designación. Algunos dicen haber escuchado la palabra "despido" resonando en el lugar. Pero eso debe ser un error, ¿no? A parte ¿Quién es su sano juicio despediría a uno de nuestros mejores médicos? —comenta como si nada mientras agarra las historias clínicas para entregarlas al cambio de guardia.
"Si tan solo supiera doctor" Se repite en mi intranquila cabeza mientras ideo algún tipo de plan de contingencia que me permita acercarme a menos de dos metros, tanto de mi amor como del pequeño, sin sufrir las benditas consecuencias.
—En que lío te metiste Jeon, por tu descontrolada bocota —me susurro tomando coraje para luego enfrentarlo.
O le digo la verdad y corro el riesgo que no me hable nunca más. O le miento y corro el riesgo por igual, pero con peor connotación por descarado y mentiroso.
De repente, unas pisadas me sacan de contexto ante el regaño: —Muy bien jefecito, necesito que levante "ese" que tiene de apoyadura y proceda a mimar a ese ser que de humano tiene poco, más parece un ángel caído del cielo y al cual tuvo la suerte que lo denominen como su novio —comenta con firmeza Jin -el jefe de enfermeros- en el acceso a mi nuevo y amplio despacho.
—¿Podría, no llamarme jefecito, licenciado Jin? —ofuscado le comento.
—Si se deja de bobadas... en una de esas, corre con la suerte de que lo haga, jefecito doctor.
—¿Será que mi amigo puede mantener sus asuntos en su propio espacio y sin meterse en los míos, o todo correrá a contarle como el dominado en el cual se transformó últimamente? —emito incorporándome de mi sitio.
—No se con exactitud a qué se refiere doctor Jeon, pero déjeme decirle que ese amigo suyo, esta vez tiene razón —afirma levantando las últimas partes médicos de mi escritorio —¡Ah! Y le comento que no ha comido casi nada, así que vaya, de la cara y alimente a su novio.
Dicho esto sale con su frente en alto como si no hubiera retado a su mayor superior en la institución, dejándome como un niñato castigado por mi mala acción.
Pero es que yo no quise llegar a esto, solo sé, que se me fue de mis manos en cuanto mi altanero y enérgico amor armo la novela en su cabeza y hasta me despidió...
Lo sé, podría haberlo seguido, pero es que todo fue muy veloz...
Cierro la oficina y acomodando mi bata me dirijo a la cafetería para solicitar un
emparedado con alguna bebida. Mis manos sudan de no saber bien cómo decirle que fue un malentendido o que entendió mal.
"¡Si serás idiota Jeon! Abres cabezas a ojos cerrados hasta encontrar la maldita solución al problema y encarar a tu pequeño tormento, te aterra" Se repite en mi pensar y solo puedo acomodar -nuevamente- mi pelo y vestimenta como si de alguna manera creara algo de coraje para hablar.
—Aquí tiene doctor, le preparé uno para el doctor Park también ¿Podría llevarle ya que no bajó en toda la tarde a su colación?
Y extrañado lo observo, justamente el pedido era para mi pequeño pero hasta el de la cafetería se preocupa por él —. Gracias por su preocupación, ahora se lo entrego bien lo vea.
Y no puedo más que llenarme de orgullo en mi corazón, porque se que con su frescura y dedicación, se gano el cariño de cada uno de sus compañeros de trabajo.
Así me encamino por los desolados pasillos, ya que a esta hora solo quedan las guardias más habitadas y luego todo es más tranquilidad.
Es como si el tiempo se detuviera o transcurriera de manera diferente dentro del nosocomio. Los tiempos del afuera del hospital, corren a su prontitud. Mientras que aquí, se te puede pasar la vida sin darte cuenta que entregas todo por tu convicción.
Como justo ahora, justo como observo a mi pequeño a través de un rincón de la ventana de la puerta de acceso a la UTI...
Dormitando sentado a su lado, regalando su paciencia y benevolencia a ese pequeñito ser que quedó a la deriva. Jimin es una persona tan maravillosa, que día a día -gratamente- me sorprendo de conocer nuevas facetas de su bondad y su carisma.
No puedo no conmoverme al verlo, mis orbes luchan por no deshacerse en lágrimas que no puedo evitar al final. Él, es tan, tan todo, que me percibo un bendecido por tener la dicha de estar a su lado.
—¿Doctor Jeon? —escucho a mis espaldas y tratando de no exponer mi vertedero rostro, me oculto sobre la pared al costado del acceso.
—Buenas noches enfermera ¿Cómo está el bebé? —consulto desviando su atención de mi rostro.
—Es un luchador, ha sufrido solo pequeños espasmos a causa de su cuadro de drogadicción. Pero, por suerte, su cuadro resultó ser más alentador de lo que esperábamos. Igual, han sucedido pocas horas relativamente —comenta la enfermera con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Eso es una muy buena noticia —comento regresando mi visión hasta el par de pequeños adentro, y atisbando que Jimin, ya no se encuentra en mi rango de visión.
—¿Me buscaba, doctor Jeon? —escucho a mis espaldas mientras la enfermera comenta "al ser más maravilloso que existe sobre la faz de la Tierra" que se quede tranquilo, que ella se ocupa del pequeño todo el tiempo que sea necesario.
Y girando -lentamente- tras dos latidos con la bolsa de alimentos en una mano y mi corazón en la otra. Lo observo detallarme con su ceño relajado, abatido y sin cuestionamientos, hasta se podría decir que con un deje de pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.
Y no se si correr hasta sus brazos o prepararme para un regaño ante mi pseudo alegría de que no esté del todo ofendido.
Los siguientes segundos inundan de temor mi poca valía de estarme parado enfrente suyo siendo minuciosamente guardado por él... Y de sentirme un neurocirujano capaz de todo me reduzco a puras cenizas a su merced.
—¿Para mí?
"Sí, es para tí mi amor, soy eternamente tuyo". Divago entre mis pensamientos hasta que nuevamente escucho su voz algo impaciente.
—Cariño, ¿es para mí?
"Cariño..." Resuena como el eco de lo más hermoso que alguna vez pudieron escuchar mis oídos.
—P-por supuesto amor, toma —y obligando a mis piernas a ceder ante mi afección, me arrimo a su frente, extendiendo la bolsa a la espera de algún movimiento posterior sin poder guardar mis vocablos que desesperados luchan por escapar aunque tenga resquemor —. Pequeño... Yo, lo sien...
Pero no puedo continuar, porque soy acallado por sus pequeño cuerpo aferrado cual Koala a mi torso, mientras nuestras bocas danzan un ritual de pseudo reconciliación iniciado por mi amor. Y en donde mi perdón, se apaga con la enmienda de su creciente devoción... Dando muerte a mis dudas cada que su tacto hace estragos en mi interior.
Minutos que simulan horas se suceden a la impronta mágica de la situación. Y un escenario que creía que sería el fin de mis días a su lado, se transforma -velozmente- en una creciente ola de calor donde no tenemos suficiente del otro para amalgamar esta fusión. Apagarse en una entrega de pasión, en donde mis manos y sus manos se pierden en la expansión del cuerpo del otro.
Y BUENO😎SI ESPERABAN LA RE PELEA, LUCHARÁN PERO DE OTRA MANERA😏🤣
GRACIAS POR LEER Y COMENTAR🥰
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