•CAPÍTULO SESENTA Y DOS•
"Intensa jornada"
Faltando pocas horas para el término de mi jornada laboral, me encuentro en la guardia atendiendo el caso de un pequeño que sufrió un severo traumatismo no penetrante sobre el lado izquierdo de su rostro.
Su abuelo, trabajando con grandes maquinarias en el sótano de su casa no se percató de la presencia de su nieto a su alrededor, y cuando tiró con fuerzas de un pesado palo trabado sobre su herramienta, dio de lleno sobre el rostro del pequeño provocando hundimiento malar sobre su pómulo a causa del fuerte impacto.
Los gritos incesantes de la progenitora retumban sobre todo el lugar y por más que el enfermero de guardia aplique su paciencia para tranquilizar a su madre, de nada vale si ella no deja de llorar o de maldecir a su padre.
El pequeño paciente o mi "abejita guerrera" como lo titulé anteriormente, ya que sus ojitos a pesar del acrecentado dolor que está cursando brillan en un intenso color amielado, pregunta constante por su querido abuelo y solo repite entre susurros "perdón", como si fuera una tremenda carga escuchar la discusión que sucede entre sus seres amados.
Intento con todo mi cariño que deje de pensar en nada más que ponerse bien y poder salir pronto a jugar, mientras el radiólogo de turno maniobra la máquina para obtener buenos ángulos de su lesionado rostro.
Lamentablemente, no ayuda que la sala de rayos esté tan pegada al acceso de urgencias, ya que no es la primera vez que un paciente debe soportar escenas parecidas entre parientes. Que en vez de apoyarse para acompañar al doliente, pareciera que se quieren arrancar los dientes.
Y mi paciencia se rebasa sobre que escucho claro como el agua un "En vez de andar abriendo tus piernas, hubieras cuidado del pequeño..." Entonces acariciando el cabello del único que me importa que esté bien en este momento le solicito que espere paciente, que enseguida regreso y que no tema porque lo está haciendo realmente bien.
Saliendo de la sala de rayos enfrento a ambos parientes, madre y abuelo que se fulminan con un duelo de miradas.
—¿En dónde se piensan que están ustedes? ¡Esto es un bendito hospital! Y el que está adentro de esa habitación con una lesión importante, es el único que está atento a todos los improperios que se dicen entre ustedes... Vergüenza debería de darles. Un accidente puede ocurrirle a cualquiera pero les aseguro que a ese niño ahí adentro, lo único que le duele más que su lesión, es su desprecio.
Ambos familiares me observan avergonzados, parecieran darse cuenta -por fin- del tremendo acto que se estaban montando. Y sé muy dentro de mí, que me he pasado con el arrebato, pero debo velar por el bienestar de mi paciente primero siempre.
Me arrimo al lado del abuelo que comienza un sollozo inesperado, transformando su rabia latente en lamentos.
—Mire, sé que fui duro con mis palabras, pero fue un accidente y buscar culpables solo los hará desgastarse inútilmente. Él no dejo de repetir perdón entre susurros ante el suceso —le digo palmeando su hombro para transmitirle algo de tranquilidad.
—Lo siento... —repite su abuelo como en automático hasta que su hija, la madre del pequeño paciente, reacciona ante mis súplicas a través de intensas miradas. Y dejándose llevar abraza a su padre rompiendo en sollozos.
—Me alegro que entiendan el punto. Con permiso, debo regresar con el paciente, luego les daré un informe detallado de cómo se ve la lesión y de qué manera proseguiremos —dicho esto me retiro de su lado para observar junto con al traumatólogo de qué modo proseguiremos.
A mil kilómetros de distancia y extrañando como si no se fueran a ver mañana, el especialista en neurocirugía culmina con los detalles de la pequeña celebración que llevarán a cabo por motivos de su casamiento.
Los detalles enflorecidos del evento fueron toda una misión por llevar a cabo. Conseguir la floración del nacimiento de cada uno no resultó tarea fácil, dado que su flor crece solo en ciertas épocas del año y eso complicó el arreglo acordado en primera instancia. Así que desembolsillo más dinero que lo pactado para traerlas directo desde Corea aunque suene irónico el acto.
Pero todo sea por su rubio y sexi residente, el daría cada uno de sus won hasta quedar en ruinas con tal verlo sonreír al albor de cada día.
Ahora, se encuentra algo impaciente esperando que graven los anillos elegidos para la ceremonia. Su panza ruge de apetencia y realmente se comería una de esas grandes hamburguesas que su pequeño tanto idolatra.
—Aquí tiene señor Jeon.
La empleada se percata de la mirada de adoración del cliente hacia las joyas, entonces decide darle unas palabras de apoyo al enterarse de lo que significa para ellos esta unión certificada por el tribunal de Japón.
—Realmente están hermosos, espero que disfruten de su ceremonia como se lo merecen y sobre todo que pronto la ley los avale como corresponde, ese es mi más grande deseo hacia ustedes.
El doctor la observa repentinamente asombrado ante sus palabras, no todos acompañan realmente su decisión. Constituyendo esta acción como un primer paso de la sociedad a expandir su mente lentamente.
Dando las gracias con una sincera reverencia, se despide con una hermosa sensación remolineando en todo su interior. Quizás sean cuantiosas las trabas a lo largo del camino por transitar que les resta, pero siempre encontrarán a personas de mentes abiertas que los apoyen y perciban lo que él impresiona de su relación.
Que amor es amor en todas y cada una de sus formas. Y que tener la dicha de encontrar el reflejo de tu otra mitad en esta vida, es algo que no debes dejar pasar...
Me encuentro abatido luego de la intensa jornada laboral, con un café negro bien cargado entre mis manos mientras espero impaciente que mi pequeño paciente salga de la cirugía máxilo-facial.
Lamentablemente, se habían complicado sus respuestas orgánicas a causa del foco traumático. Derivando en un proceso inflamatorio como respuesta biológica a la agresión sufrida. Y de acuerdo a la gravedad y localización de del traumatismo, se derivo a quirófano de manera urgente ya que disminuyó repentinamente su agudeza visual.
A simple vista radiológica del tercio medio facial, el hueso malar junto al cigomático estaban realmente dañados. Este último que funciona como medio de unión entre los huesos del viserocráneo (zona gris que constituye el esqueleto facial) con el mesocráneo (parte media o intermedia del cráneo o el mismo encéfalo en sí) resultando más dañado. Y una de sus principales funciones es la de proteger el globo ocular entre otras.
Debo ver a mi pequeño retoño también, ya estamos a nada de su alta. La respuesta es sumamente favorable de su avance por suerte. Pero dentro mío, me consumen los nervios aunque no los quiera tener, porque a pesar de estar dispuesto con mi vida a educar y ver crecer a nuestro hijo, el temor de fallar me azota como un renegrido mantón.
Me saca de mis sombríos pensamientos, el sonido vibrante de un anuncio entrante a mi celular. Y enmarco en mi rostro el gesto característico al hacerme conocedor del remitente de mi mensaje.
<¡Amor mío❤️! Sólo quería recordarte que te amo con el alma y cuento cada segundo para volver a verte... Lamentablemente esta noche deberé pasar aquí porque no pude llegar al último vuelo🥺😭 dale mucho cariño a nuestro pequeño💕>
Y cuando me dispongo a contestar, observó salir al cirujano con una gran sonrisa en su rostro, devolviendo parte de mi alma devota hacia mis entrañas. Y como no puedo dejar pasar ni un segundo, corro velozmente a su encuentro para asegurarme de que mi pequeño paciente no perdió su visión.
—¡Doctor Park! ¡Respire tranquilo..! Todo salió de mil maravillas, pudimos reconstruir parte del hueso dañado y asegurar todos los nervios a su alrededor. Ahora está dormido pero asumo que solo resta esperar a que despierte y así poder controlar su evolución.
Feliz como si fuera una parte de mi ser la noticia, le sacudo la mano reiteradas veces para luego dirigirnos ambos dos a hablar con sus parientes.
Como amo la pasión de nuestro residente, va, la de ambos.🥺💕
Estamos a nada del casorio😁😍🥰
Gracias por leer, votar y comentar😍
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