1: JUNGKOOK
CAPÍTULO 1
JK
Ilsang donde había nacido, es pueblecito no muy extenso, ubicando en el estado de Busan, en Corea del Sur.
Un pueblo rural, muy hermoso, con casas preciosas, una no tan grande extensión de tiendas, pero ahí teníamos, habían restaurantes de todo tipo, mi pueblo era un pueblo poco turístico, lleno de parques; con el principal y el más grande por supuesto.
También el pueblo consta con un parque para patinar, en donde voy a liberar mi estrés cada día después de clases.
Se inauguró una noche del año 1960, por unos jóvenes que hoy por hoy ninguno vive en el país, además de que ahora tienen más de 60 años.
Jimin, mi querido y precioso mejor amigo me había levantado a trompicones hoy. Y encima me estaba agitando. Posiblemente mi cara aún estaba hinchada por la abrupta levantada que me habían dado.
Decidí ni mirara me al espejo porque sería estresarme más y de paso atrasarme intentando maquillarme las ojeras.
¿Y quien oye los reclamos de Jimin si lo hago? No, mejor paso.
— ¿Te falta mucho? —me preguntó el rubio, mientras terminaba de ponerme los zapatos.
Suspiré con hastío.
— ¿A que se debe tu prisa hoy por entrar al colegio? Porque muy aplicado no eres, siempre eres el que está tarde y hoy has venido con el crepúsculo casi sin salir. —comenté, me levanté de la cama para agarrar mi mochila y los libros que debía llevar.
Me perfumé un poco y estaba listo.
— Hoy, es un importante día. —suspiró con emoción, se tocó un mechón de sus rubios cabellos, se veía medio ido del mundo.— Llega Kim Taehyun de Seúl—, me miró, y después sonrió.— ¿Sabes lo que es eso? ¡Él aquí en Ilsang! —respondió emocionado.
— ¿Y quien es ese tal Taekiun? —pregunté arrugando el entrecejo.
Él, que estaba apoyado en el marco de la puerta de mi habitación, me escrutó con la mirada sin creerse lo que había preguntado, alzó una ceja y dijo:
— Se llama Taehyun. —corrigió primero, y dijo después—, y tú tienes que estar bromeando.
— No sé de quien podrías estar hablando. —Jimin negó como si no hubiera reparo en mi. Rodé los ojos.— ¿Es alguien famoso? —insistí con curiosidad.
— Un poco. —miró en dirección a la sala. — Vámonos, Yoongi está en el auto. Te contaré en el trayecto.
Asentí y le seguí.
Yoongi a quien se refería Jimin anteriormente es alguien muy cercano a a mi, y el novio del chico a mi lado. Digamos que, mi vida, a pesar de ser tranquila, a veces suele ser un poco alocada.
Me gusta ser una persona aplicada en cuanto a responsabilidades. Soy alguien que no estudia, pero saca buenas notas. Así de simple.
Me basta con solo leer dos veces algo para que se quede calado en mi cerebro. Por esa razón soy tutor en mi escuela.
Algunos estudiantes se dirigen a mi ya que saben que soy tutor y los ayudo para las pruebas, siempre el profesorado se acerca a mi para estos casos y eso me da puntos extras en los exámenes, y a veces me eximen de las pruebas. Pero nunca está de más ayudar a quien lo necesite.
Mi sueño es ser un gran pintor algún día. Amo el arte, y a Van Gogh, y la pintura y todo lo que tiene que ver con ello.
Por otra parte si hablamos de fiestas, ya diríamos que del Jungkook de la escuela no queda absolutamente nada. He hecho, muchas locuras. Muchas. Muchísimas.
— Buenos días gatito. —Saludé al de ojos felinos y metiéndome al auto dejé la mochila a un lado.
— Ya no son buenos Kook , ya no. —se quejó haciendo una mueca y yo reí por lo bajo.
Jimin estaba ansioso, podía notarlo desde el asiento en el que yo estaba y el de ojos felinos manejaba con una tensión que podía sentirse en el ambiente.
Yoongi se notaba cansado, y encima cubría sus ojos con unos lentes negros. En ese momento supuse que mi amigo le había obligado a levantarse. Y esa fue la razón de su respuesta anterior.
Algo típico de Park, se acuesta a altas horas y ya a las siete de la mañana está lista para salir a a hacer lo que sea, porque hasta en los domingos está despierto.
En cambio su novio es un tremendo ermitaño y yo solo soy muy remolón, pero el caso es que a ninguno de los dos nos gusta que nos despierten tan temprano todo lo opuesto al rubio.
— Park Jimin. —La voz del azabache se escuchaba algo enfadada. — Debes mantener la cordura hoy, ¿está bien?
Ellos dos eran la definición de: hielo y fuego. Realmente, uno era más calmado y el otro era un remolino. Yoongi el hielo, Jimin el fuego.
— Que si, que no seas un pesado. —contestó Jimin aburrido.
— Bien. —gruñó para arrancar el auto.
— Cuéntame de ese tal Taehyun. —de reojo vi a Yoongi tensar los hombros.
Y entonces me di cuenta de que su anterior advertencia era por el personaje que llegaría hoy al colegio y no porque le habían despertado tan temprano, o quizás era por ambas.
— Bueno, él es.. —Yoongi tosió falsamente y Jimin se sonrojó. Era ovbio que estaba celoso. — Es... un influencer, muy, muy famoso. Además de que esta poderosamente adinerado. Su padre Kim Seo Bin, es un importante y reconocido pianista y su mamá es una chef con tres estrellas Michelin. —asentí repetidas veces, de manera comprensiva.
— Quiero verlo.
— Claro, te envío su Instagram. —dijo y yo corrí a la aplicación para esperar su mensaje.
Segundos después ya tenía abierta su cuenta. Habían infinidades de publicaciones.
Y por supuesto, las comencé a revisar.
Wuau, 1.5M de seguidores. Era un chico guapísimo, elegante, esbelto. Único.
Llegué a una publicación en donde traía una camisa de hilo, pero era tan trasparente que se le alcanzaban a ver los pectorales, y el abdomen completo.
Su pelo era castaño, y sus ojos de color miel, tenía un pequeño lunar cerca de estos per en lado izquierdo de la cara. Su Instagram estaba completamente lleno de fotos de sus viajes, y habían historias destacadas las cuales no abrí, porque no fueron de mucho interés para mi. Era observar quien era no stalkearle hasta la cantidad de "me gusta".
— Es guapo. —completé sin mucho que agregar.
Jimin asintió efusivamente.
— Lo es, y súper amable.
— No lo conoces Park, no puedes hablar por lo que has visto en redes. —comentó el azabache y giró el volante de auto para entrar ya a lo que era la calle de nuestra escuela.
— En eso él tiene razón Jimin, bien ese chico puede ser otra cosa menos amable.
— Llegamos. —agregó el rubio para no comentar más nada.
El no quería discutir y no iba a permitir que nadie le hablara del chico ya que "lo conoce muy bien". Nadie podría discutir con Jimin tal cosa ya que te sacaría de tus casillas y al final terminarías dándole la razón.
Suele enfurruñarse cuando le discuten de algo que "cree saber" y evita el tema a toda costa porque no le gusta perder la razón.
Los tres nos bajamos de auto cuando el de ojos felinos aparcó y la escuela se escuchaba con bastante revuelo dentro. La gran tapia nos traspasaba un poco de ruido de la algarabía de dentro.
— ¡Ya llegó! —exclamó el rubio y se desapareció de nuestra vista.
Yoongi suspiró y caminó junto conmigo, sin presunta, solo caminábamos mientras hablábamos de algún tema cualquiera. Al entrar al establecimiento, pudimos notar el tumulto de gente acorralado en una de las esquinas de la entrada del colegio.
Yo caminé con pereza hasta allí, sin apurarme a nada. No deseaba ningún rose con el chico, me daba igual conocerlo o no, por ser guapo no tengo que querer conocerlo, hay muchos chicos guapos, incluidos yo.
Además, alguien tendría que estar con Yoongi, sus celos suelen ponerlo ansioso y nadie querría ver cómo matan a madrazos al chico nuevo.
Caminé hasta un poco más adelante y Yoongi me detuvo.
— Jungkook. Tengo que buscar a Jimin. —asentí y él se inmiscuyó entre las personas para buscarlo, yo seguí mi camino a la entrada de la escuela.
El timbre de entrada sonó, yo ya estaba esperando a los chicos, ellos eran de años diferentes pero siempre pasábamos por la cafetería juntos antes de irnos a nuestra clase y entonces desde lo lejos vi al castaño darse la vuelta para caminar en mi dirección ya que yo estaba justo al lado de la puerta.
Yo miré al chico, lo escudriñé con mis ojos y no me perdí ninguno de los detalles.
Era esbelto, y su caminar era elegante. Sus ojos eran de un ámbar intenso, preciosos. Tenía el pelo medio ondulado y el color de su cabello en este le hacía verse más blanco.
Su vestimenta era un poco casual, pero chocaba casi lo elegante, a no ser por los converses blancos que llevaba.
Se detuvo frente a mi, y con un increíble y cuadrada sonrisa me dijo:
— ¿Una foto?
Arrogante. Pensé. Levanté una de mis cejas.
— No gracias, estoy bien. —respondí.
Bajó un poco su cuerpo hasta quedar su boca cerca de mi oído. Distinguí el olor a cítricos de su perfume y me dejó un poco embriagado.
— Es que el hilillo de baba te llegaba hasta la clavícula. —me susurró, y yo me quedé sin palabras.
Eso me pasa por mirar. Pero nada de dejarse amedrentar por un comentario tan villano.
— ¿Perdona?
Volvió a su postura de inicio y me sonrió con burla. Sus ojos determinaban decisión y burla.
— Ten un buen día, precioso. —tocó mi hombro por unos segundos antes de largarse.
Tsk, ¿yo babeando por él?
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