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𝗡𝘂𝗲𝘃𝗲

Jimin y YoonGi habían presentado el trabajo ante la profesora de psicología, la nota fue más que excelente. De la emoción, el peli-negro hasta había abrazado a Park, aunque claro luego se avergonzó bastante. Y tal como había acordado Min, para sí mismo, era el final de su relación con el rubio. Ahora cada quién seguiría por su lado, hasta terminar las clases.

—YoonGi-ssi—llamó en un susurro, inclinándose hacia delante. Moonbyul estaba sentada junto al peli-negro, y a él le había tocado ocupar el siento de atrás. YoonGi lo ignoró por completo, y Jimin creyó que no le había oido—, ¡hey, Min YoonGi!

El peli-negro suspiró, y poniendo los ojos en blanco se volteó de manera leve hacia atrás.

—¿Podrías callarte? Gracias.

—¡Oye!—se quejó—, solo quería decirte lo guapo que te ves justo en este momento mientras me miras así.

La chica junto a Min se cubrió la boca para que su risa no se escuchara tan fuerte. Ella sabía que Jimin se la pasaba diciéndole cosas a su amigo, cosas lindas y cursis, y también sabía que en el fondo a YoonGi le gustaba aquello o de otro modo ya habría reportado al rubio por acosarlo; sin embargo, nunca estuvo presente para escuchar los presuntos coqueteos. YoonGi la miró por el rabillo del ojo, quería darle un golpe ahí mismo, ¿qué le daba tanta gracia?

—Eres un idiota, Park—murmuró, regresando a su posición inicial.

—¡Quería decirte otra cos...

Jimin se quedó a media frase debido a que la voz del peli-negro fue más alta que la suya.

-¡Profesor Jung, Park Jimin me está molestando! No se queda callado—acusó.

El hombre se acomodó los anteojos en el puente de la nariz, y observó a los dos alumnos en cuestión.

-Park, acérquese por favor—le pidió. El rubio suspiró, poniéndose de pie para caminar hasta el escritorio del profesor. YoonGi le enseñó la lengua, susurrando un "ja-ja-ja, por idiota" que para Park solo eran movimientos de labio que había podido leer a la perfección—. Joven Min, venga usted también, por favor.

El rostro de YoonGi se deformó en una mueca, señalándose a si mismo con las manos, dudando de si en verdad el profesor le estaba llamando a él. La seriedad del hombre le hizo entender que no se trataba de ninguna broma por lo que renegando se puso de pie y caminó hasta el escritorio. A cada paso que daba sentía las miradas de los demás alumnos clavándose como espinas en su espalda y pensó que se burlaban de él debido al murmullo que surgió.

Lo más probable era que los chicos aprovecharon que el profesor estaba atento a Min y Park, para poder hablar entre ellos. Pero YoonGi sentía que todo se debía a el.

—¿Y yo que hice, profesor Jung?—se quejó, cruzando los brazos por su pecho.

—Los dos estaban hablando. Tu-señaló a Park-, empezaste. Pero tú—señaló a Min—, podrías haberlo ignorado.

YoonGi suspiró, por qué eso era verdad, aunque ciertamente Jimin no paraba de insistir hasta conseguir lo que quería.

El profesor los sancionó con quedarse en la escuela dos horas más en un salón en desuso con compañeros de todos los salones que habían hecho algo mal, así como ellos, a cargo de una profesora de otro curso.

De camino hacia el lugar, YoonGi le recriminó al rubio que por su culpa ahora tenía que volver a casa prácticamente de noche. Olvidando por completo que Jimin vivía también por el mismo lugar y saldrían a la misma hora.

Jimin abrió la puerta y entro primero, inspeccionando con la mirada el lugar. Habían más caras de las que se esperaban encontrar, todos pertenecían a cursos inferiores. Los únicos asientos dobles disponibles eran los del fondo a la izquierda, por lo que Jimin sin dudarlo comenzó a caminar hacia allí, dejó libre el que estaba junto a la pared para YoonGi, pero él no tenía intenciones de compartir su espacio personal con Park otra vez.

YoonGi caminó hasta una chica peli-negra, puso la mochila sobre el escritorio y cuando ella lo miró, sintió escalofríos. Tenía aros expansores en las orejas, un delineado negro mal hecho en los ojos, y una cicatriz pequeña en el pómulo. Ni siquiera se detuvo a mirar los tatuajes en su mano cuando esa persona le gruñó como si se tratara de un gato y se burló por su cara de susto. Intentó ir con otro, un niño pequeño, pero cuando lo vio mordiendo su lápiz y con algunos mocos saliendo por su nariz, sintió arcadas y no tuvo otra opción más que ir con Jimin.

—¿Estás bien, Yoon?

-S-si... ¿me prestas tu perfume, por favor?

Aún tenía el olor asqueroso a mocos maduros y verdes en su propia nariz y garganta.

—Claro, pero, ya casi no me queda, y y-yo...

—No p-pasa nada—le sonrió, negando con la cabeza—, ya se me va a pasar.

Jimin no entendía muy bien para qué necesitaba perfume, pero tuvo una buena idea. Podía matar dos pájaros de un tiro: YoonGi se sentía mejor, y él disfrutaba de tenerlo tan cerca.

—Puedes abrazarme—le sugirió—, ese perfume se impregna muy bien en la tela, así que si acercas tu nariz, posiblemente sea de ayuda.

Jimin creyó que se iba a negar y lo iba a insultar como de costumbre. Sin embargo, minutos después tenía a Min YoonGi medio recostado sobre el, abrazándolo por el torso.

YoonGi mantenía los ojos cerrados, escuchaba de fondo a la suplente de la directora escribir algo en la pizarra - de milagro la mujer estaba lo suficientemente ciega como para no lograr ver qué hacían los alumnos del fondo-, pero si había algo que oía fuerte y claro era el corazón y la respiración de Park. Se relajó, con eso y el calor que su cuerpo le transmitía, además del delicioso aroma a frutas que entraba a sus fosas nasales para desintoxicarlo.

—YoonGi...

-Dime-susurró a penas, disfrutando de las nuevas caricias en su cabello.

-Cuando te hablé antes, en nuestro salón, fue para invitarte a mí cumpleaños. Es el sábado, y en verdad quisiera que vayas.

YoonGi de pequeño siempre había querido ir a las fiestas de cumpleaños de Park, todos decían que eran las mejores, pero cuando Jimin se acercaba a entregarle la invitación, Min la rompía frente a sus ojos. Jimin nunca pareció tenerle rencor, o algo así, pero YoonGi no actuaba así por maldad.

Todos esos niños que asistían podían comprarle un regalo digno, aunque no fuera más que un muñeco de alguna caricatura. Y la señora Min solo tenía para comer y vestirse con su pequeño hijo, mandar a YoonGi a la fiesta con un dibujo o una pulsera de regalo sería igual a enviarlo con los leones para que se lo comieran vivo; mo quería que su hijo fuera blanco de burlas. YoonGi aprendió que la única manera que Jimin dejara de insistirle con ir a su cumpleaños, era rompiendo su invitación, pisandola, y diciendo cosas que en cuanto se daba media vuelta se arrepentía de haber soltado.

-¿Y la invitación de papel?-bostezó, acomodándose más cerca de Park, realmente era cómodo estar así sobre él y ya tenía sueño.

-No existe-soltó una pequeña risita-. Si no puedes romperla, tienes que ir.

Oh, maldito ingenioso.

-Está bien, pero no pienso llevar regalo.

Jimin soltó una carcajada, presionandolo suave contra su cuerpo. Apoyó el mentón sobre sus cabellos negros y sonrió en grande. ¡YoonGi iría a su fiesta! Y por si fuera poco, estaba quedándose dormido sobre él. No podía estar más feliz.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5 💛

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