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Hola gente hermosa.
Quiero pedir disculpas por decir que iba a publicar y no lo hice. Solo puedo decir que disfruten el capítulo. Cualquier duda pregunten con confianza.
Saludos y hasta la próxima.
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Espresso estaba seguro que las palabras del principe no eran ciertas, el había sido enviado solo para investigar y ayudar a dicho pueblo olvidado, pero ahora se veía todo lo contrario.
El mencionado erudito estaba un poco decepcionado, creyendo que había hecho algo bueno, pero había resultado que no. Por ende sus pensamientos indagaron en ir a reclamarle al monarca.
No le importaría que muriera, pero ya no sería utilizado con excusas baratas.
Esa noche, después de haber guardado todas sus pertenencias salió de la carpa, camino un poco a las afueras del pueblo, era la última vez que vería a ese caballero y es que ese caballero había demostrado otros gustos por el erudito y apesar de que el erudito parecía divertirse le gustaba ese caballero.
Espresso espero por unos momentos, sabía que ese caballero se enojaría tras saber la realidad, pero a menos tenía esperanzas que tuviera un poco de perdón.
Finalmente el hombre descendió la sonrisa de este fue tal que le hizo sentir tranquilidad al erudito. Sin contar que el caballero hizo una reverencia.
- Bien, ¿a qué se debe todo esto? Has pedido que viniera
- Esto es una despedida, general Madeleine.
Rio un poco, aunque el hombre que estaba enfrente lo miraba confuso.
- ¿Despedida?
- Si, ya no estaré aquí, me iré junto con Eclair y Tea Knight al reino Cacao pero, los soldados... Se van a quedar.
- ¿Por qué?
- Las conclusiones del Príncipe Dark Choco, mencionan que el emperador mandara a cientos de soldados aquí, para dar final al reino. Y no puedo permitir eso, así que iré a hablar con el emperador espero tener un poco de suerte.
A Madeleine no le gustaba la idea, pero no podía detenerlo, no había algo que lo atara a él.
- Está bien, solo ten cuidado, no estaré cerca de ti para protegerte.
Espresso solo quedó en silencio, solo para recibir un abrazo del mayor, quien no parecía soltarlo.
- Te esperaré y seremos los ganadores en la guerra.
- El reino cacao es demasiado poderoso, no podrás hacerle frente, te sugiero cuides a los "reyes".
Espresso se sintió culpable, aún así el abrazo le hizo sentir calma, a pesar que la situación no estaba para nada normal, una guerra estaría por comenzar en cuestión de días.
Se despidió, aunque al seguir alejandose se detuvo. Se regreso de nuevo, está vez tomando al caballero que logro besarlo con amor y cierta pasion.
Cuando se separó, fue lo suficiente como para irse, está vez se apresuró, no quería quedarse atrás. Madeleine por su parte quedó realmente emocionado, lentamente una sonrisa lo inundó y aunque sintió una suave dolor en su cabeza le hizo sentir tranquilidad.
Durante el trayecto al reino, Eclair le comenta al erudito acerca de la "desapareción" del principe, cosa que había causado un revuelo, puesto tras eso las tropas se estaban moviendo hacia el reino Vanilla.
Una vez que llegó, Eclair solo observó a Espresso quien se alejaba entre los soldados, estaba dispuesto a darle frente al emperador.
Llego al patio principal, en dónde se encontraba el gobernante listo para ver a sus soldados partir a la guerra, Affogato estaba al lado de este viendo con orgullo como todo lo que estaba haciendo estaba saliendo a la perfección.
Sin embargo la presencia Espresso hizo molestar un poco al consejero, quien posiblemente venía a reclamarle, no, aún peor destruir su valioso plan.
- Alteza, detenga esto, la guerra no es bueno para una nación sin rey.
Espresso llegó no hizo reverencia, estaba más firme a querer detener todo, aunque el moreno solo se limito a verlo no menciono nada en absoluto.
- Eres un simple erudito, no entiendo porque has venido exigiendo eso, nuestro emperador a decidido que la guerra debe de continuar y aún más cuando un reino está débil es perfecto para extender la nación.
- Alteza, por favor, entienda, todo lo que está pasando... No puede causarlo, hay gente, niños, que ni siquiera saben ir a la guerra.
Suplico un poco, pero el hombre no escucho y simplemente camino hacia la sala.
- Affogato, hazle entrar en razón, tu eres el más cercano a él, dile la realidad, si hace eso, podría causar la muerte de muchas personas.
- Ugh que incrédulo eres.
Affogato lo empujó, puesto el erudito lo había tomado del antebrazo, suplicandole que parará al ejército.
- Vete a leer libros, no puedes solo venir a molestar.
- Sigue... Controlado ¿Cierto?
Pregunto, está vez su voz sonó curiosa y parecía que tuviera conocimientos de aquello. Cosa que Affogato se detuvo, por fortuna estaban solo, los soldados marchaban a lo lejos y el Emperador estaba de regreso a la sala del trono, era incapaz de escuchar la conversación a tanta distancia.
- Vaya, eres curioso ¿No? ¿Quien te dijo acerca de eso? Eso es una broma que puede darse un castigo.
- Caramel me dijo de eso, incluso menciono que los antiguos gobernante también estuvieron bajo esos controles, alguien... Más bien dicho, el consejero, fue el que hizo todo.
Hablo con seriedad. Está vez haciendo que Affogato sonriera. Y de manera tranquila comenzó a caminar, rodeando al erudito, quien estaba listo para atacar a ese consejero.
- Vaya, ella sigue viva, me siento aliviado - pensó - Cierto, supongo que debo admitir que he sido un criminal ¿No? Lo hice todo para salvar a nuestra amada nación de los corruptos.
- ¿Corruptos? ¿De qué hablas?
El erudito lo seguía con la mirada, su mano ya tenía creado el grano de café envuelta en fuego, mientras seguía escuchando la pequeña risita del ese consejero.
- Años viviendo en la villa del café, leyendo la historia completa, aprendiendo de otras villas e incluso de la capital, pero sin saber lo que realmente paso en el interior del palacio.
- ¿Eh?
- Te lo explicaré. Caramel y yo, crecimos en la misma villa, ambos éramos integrante de dos clanes de ese territorio, el padre de caramel y mío habían enviado una solicitud de ayuda al emperador de esta nación...
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La nación estaba sumida en el caos, a pesar de que el país había cientos y cientos de soldados no eran posible la protección de las villas al rededor de la ciudad principal.
Durante muchos días, guerreros de la villa del café combatieron contra seres infernales, durante días se le pedía, no, suplicaba al emperador un poco de ayuda, enviar soldados o alimento lo que fuese primero.
Pero nadie se preocupo por aquello. El pueblo estaba siendo arrazado por grandes bestias malginas.
- Vamos Caramel, tenemos que huir de aquí, es peligroso.
- ¡Espera Affogato! ¡Yuyu se ha quedado atrás!
- ¡No hay tiempo para recoger una muñeca Caramel¡ ¡Vámonos!
Un joven Affogato jalaba a su querida amiga, durante el camino montruos y soldados se encontraban en combate, Affogato hacia lo posible por esquivarlos mientas apretaba más fuerte la mano de esa niña.
- ¡El emperador a rechazado nuestra solicitud!
Un soldado grito, aquello le pareció extraño, sin embargo no se detuvieron y siguieron corriendo por fortuna lograron salvarse. Uniéndose al grupo de gente que había sobrevivido, Affogato busco con cautela a su madre y a la madre de Caramel, le parecía extraño, incluso pregunto, a todos, pero sus resouestas eran iguales.
"En la guerra"
No quería creerlo, no quería aceptar, así que pidió a Caramel que se quedara, que no se moviera que estaría segura ahí y el fue a buscarlas. Ambas madres eran expertas en artes marciales, no por nada son las esposas de los líderes de los clanes, pero al no saber de su madre le dió miedo de que algo malo sucediera, incluso sabía que Caramel sufriria igual si pesará algo peor.
Miraba a los soldados, la zona de muerte era horrible, las bestias habían triunfado en la mayor parte. No fue hasta que logro verlo, cuando siguió recorriendo el lugar, ambos padres líderes de los clanes defendían a las mujer que llevaban a soldados a una zona segura, podía notarse el cansancio y las heridas en los cuatros. Estaba por ayudarle pero se detuvo, cuando entre las casas una gran bestia salió.
Una gran bestia había aparecido, una especie de cake, proveniente de los espíritus había aparecido, para ellos era imposible un ataque, aquella bestia logro escupir su aliento, un fuego de color azul que salió de su boca, pudiendo ver cómo todos esos soldados, sus padres e incluso los padres de Caramel morían.
No podía moverse, el miedo era grande. Los pocos soldados lograron huir, Affogato quedó estático. La bestia logro verlo, dispuesto a matarlo, de no ser por otro seres.
Sus ojos se iluminaron, al ver las majestuosas bestias que sobrevolaban los cielos. Los dragones Oreos, esas místicas bestias que protegían la nación, sin embargo esas bestias místicas, no lograron detener el odio que generaba el joven hacia la familia real.
Affogato agradeció a las místicas bestias, pero también, el odio incremento hacia la familia real y de manera astuta comenzó a idear un plan. Acabar con la familia real. Durante años estudio, aprendía, se hizo un erudito, un famoso erudito que llego alcanzar un lugar en la corte imperial a tan corta edad, sin embargo aun no iba a detenerse, con orgullo logro llevarse a Caramel que a pesar de ser una novata era una experta con el arco, fue conociendo a la familia real, a la pareja de emperador que gobernaba la nación. Los secretos del palacio poco a poco fueron descubiertos por él.
Una de ellas fue el inmenso poder que tenían los aromas, métodos efectivos para controlar, cosa que Affogato comenzó a aprender y manejar con el pasar de los años, hasta los últimos años del reinado de la pareja.
En dónde llego la guerra.
La guerra seria una buena excusa para que los gobernantes murieran, sería un golpe duro a la nación y así los siguientes gobernante estarían dispuesto a proteger a las villas.
Tras acabar con la guerra y no obtener lo que quería, termino por convencer al emperador de poner al joven Affogato como consejero, para el futuro Emperador, mientras el seguía aprendiendo, dió un simple comentario esto hizo que la pareja se lanzarán la culpa y finalmente causo el descenso.
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Espresso abrió sus ojos con sorpresa. Las palabras de Affogato eran admirables, ya que había contando aquello sin ningún remordimiento.
- Tu... Todo este tiempo, tu fuistes... Los emperadores no eran malvados, tu los cambiaste.
- Ellos dejaron a su pueblo, le dieron la espalda, yo solo cumplí el mandanto de las místicas bestias.
- ¡No! Eso esta mal. Ahora harás lo mismo con el emperador. Haras que mate a su hijo para que cometa suicidó, así como lo hizo el anterior monarca con su esposa.
- Debo aclarar algo... El antiguo monarca, bueno a menos su esposa... No era una mujer después de todo, su belleza y astucia le hacía verse como una, pero no, esa persona fue un Él.
- ¿Eh?
- ¿Te sorprende? Es cierto que muchos dicen que tuvo a Dark Cacao, no te niego nada, porque eso es verdad, esa persona, esa "emperatriz" si tuvo al hijo legítimo del emperador, pero era un hombre.
- No digas estupideces un hombre no puede...
- La familia real oculta secretos ¿Recuerdas? Uno de ellos es una pequeña píldora, la persona amada por el emperador puede tomarla para poder... Procrear.
Affogato sonrió con dulzura. Solo para detener sus pasos enfrente de Espresso.
- Cacao ya tenía planeado darle una a ese tipo del reino vecino, creyendo que de esa manera podrían unir sus reinos, por fortuna y gracias a mi, logre detenerlo, su irá no hace que piense con claridad. Imagina que resulte algo de ellos dos, sería otro trabajo por deshacerme.
- ¡Voy a detenerte!
- ¿Crees que podrás? En estos momentos soy yo quien está protegido por el emperador, una pequeña herida y podría causarte la muerte. Así como paso con la madre del principe.
Espresso no dijo más, creo un grano de café en sus manos y la lanzo hacia ese consejero, cosa que el mencionado logro esquivar con facilidad, logrando dar un salto en dirección hacia el erudito, agitó su bastón logrando lanzar una esfera envuelta en un fuergo púrpura, Espresso no pudo cubrirse puesto no pensó que dicho consejero tuviera esos movimientos, recibió los ataques lanzandolo lejos y aunque Affogato parecía divertirse decidió simplemente detenerse.
- No es moralmente bueno matarte, pero si hablas o no será igual, nadie te escuchará. Ahora sí quieres poner a la villa de Café en los alto, así como yo lo estoy haciendo, no harás nada estúpido.
Tras aquello, Affogato quien miro con indiferencia logro acariciar un poco la mejilla de este. Solo para ordenarle a unos guardias que debían encerrar a ese erudito. No sin antes torturarlo un poco más.
Affogato camino hasta el emperador, en dónde hizo una reverencia, el monarca hizo una seña para que se acercara, cosa que el consejero obedeció sin protesta y con una sonrisa encantadora tomo asiento en las piernas de su emperador.
El gobernante no estaba conciente de lo que estaba pasando, solo se sentía confuso, su mente le jugaba una mala pasada y Affogato era el único leal hasta entonces. Si alguna vez lo fue Pure Vanilla, ahora es Affogato.
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