Hospital de Seúl 

20 de setiembre del 2022

Mis ojos se abrieron pesadamente, el sonido de  máquina zumbaba la habitación. El lugar estaba oscuro a pesar de las luces led en todo el lugar.

Mi vista fue a los brazos, quienes estaban cubiertos por vendas, sentía las punzadas, como la piel palpitaba.

—Al fin despiertas... —El doctor entró a la sala, y fue a unos de los banquitos cerca de la camilla. —Soobin.., este es tu segundo intento de suicidio en el mes. Si sigues así tendremos que internarte.

No respondí. El doctor soltó un suspiro cansado.

— tus padres prefieren alejarte de ellos, ¿sabes lo que eso significa? —otra vez silencio.

—Nos vemos en la obligación de llevarte a un lugar mas seguro, donde podrán atenderte como se debe...

— ¿Por que no sólo deja que muera? Soy un caso perdido..., defectuoso.

El doctor no dijo nada.

Ese  día fue la última en el hospital, cuando salía puede ver a mis padres firmar unos papeles, mi papá se veía avergonzado y mi mamá furiosa.

—¿Qué acaso no escuchaste bien? Ese marica murió y ojalá también lo fueras hecho con él. Así no tendría que lidiar con un Gay.

Seque con brusquedad las gotas saladas de mis mejillas. Dejando de ver a aquellos que llame padres.

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—Nombre —la voz de la chica era delicada pero aún así me cansaron.

—Soobin...

Pareció escribir unas cosas, luego me colocó una cinta en la muñeca y me guio al salón de observación. Donde consistía en una habitación blanca con una cama en el medio y una pequeña ventana. Se veía tan vacía que me sentí intimidado al instante.

Luego de darme indicaciones del lugar salió. Miré todo y con algunos rasguños en la pared, logre escuchar como la risa de Beomgyu se mezclaba en ellos.

Tal vez estaba loco.

La noche fue aún más fría, el lugar me estaba volviendo loco. Veía como enfermeros me miraban tras una ventana y anotaban algunas cosas. Era un conejillo en una jaula.

— Soobin....., Soobin, vamos a casa...

Nuevamente su voz retumbo en la Sala, mire a los enfermeros y ellos parecían no escucharlo.

—Soobin... Y-Yo no quería...

Mis brazos se envolvieron en mis piernas, ocultando mi cabeza entre ellas, queriendo no escucharlo. Solo me recordaba todo lo que pasó y me lastimaba.

Sus lágrimas rodar por esos ojos que aún amo, su mano temblorosa tomando la mía y nuestras piernas dudando si podían aún mantenerse.

Sus burlas y humillaciones  nos llevaron a eso, nos llevaron a ese punto donde ahora lo perdí.

Perdí a Choi Beomgyu.

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Los días pasaron y me dejaron como caso severo, estaba en el segundo piso. Podía salir de su cuarto, siempre y cuando pueda estar acompañado de un guardia o enfermera.

Pero esto no era vida. Quería ver a beomgyu, sentirlo. Decirle lo tanto que lo amo...

El viento chocaba mi rostro con dureza. Eran las tres de la mañana y pude escabullirme entre los guardias para llegar aquí: la terraza del tercer piso, la que apuntaba a la caída mas profunda. Mis piernas colgaban en el aire y mis manos sujetaban en el barandal.

Mis lagrimas caigan sin permiso, corriendo por mi cuello y perderse en el uniforme del psiquiátrico. Mis brazos aún vendados rogaban soltarse y dejarme caer al abismo.

¿Qué vida tenia seguir así?

Cada vez mis pulmones respiraban, recordaban las ultimas palabras de Beomgyu, castigándome yo mismo por salir vivo y él no.

—Oye... —esa voz... sonó como un Ángel caer a salvar un alma. —¿estas seguro de esto?

Otra lagrima cayó — Es lo único que me queda. —mi mirada estaba baja, captando como mis pies se movían por el viento fuerte que hacia.

Nuevamente hablo esa persona.

— También pensé eso.., ¿por que estás aquí?

Absurdo.

— A repartir dulces, claramente...

— Entiendo.. Yo también quisiera hacer eso si alguien que amo, murió.

Mi corazón se detuvo y voltee a verlo. Notando la figura de un chico, su uniforme era de otro color, tal vez era del primer piso.

Su cabello era negro y tenía una mirada neutra, solté un suspiro por la presión en mi pecho.

— Hace un año, murió mi novio. Se suicidó y nadie hizo nada... Estuvo mal, podría decir que como tu...

Mis ojos parpadearon, dejando de ver a ese chico que ni su nombre sabía.

—Somos diferentes...

—Mi nombre es Yeonjun. Y créeme, Soobin, hay millones de maneras de salir de aquí y esta no es una de ellas...

Mi nombre... ¿Como...?

— ¿Por que sabes mi nombre?

Mis ojos ardían por retener mis lágrimas.

—Hace unos días tu nombre fue gritado por todo el segundo piso, intentaste acabar contigo. Yo.., yo estaba en la enfermería cuando llegaste desmayado. — Su voz se corto, como si fuera a llorar. — Solo déjame ayudarte...

—¿Por que querrías hacerlo?

—Por que hace un año..., yo hubiera querido que alguien me entendiera y me dijera que no era defectuoso... —Mis ojos soltaron las lagrimas que estaba aguantando y comencé a llorar sin algún tipo de pena.

Sus brazos me rodearon, bajando mi cuerpo de la baranda. Su respiración era tranquila y podía sentir que con cada respiración me calmaba.

Su mano me acariciaba la espalda buscando calmarme. Mis ojos comenzaron a pesar y mi respiración a ser regulada.

—Yo te ayudaré, Soobin. No te dejaré solo.

Luego me quedé dormido en los brazos de aquella persona llamada Yeonjun.

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