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8

La biblioteca de la iglesia no era inmensa, una pequeña habitación a la que rara vez le llegaba la luz del sol. El olor a humedad que se concentraba allí, se impregnaba en las fosas nasales, causándole cierto malestar que a fin de cuentas era soportable. Los libros que ahí yacían no habían sido utilizados en años, por esa razón el padre Evans tomó la decición de donarlos a los niños del pueblo.

Al menos los que él consideraba aptos.

-¿Cómo vas con ese estante?- __________ giró hacia su compañero, el cual apilaba los libros de forma ordenada dentro de las cajas de cartón -¿Cómo diablos?..- incrédula por la velocidad en la que Beel vacío aquel librero de madera, la castaña se planteó varias veces la posibilidad de que su amigo no fuese humano.

Beelzebub sólo se encogió de hombros, simulando humildad.

Un sonido externo los hizo plasmar sus ojos en la vieja puerta de madera, que con un ensordecedor chirrido por la falta de mantenimiento, le permitió la entrada a un chico de apariencia enfermiza. Sus ojos marrones indagaron vagamente por el lugar, sonriendo con cinismo al toparse con Beelzebub, quien no estaba nada contento por la inesperada "visita" de Belfegor.

-Hace mucho tiempo no estaba en una iglesia- expresó aparentando una perezosa sorpresa.

Dubitativa, ___________ dejó a un lado su tarea para centrarse en el misterioso chico que había ingresado de forma insólita ¿Sería un conocido del padre Evans? ¿O alguien que se ofreció a ayudarlos? Sea cual sea la respuesta, de algo estaba segura; jamás lo había visto por la zona.

-¿Por qué las caras largas? Mi querido amigo el padre Evans me permitió pasar- acercándose a ellos Belfegor dejó escapar una risita maliciosa, incitando a que Beelzebub frunciera el ceño por la sospechosa actitud del demonio -Beel mi amigo, ¿no estás feliz de verme?- El tono infantil con el que efectuó las preguntas, cargaba con la malicia de un diablo detrás.

Descarado.

Pensó el azabache, aunque él no fuese precisamente el más adecuado para decir eso.

____________ se dirigió a Beelzebub, su rostro expresaba una clara confusión ¿Acaso su amigo conocía a ese chico?

-¿Se conocen?- Se atrevió a preguntar poniéndose de pie, quitándose el polvo de su ropa y aproximándose hasta ambos chicos -jamás te había visto por aquí ¿eres nuevo?- algo en él no le inspiraba confianza, esa mirada ocultaba una clase de perversión que no lograba explicar.

Beelzebub mantuvo la calma, no podía permitir que Belfegor delatara su verdadera Identidad y arruinara sus planes.

-Desafortunadamente sí- espetó el azabache, tomando con brusquedad el brazo de su compañero, y saliendo de allí con un semblante muy serio -¿Qué tramas?- Se cruzó de brazos, esperando una respuesta por el contrario.

Belfegor imitó su acción, ofreciéndole una sonrisa ladina colmada de veneno.

-¿Qué tramas tú?- replicó llevándose un gruñido de parte del señor de las moscas -El gran señor de las tinieblas tomándose tantas molestias de entrar a la casa de dios para ayudar a su presa ¿en verdad piensas que voy a tragarme ese cuento?- carcajeó, su voz hizo eco en todo el altar que se encontraría vacío hasta el próximo domingo.

Beelzebub lo fulminó con la mirada, sabía que Belfegor solo quería sacarlo de sus casillas, pero no le daría ese gusto. Tomando al demonio de la pereza bruscamente de su camisa, lo elevó en el aire, sus ojos rojos adquirieron un brillo intenso, tornándose carmesí, pero eso no fue suficiente para amedrentar a Belfegor, quien no borraba esa sonrisita traviesa ni en esas circunstancias.

-¿Qué hiciste con el Padre?- Su tono se tornó siniestro, el padre Evans no era imbécil, y le Extrañaba que no notificara la llegada de Belfegor a pesar de haber descubierto su verdadera identidad.

Un silencio penetrante se formó en la atmósfera, pero la voz de Belfegor lo rasgó.

-Yo solo..lo mandé a dormir-

Las cajas estaban repletas, contándose cinco en total. Algunas de ellas serían entregadas a los niños del pueblo, las sobrantes seguramente serían guardadas en un recóndito lugar oscuro por algunos años más. ___________ sonrío satisfecha por su trabajo, lo único que le faltaba era informarle a el padre Evans que su trabajo ahí había concluido.

Con sus manos sujetó una de las cajas para transportarla fuera, siendo ésta demasiado pesada para que la chica pudiese siquiera moverla. Decidida, jaló del cartón repetidas veces, teniendo como resultado el desgarramiento de este, y como consecuencia, ______________ cayó abruptamente hacia atrás, golpeándose con el librero que subsistia detrás.

El impacto fue estruendoso y el librero se tambaleó repetidas veces. Un libro que reposaba en la sima de aquel vetusto mueble de madera, cayó sobre la cabeza de la muchacha gracias al movimiento generado, y el golpe la llevó a soltar varios quejidos de dolor.

Su cuerpo dolía, en especial la zona de su cabeza, la cual resultó ser la más afectada. Ahorrándose las mil y un maldiciones, se fue incorporándo poco a poco, sujetándose a los estantes restantes que le ayudaron a estabilizarse en el proceso. Cuando el incesantes y exsasperante pitido por fin se detuvo, le echó un vistazo rápido al libro responsable de casi desmayarse.

Se encontraba abierto en una página bastante curiosa.

Lo sujetó con el fin de fisgonear un poco en el contenido, experimentando un escalofrío que recorrió su espina dorsal al presenciar una imagen un tanto desagradable para ella.
Una criatura de tres cabezas, la de un humano con corona, un gato y otra de una rana, las cuales estaban sostenidas por el lomo y las patas de una araña.

Su mirada transitó a través de aquella foto tan extraña, topándose con un nombre que compartía cierta similutud con alguien que conocía.

-Beelzebub..- Murmuró leyendo ese nombre tan peculiar.

-Pero que criatura tan espantosa- la inesperada presencia del azabache la llevó a soltar abrumtamente el libro, emitiendo un grito de terror.

-¿¡Que demonios te sucede?!- exaltada y al borde del colapso, dejó que un suspiro de alivio saliese en cuanto el susto pasó.

Beelzebub tuvo que esforzarse en contener la risa que amenazaba con salir de su boca.

Ya recuperada, _____________ no pasó desapercibida la ausencia del chico que no había llegado hace mucho. Se encogió de hombros, creyendo que a lo mejor optó por marcharse de la iglesia.

Sin prisa se acercó a las cajas una vez más.

-Ayúdame con esto, debemos informarle al Padre Evans que nuestro trabajo finalizó- demandó, consiguiendo que la sonrisa de Beelzebub se esfumara -¿Qué tienes?- ____________ advirtió aquel drástico cambio, y por obvias razones no pudo evitar preocuparse por su amigo.

El azabache negó y en silencio tomó tres cajas apilandolas una sobre otra, facilitando así la tarea. Como si estuviese sujetando almohadas, Beelzebub salió de aquella biblioteca cargando las cajas repletas de libros, al mismo tiempo que dejaba a una ___________ atónita. Si por él fuera, las llevaría a todas de una sola vez, pero eso ya sería demasiado y levantaría sospechas.

Al salir de la iglesia acompañado de la castaña, se encontró con la inesperada presencia de Luke, quien con ojos grandes lo examinaba atentamente. Eso lo descolocó un poco, si el mocoso se atrevía a hablar, terminaría haciéndole una visita permanente al Padre Evans, porque si, Belfegor acabó por asesinarlo y él tuvo que asegurarse de desaparecer el cuerpo.

El demonio de la pereza sólo le estaba causando problemas y en esos momentos su humor no era el mejor.

-Hola Luke- ____________ saludó al aludido -¿Qué haces aquí?, ¿neceistas algo?- curiosa se aproximó hasta él, posicionándose a su altura.

El niño negó y en silencio se marchó corriendo de allí, eso alivió un poco a Beelzebub, que luego de dejar las cajas en la entrada de la iglesia, bajó los escalones de ésta dispuesto a irse.

-¿Ya te vas?- extrañada por la actitud de su compañero, ___________ lo siguió. Beelzebub detuvo su andar y con una sonrisa se volteó hacia ella.

-Sí, tengo cosas que hacer. Nos vemos mañana- expresó y amisotsamente se despidió de ella, aventurandose por las calles hasta solo ser un punto casi indistinguible mezclándose con la puesta del sol.

La mañana siguiente hubiese transcurrido con normalidad para _____________, si no fuese porque en esa misma madrugada, su padre comenzó a gritar locuras. La muerte de su esposa sin duda fue un golpe duro para él, al principio se mostraba deprimido, sin embargo, con el transcurso de las semanas su actitud fue tornándose cada vez más insólita.

Por las noches, entre lamentos desgarradores, aseguraba que todo lo sucedido era por su culpa. ______________ no conseguía comprender a que se refería, negándose a creer que su propio padre hubiese sido el responsable de arrebatarle el último suspiro a su progenitora, pero con todo lo sucedido últimamente, le resultaba difícil saber que pensar al respecto.

-No te ves muy animada- una voz perezosa llegó a sus oídos, incitándola a buscar al propietario. Su semblante se tornó serio en cuanto aquel joven de apariencia enfermiza le sonreía desde el otro lado de la cerca.

Dejando la cesta ya vacía que utilizó para tender la ropa, se acercó hasta él no muy confiada.

-Es el calor- se excusó fría, por alguna razón que no le apetecía descubrir, el chico no le transmitía confianza y prefería mantenerse al margen.

Belfegor bufó, aunque meterse con la presa de Beelzebub le resultaba tentador, no tenía en mente dañarla. De tan solo pensar los problemas que conllevaría hacerlo, un fuerte dolor de cabeza lo envolvían acompañados de unas pocas ganas de hacerle frente al azabache.

-Que fría..- fingió indignación, recargando sus brazos sobre la vieja cerca de madera -Supongo que pasar tiempo con Beelzebub tiene sus desventajas..- murmuró com la intención de que _____________ no oyera eso último.

No obstante y para la mala suerte del demonio, el tono de voz fue lo suficientemente fuerte como para que _____________ escuchara, cambiando su inexpresividad a una inevitable sorpresa ¿Acaso había oído bien?, ¿Beelzebub?

Belfegor era conciente de que había metido la pata y fue por esa misma razón que aprovechó el trance de la castaña para huir de allí sin dar explicaciones. En cuanto ______________ reaccionó, ya era demasiado tarde.

Beelzebub.

Ese nombre resonaba una y otra vez en su cabeza sin intención de detenerse, ahora que lo analizaba con más profundidad, cayó en cuenta de que no sabía absolutamente nada de Beel. Alguna vez le preguntó sobre su antigua vida al azabache, pero éste se abstenía a responder sus dudas con claridad, recurriendo solo a lo necesario, como si su finalidad fuese resguardar el pasado.

Si el verdadero nombre de Beel, en realidad era Beelzebub ¿por qué nunca se lo dijo?, ¿acaso compartir el mismo nombre que un demonio le incomodaba?

Era una posibilidad.

Pero... ¿y si él era un demonio?

Negó y descartó inmediatamente esa idea tan descabellada, eso era imposible. El que a Beel no le agradasen del todo las iglesias o que su nombre compartiera cierta similitud con una criatura infernal, no quería decir que inmediatamente eso lo catalogara como un ser macabro y oscuro. Estaba dándole demasiadas vueltas al asunto, es por eso que para olvidarse de esos pensamientos tan locos que danzaban por su mente, continuó con las tareas del hogar.

-¿Puedo pasar?- Beel se presentó inesperadamente, recargado en el marco de la puerta con un semblante indisciplisente que alarmó a _______________.

¿En que momento llegó ? Jamás oyó sus pasos.

Dejando de lado la escoba que sujetaba con el propósito de deshacerse del polvo que asechaba en cada rincón de su hogar, caminó hasta él en silencio, dubitativa.

-¿Qué necesitas?- tragó saliva, era la primera vez que temía de su propio amigo.

Éste sonrío, causándole escalofríos.

-Que vengas conmigo-

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