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La lluvia torrencial tornó lodosas aquellas calles de tierra. La noche era constantemente iluminada por los rayos que caían en la zona alumbrando el pueblo. El hombre que, saliendo a hurtadillas de su hogar tocó la puerta de la residencia a la que temeroso se había dirigido. Cuando esta fue abriéndose, un desagradable rechinido la acompañó y en el momento exacto en el que ese ser se dejó ver, un estruendoso rayo cayó aclarando su malicioso rostro.
Sin duda una escena aterradora para el señor Birdwhistle.
Beelzebub mostró sus colmillos, teniendo una idea de por qué ese hombre se presentó en su hogar a tales horas de la noche.
—¿Uhh? pero si eres tu— Su tono era macabro, como si sus intenciones más oscuras estuvieran aguardando la oportunidad perfecta para manifestarse en cualquier segundo —Los humanos deberían estar durmiendo, la noche es la hora en donde los demonios más salen de sus escondites— Trató de asustarlo y tal parece funcionó aunque ni así el señor Birdwhistle retrocedió.
No se echaría para atrás luego de lo mucho que luchó para llegar hasta ahí.
—D..debemos hablar— Temeroso se adentró a la casa, la puerta se cerró con agresividad a causa de Beelzebub quien chasqueó sus dedos para que eso sucediera, exaltando al pobre hombre que se deshizo de la capucha que componía su capa, siéndole de ayuda para ocultar su identidad y al mismo tiempo brindándole protección de la tormenta que se destaba afuera.
El señor de las moscas enzanchó una tétrica sonrisa, una que no inspiraba confianza.
—Soy todo oídos— El demonio ya tenía incrustado en su mente lo que el hombre diría, pero quería presenciar el momento exacto en el que se lo dijera, consumido por el terror y la desesperación.
Era algo que Beelzebub disfrutaba con cada fibra de su cuerpo.
La refrescante brisa acariciaba su rostro y zarandeaba sus cabellos oscuros, cerró sus ojos para disfrutar más de esa sensación tan agradable. Tantos días de calor la estaban sofocado y por fín hoy este disminuyó moderadamente.
La casa de Beel evitaba que el sol diera en la zona trasera por las tardes y por ende no se encontraría en una guerra constante, maldiciendo siempre que pudiese a los rayos dorados que impactaban contra su piel sin piedad aparente.
Había pasado una hora desde que se dirigió a el hogar de su compañero y en todo ese tiempo, el azabache no dió señales de vida. Cuando estuvo a punto de marcharse, unos pasos detuvieron su andar, se trataba de Beel quien por el lado derecho de su residencia dió hasta el patio de atrás, cargando una pila de madera en sus hombros.
El de ojos rojos no contaba con la visita de _________ y por lo tanto su presencia lo sorprendió levemente.
—No esperaba verte hoy— Beelzebub dejó lo que cargaba sobre el suelo sin denotar dificultad para ello, su camisa blanca se hallaba desabrochada y notoriamente sucia por el aserrín que se desprendía de la madera, aunque a este no parecía importarle demasiado ese hecho.
Poniéndose de píe y abandonando el tronco de árbol que le servía de asiento, __________ se dirigió a el con una media sonrisa.
—Lamento llegar sin avisar, pero necesito tu ayuda— Aclaró la de ojos negros, centralizado su mirada en la madera que yacía a un metro de ella —¿Para que es todo eso?— Preguntó de repente, Beelzebub se deshizo de los restos de suciedad que se establecía en sus manos, palmeándolas una con la otra.
El demonio le echó un vistazo rápido a la madera y luego cambió de dirección hacia la chica.
—Pensaba reconstruir ese cobertizo viejo, en un descuido podría derrumbarse— Respondió señalando con su dedo índice, el viejo cobertizo que estaba incluido con la casa.
Este se veía en un mal estado, debido a las inclemencias del tiempo y la radiación solar la madera se oscureció tomando un tono gris; el moho cubría gran parte de esta indicando la falta de cuidado por parte de sus antiguos propietarios con el paso de los años.
—Ya veo, me gustaría ayudarte si me lo permites— Se ofreció _________ posicionando sus manos tras su espalda, Beelzebub se encogió de hombros dándole a entender a la chica que hiciese lo que guste.
—¿Para que necesitas mi ayuda?— Beelzebub pasó por un lado de la chica despojandose de su camisa, dejando apreciar su bien esculpido abdomen —¿Te incomoda?— Se señaló así mismo, ella negó tomándolo con normalidad.
—Queremos construir un invernadero en el patio trasero de nuestra casa y me preguntaba si tu sabrías hacerlo, te pagaremos tenlo por seguro— Explicó observándolo directo a los ojos, se veía emocionada y eso era poco inusual en ella.
Beelzebub era conciente de lo mucho que había conocido la chica con solo unas semanas de pasar tiempo en su compañía. Lo mucho que adora correr por los campos abiertos, leer por las mañana o las sonrisas inconscientes que se forman en sus labios cuando está en presencia de las flores naturales de la región, aún cuando en repetidas ocasiones negaba que estas no eran de su agrado.
Un vacío en el estómago se manifestó en el demonio al recordar que debía poseer el alma de la chica, su rostro apacible se desmoronó con tal pensamiento. Desvió su mirada con seriedad y ___________ notó su abrupto cambio en su semblante.
—¿Beel?— Llamó a su nombre, este la observó —¿Sucede algo?— Prepcupada se aproximó a el, obteniendo como respuesta el alejamiento del de ojos rojos.
Este negó.
—Solo recordé algo, te ayudaré con el invernadero— Le dió la espalda comenzando a lavar su rostro en una pileta hecha de piedra, donde en el interior de esta se encontraba agua limpia —¿Para cuando lo necesitarían?— Preguntó al finalizar su acto, observando su rostro en el reflejo distorsionado del agua; siendo presa de sus propios ojos los cuales emitieron un candente brillo rojizo.
Su extraño comportamiento repentino fue evidente para la de ojos oscuros, ella se cruzó de brazos guardando silencio y sin responder la última pregunta realizada por Beelzebub, indagando en el para hallar la raíz del problema.
—¿Beel?— Nuevamente trató de captar su atención, el azabache pareció salir de su trance cuando la voz de _________ingresó a sus oídos, dirigiéndose a ella y ladeando su cabeza —¿Seguro estás bien?— Arqueó una ceja, corroborando que el contrario estuviese diciendo la verdad.
—Si, no respondiste mi pregunta— El demonio se acercó a la chica, las gotas de agua recorrían su rostro y caían de sus cabellos azabaches.
—No tenemos una fecha exacta— Fue lo único que contestó concentrada en el agua que escurría del cabello de Beelzebub —Deberías secarte— Se alejó de el —Debo irme, nos vemos— Con una media sonrisa se marchó de allí como un vendaval.
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