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Los días posteriores a aquella pesadilla se desarrollaron con normalidad para _________________. Beel actuaba como siempre, rodeado por un aura misteriosa y agradable a su vez, de alguna forma eso  disminuía su paranoia.  Llenarse la cabeza de ideas locas no la conduciría a ningún lado y si continuaba montando esa pelicula en su cabeza, acabaría internada en algún centro psiquiátrico lejos de allí.

Beelzebub por otro lado tenía cuentas pendientes con Belfegor, quien fue el responsable de proyectarle aquella terrorífica escena a la castaña por medio de los sueños. El demonio de la pereza estaba metiendo sus narices en donde no debía y eso comenzaba a molestarlo.

Frunció el ceño cuando en un ligero ataque de ira acabó por cortar  el tallo de una de sus rosas. Estaba tan molesto que bien podría asesinar a todos en ese pueblo de mala muerte.

Las nubes grises decoraban el cielo que dejaba atrás aquel llamativo azul, tornándose oscuro y sin vida. Poco a poco las gotas de lluvia decendieron desde lo alto, enlodando y mojando todo a su paso.

El azabache prosiguió con su labor, el diluvio que arrecía en la tierra no era algo que imposibilitara finalizar su trabajo. Asimismo queriendo gozar del ambiente húmedo que poco tuvo la oportunidad de disfrutar en esa insufrible época del año.

Se tomó su tiempo, ajustando bien sus rosales y nuevas rosas que el mismo cultivó, una vez ya listo todo decidió adentrarse en su cabaña. El interior de ésta era gobernado por un reconfortante silencio que, mezclado con el sonido de las gotas de lluvia al impactar contra el techo, creaban la atmósfera perfecta para él.

Pero como siempre, todo lo bueno dura poco, sin hacer excepciones.

El molesto sonido de alguien llamando a su puerta interrumpió su momento de paz, a juzgar por los golpes, Beelzebub asumía que se trataba de ______________. Desganado se aproximó hacia la entrada, deshaciéndose de los candados que evitaban el ingreso a varias personas curiosas. Efectivamente estaba en lo cierto en el momento que abrió la puerta, la chica se cubría de la fuerte lluvia bajo una vejestuosa capa oscura, aferrándose fuertemente a su capucha con el fin de que el viento no se la quitara.

—¿Uh?— fue lo único que salió disparado de su boca, haciéndose a un lado para darle el acceso a la femenina, quien no tardó en aventurarse rápidamente en el interior de esa acogedora construcción.

—Lamento llegar sin avisar, regresaba del cementerio y la tormenta me alcanzó. Tu casa era la más cercana para refugiarme, espero no ser una molestia— explicó deshaciéndose de los arapos que la cubrían, cuidando de no ocacionar un desastre a causa del agua que había humedecido las prendas.

Beelzebub negó, haciéndole saber que no representaba un problema para él.

—Estás empapada, iré por una toalla— comunicó antes de emprender camino a su habitación, regresando al comedor con dos toallas blancas —No te muevas— demandó, comenzando a secar cuidadosamente los cabellos de ________________, continuando por  de su rostro y para finalizar, la envolvió con la segunda toalla— Te traeré algo de ropa, puedes esperar en el baño— informó yendo por segunda vez a su habitación.

La castaña obedeció, internandose en el pequeño baño del hogar de Beelzebub, donde esperó pacientemente hasta que el chico regresó con la ropa prometida.

—Tal vez te quede algo grande, pero servirá para pasar el rato mientras tu ropa se seca— agregó preparando la bañera de agua tibia —es mejor que te duches, cuando termines puedes dejar la ropa húmeda cerca de la estufa— sugirió se encogió de hombros.

La ayuda que Beelzebub le proporcionaba era, mas que todo, por conveniencia propia. Escogiendo   evitarle un resfriado, antes de no tener más remedio que cuidarla. Preparó unos medicamentos que él mismo creó, ahora solo faltaba  que _______________ acabara de ducharse para entregárselos.

El sonido de la puerta de baño abriéndose lo instigó a girar en dirección al sonido. Ella salió portando la oscura ropa que Beelzebub le ofreció, quedándole ésta el doble de grande.

—Dejé unos medicamentos que evitarán tu resfriado— avanzó hasta ella recibiendo la ropa mojada —secaré esto— afirmó aproximándose a la estufa ya encendida.

Reacomodó algunas brasas y evitó que las mismas se apagaran, seguido de eso, acercó una silla a una distancia prudente del fuego,  colocando la ropa sobre ella.

—No tenías que preocuparte tanto— habló ella bebiendo la infusión preparada por Beelzebub.

—No debiste ir sola al cementerio, en especial cuando tienes que cruzar el bosque para llegar— regañó con seriedad, dándole una inesperada sorpresa a ______________.

No es que se preocupara por ella, pero con Belfegor merodeando existía el riesgo de que el demonio de la pereza la atacara una segunda vez. Y no iba a permitir que ese desgraciado se acercara a lo que él habia proclamado como suyo
. _______________ por su parte se esforzaba en comprender el drástico cambio de humor de su amigo, nunca se había atrevido a reclamarle por el simple hecho de visitar en soledad algún lugar en particular, por ende no era de extrañar que acabase desconcertada.

—¿No crees que exageras?— encaró una ceja, retratandose de inmediato al recibir una amenazadora mirada  del azabache.

Sus ojos carmesí destilaban ira, originádole un estremecimiento inmediato. Era la primera vez que lo veía tan molesto.

Beelzebub decidió que lo más coherente era tranquilizarse, estaba tan molesto, no con _____________, sino con todos los problemas que Belfegor acarreaba consigo, que en un abrir y cerrar de ojos su racionalidad se vio afectada por una densa neblina de frustración.

Dejó liberar un sonoro suspiro, incorporándose del suelo en el que permanecía arrodillado para un mejor manejo de la leña que minutos antes arrojó dentro de la estufa.

Muchas veces se replanteó en cancelar el contrato y regresar a la comodidad del inframundo. Retenido dentro de aquellas paredes que por muchos siglos fueron testigos de sus múltiples y macabros experimentos, empero, luego de una interminable lucha mental, supo que desertar no era una opción, todos los riesgos y sacrificios que conllevaba su mera presencia en el mundo humano, habrían sido en vano.

—Lo lamento, estoy muy cansado para hablar ahora. Será mejor que tomes tus cosas y te marches— y sin nada más que decir, se encerró en su recámara.

El día siguiente no fue mucho mejor, tras una discusión con su padre, _________________ prefirió distraerse con las compras. Ingresó al local de la señora Bernard, donde fue recibida por una cálida sonrisa de la mujer.

—Últimamente no vienes por aquí querida ¿Cómo están las cosas con tu padre?— tan amable como de costumbre, la de ojos azules recibió la lista de compras que le fue entregada por _____________ —tengo todo lo que buscas— sonrió rebuscando entre los estantes todo lo solicitado.

_______________ se mantuvo en silencio, las cosas en su hogar iban de mal en peor. Su padre era una persona totalmente diferente cuando ponía pie en su residencia, al punto de que todas sus pláticas acababan en una fuerte discusión que obligaba a que uno de los dos se marchara.  Innumerables veces pensó en salir en busca de un trabajo, teniendo  varias opciones en mente, sin embargo fue rechazada por todos los lugares escogidos.

—Las cosas..marchan excelente— mintió, no había necesidad de exponer la verdad —¿Qué tal usted?— Preguntó con suavidad,  entretenída con las diversas cosas que ocupaban la tienda.

—Me alegro por tí, pues no hay mucho que contar por aquí. Oí que un nuevo Padre será enviado a nuestra iglesia hoy mismo, luego de la tragedia del Padre Evans...— el pesar en su voz se hizo notar, confundiendo a la menor.

—¿Tragedia?— replicó  —¿Qué sucedió con el padre Evans?— miró impacientemente a la señora Bernard, quien de espaldas a ella dejó lo que estaba haciendo con tal de ponerla al tanto con la noticia —creí que estarías enterada, tal parece  el padre Evans no se fue de viaje como aseguró en la nota..lo asesinaron, o eso suponen — confesó horrorizada, los ojos de ______________ se abrieron por la impresión.

Luego de que Belfegor acabara con la vida de aquel padre, Beelzebub escribió una nota haciéndose pasar por él, imitando perfectamente el estilo de caligrafía del hombre. En ésta se hacía mención de que por cuestiones familiares, Evans estaba en la necesidad de abandonar el pueblo por un tiempo indefinido. Las autoridades de la zona tardaron en descifrar que aquello realmente nunca sucedió, confirmando sus sospechas cuando se pusieron en contacto con la familia del ya fallecido, quienes aseguraron que Evans jamás se presentó en su hogar y que en ningún momento tuvieron alguna clase de problema.

Pero tras implacables búsquedas, el cuerpo nunca fue hallado.

—Yo..— antes de que pudiese decir algo más, la campana que daba aviso a la llegada de nuevos clientes la exaltó. Al voltear con el propósito de tener noción de quien se trataba, se topó con esos profundos ojos carmesí que la analizaban en remoto silencio.

—¡Vaya sorpresa!— fingió demencia  la señora Bernard, sacándole una incrédula sonrisa al demonio —creí que habías desaparecido Beel— bromeó guardándo las compras de ______________ en su respectiva bolsa.

El azabache se posicionó junto a la chica que no se atrevía a verlo a los ojos.

—Ya ve que no fue así señora Bernard— suavizó el ambiente y la aludida no hizo más que alegrarse por él —yo pagaré todo lo de  ________________— indicó, descolocando a la mencionada.

—Oye— reprochó apenas las palabras del chico llegaron a su sistema auditivo —no hay necesidad de que lo hagas— dejó en claro.

Pero por supuesto, el azabache hizo caso omiso a sus quejas, entregándole el dinero a la mujer mayor.

—Aquí tienes— socarrón le entregó las bolsas, ______________ solo resopló en respuesta —ven— sujetando su brazo, sacó a la joven casi a rastras de la tienda, llevándola detrás de una vieja casa abandonada que se localizaba junto a la tienda.

—¿Qué demonios?— fue silenciada por una mano obstruyendo su boca —¿hm?— abrió sus ojos como platos por la acción del chico.

Por unos escazos segundos, reparó como los ojos rojos de su compañero resplandecían con maldad. Para su suerte, Beel tomó distancia permitiéndole hablar nuevamente.

—¿Te asusté?— bromeó, obteniendo una fulminante mirada de ________________.

—¿Cómo no hacerlo? — se defendió aferrándose  a las bolsas —¿Qué diablos sucede? Por qué ese comportamiento tan repentino?— fue directo al grano.

Beelzebub apartó su vista.

—Quiero enseñarte algo—

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