Narrador Omnisciente.    

—Cariño... ¿alguna vez has escuchado la historia de como nos conocimos?

—¿Cómo no hacerlo? Fue hace cuarenta y seis años, cuando era joven y mi alma fue vendida...

—Nuevamente te equivocas, mi reina.

Una carcajada voló en el aire...

—Nos conocimos hace mas de setenta años... Tu una humana de veintidós años y yo un angel que amaba observar a los humanos.

—Hablas de esa historia... ¿aquella que trata de como fuiste mal juzgado y desterrado por amar a una mortal?

—Cariño mío... ¿qué pasa si te digo que eras esa mortal?

(...)

—Mi reina del infierno, ¿haz escuchado la historia de los corazones celestiales?

—"Un angel solo puede amar una vez, siempre sera a un mortal, así como los humanos tienen un corazón, los angeles solo pueden amar a un mortal, este viene predestinado para la eternidad..."

—¿Y qué pasa si el mortal muere?

—Si su ser celestial es testigo de la muerte puede elegir entre vivir en la eternidad sin emociones ni corazón, o morir junto a su amor, ya sea como objeto o cualquier otra.

—Te hable de mi amiga... la que decidió quedarse sin corazón y esperar a que su amor reencarnara en algún milenio.

—¿A qué viene todo este tema?

—¿Y si te digo que aquel anillo blanco que tanto cuidas es tu ser celestial? ¿Que vio tu muerte y decidió morir junto a ti hace cuarenta años?

(...)

—Hay muchas cosas que me gustaría contarte, reina mía. Pero temo que si lo hago, me dejes por él, con el que siempre debiste estar.

—Temo que sepas con perfección sobre un corazón celestial, porque antes de ser mía, fuiste de él, antes de amarme lo amaste a él.

—Y duele saber que siempre... fue él.
Duele que tu corazón tenga nombre y no sea mío... si no... de él.