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Narrador Omnisciente.
De pequeño siempre lo habían educado con la idea de que Lucifer o bien la muerte era alguien malo; sin embargo ahora no le parecía eso... quizá y así lograba salvar a toda su familia.
Velas rojas era lo único que iluminaban su oficina. Nunca pensó que llegaría a esto.
Las tres treinta de la madrugada sonaron en el enorme reloj, pronunció aquellas temerosas palabras y antes de que se diera cuenta; justo enfrente de él, apareció un joven, rubio, ojos grises, muy sonriente, vestía de traje negro, obviamente, pues la muerte siempre vestía de gala.
Este le sonrió eh hizo una breve inclinación, de pronto empezó a reír;— A sus ordenes, señor; Yajiro Minami. —El azabache no se sorprendió, era la muerte con quien trataba después de todo,— soy Monoma Neito.
—¿Gustas empezar a hacer negocios? —hablo el rubio.— Para eso me llamaste, ¿verdad?
Y antes de que algo más dijera, aquel hombre entró en pánico.
Era verdad después de todo, los mortales eran tan interesantes.— Lo que quieras, te lo daré, solo ayúdame. —Pidió desesperado.
—Lo que quiera, Mhh, —fingió pensar en qué, cuando lo había decidido hace 15 años atrás.— ¡Ya se!, quiero algo tuyo, algo que ames, algo que adores, algo valioso, algo-
—Lo que sea, será tuyo. —Se atrevió a interrumpirlo, el rubio se sentía insultado pero no discutiría, estaba feliz.
—Quiero a tu hija. —Hablo con total seriedad.
Espero por lo menos que aquel viejo dudara, que lo pensara, pero le sorprendió el ver que había respondido un "Acepto" rápidamente.
Ahora entendía por qué los humanos no tenían tan fácil la entrada al paraíso, si su ex maestro lo viera ahora, de seguro estaría orgulloso, quizá hasta le devolvería las alas y le daría un pase directo nuevamente al paraíso,— Bien, como soy bueno, me la llevaré de la manera más dulce que a existido, me la llevaré mientras duerme. —concluyó Neito con una agradable sonrisa, él estaba haciendo una obra de bien, estaba salvando a la joven de las garras de unos monstruos.
—A-acepto... —Nuevamente repitió el mayor, la desesperación y ganas de salir de todo problema eran más importantes, y en ese momento no le importó nada, ni su pequeña hija.
—Es un trato... —Neito estiró su mano para estrecharla con aquel hombre, este rápidamente la aceptó. Oh, estaba siendo cegado por el poder y ambición, ceguera que causaba la muerte.
Con tan solo un chasquido de dedos por parte de Neito, bastó para hacer aparecer tres maletines;— Escucha... en uno hay las suficientes pruebas para que te quiten el título de haber hecho fraude, en las otras hay dinero suficiente para que vuelvas a construir tu imperio. —Sonriendo lo miro.— oh, es mejor despedirse de su hija, un día dormirá y ya no despertará.
Entonces Yajiro cayó en cuenta de eso, había vendido a su hija...
— ¿Qué hice? —se preguntó viendo su oficina, totalmente vacía, solo él y aquellos maletines.
Neito estaba más que feliz, oh, su hermosa Yuriko pronto estaría con él, y ahí era donde empezaba su plan.
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