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27

Jungkook estaba sentado junto a Jimin, observándolo mientras dormía. Después de haberle contado su trágica historia, se había asegurado de calmarlo con palabras suaves hasta que, finalmente, el sueño lo venció. Jungkook suspiró y deslizó sus dedos con delicadeza por el cabello de su pareja, admirando su expresión tranquila. Nunca habría imaginado que Jimin hubiera tenido una infancia tan dolorosa, tan llena de pérdida y miedo.

Se quedó así un momento, perdido en sus pensamientos, observando la calma que emanaba de su rostro dormido. Sin embargo, sabía que no podía dejarlo dormir todo el día. En un rato tendría que despertarlo para que comiera; no podía permitir que descuidara su salud. Esa era su prioridad, siempre lo sería.

De repente, el timbre de la puerta interrumpió el silencio. Jungkook frunció el ceño. ¿Quién podría ser? No esperaba visitas. Sus amigos deberían estar ocupados con sus propias familias, y la posibilidad de que Taehyung o Hoseok aparecieran de improvisto era casi nula. ¿Sería su hermano? Era una posibilidad, aunque remota.

Se levantó con cuidado, asegurándose de no despertar a Jimin, y caminó hacia las escaleras. Bajó lentamente, cada paso lleno de incertidumbre, hasta llegar a la puerta principal. Tomó el pomo, respiró hondo y la abrió.

Lo que vio lo dejó completamente paralizado.

—. ¿Pa… Padre?— balbuceó, con los ojos abiertos de par en par.

Allí, de pie frente a él, estaba Jeon Jang-Su, su padre, el rey de los Myuin. Era la primera vez que lo veía en el mundo humano. El hombre que nunca había puesto un pie en este lugar, que siempre había desaprobado la decisión de Jungkook de escapar a este mundo, ahora estaba frente a él.

Jang-Su lo observó con una expresión seria, casi impenetrable, pero con ese porte imponente que siempre lo había caracterizado.

—. ¿No invitarás a pasar a tu padre?— preguntó con voz firme, pero sin dejar de lado una pizca de autoridad en su tono.

Jungkook tragó saliva y rápidamente bajó la cabeza en una reverencia que mostraba respeto, no solo hacia su padre, sino también hacia el rey de su mundo.

—. Por supuesto, padre. Por favor, pase— respondió, haciéndose a un lado para dejarle espacio.

El rey Jeon entró al departamento con pasos elegantes, su figura irradiando esa aura de liderazgo que parecía seguirlo a todas partes. Detrás de él, Jungkook reconoció a otra figura: Hong Frey, el fiel secretario y amigo del rey, quien le había enseñado todo lo que debía saber como príncipe. Frey asintió levemente a modo de saludo mientras cerraba la puerta tras ellos.

—. Veo que vives bien— comentó Jang-Su mientras observaba con detenimiento el lugar, evaluándolo todo con ojos críticos, aunque sin mostrar desagrado—. ¿Cómo has estado, hijo mío?—

Jungkook respiró profundo, tratando de calmar su nerviosismo—. He estado bien, padre. ¿Y usted?—

El rey dejó escapar un suspiro mientras caminaba hacia el sofá. Se quitó el saco y se lo entregó a Frey, quien lo recibió con una ligera inclinación de cabeza.

—. Puedo decir que bien— respondió con una leve sonrisa, una de esas que Jungkook rara vez había visto en él—. El mundo humano ha cambiado mucho desde mi última visita. Bueno, en ese tiempo apenas era un joven Myuin, lleno de curiosidad. Ahora… ya estoy viejo—

Jang-Su se sentó en el sofá con la gracia de alguien acostumbrado a la posición de poder. Jungkook permaneció de pie, observando cada movimiento de su padre.

—. No luce tan viejo como dice, padre— dijo finalmente Jungkook, con un atisbo de humor en su voz, aunque sin perder el respeto.

Jang-Su soltó una risa breve, pero auténtica—. Tu intento de halagarme es evidente, pero lo agradezco. La edad no perdona ni a los reyes, hijo mío—

El ambiente parecía calmarse ligeramente, pero Jungkook sabía que la visita de su padre no podía ser solo por nostalgia o cortesía. No era propio del rey cruzar al mundo humano sin una razón de peso. Y eso solo lo hacía preguntarse qué tan importante sería lo que estaba a punto de decir. Aunque ya se imagina que era lo que iba decir, su hermano de seguro ya le había dicho lo que le mando a decir, entonces lo que diría su padre a continuación no creía que fuera algo bueno.

—. Tu hermano me dio tu mensaje— comenzó Jang-Su, su tono era firme, pero sus ojos reflejaban una mezcla de desagrado y decepción—. Jungkook, eres el príncipe heredero, el futuro rey. Yo ya estoy viejo, y quiero entregarte el trono cuando cumplas 27 años—

Hizo una pausa, como si las palabras que estaba a punto de decir pesaran incluso para él. Jungkook apretó los dientes, anticipando lo que vendría.

—. Enamorarte de un humano es inaceptable. Tienes la sangre más pura que puede existir en nuestro mundo, y que decidas que tu pareja sea un humano es una deshonra. Es una falta de respeto hacia los dioses, hacia mí y hacia todo nuestro reino—

Jungkook sostuvo la mirada de su padre, sus ojos oscuros ardiendo con determinación. Claro que esas palabras saldrían de su boca; las había esperado desde el momento en que abrió la puerta y lo vio. Su padre siempre había sido un esclavo de las tradiciones, y la idea de una unión con un humano era, para él, una traición.

—. Padre— dijo Jungkook, su voz firme y cortante—. No me importa el trono. No me importa lo que pienses tú ni lo que piensen los demás Myuin. He tomado mi decisión. Jimin es mi pareja, y será quien reine a mi lado. Si no puedes aceptarlo, entonces jamás regresaré a Zeytharion. Nunca seré el rey que deseas. Así que, si no cambias de opinión, mejor empieza a preparar a mi hermano para sucederte—

El rostro de Jang-Su se oscureció y, con un rugido de frustración, golpeó el apoyabrazos del sofá—. ¡Jungkook!— exclamó, su voz retumbando como un trueno en la sala—. ¡¿Acaso te estás escuchando?! ¡Un humano jamás tendrá un lugar en la realeza, y mucho menos a tu lado!—

A pesar del estallido de su padre, Jungkook permaneció inmóvil, su postura rígida como el acero—. Entonces, no volveré a Zeytharion— respondió con calma helada—. Si no puedo estar con Jimin, no regresaré jamás—

Jang-Su apretó los puños con fuerza, sus garras apenas asomándose mientras contenía otro rugido—. Olvídate de ese humano. Te casarás con Nao-Mi. Ella es digna de ti. Ella será quien reine a tu lado. No un simple humano que no tiene nada que ofrecerte—

El nombre de Nao-Mi hizo que un gruñido bajo escapara de la garganta de Jungkook. Su mandíbula se tensó, y lanzó una mirada fugaz hacia las escaleras para asegurarse de que Jimin no estuviera cerca. Afortunadamente, todavía podía sentir su presencia en la habitación de arriba, sumido en un profundo sueño.

—. Jamás aceptaré a Nao-Mi como mi pareja— dijo Jungkook, su voz baja pero cargada de una furia contenida—. ¿Sabes por qué me fui de Zeytharion, padre? Porque tú nunca pensaste en mí. Nunca te importaron mis deseos, mis sentimientos. Solo pensaste en cumplir tu promesa a tu amigo, en forzarme a un destino que yo nunca elegí—

Jang-Su abrió la boca para responder, pero algo en las palabras de Jungkook lo hizo callar. Por un momento, el silencio llenó la habitación, roto solo por el sonido de la respiración pesada del rey. Finalmente, dejó escapar un gruñido más bajo, y su mirada se tornó más calculadora.

—. Entonces— dijo Jang-Su, su voz más contenida pero aún firme—. Quiero conocer a este humano. Llévalo a Zeytharion y demuéstrame que es digno de estar a tu lado. Sorpréndeme, Jungkook. Porque si no lo hace, no habrá lugar para él en nuestra realeza… ni para ti—

Jungkook no pudo ocultar su sorpresa al escuchar las palabras de su padre. Que Jeon Jang-Su accediera a conocer a Jimin era, sin duda, un avance, aunque pequeño. Ahora tenía un nuevo desafío: convencer a Jimin de ir a Zeytharion sin preocuparlo ni hacer que empezara a sobrepensar.

—. Gracias, padre. Le aseguro que no se arrepentirá de conocer a mi pareja— dijo Jungkook, inclinándose profundamente como muestra de respeto.

Jang-Su soltó un suspiro pesado y se levantó del sillón con la elegancia propia de un rey—. Tienes una semana para llevarlo a Zeytharion— declaró con tono autoritario antes de girarse hacia la puerta principal.

Jungkook lo siguió con la mirada, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Frey, fiel como siempre, hizo una reverencia hacia Jungkook antes de salir tras el rey.

Mientras caminaban hacia el ascensor, Jang-Su se frotó las sienes con una mano, su expresión era de agotamiento mezclado con frustración.

—. Qué terco es ese chico— murmuró, casi para sí mismo.

Frey, que caminaba a su lado, no pudo evitar sonreír con nostalgia—. Se parece mucho a usted, su majestad. Cuando era joven, era igual de terco con su propio padre—

Jang-Su giró la cabeza para mirar a Frey, una pequeña sonrisa curvó sus labios, aunque sus ojos reflejaban un dejo de preocupación.

—. Tal vez tengas razón. Pero yo nunca me enamoré de un humano, ni abandoné mi mundo para venir a este. A veces me pregunto qué fue lo que hice mal para que Jungkook decidiera alejarse de los suyos. Tal vez fui demasiado insistente al tratar de forzarlo a casarse con Nao-Mi… pero todo lo que siempre quise fue lo mejor para él—

Frey observó al rey con atención, comprendiendo la lucha interna que enfrentaba—. ¿Está considerando no aceptar a la pareja de su alteza?— preguntó Frey con cuidado.

Jang-Su exhaló profundamente mientras entraba al ascensor, sus manos descansando detrás de su espalda—. No lo sé. Hasta que no lo vea con mis propios ojos, no tomaré una decisión definitiva—

Frey esbozó una pequeña sonrisa al escuchar esas palabras. Había pasado toda su vida junto al rey, y lo conocía demasiado bien. Jang-Su podía ser un hombre estricto, un gobernante inflexible, pero su corazón nunca había sido frío, especialmente cuando se trataba de sus hijos.

—. Tampoco sería capaz de expulsarlo de la familia real, ¿verdad?— preguntó Frey con un dejo de humor en su voz, como si ya supiera la respuesta.

Jang-Su lo miró de reojo antes de soltar un leve suspiro—. ¿Por qué preguntas algo que ya sabes? Por supuesto que no podría. Jungkook puede haber abandonado el palacio y nuestro mundo, pero nunca dejará de ser mi hijo. Él es el heredero al trono, el elegido por los dioses—

Frey sonrió con satisfacción. Las palabras del rey confirmaban lo que siempre había sabido: Jeon Jang-Su no tenía un corazón tan endurecido como aparentaba. Amaba profundamente a sus hijos, y aunque su orgullo y sus tradiciones a menudo lo nublaban, siempre pondría su felicidad por encima de todo.

Jungkook regresó a su habitación con pasos ligeros, donde Jimin todavía dormía profundamente, ajeno a todo lo que acababa de ocurrir. Al abrir la puerta, una sonrisa cálida se dibujó en su rostro al verlo acurrucado entre las sábanas. Le sorprendía que ni el ruido de la conversación con su padre hubiera logrado despertarlo. Con cuidado, se acercó a la cama y movió suavemente su hombro, intentando despertarlo. Sin embargo, Jimin solo se removió entre sueños sin abrir los ojos.

Divertido, Jungkook decidió cambiar de táctica. Se inclinó hacia él y comenzó a cubrir su rostro con pequeños besos.

—. Jungkook… basta— murmuró Jimin con voz soñolienta, aunque una sonrisa traviesa comenzó a formarse en sus labios. Aun medio dormido, envolvió sus brazos alrededor del cuello de Jungkook, rindiéndose ante los cariños.

—. ¿Basta? Nunca es suficiente— susurró Jungkook antes de dejar un beso suave en el cuello de Jimin, provocando que un escalofrío lo recorriera.

—. Siempre tan insistente— dijo Jimin entre risas, acariciando el cabello de Jungkook con una ternura que hizo que el Myuin soltara un ronroneo involuntario.

Jungkook detuvo sus besos por un momento y aspiró profundamente el aroma de Jimin, un olor que siempre lo había fascinado y reconfortado.

—. Ah... me encanta tu aroma— susurró, dejando otro beso en su cuello.

Jimin lo miró con curiosidad, su voz apenas un murmullo—. ¿A qué huelo? Ahora me tienes intrigado—

—. Hueles a rosas— respondió Jungkook sin dudar—. Es como si estuviera en un campo lleno de ellas, es tan... embriagador—

Jimin rió suavemente, fascinado por la descripción—. No lo sabía. ¿Sabes tú a qué hueles?—

Jungkook ladeó la cabeza, curioso ante la pregunta—. No tengo idea. ¿A qué huelo?—

—. A bosque después de la lluvia— respondió Jimin con una sonrisa mientras seguía acariciando el cabello de Jungkook—. Es un aroma que me tranquiliza, me hace sentir seguro—

Jungkook parpadeó, sorprendido por su respuesta. Era la primera vez que alguien describía su aroma, y aunque él podía percibir los olores de otros Myuin, los humanos no tenían esa habilidad. Que Jimin pudiera detectarlo le resultaba curioso, pero también significativo.

—. ¿En serio?— preguntó, todavía un poco incrédulo.

Jimin asintió—. Sí, es en serio. Es un olor que jamás había sentido en nadie más—

Jungkook sonrió y, sin poder contenerse, lo abrazó con fuerza, dejando caer su cabeza en el pecho de Jimin, disfrutando de la calma que siempre encontraba en su cercanía.

—. Jimin...— dijo después de un momento, con un tono más serio—. ¿Te gustaría conocer mi mundo?—

Jimin lo miró, sorprendido por la pregunta. Sería mentira decir que no quería; después de todo, la idea de visitar un mundo completamente distinto al suyo era emocionante. Sin embargo, no podía ignorar el miedo que lo invadía. Conocer al padre de Jungkook, el rey de Zeytharion, lo intimidaba. Dudaba que alguien como él, un simple humano, fuera bien recibido en un mundo tan extraordinario.

—. La verdad, sí... pero tengo mis dudas. No creo que tu familia quiera conocerme, para ser sincero— admitió con un tono inseguro, desviando la mirada.

Jungkook levantó la cabeza para mirarlo, sus ojos brillando con determinación—. Te equivocas. Mi familia sí quiere conocerte, especialmente mi padre. Y si te preocupa que alguien pueda criticarte, no dejaré que eso ocurra mientras esté a tu lado— aseguró con firmeza.

Jimin mordió su labio, todavía indeciso—. Pero... soy un hombre, Jungkook. No creo que tu padre esté de acuerdo con eso—

El Myuin soltó una risita y negó suavemente—. En mi mundo, el género no importa. Lo que realmente importa es la conexión entre las almas. Así que no tienes nada de qué preocuparte—

Jimin se sorprendió al escuchar eso. Cuanto más aprendía sobre Zeytharion, más fascinante le parecía—. Entonces... lo pensaré— respondió finalmente, aunque su expresión denotaba más curiosidad que miedo.

Jungkook sonrió, acercándose para dejar un beso suave en su mejilla—. Tómate tu tiempo, pero no demasiado. Mi padre me dio solo una semana para llevarte a Zeytharion. ¿Qué te parece si me das tu respuesta el viernes?—

Jimin asintió, sintiendo cómo su ansiedad comenzaba a disiparse—. Está bien, te lo diré para entonces—

Jungkook lo abrazó nuevamente, estrechándolo contra su pecho. Por ahora, todo parecía ir bien, pero sabía que todavía quedaba mucho por hacer para que este encuentro con su padre y el mundo Myuin fuera un éxito. Haría que su padre aceptará a Jimin y que los Myuin también lo hicieran, haría lo que fuera para hacerlo y si no tenía la aceptación de su padre entonces se iría de allí con Jimin y nunca más volvería, prefería a Jimin que a su mundo, porque su pareja era todo para él.

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