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24

Jungkook alzó la mirada hacia Jimin, sus ojos carmesíes brillaban con una mezcla de desesperación y anhelo. Lentamente, se arrodilló frente a él, dejando a Jimin completamente desconcertado.

—. ¿Qué haces?— preguntó Jimin con cautela, pero en cuanto las palabras salieron de su boca recordó lo que Taehyung había dicho: en este estado, Jungkook apenas podía comunicarse.

El Myuin se arrastró de rodillas hacia él, aferrándose a sus piernas con fuerza, como si fueran su única salvación. Entonces, con voz áspera y entrecortada, dejó salir una súplica desgarradora:

—. Por favor... Déjame tocarte. Déjame hacerte mío. No lo soporto más, no puedo soportar este calor que me quema por dentro... Por favor...—

Jimin se quedó inmóvil, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba al hombre o bestia que tenía frente a él. Todo esto era una locura. Apenas estaba procesando lo que Seokjin le había explicado, y ahora tenía que lidiar con esta situación completamente surrealista. ¿Por qué debía encargarse de alguien en ese estado? Era como si el universo lo hubiera empujado directamente al centro de un huracán sin previo aviso.

Suspiró con fuerza, pasándose una mano por el rostro en un intento de despejar su mente. Mientras tanto, Jungkook frotaba su rostro contra sus piernas como si fuera un gato, sus manos aferrándose a él como si temiera que Jimin pudiera desaparecer en cualquier momento.

¿Qué debía hacer? Si le decía que sí, no tenía garantías de que Jungkook no lo lastimara, pero si le decía que no, temía que el calor que mencionaba pudiera consumirlo. Sus pensamientos eran un torbellino, y la penetrante mirada de Jungkook suplicante y cargada de necesidad solo lo ponía más nervioso.

—. Siéntate en la cama— ordenó Jimin finalmente, tratando de mantener la calma.

Jungkook ladeó la cabeza, claramente confundido, pero después de unos segundos obedeció. Se levantó lentamente y tomó asiento en lo que quedaba de la cama, sus movimientos cargados de tensión.

Jimin lo observó con atención. Desde la punta de sus orejas gachas hasta su cola, que se movía nerviosamente detrás de él, Jungkook parecía la encarnación de una criatura que oscilaba entre la vulnerabilidad y el peligro. Por un breve instante, Jimin no pudo evitar fijarse en sus orejas, que se veían extrañamente adorables. Sentía una extraña necesidad de tocarlas, aunque se reprendió mentalmente por pensar en algo tan trivial en un momento como ese.

—. Si te permito tocarme, ¿Me lastimarías?— preguntó finalmente, su tono directo pero lleno de dudas.

Jungkook levantó la mirada de inmediato, sus ojos brillando con determinación mientras negaba rápidamente con la cabeza.

—. Jamás te haría daño —respondió con voz grave—. Ni en este estado ni en ninguno. Si mi pareja no quiere, no la obligaré a nada. Si tengo que cortarme las manos para no tocarte, lo haré sin dudar—

La firmeza de sus palabras dejó a Jimin perplejo. Todo lo que Hoseok, Jin y Taehyung le habían dicho parecía ser cierto: incluso en su estado de celo, Jungkook no sería capaz de lastimarlo. La devoción que mostraba era abrumadora.

Sin embargo, los ojos de Jimin bajaron, casi por instinto, hasta el cuerpo de Jungkook. Fue entonces cuando notó el evidente bulto que marcaba sus pantalones. Se veía dolorosamente tenso, y Jimin no pudo evitar imaginar el nivel de incomodidad que debía estar sintiendo. Por mucho que quisiera ignorarlo, estaba claro que Jungkook estaba al borde de sus límites.

Jimin trago saliva, sintiendo una mezcla de compasión y nerviosismo lo invadía ¿Que debía hacer ahora? Sí, admitía que quería hacerlo con Jungkook pero no en ese estado.

Ah, maldita sea. Pero Jimin no podía ignorar el estado de Jungkook. El Myuin lo necesitaba, y ahora, más que nunca, tenía que asumir su papel como su pareja. Por mucho que la situación lo pusiera nervioso, había tomado una decisión. Ojalá no tuviera motivos para arrepentirse más tarde.

Respiró hondo y lo miró directamente a los ojos.

—Jungkook... te dejaré hacerlo— dijo finalmente, su voz firme pero temblorosa. Con movimientos decididos, comenzó a quitarse la ropa.

Los ojos de Jungkook, que habían estado llenos de suplicio, cambiaron en un instante. Ahora estaban cargados de un deseo tan intenso que hicieron que Jimin se estremeciera. Su mirada era pura lujuria, salvaje y dominante, como si toda la paciencia que había tenido hasta ahora estuviera a punto de desmoronarse.

El Myuin no esperó ni un segundo más. Extendió sus manos, grandes y firmes, y tomó la cintura de Jimin con delicadeza, aunque había un claro temblor en sus movimientos. Lo guió hasta su regazo, sentándolo sobre él con una facilidad abrumadora, como si el cuerpo de Jimin fuera hecho a su medida.

Sin decir palabra, Jungkook comenzó a repartir besos por el cuello de Jimin, desesperado, como si estuviera marcado por un hambre insaciable. Su respiración era irregular, y sus labios se movían con urgencia, rozando cada centímetro de piel que encontraban.

El pelicastaño jadeó, sus dedos aferrándose con fuerza a los hombros de Jungkook, buscando algún tipo de ancla en medio de ese torbellino de sensaciones. Mientras tanto, el Myuin presionaba su erección contra el trasero de Jimin, su necesidad más que evidente, provocando que Jimin soltara otro gemido ahogado.

Los labios de Jungkook no se detuvieron. Bajaron lentamente, dejando una estela de besos húmedos, desesperados, hasta su clavícula y luego su pecho. Sus dientes, afilados pero controlados, rozaron su piel como un recordatorio de la bestia que llevaba dentro.

—. Jungkook...— murmuró Jimin, apenas encontrando su voz entre los jadeos.

Sin darle tiempo a reaccionar, el Myuin lo empujó con suavidad pero con una fuerza dominante, haciéndolo caer sobre la cama. Jimin dejó escapar un leve suspiro de sorpresa al sentir el colchón contra su espalda. Jungkook se inclinó sobre él, su cuerpo irradiando un calor abrumador que lo envolvía por completo.

En un movimiento rápido y casi desesperado, Jungkook se despojó de su propia ropa. Los sonidos del tejido desgarrándose llenaron la habitación, y en cuestión de segundos, su cuerpo quedó completamente desnudo.

Jimin no pudo evitar mirar, sorprendido y ligeramente intimidado. El cuerpo de Jungkook era una obra de arte: musculoso, poderoso, pero al mismo tiempo elegante. Cada músculo parecía tensarse con la promesa de lo que estaba por venir, y su erección, prominente y dolorosa, era un claro testimonio del deseo que lo consumía.

Jimin tragó grueso, su mirada fija en el pene de  Jungkook. Ninguno de sus exnovios había tenido un tamaño tan imponente, y no pudo evitar imaginar cuánto le dolería. No estaba acostumbrado a algo así, y eso lo hacía sentir aún más nervioso. Claro, que le iba a doler, ya se lo imaginaba.

Antes de que pudiera pensar en algo más, Jungkook pasó su lengua áspera por su mejilla, un gesto posesivo que hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Con un movimiento rápido y sin esfuerzo, el Myuin tiró de los pantalones de Jimin, dejándolo completamente desnudo ante su mirada ardiente.

Jungkook se detuvo por un momento, su mirada recorriendo el cuerpo expuesto de Jimin como si estuviera observando a su presa. Sus ojos brillaban con deseo, pero había algo más, algo casi depredador que hizo que Jimin tragara grueso de nuevo. Este no era el Jungkook que conocía; este era una versión primitiva y dominante que lo hacía sentir pequeño e indefenso.

El Myuin pasó sus dedos por el pecho de Jimin, trazando líneas imaginarias que hicieron que su piel se estremeciera. Bajó lentamente hasta sus muslos, deteniéndose lo suficiente para hacer que Jimin se tensara, antes de alinear su trasero contra su pelvis. La presión fue suficiente para hacer que el pelicastaño soltara un jadeo, sus manos aferrándose con fuerza a las sábanas bajo él.

Justo cuando Jungkook hizo el gesto de alinearse en su entrada, Jimin reaccionó rápidamente, colocando una mano firme en su pecho para detenerlo.

—. ¡No, espera!— dijo con urgencia, tratando de mantener la calma mientras sentía la intensidad de la mirada de Jungkook sobre él—. Primero... primero tienes que dilatarme. No quiero que me desgarres—

Jungkook ladeó la cabeza, sus orejas moviéndose ligeramente al ritmo de su confusión. Era evidente que no entendía del todo a qué se refería su pareja, lo que hizo que el pelicastaño soltara un suspiro exasperado. Claro, ¿Cómo iba a esperar que  Jungkook en este estado supiera algo tan específico?

El Myuin contempló a Jimin en silencio, su mente procesando lentamente las palabras de su pareja. Después de un momento, pareció entender, aunque no del todo. Jungkook inclinó su rostro hacia la entrada de Jimin y sacó su lengua, introduciéndola en el estrecho pasaje. Jimin soltó un gemido ahogado cuando sintió la lengua de Jungkook invadirlo, un sonido mezcla de sorpresa y placer.

—. Jungkook... Espera— logró decir Jimin con voz temblorosa mientras sentía la lengua de Jungkook moviéndose dentro de él, provocándole una deliciosa tortura. Nunca antes había experimentado algo así, y la sensación era extraña, demasiado intensa para procesar.

Jungkook succionó y lamió, moviendo su lengua dentro de Jimin con experta destreza. Podía sentir cómo su pareja se retorcía debajo de él, y eso lo llenó de un orgullo primitivo. Después de unos momentos, sacó su lengua y observó a Jimin, quien parecía estar en otro mundo, sus ojos vidriosos por la intensidad de las sensaciones. Preocupado, Jungkook pasó sus dedos por la mejilla de Jimin y tomó su rostro entre sus manos, pasando su lengua por los párpados de su pareja para limpiar las lágrimas que habían brotado.

Jungkook observó a su amada pareja y alineó su erecta y palpitante miembro contra la entrada del pelicastaño. Jimin soltó un jadeo ahogado al sentir la presión del pene de Jungkook contra su agujero, una mezcla de anticipación y temor. Jungkook comenzó a penetrar en el estrecho pasaje, invadiendo rápidamente el interior de su pareja. Jimin soltó un gemido de dolor, sus dedos se enterraron en los musculosos brazos de Jungkook mientras se aferraba a él con fuerza, sintiendo que su entrepierna era demasiado grande y que dolía horriblemente.

Cuando Jungkook estuvo completamente dentro de él, Jungkook solto un jadeo de placer. Las paredes internas de Jimin envolvían el miembro de Jungkook como un guante, ajustándose a su alrededor. Jungkook no pudo evitar soltar una risa ronca y satisfecha, encantado con la exquisita sensación de estar enterrado en la calidez y estrechez de su pareja. Jimin frunció el ceño, molesto. No podía creer que Jungkook se estuviera riendo mientras él se sentía como si estuviera siendo partido en dos por la dolorosa intrusión.

Sin previo aviso, Jungkook comenzó a embestir salvajemente contra Jimin, su miembro entrando y saliendo del estrecho pasaje a un ritmo castigador. Jimin no pudo evitar gemir y soltar grititos ahogados con cada embestida, su cuerpo siendo sacudido por la fuerza de los movimientos de su pareja. Aunque le doliera, no podía negar que había un dejo de placer mezclado con el dolor, una sensación de estar siendo reclamado y poseído por completo. Jimin se dejó llevar, rindiéndose a la pasión desbordada de Jungkook.

—. Mío... Tan solo mío— gruñó Jungkook mientras enterraba su rostro en el cuello de Jimin, dejando un rastro de marcas de besos y mordidas por la piel sensibles de su pareja. Sus dientes y lengua reclamaban cada centímetro de la carne expuesta. Jungkook quería asegurarles a todos, y a Jimin en particular, que este hombre hermoso y deseable le pertenecía completamente.

Jungkook mantuvo el ritmo castigador de sus embestidas, penetrando a Jimin con una fuerza y pasión desenfrenadas. De repente, su miembro golpeó ese punto dulce y sensible dentro de Jimin, haciéndolo gritar de placer abrumador. El sonido de éxtasis de Jimin resonó en la habitación, mezcla de dolor y placer, y Jungkook se sintió poderoso al saber que él era el artífice de tal reacción.

Sin pausa, Jungkook se retiró del cuerpo de Jimin y lo hizo rodar sobre sus manos y rodillas, exponiendo su trasero en alto. Agarró las caderas de Jimin con fuerza, dejando marcas de dedos en la piel suave y pálida, antes de enterrarse profundamente en su interior una vez más. Sus embestidas se volvieron aún más brutales y despiadadas, el sonido obsceno de piel golpeando contra piel llenando el aire mientras Jungkook tomaba lo que era suyo por derecho.

Jungkook dejó más marcas en las caderas de Jimin a propósito, asegurándose de que su pareja estuviera llena de pruebas tangibles de su posesión. Cada embestida golpeaba ese punto dulce una y otra vez, llevando a Jimin a nuevas alturas de placer.

Jimin tenía la mente completamente en blanco, atrapado en un remolino de sensaciones que jamás había experimentado. Las lágrimas de puro placer rodaban por sus mejillas, desenfocando su vista mientras su cuerpo temblaba bajo cada embestida firme y potente de Jungkook. Nunca, ni siquiera con sus exnovios, había sentido algo remotamente parecido. Esto era intenso, abrumador, y cada movimiento del Myuin lo llevaba al borde del éxtasis.

Sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas, buscando un ancla en medio del torbellino de sensaciones que recorría su cuerpo. Pero entonces, notó un cambio en Jungkook. El Myuin inclinó la cabeza, sus ojos rojos y enfocados mientras su lengua pasaba lentamente por sus afilados dientes, casi como si estuviera saboreando algo que aún no había ocurrido.

Jungkook se inclinó hacia delante, apoyando su frente contra la nuca de Jimin, y cerró los ojos por un instante. El movimiento, aunque aparentemente inocente, hizo que Jimin sintiera una extraña tensión en el aire. Y antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, un intenso ardor se apoderó de su cuello.

—. Ah... ¿Qué...?— intentó preguntar, pero su voz apenas salió como un jadeo ahogado.

El dolor era punzante, una mezcla de quemazón y presión que lo hizo tensarse por completo. Apenas podía respirar, y sus dedos soltaron las sábanas para intentar empujar a Jungkook, pero su cuerpo se sentía débil, incapaz de reaccionar correctamente.

El ardor no se detuvo; al contrario, se intensificó. Era como si algo profundamente visceral estuviera ocurriendo, algo que iba más allá de lo físico. Jimin soltó un gemido desgarrado, el dolor y el placer entremezclándose en su mente hasta que ya no pudo distinguir uno del otro. Finalmente, con un último jadeo ahogado, sus ojos se cerraron y la oscuridad lo envolvió, llevándolo a la inconsciencia.

Jungkook permaneció inmóvil por unos instantes, su pecho subiendo y bajando con dificultad mientras contemplaba el cuello de Jimin. Allí, sobre la piel sonrojada, brillaba la marca de un león rugiendo, un símbolo vivo de su vínculo eterno. Una sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios, y un ronroneo profundo vibró en su garganta, llenando el silencio con una sensación de triunfo y devoción.

Con movimientos cuidadosos, se acomodó junto a Jimin, rodeándolo con sus brazos fuertes como si quisiera protegerlo del mundo entero. Observó el rostro tranquilo de su pareja, sus propios ojos suavizándose al notar la paz en los rasgos de Jimin. Jungkook cerró los ojos y acercó su frente al cuello marcado, dejando escapar un último ronroneo antes de susurrar:

—. Ahora eres mío, para siempre—

Envuelto en la calidez de su pareja, Jungkook finalmente permitió que el cansancio lo venciera, sintiéndose completo por primera vez en la vida. Pero tal vez su humano le daría un infarto al ver lo que hizo.




Bueno, sus comentarios en el capítulo de hoy me hicieron querer cumplirles su deseo de leer este capitulo. Ojalá lo disfruten mis queridas pecadoras 😈🔥

En el capítulo anterior se me olvido mostrarles como se veía Jungkook en su forma de león, aquí les dejo una imagen para que se hagan la idea:

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