23
Jimin llegó al apartamento de Jungkook y se detuvo frente a la puerta, mirando el teclado numérico. Dudó por un momento, mordiéndose el labio inferior. ¿Estaría bien entrar sin avisar? Después de todo, Jungkook era ahora su novio, pero aún no quería parecer entrometido. Sin embargo, la preocupación superó cualquier inseguridad. Con un suspiro decidido, introdujo la clave y la puerta se abrió con un suave clic.
Al entrar, lo primero que notó fue el silencio absoluto que reinaba en el lugar. Cerró la puerta tras de sí y echó un vistazo a su alrededor. Su respiración se detuvo al observar el desastre frente a él: el sofá estaba destrozado, pedazos de porcelana y madera cubrían el suelo, y las paredes tenían profundas marcas de rasguños. Jimin frunció el ceño, el corazón comenzando a latir con fuerza. ¿Qué había ocurrido aquí? Parecía como si un animal salvaje hubiera pasado por el apartamento.
Con una mezcla de temor y urgencia, subió las escaleras hacia la habitación de Jungkook, deteniéndose en el pasillo al notar que las paredes también estaban destrozadas. Los rasguños eran aún más profundos y el caos parecía peor a medida que se acercaba a la puerta. Al llegar, encontró la puerta entreabierta. Jimin empujó suavemente, la madera crujió bajo su toque mientras entraba a la oscuridad de la habitación.
—. ¿Jungkook?— llamó con voz temblorosa, pero no obtuvo respuesta.
El aire estaba impregnado de una sensación extraña, como si algo estuviera fuera de lugar. Intentó buscar el interruptor de la luz en la pared, pero antes de que pudiera alcanzarlo, un gruñido bajo y amenazante retumbó en la habitación. Jimin se congeló. Su respiración se tornó irregular mientras palpaba con desesperación la pared hasta encontrar el interruptor. Con un clic, la luz inundó la habitación, revelando un escenario que parecía sacado de una pesadilla.
El dormitorio estaba devastado: muebles rotos, las sábanas hechas trizas, y más marcas de garras en las paredes. Pero lo que realmente hizo que su corazón se detuviera fue el inmenso león negro que emergía del armario, sus ojos carmesí brillando con intensidad en la luz.
Jimin retrocedió instintivamente, tropezando con sus propios pies, mientras el león fijaba su mirada en él. Su mente se llenó de preguntas sin respuesta. ¿De dónde había salido un león? ¿Qué hacía en casa de Jungkook? ¿Dónde estaba él? Pero antes de poder procesar nada, el león soltó un rugido y se lanzó hacia él.
—. ¡No!— Jimin exclamó aterrorizado, cerrando los ojos mientras el peso del león lo inmovilizaba contra el suelo. Su respiración era errática, y sus manos temblorosas intentaron empujar a la bestia, pero era inútil.
Sin embargo, en lugar de sentir las garras o los colmillos desgarrando su piel, sintió algo completamente diferente. El león emitió un ronroneo bajo y comenzó a frotar su enorme cabeza contra la suya. Jimin abrió los ojos lentamente, incrédulo. ¿Qué estaba haciendo? Esto no tenía sentido.
El terror regresó cuando el sonido de huesos crujiendo rompió el aire. Jimin cerró los ojos con fuerza, convencido de que estaba siendo devorado. Pero lo que sucedió después lo dejó sin aliento. Abrió los ojos de nuevo solo para encontrar a Jungkook frente a él. Pero no era el Jungkook que conocía. Sus ojos brillaban de un rojo intenso, unas orejas qué ahora estaban en al cabeza de Jungkook eran las de un animal, y una larga cola negra se movía lentamente detrás de él.
—. J-Jungkook...— susurró Jimin, incapaz de procesar lo que veía. Su voz temblaba, su cuerpo inmóvil por la sorpresa y el desconcierto.
Jungkook ladeó la cabeza con confusión, sus ojos oscuros centelleaban con una mezcla de incomprensión y una intensidad desconocida. Sin emitir una sola palabra, se inclinó hacia Jimin y escondió el rostro en la curva de su cuello. Inhaló profundamente su aroma, dejando escapar un ronroneo bajo que estremeció al pelicastaño. Antes de que Jimin pudiera apartarlo, sintió la lengua de Jungkook recorrer lentamente la longitud de su cuello. La sensación lo dejó petrificado por un instante, hasta que reaccionó y lo empujó con fuerza.
—. ¡Jungkook!— exclamó Jimin, su voz temblorosa mientras lo miraba con el ceño fruncido.
Pero el otro no se movió. Al contrario, frunció el ceño, dejando escapar un gruñido profundo que resonó en la habitación. Jimin sintió un escalofrío recorrerle la espalda; ese sonido no era humano. Antes de que pudiera procesarlo, Jungkook volvió a sujetarlo por los hombros, esta vez con más fuerza, y escondió nuevamente su rostro en el cuello de Jimin, como si buscara consuelo… o algo más.
—. ¡Jungkook, basta!— gritó Jimin, temblando de miedo. Este no era el hombre cálido y amable que conocía. Algo estaba mal, muy mal.
Jimin intentó apartarlo nuevamente, pero su fuerza era abrumadora. Jungkook lo sujetaba con tanta firmeza que sus hombros comenzaban a doler. Cuando intentó liberarse, el menor susurró con voz grave y áspera, casi irreconocible:
—. Mío… eres mío… mi pareja—
Jimin abrió los ojos con horror. Antes de que pudiera reaccionar, sintió cómo Jungkook comenzaba a frotar su entrepierna contra él, su respiración pesada y errática. Un jadeo escapó de sus labios mientras luchaba desesperadamente por apartarlo.
—. ¡Jungkook, detente!— gritó con fuerza, pero fue inútil. El hombre frente a él no lo escuchaba, o quizá no podía.
En ese instante, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Unas manos firmes sujetaron a Jungkook por el cuello, arrancándolo bruscamente de encima de Jimin. Jungkook gruñó, furioso, mientras era golpeado y retenido por Hoseok y Seokjin, quienes lo arrastraron fuera de la habitación. Taehyung apareció rápidamente y, con un movimiento decidido, cerró la puerta de golpe, encerrando a Jungkook al otro lado. El sonido de los seguros resonó en el silencio tenso de la habitación.
Jimin, todavía temblando, se dejó caer al suelo mientras miraba a sus subordinados. Sus ojos estaban llenos de confusión y miedo.
—. ¿Qué demonios fue eso?— exigió saber, su voz elevada y quebrada—. ¿Por qué Jungkook está actuando así? ¡Lo vi! Estaba transformado en algo… algo inhumano. ¡Quiero respuestas!—
Hoseok, Seokjin y Taehyung intercambiaron miradas nerviosas. Fue Jin quien rompió el silencio, aclarando su garganta.
—. Se lo explicaremos, pero primero, debe calmarse— dijo con firmeza.
—. ¡¿Calmarme?!— Jimin se levantó de golpe, sus ojos chispeando de frustración—. ¡¿Quién se calmaría después de ver algo así?!—
Antes de que Jin pudiera responder, un fuerte golpe resonó detrás de la puerta cerrada. Jimin retrocedió instintivamente, su corazón latiendo a mil por hora.
—. ¡Va a derribar la puerta!— exclamó con pánico.
—. ¿Le aplicaste el inhibidor?— preguntó Jin a Hoseok, con el ceño fruncido.
—. Por supuesto que lo hice— respondió Hoseok, manteniendo la compostura—. Pero Jimin está demasiado cerca. Su presencia lo altera aún más—
Jin suspiró, cruzándose de brazos mientras miraba a Jimin—. Escucha, olvida por un momento que eres nuestro jefe. Lo que viste no fue un sueño ni una alucinación. Jungkook no es completamente humano, Jimin. Es un Myuin—
—. ¿Un qué?— preguntó Jimin, confundido.
—. Un Myuin— repitió Jin con paciencia—. Una especie híbrida entre humano y animal. Él lleva dentro de sí características de ambas partes—
Jimin abrió la boca para protestar, pero Jin continuó antes de que pudiera interrumpirlo:
—. Al igual que los animales, los Myuin tienen un ciclo de celo. Durante ese periodo, su parte humana queda en segundo plano y su instinto animal toma el control. No pueden pensar ni razonar como lo harían normalmente. Lo único que quieren es aparearse con su pareja—
—. ¿Aparearse?— repitió Jimin, horrorizado.
—. Sí— respondió Jin, con la seriedad reflejada en su rostro—. Y tú eres su pareja. Para su parte animal, eres suyo. Lo ha sabido desde hace años. Durante tres años, hemos hecho todo lo posible por contenerlo, por mantenerlo alejado de ti cuando su instinto era demasiado fuerte. Pero ahora que estás aquí… no hay forma de que se detenga—
Jimin sintió que el suelo se le movía bajo los pies. ¿Todo esto era real? ¿Jungkook no era humano? ¿Y ahora debía enfrentarse a un instinto animal que no entendía?
—. Le dimos un inhibidor— continuó Jin—. Por ahora, estará más dócil si estás cerca. Su parte humana puede estar ausente, pero sus instintos de protegerte y no hacerte daño permanecen. Si le das una orden clara, la seguirá—
Jimin pasó una mano temblorosa por su rostro, intentando procesar la situación—. Pero… ¿Y si me lastima?— preguntó finalmente.
—. No lo hará— intervino Hoseok con convicción—. Los Myuin son fieles a su pareja y harían cualquier cosa por protegerla. Tú eres lo único que importa para Jungkook. Pero la decisión es tuya, Jimin. Si decides que esto es demasiado, podemos mantenerlo encerrado hasta que pase su ciclo. Sin embargo, si decides enfrentarlo, eres el único que puede calmarlo—
Jimin tragó saliva. Su mente estaba inundada de preguntas, pero una dominaba todas las demás.
—. ¿Ustedes también son Myuin?— preguntó, su voz apenas audible.
Los tres hombres asintieron al unísono.
El silencio volvió a llenar la habitación, roto solo por los golpes y rugidos provenientes de la puerta cerrada. Jimin cerró los ojos por un momento, respirando profundamente. Esto era demasiado, pero algo en su interior le decía que no podía abandonar a Jungkook. No ahora. No cuando más lo necesitaba.
Antes de que Jimin pudiera responder, un fuerte crujido resonó en la habitación. La puerta se partió en dos, cayendo al suelo en pedazos, y el imponente cuerpo de Jungkook apareció entre los restos. Sus ojos brillaban con una intensidad oscura, mientras su cola se movía lentamente de un lado a otro. El aire se llenó de tensión, y Jimin dio un paso atrás por puro instinto. Hoseok, Taehyung y Jin se retiraron hacia una esquina de la habitación, observando la escena con cautela.
—. ¿No deberíamos hacer algo?— susurró Taehyung, su tono nervioso mientras miraba a Jin.
Jin negó con calma, cruzándose de brazos—. No. Jimin necesita aprender a controlar a Jungkook—
—. Pero tú sabes que Jungkook no es un Myuin común— insistió Hoseok en un murmullo apremiante—. ¿Y si olvida que Jimin es su pareja? Podría... podría lastimarlo seriamente—
Jin volvió a negar con la cabeza, manteniendo la calma—. No lo hará. Confíen en mí. Observen—
Jungkook comenzó a acercarse lentamente hacia Jimin, sus movimientos felinos y precisos, como un depredador acechando a su presa. La cola seguía agitándose de lado a lado, y un gruñido suave escapó de su garganta, casi como si estuviera probando el ambiente. Jimin tragó con fuerza, sus ojos se desviaron rápidamente hacia Jin, quien le ofreció un asentimiento firme, como dándole permiso o animándolo a actuar.
Jimin dudó, su mente era un caos. ¿Y si Jungkook no lo obedecía? ¿Y si lo atacaba? A pesar de su miedo, sabía que no podía mostrar debilidad. Frente a él no estaba el cálido Jungkook que conocía, sino una criatura impulsada por puro instinto. Tenía que actuar con firmeza. Respiró hondo, tratando de calmar los temblores de su cuerpo. Jungkook ya estaba frente a él, sus ojos fijos en los suyos mientras sus manos se posaban nuevamente sobre sus hombros, acercándolo más.
—. Suéltame— ordenó Jimin con una voz firme que no sabía de a donde la había sacado en este momento
Jungkook se detuvo de inmediato, su cuerpo se tensó y sus ojos mostraron un leve destello de confusión. Jimin sostuvo su mirada, sin ceder terreno, y repitió con la misma fuerza:
—. He dicho que me sueltes—
El gruñido bajo de Jungkook se apagó, y un suave quejido salió de su garganta. Lentamente, sus manos se apartaron de los hombros de Jimin. Bajó la cabeza en un gesto de sumisión, sus orejas se inclinaron hacia los lados, y su cola dejó de moverse. Jimin se quedó boquiabierto por un momento, sin poder creer lo que acababa de suceder. ¿De verdad lo había obedecido?
Desde el rincón de la habitación, Jin, Taehyung y Hoseok alzaron los pulgares, sonriendo como si acabaran de presenciar un milagro.
—. Nada mal para ser tu primer intento, jefe— comentó Jin con aprobación.
—. Oh, por cierto— agregó Jin, como si estuviera recordando algo trivial—. En este estado Jungkook no habla y si lo hace es que en verdad necesita hacerlo. Es como si su capacidad de comunicarse con palabras se bloqueara por completo. No esperes que te responda si le haces preguntas—
—. Exacto, solo se guía por sus instintos y tus órdenes— añadió Taehyung mientras los tres se dirigían hacia la puerta destrozada.
—. Ah, y casi lo olvido. Su celo dura doce horas— dijo Taehyung antes de salir de la habitación con una sonrisa que parecía contener algo de malicia—. Suerte—
Jimin tragó saliva mientras miraba a Jungkook, que permanecía en la misma posición sumisa, con la cabeza gacha y las orejas caídas. El silencio era abrumador, roto únicamente por la respiración profunda de Jungkook.
Jimin suspiró, pasándose una mano por el cabello, mientras su mente trataba de procesar la situación. ¿Y ahora qué se suponía que debía hacer?
En el otro cap se les viene lo bueno Jajaja
Espero que les gustes este capitulo, gracias por leer 😆
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