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18

Jungkook caminaba por el estacionamiento de la empresa, el eco de sus pasos resonando en el silencio de la noche. Llegó a su auto, abrió la puerta y estaba a punto de subirse cuando escuchó unos pasos que se acercaban detrás de él. Al girarse, su mirada se encontró con la figura de Seo Sa-Kyung, quien llevaba una sonrisa que, aunque aparentemente amigable, estaba cargada de intenciones ocultas.

Un gruñido bajo escapó de la garganta de Jungkook. No estaba de humor para lidiar con Sa-Kyung, no después de lo ocurrido en la oficina—. Hablemos, Jeon— dijo Sa-Kyung, colocándose frente a Jungkook, bloqueando su paso con una actitud relajada, pero claramente calculada.

—. No tengo nada que discutir contigo— replicó Jungkook, su tono gélido, cargado de irritación.

Sa-Kyung soltó una pequeña risa, como si la respuesta de Jungkook le resultara divertida—. Parece que las formalidades se acabaron— comentó con una sonrisa irónica—. Pero escucha, quiero hablar contigo de Myuin a Myuin. ¿Qué te parece?—

Jungkook suspiró, sus ojos llenos de desagrado mientras lo observaba fijamente—. Habla rápido, no tengo toda la noche— respondió con impaciencia, cruzándose de brazos.

Sa-Kyung dio un paso más cerca, con la confianza de quien cree tener el control—. No pensé encontrarme con otros Myuin aquí, y mucho menos con uno que estuviera interesado en un humano que, claramente, ya considero mío— dijo con una calma peligrosa, sus palabras cuidadosamente medidas para provocar.

El ceño de Jungkook se frunció al instante, un gruñido profundo escapando de su garganta mientras apretaba los puños.

—. ¿Tuyo?— soltó con sarcasmo—. Perdóname, pero me da risa escucharte decir eso—

Sa-Kyung alzó una ceja, su sonrisa ensanchándose como si disfrutara la reacción de Jungkook—. Lo digo en serio. Jimin y yo nos conocemos desde hace más de diez años. He estado a su lado siempre, en las buenas y en las malas. Sé todo sobre él, desde sus manías hasta lo que lo hace sonreír. ¿Y tú? Apenas lo conoces— añadió con un tono altanero, dando énfasis a cada palabra.

Jungkook respiró profundamente, intentando contener su creciente ira—. Puede que no lo conozca desde hace tanto como tú, pero al menos yo me estoy ganando su corazón, no aprovechándome de una relación del pasado— respondió con los dientes apretados—. Además, tú eres un Zhar, ¿No? A los tuyos no les importa el amor. Lo único que buscan es atrapar a su presa—

Sa-Kyung soltó una carcajada, como si las palabras de Jungkook le resultaran absurdamente divertidas—. ¿Un Zhar?— repitió, fingiendo incredulidad—. Lamento decepcionarte, pero no soy uno de esos. Soy un Myuin, al igual que tú, simplemente viviendo entre humanos—

Jungkook lo miró con desconfianza, notando cómo Sa-Kyung eligió cuidadosamente no desmentir ni confirmar nada sobre su relación con Jimin.

—. Entonces, si no eres un Zhar, ¿Por qué actúas como uno? Tu comportamiento con Jimin es más el de un cazador que el de alguien que realmente lo respeta— espetó Jungkook, inclinándose hacia Sa-Kyung, desafiándolo con la intensidad de su mirada.

Por un breve instante, Sa-Kyung dejó que su máscara de tranquilidad se deslizara, y sus ojos brillaron con algo más oscuro, más primitivo.

—. Porque, Jeon— respondió, acercándose lo suficiente para que sus palabras fueran casi un susurro—. En este juego, el más fuerte se lleva todo. Y créeme, tú no eres el más fuerte—

Jungkook soltó un gruñido profundo, bajo y amenazante, mostrando sus dientes que ahora se asemejaban más a los de una bestia. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad animal mientras todo su cuerpo emanaba peligro.

Sa-Kyung, lejos de amedrentarse, dejó escapar una risa burlona, claramente disfrutando de la provocación. Aunque no sabía exactamente qué tipo de Myuin era Jungkook, confiaba en que no sería rival para él.

—. Qué reacción tan violenta, Jeon— comentó con un tono altanero, antes de dar un paso hacia él—. Además, dime algo: ¿Qué harás cuando Jimin descubra lo que realmente eres? ¿Crees que te aceptará? Por favor... te verá como un monstruo—

Jungkook apretó los puños, pero permaneció en silencio, sus ojos oscilando entre el autocontrol y el instinto. Sa-Kyung, satisfecho con su reacción, continuó hablando.

—. Por mi parte, no tengo ese problema. He aprendido a controlar mi naturaleza a la perfección durante más de diez años. Incluso cuando me acosté con Jimin, mantuve el control— agregó con una sonrisa cargada de burla, deleitándose con el impacto que sabía que tendría esa declaración.

El mundo de Jungkook pareció detenerse. Sus ojos se oscurecieron peligrosamente, y un gruñido aún más profundo salió de su garganta.

—. ¿Qué dijiste?— preguntó con voz baja, aunque su tono era como el de una tormenta a punto de desatarse.

Sa-Kyung sonrió aún más amplio, disfrutando del efecto de sus palabras—. Sí, Jeon. Me acosté con él. ¿Quieres detalles? Cada gemido, cada jadeo, cada embestida... ah, casi llegué a imprimirme en él. Pero, lamentablemente, no recuerdo por qué no lo hice— dijo, su voz goteando sarcasmo y crueldad.

Esas palabras rompieron el último hilo de autocontrol de Jungkook. En un instante, lo agarró del cuello con una fuerza abrumadora, sus garras extendidas hundiéndose en la piel de Sa-Kyung.

—. ¿Te acostaste con Jimin?— rugió, su voz resonando como el rugido de una bestia.

Sa-Kyung jadeó por la presión en su cuello, pero aún así soltó una risa burlona, como si estuviera disfrutando del espectáculo.

Jungkook, completamente consumido por su ira, lo levantó del suelo con facilidad antes de lanzarlo violentamente contra el pavimento. El sonido del impacto fue brutal, y un rugido feroz escapó de Jungkook, haciendo eco en el estacionamiento vacío. Quería matarlo, lo haría, no le importaba ya nada, despedazaría a este bastardo a como diera lugar.

—. Te mataré— dijo con un tono que era tanto una promesa como una sentencia, avanzando hacia él con pasos decididos y peligrosos.

Por primera vez, Sa-Kyung sintió algo que rara vez experimentaba: miedo. Su instinto de depredador, siempre tan confiado, le gritaba que escapara. Pero antes de que pudiera moverse, Jungkook lo agarró nuevamente por el cuello, esta vez estampándolo contra el suelo con tal fuerza que Sa-Kyung dejó escapar un quejido de dolor.

—. Voy a despedazarte— gruñó Jungkook, su rostro a centímetros del de Sa-Kyung. Sus ojos brillaban con una amenaza mortal, una furia que ningún humano, ni siquiera otro Myuin, podría contener fácilmente.

Sa-Kyung, aunque débilmente, intentó soltar una sonrisa burlona, pero el peso de Jungkook y su furia lo estaban superando.

—. ¿Eso crees?— jadeó, aunque esta vez su voz no tenía la misma confianza de antes.

Jungkook rugió con furia y golpeó el rostro de Sa-Kyung contra el pavimento nuevamente, provocando que el otro Myuin soltara un quejido de dolor que resonó en el estacionamiento. La ira que lo consumía nublaba sus sentidos; el instinto animal tomaba completo control sobre él. No escuchó los pasos apresurados que se acercaban, ni la voz familiar que siempre lograba calmarlo en sus momentos más oscuros.

Cuando levantó a Sa-Kyung una vez más, listo para golpearlo contra el suelo con toda su fuerza, un empujón inesperado lo hizo tambalearse y chocar violentamente contra la pared más cercana. Jungkook levantó la mirada, desconcertado, y lo que vio lo dejó sin aliento.

Jimin estaba allí, con su cuerpo temblando de ira y una mirada helada que perforó directo al corazón de Jungkook. Esa mirada no era solo de enojo, era de decepción, y eso dolía más que cualquier golpe.

—. ¡¿Qué estás haciendo?!— exclamó Jimin, con la voz cargada de furia mientras corría hacia Sa-Kyung, quien yacía malherido en el suelo, con sangre deslizándose por su rostro.

Jimin se arrodilló junto a Sa-Kyung, lo sostuvo cuidadosamente y lo miró con preocupación—. ¿Sa-Kyung? ¿Estás bien?— preguntó, su tono suave y lleno de atención.

Jungkook, aún con los puños cerrados y la respiración agitada, sintió un nudo formarse en su garganta. La forma en que Jimin tocaba a Sa-Kyung, cómo lo miraba, hacía que su pecho ardiera con una mezcla de celos y dolor.

Jimin levantó la mirada hacia él, y lo que encontró en sus ojos lo destrozó por completo. Era una furia fría, contenida, pero también había algo más: decepción.

—. ¿Por qué lo hiciste, Jungkook?— preguntó con voz cortante, su tono grave y firme como nunca antes lo había escuchado.

Jungkook quiso responder, justificar su comportamiento, explicarle todo, pero las palabras murieron en su garganta. Su mirada cayó al suelo, incapaz de sostener el peso del juicio en los ojos de Jimin. Todo lo que pudo sentir fue cómo su corazón se encogía dolorosamente.

Por un momento, el Myuin solo observó en silencio cómo Jimin intentaba limpiar la sangre de Sa-Kyung con las mangas de su camisa, cuidándolo con una ternura que él tanto deseaba recibir. En ese instante, una verdad cruel se estampó contra su pecho: para Jimin, Seo Sa-Kyung siempre estaría primero. Y él… no era más que una sombra en su mundo.

Sin decir una palabra, Jungkook dio media vuelta, sus pasos sintiéndose más pasados que nunca. Subió a su auto con movimientos mecánicos, casi sin pensar, mientras su mente seguía reproduciendo la imagen de Jimin sosteniendo a Sa-Kyung.

Encendió el motor y aceleró, alejándose rápidamente de allí. La furia que antes ardía en su pecho ahora se había transformado en algo mucho peor: un vacío desgarrador, una herida que sabía que tardaría mucho en sanar, si es que lo hacía.

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