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15

Jungkook estaba sentado en la sala de reuniones, escuchando con atención las palabras de Jimin mientras este explicaba el plan del proyecto. A pesar de su aparente concentración, no podía evitar sentirse un poco distraído. La cena con Jimin la noche anterior seguía fresca en su mente, y cada vez que recordaba sus sonrisas o su voz, sentía un calor en el pecho. Sin embargo, no había tenido tiempo para dormir bien. Había pasado la noche dando vueltas en la cama, pensando en todo lo que había sucedido entre ellos.

A su derecha, Taehyung bostezaba disimuladamente, asegurándose de que Jimin no lo viera. A su izquierda, Seokjin estaba... comiendo. Jungkook lo miró de reojo y reprimió una sonrisa al verlo masticar tranquilamente como si estuviera en un picnic.

Aprovechando que Jimin tenía la mirada fija en los documentos, Jungkook se inclinó hacia Seokjin y le susurró:

—. Yo que tú dejaría de comer. Si Jimin se da cuenta, te va a regañar—

Seokjin lo miró con indiferencia, masticando un bocado, y bufó—. Siempre hago lo mismo y nunca me pilla. Además...— Jin hizo una pausa, esbozando una sonrisa traviesa mientras miraba a Jungkook—. Veo que ahora lo llamas Jimin, sin formalidades. Parece que ya tienen más confianza. ¿Eh?—

Jungkook no pudo evitar sonreír y asintió con un brillo en los ojos—. Sí, me estoy acercando poco a poco, y creo que está funcionando. Por fin los dioses están de mi lado— dijo con voz baja, pero cargada de satisfacción.

Jin dejó escapar una pequeña risa, listo para hacer un comentario, pero antes de que pudiera hacerlo, un estruendoso grito interrumpió su momento.

—. ¡Ustedes dos!— exclamó Jimin con voz autoritaria, mirándolos fijamente—. ¡Si no tienen interés en la reunión, pueden salir!—

Ambos se quedaron congelados en su lugar, negando frenéticamente con la cabeza. La última cosa que querían era salir. Sabían bien que si eso pasaba, Jimin no solo los regañaría, sino que los enterraría bajo una montaña de trabajo extra.

—. Lo sentimos, jefe— dijo Jin rápidamente, enderezándose en su asiento.

Jungkook mantuvo la cabeza baja, tratando de no llamar más la atención.

Jimin suspiró profundamente, acomodándose en su silla con esa aura de autoridad que hacía temblar a cualquiera.

—. Como estaba diciendo— continuó, con tono severo—. Vendrá un planificador de la empresa con la que estamos colaborando. Según lo que me han informado, está a punto de llegar, así que quiero que todos se mantengan en sus mejores comportamientos. ¿Quedó claro?—

—. Sí, señor— respondieron todos al unísono, aunque Jungkook sentía que Jimin lo miraba directamente a él mientras hablaba.

Seokjin soltó un suspiro aliviado, mientras Jungkook intentaba recuperar la compostura. Sin embargo, ahora no podía evitar pensar que, incluso cuando Jimin lo estaba regañando, se veía increíblemente hermoso, ahora que había pasado tiempo con él ya no podía sentir el miedo que sentía anteriormente.

Después de unos minutos, la puerta de la sala de reuniones se abrió, revelando a un hombre alto, de porte elegante. Su cabello castaño perfectamente peinado y sus ojos del mismo tono irradiaban confianza. Caminó con paso seguro hacia el centro de la sala, haciendo una ligera reverencia antes de alzar la vista con una sonrisa cautivadora que no tardó en atraer la atención de varias mujeres presentes, quienes apenas pudieron disimular su interés.

—. Buenos días, soy Seo Sa-Kyung, el encargado de planificar el diseño de la nueva línea de comida instantánea— se presentó con voz firme y carismática.

Mientras el resto de los empleados se dedicaban a escuchar con atención, Jungkook, Hoseok, Seokjin y Taehyung intercambiaron miradas furtivas, sus expresiones serias dejando entrever que todos habían notado algo extraño. Había algo en Seo Sa-Kyung que no pasaba desapercibido para ellos: la energía que emanaba era inconfundible. Era un Myuin, y no cualquier tipo.

La reunión continuó de manera profesional, pero Jungkook no podía ignorar el peculiar brillo en los ojos de Sa-Kyung cada vez que miraba a Jimin. Conocía demasiado bien esa mirada; la había visto en otros antes. Era la mirada de un depredador observando a su presa.

Cuando finalmente terminó la extensa reunión, los cuatro decidieron reunirse en la azotea de la empresa para discutir lo sucedido.

—. Ese hombre no me da buena espina— dijo Hoseok, rompiendo el silencio mientras cruzaba los brazos con el ceño fruncido.

Seokjin asintió lentamente mientras apoyaba su espalda contra la pared—. Lo mismo pensé. Tiene algo raro... Esa sonrisa y su forma de hablar son demasiado calculadas, sera que es un Zhar— comentó, mirando a los demás con una mezcla de desconfianza y análisis.

Jungkook, que había permanecido callado hasta ese momento, se cruzó de brazos mientras miraba al horizonte, como si intentara mantener la calma.

—. Un Zhar... si lo es entonces yo mismo lo llevara a Zeytharion para su condena de muerte— dijo finalmente con voz seria, llamando la atención de los demás—. Ese hombre es un depredador. Lo puedo sentir. Y no solo eso, lo vi mirando a Jimin como si fuera...—

—. Su próxima presa—terminó Taehyung, completando el pensamiento de Jungkook.

—. Hace años que no se sabe de un Zhar activo, pero si ese tipo lo es, entonces estamos ante un problema grave. Aquí hay demasiados humanos vulnerables, y si su objetivo es el jefe… Park Jimin está en verdadero peligro— dijo Jin, su tono cargado de seriedad.

Jungkook apretó los puños mientras un gruñido bajo resonaba en su pecho. Los "Zhar", como eran llamados, no eran cualquier tipo de amenaza. Eran Myuin renegados que rompían el equilibrio entre su especie y los humanos, cazándolos por puro placer. Aquellos que disfrutaban de asesinar en su forma animal enfrentaban la pena máxima en Zeytharion: la ejecución pública, pues sus actos eran considerados una blasfemia contra los dioses y un insulto al pacto sagrado entre las dos razas.

—. Tendremos que mantenerlo vigilado. No le quitaré los ojos de encima, y ustedes tampoco— ordenó Jungkook con voz firme mientras pasaba una mano por su cabello.

Sus amigos asintieron al unísono, sus rostros reflejando la misma determinación.

—. Entonces regresemos a la oficina para vigirlarlo— sugirió Taehyung, aunque algo en su tono mostraba su inquietud.

Jungkook negó con un leve movimiento de cabeza—. Vayan ustedes primero. Me quedaré aquí un rato— respondió, sacudiendo la tensión de sus hombros mientras observaba el horizonte.

Taehyung frunció ligeramente el ceño, preocupado—. ¿Seguro? Podemos quedarnos contigo. No tienes que estar solo— ofreció con una pequeña sonrisa que pretendía ser tranquilizadora.

—. Estoy bien— insistió Jungkook, sacudiendo la cabeza una vez más—. Bajen ustedes, yo me encargaré de algo aquí y los alcanzo luego—

Después de intercambiar miradas de duda, los tres amigos cedieron finalmente.

—. Bien, pero si pasa algo, nos avisas de inmediato— advirtió Jin antes de darse la vuelta y seguir a Taehyung y Hoseok hacia la salida de la azotea.

Cuando el ruido de la puerta cerrándose marcó que estaba solo, Jungkook sacó un cigarrillo del bolsillo y lo encendió. Inhaló profundamente, dejando que el humo llenara sus pulmones mientras intentaba organizar sus pensamientos. Ahora tenía otra carga sobre sus hombros: si Seo Sa-Kyung resultaba ser un Zhar, no habría negociación posible. Un depredador como él no se detendría ante nada para conseguir su presa, y esa presa parecía ser Jimin. Jungkook no permitiría que ese hombre le hiciera daño a quien amaba. Si llegaba el momento, no dudaría en matarlo con sus propias manos.

De repente, una risa cristalina interrumpió sus pensamientos. Jungkook se tensó. Aquella risa… la reconocería en cualquier lugar. ¿Era Jimin? Frunció el ceño; su jefe no era alguien que riera con facilidad. Intrigado, y con el instinto animal encendiendo todas sus alarmas, Jungkook apagó el cigarrillo apresuradamente y se movió con agilidad hasta encontrar un escondite detrás de unas cajas apiladas.

Desde su posición, pudo ver a Jimin. Estaba en la azotea, de pie junto a Seo Sa-Kyung. Lo que lo enfureció no fue solo la presencia del extraño, sino la expresión de su jefe: Jimin estaba sonriendo, y no cualquier sonrisa. Sus ojos estaban levemente entrecerrados y parecía genuinamente divertido por algo que el otro había dicho.

Jungkook soltó un gruñido bajo, sus ojos oscureciéndose. Había algo en la forma en que Seo Sa-Kyung lo miraba, en cómo inclinaba ligeramente su cabeza hacia Jimin, que no le gustaba nada. Era la mirada de un depredador, la mirada que reconocía porque él mismo había sentido el mismo deseo por Jimin.

Pero había una diferencia fundamental: él quería proteger a Jimin, no cazarlo.

Si creía que puede acercarse a Jimin sin consecuencias, estaba muy equivocado,  mientras su control se desarmaba, deseando mostrarse en su forma animal. Tomó una respiración profunda, tratando de calmarse. Sabía que no podía revelar su verdadera naturaleza, mucho menos frente a Jimin. Por eso, respiró hondo y decidió quedarse oculto, concentrándose en escuchar cada palabra que se decía entre ellos.

—. Estás aún más hermoso desde la última vez que te vi— dijo Seo Sa-Kyung con una voz suave, extendiendo su mano para acariciar la mejilla de Jimin.

La escena encendió una furia incontrolable en Jungkook. Ver esa caricia tan íntima lo hizo apretar los puños con tanta fuerza que sus uñas atravesaron la piel de sus palmas, dejando un rastro de sangre.

Jimin, ajeno al intenso enojo de Jungkook, sonrió ante el comentario de Sa-Kyung.
—. No exageres. Sigo siendo el mismo de siempre. Pero… ¿Por qué no me avisaste que habías regresado del extranjero?— preguntó, ladeando la cabeza, curioso, mientras su rostro permanecía apoyado en la mano del otro.

Sa-Kyung le dedicó una sonrisa cálida.
—. Quería sorprenderte. Por eso acepté ser el planificador de este proyecto. Era la excusa perfecta para trabajar contigo… y volver a verte— Su voz era seductora, mientras acortaba la distancia entre sus rostros.

Para Jungkook, aquello fue la gota que colmó el vaso. Los músculos de su mandíbula se tensaron al máximo, y por un momento, sus instintos animales estuvieron a punto de descontrolarse. Su cuerpo quería transformarse, acabar con aquel hombre que osaba invadir lo que consideraba suyo. Pero sabía que no era el momento ni el lugar.

Con un movimiento decidido, Jungkook salió de su escondite, aclarando la garganta para llamar la atención—. Disculpen— dijo, su voz cargada de autoridad y desprovista de su habitual calidez.

Jimin se giró rápidamente al escucharle. La sorpresa se reflejó en su rostro, y al hacerlo, se apartó instintivamente de Sa-Kyung, dejando un espacio entre ambos. Sa-Kyung, en cambio, frunció ligeramente el ceño al notar la interrupción.

—. Jungkook, ¿Qué hacías allí atrás?— preguntó Jimin, algo nervioso. Había un ligero temblor en su voz, como si algo dentro de él supiera que estaba en problemas, pero no sabía por que, no es como si Jungkook y él fueran algo.

—. Solo miraba las calles desde detrás de las cajas— respondió Jungkook, sin molestarse en disimular la dureza de su tono. La frialdad en su voz sorprendió a Jimin, quien no estaba acostumbrado a ese trato.

El ambiente entre los tres se volvió tenso, pero Jungkook no se quedó a darle tiempo a florecer—. Bueno, los dejo. Perdón por interrumpir su momento— Su voz cargaba una mezcla de sarcasmo y desdén mientras pasaba junto a ellos, alejándose hacia la salida de la azotea.

Jimin sintió algo extraño en el pecho, una presión que no podía explicar. Algo en la forma en que Jungkook se comportaba le hacía sentir… ¿Culpa? No entendía por qué, pero no podía dejarlo ir así. Fue entonces cuando su mirada bajó a las manos de Jungkook, notando cómo la sangre goteaba de sus dedos. Su corazón dio un vuelco, y sin pensarlo, corrió tras él.

—. ¡Espera!— exclamó, alcanzándolo y tomando su mano con firmeza. Jungkook se detuvo, sorprendido por el contacto.

—. ¿Qué te pasó?— preguntó Jimin, su voz cargada de preocupación. Observó la herida con detenimiento, y la visión de la sangre lo hizo fruncir el ceño.

Jungkook miró a Jimin, desconcertado. No esperaba que se preocupara de esa manera. Sin embargo, su atención se desvió por un momento hacia Sa-Kyung, quien todavía estaba al otro lado de la azotea, mirándolo fijamente con una expresión que era todo menos amigable. Jungkook detectó el desafío en sus ojos, pero decidió ignorarlo por ahora.

—. No es nada, solo me lastimé un poco— respondió con una sonrisa débil, tratando de restarle importancia.

Jimin no parecía convencido—. ¿Cómo te hiciste esto?— insistió, su mirada fija en la sangre que aún corría por la palma de Jungkook.

Jungkook aclaró la garganta, incómodo, y llevó una mano a su nuca—. Fue… un impulso. No te preocupes, estoy bien— mintió, tomando suavemente la mano de Jimin y apartándola de la suya.

Jimin frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo más, Jungkook se apresuró a alejarse.
—. De verdad, estoy bien. Gracias por preocuparte, pero debo irme. Nos vemos luego—

Y sin esperar una respuesta, salió rápidamente de la azotea, dejando a Jimin con una sensación incómoda en el pecho y un montón de preguntas en la cabeza. Mientras tanto, Seo Sa-Kyung observaba todo con una sonrisa enigmática, como si hubiera disfrutado del pequeño espectáculo, parece que tenía un obstáculo en su camino y uno grande, pero como siempre lo desaparecería de la vida de Jimin, porque Park Jimin era suyo y de nadie más.

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