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13

Jimin salió de su departamento con pasos firmes, aunque en su interior los nervios no dejaban de revolotear. No tenía por qué estar tan inquieto; estaba seguro de que Jungkook aceptaría su invitación. Además, le daría a elegir entre una cena en un restaurante lujoso o una comida casera preparada por él mismo. Aunque, si debía ser honesto, ya se había hecho a la idea de que Jungkook escogería el restaurante lujoso. Todos sus exnovios lo habían hecho.

“Prefiero ir a un restaurante, esas oportunidades no se dan siempre. Además, tus comidas las puedo probar después”, recordaba que decían con la misma expresión satisfecha, como si le estuvieran haciendo un favor al preferir un restaurante. Jimin apretó los labios y bufó. Solo pensar en ellos lo irritaba. Era como si todos fueran cortados con la misma tijera. Diferentes hombres, pero siempre el mismo final: desinterés, superficialidad, y una buena dosis de decepción.

A veces se preguntaba si tenía algún tipo de maldición que le impedía encontrar a alguien genuino. Alguien que lo viera más allá de su posición, más allá de su apariencia.

Sacudió la cabeza, como si pudiera despejar esos pensamientos, y respiró hondo. No podía pensar en sus ex ahora. Esto era diferente… ¿Verdad?

Cuando llegó a la puerta de Jungkook, se detuvo un momento, reuniendo valor antes de tocar. Los segundos de espera parecieron eternos, pero finalmente escuchó pasos acercándose desde el otro lado. La puerta se abrió, y allí estaba Jungkook, con el cabello un poco desordenado, una camiseta sencilla y un rostro que reflejaba sorpresa al verlo allí.

Jimin se quedó congelado por unos segundos, sus ojos recorriendo automáticamente el rostro de Jungkook. El recuerdo de esa mañana volvió a inundar su mente, como un rayo inesperado. Jungkook inclinándose hacia él, su voz ronca murmurando un comentario coqueto, y ese beso en el cuello que aún podía sentir como si hubiera ocurrido hace un segundo.

El calor se subió a sus mejillas sin su permiso, y Jimin tuvo que parpadear varias veces para borrar la imagen de su mente.

Por su parte, Jungkook lo observaba desconcertado, preguntándose si estaba alucinando. Que Park Jimin, su jefe, estuviera allí parado frente a su puerta, por voluntad propia, era algo que nunca hubiera imaginado.

—. ¿Jimin...?— dijo Jungkook, con una mezcla de sorpresa y confusión, mientras abría más la puerta.

El tono desprevenido de su voz hizo que Jimin se diera cuenta de que había estado observándolo en silencio por demasiado tiempo. Se aclaró la garganta y enderezó la postura, intentando recuperar su compostura habitual.

—. ¿No piensas invitarme a pasar?— preguntó con un toque de firmeza, aunque su tono tenía un ligero deje de nerviosismo que no logró disimular del todo.

Jungkook pestañeó, todavía algo desconcertado, pero se hizo a un lado para dejarle espacio—. Claro, adelante—

Cuando Jimin cruzó el umbral, Jungkook cerró la puerta y no pudo evitar quedarse unos segundos observándolo mientras avanzaba. El aire alrededor de él se sentía diferente, como si algo importante estuviera a punto de ocurrir, aunque no tenía idea de qué, su instinto le decía que algo bueno saldría de la boca de Jimin y ojalá fuera así.

—. ¿A qué debo tu visita, Jimin?— preguntó finalmente, intentando sonar casual mientras cruzaba los brazos.

Jimin se giró para mirarlo, su mirada decidida aunque un poco nerviosa—. Quiero invitarte a cenar esta noche. Tú eliges: o vamos a un restaurante lujoso, o cocino algo para los dos—

La sorpresa en el rostro de Jungkook fue evidente, y Jimin contuvo la respiración esperando su respuesta. ¿Por qué sentía que estaba poniendo algo más que una simple invitación sobre la mesa? ¿Fue muy atrevido?

Jungkook aún no terminaba de procesar lo que acababa de escuchar. Aclaró su garganta, buscando confirmación—. ¿Q-qué?—

Jimin suspiró, algo incómodo, y se humedeció los labios antes de repetir, esta vez con un tono ligeramente inseguro.

—. Dije que quiero invitarte a cenar. Tú decides: ¿vamos a un restaurante o cocino para los dos?—

Jungkook parpadeó varias veces, como si las palabras tardaran en asentarse en su mente. Pero cuando finalmente lo hicieron, sintió que su corazón latía con una fuerza descomunal, como si fuera a salirse de su pecho. ¿Park Jimin estaba invitándolo a cenar? ¿Él, su jefe, lo estaba invitando personalmente?

Era imposible. O quizá no. Quizá los dioses finalmente estaban de su lado.

Una sonrisa emocionada se formó en los labios de Jungkook, y sin darse cuenta, acortó la distancia entre ellos. Sus ojos brillaban de manera tan genuina que hicieron tambalear la fachada de seguridad de Jimin.

—. ¿De verdad? ¿Lo dices en serio?— preguntó Jungkook, con un tono que mezclaba sorpresa y felicidad, como un niño al que acababan de prometerle su postre favorito.

Jimin se sintió ligeramente desconcertado por la repentina cercanía, pero al ver la emoción reflejada en los ojos de Jungkook, su nerviosismo comenzó a desvanecerse. Aclaró su garganta, intentando recuperar algo de compostura.

—. Sí, lo digo en serio— repitió, aunque su voz carecía de la dureza que intentaba transmitir—. Así que elige. No tengo toda la noche—

Jimin intentó sonar autoritario, pero fue un fracaso. Tener a Jungkook tan cerca hacía que su corazón latiera con un ritmo irregular, en serio su corazón era muy traicionero.

La emoción de Jungkook se intensificó, si es que eso era posible, y dio un paso más cerca, dejando ver una sonrisa radiante.

—. ¡Por supuesto que escojo probar tu comida!— exclamó con un entusiasmo casi infantil—. Es una oportunidad única que jamás dejaría pasar. A un restaurante puedo ir cualquier día, pero probar algo que haya cocinado Park Jimin... eso no se da todos los días—

Jimin parpadeó, claramente sorprendido. No era la respuesta que esperaba. Se quedó mirando a Jungkook, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Su respuesta… era completamente opuesta a lo que había oído de sus exnovios.

Siempre era lo mismo: “Prefiero el restaurante; tu comida puede esperar”. Pero ahora estaba escuchando todo lo contrario, y no solo eso, sino que Jungkook lo decía con una sinceridad desbordante.

Era como si las palabras que solían herirlo hubieran sido reemplazadas por un bálsamo inesperado. Una calidez extraña se extendió por su pecho, y por un momento, sintió que no sabía cómo reaccionar.

Jeon Jungkook lo estaba sorprendiendo una vez más.

—. Está bien entonces— dijo finalmente, mirando de reojo a Jungkook mientras intentaba mantener su expresión neutral—. Pero no te acostumbres—

Jungkook sonrió ampliamente, sabiendo que había algo más que una simple advertencia en esas palabras.

—. No me acostumbraré... a menos que tú quieras que lo haga— respondió con un guiño, permitiendose ser un poco coqueto.

Jimin rodó los ojos, aunque no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. Este hombre, definitivamente, tenía un talento especial para desarmarlo, además se estaba volviendo más atrevido.


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Jimin estaba terminando de acomodar los ingredientes en la cocina mientras Jungkook lo miraba desde el sofá. Jungkook, cómodo y relajado, no podía evitar sonreír mientras seguía con la mirada cada movimiento de su jefe, quien parecía más concentrado en no tropezar con nada que en lo que estaba cocinando, ver a Jimin en su cocina era tan magnífico, nunca imagino ni una sola vez de que Park Jimin cocinara para él, pero ahí estaba en su cocina preparándole algo.

—. ¿Estás seguro de que no necesitas ayuda?— preguntó Jungkook

Jimin bufó, girándose con un frasco de especias en la mano—. No necesito ayuda, lo tengo todo bajo control—

Despues de un par de minutos Jimin salió de la cocina con una bandeja en las manos, cuidadosamente equilibrando dos copas de vino y un platillo de aperitivos. Caminó hacia Jungkook, quien estaba sentado en el sofá, con su postura tranquila pero con los ojos atentos, siguiéndolo en todo momento.

—. Es solo vino y unos aperitivos, no necesitas vigilarme como si fuera a romperme— dijo Jimin con un tono ligero, tratando de ocultar el leve nerviosismo que siempre sentía cuando estaba demasiado cerca de Jungkook.

—. Lo siento— respondió Jungkook, sin apartar la mirada.

Jimin bufó con una leve sonrisa, pero justo cuando estaba a punto de llegar al sillón, su pie se enganchó en un pliegue de la alfombra. La acción fue tan rápida que no tuvo tiempo de reaccionar, y su equilibrio lo traicionó.

—. ¡Ah!— exclamó Jimin, mientras la bandeja se inclinaba peligrosamente.

Antes de que pudiera caer al suelo, Jungkook se movió velozmente. Con un movimiento firme, atrapó la bandeja con una mano y, con la otra, sostuvo a Jimin por la cintura, amortiguando su caída.

Jimin quedó encima de Jungkook, su rostro demasiado cerca del de él, ambos respirando con fuerza después del susto.

—. ¿Jimin? ¿Estás bien?— preguntó Jungkook, su voz baja pero cargada de preocupación. Sus manos seguían firmes en la cintura de Jimin, como si temiera que pudiera caerse de nuevo.

Jimin asintió lentamente, todavía procesando lo que acababa de pasar. Su mirada se encontró con la de Jungkook, y por un momento todo pareció detenerse. Los ojos oscuros del menor brillaban con algo que Jimin no podía descifrar del todo, pero que lo hacía sentir extrañamente protegido.

—. S-Sí, estoy bien...— murmuró Jimin, tratando de incorporarse.

Sin embargo, el movimiento lo desequilibró nuevamente, y esta vez quedó aún más cerca del pecho de Jungkook, quien sostuvo su espalda con delicadeza para evitar que se lastimara.

—. No te apresures, Jimin. Puedes lastimarte— dijo Jungkook suavemente, con su voz tan llena de calidez que hizo que Jimin sintiera un leve cosquilleo en el pecho.

Jungkook colocó la bandeja en la mesa con cuidado, pero su atención seguía fija en Jimin. Su mirada bajó rápidamente, recorriendo el cuerpo de su jefe, en busca de cualquier señal de que pudiera haberse lastimado. Sus manos, cálidas y firmes, se detuvieron en la cintura de Jimin, ajustando ligeramente su postura para asegurarse de que estuviera bien.

—. ¿Estás seguro de que no te hiciste daño, Jimin?— preguntó Jungkook en un tono bajo y preocupado, mientras sus ojos finalmente se alzaban para encontrarse con los de Jimin.

Sin embargo, lo que comenzó como una inspección preocupada se transformó en algo más profundo. Jungkook se quedó atrapado en la mirada de Jimin, sus ojos llenos de una mezcla de sorpresa, vulnerabilidad y algo que lo hacía ver irresistible. Fue entonces cuando notó el rubor que teñía las mejillas de Jimin, y sin darse cuenta, su atención bajó hasta esos labios suaves y regordetes que parecían invitarlo a acercarse.

El pelinegro pasó la lengua por sus propios labios, un movimiento instintivo mientras su animal interior rugía silenciosamente, exigiendo que acortara la distancia entre ambos. Jimin, por su parte, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El toque de Jungkook era cálido, como si lo estuviera sosteniendo con una delicadeza que nunca antes había experimentado, y cuando vio ese gesto del menor, no pudo evitar imitarlo, humedeciendo sus propios labios casi sin pensar.

Era como si un imán invisible los estuviera atrayendo. Jungkook inclinó su rostro ligeramente, reduciendo la distancia, y Jimin, perdido en el momento, hizo lo mismo. Sus respiraciones se mezclaron en el pequeño espacio que los separaba, creando una burbuja íntima que parecía apartar al resto del mundo.

Cuando los labios de Jungkook estaban a punto de rozar los de Jimin, un sonido fuerte rompió la tensión. La puerta principal se abrió de golpe, y una voz llena de frustración resonó en el apartamento.

—. ¡Jeon Jungkook! ¡¿Por qué demonios estás ignorando las llamadas de madre?!—

La voz quedó interrumpida abruptamente cuando el recién llegado, un hombre alto y de rasgos similares a los de Jungkook, se congeló en el umbral. Sus ojos se abrieron de par en par al ver a su hermano menor en una situación tan íntima, prácticamente acorralando a un hombre que él no conocía.

Jimin reaccionó como si hubiera recibido un balde de agua fría. Se apartó de Jungkook de inmediato, bajándose apresuradamente de su regazo mientras su rostro se encendía de un rojo intenso. Avergonzado y sin saber cómo manejar la situación, evitó mirar al intruso o a Jungkook.

Por su parte, Jungkook dejó escapar un gruñido bajo y frustrado. Cerró los ojos brevemente, tratando de calmarse, antes de mirar a su hermano con una mezcla de irritación y exasperación.

—. Hermano...— dijo con los dientes apretados—.  ¿Realmente tenías que venir justo ahora?—

El recién llegado levantó las manos en señal de disculpa, aunque su expresión estaba cargada de curiosidad y algo de diversión.

—. No sabía que interrumpía algo tan... personal— respondió con una ceja arqueada, aunque no pudo ocultar una pequeña sonrisa burlona—. ¿Quién es él?—

Jungkook lanzó un suspiro pesado y se levantó del sofá, colocándose en frente de Jimin para cubrir su cuerpo con el suyo, mientras Jimin seguía evitando la mirada de ambos.

—. Es mi jefe. Y tú... claramente no tienes sentido del tiempo—

Su hermano dejó escapar una risa baja, pero no insistió más, sabiendo que su hermano menor estaba al borde de perder la paciencia y eso no era bueno.

Mientras tanto, Jimin deseaba desaparecer. Su corazón seguía latiendo con fuerza, no solo por el momento interrumpido, sino porque todavía sentía el calor de la cercanía de Jungkook en cada fibra de su ser.

—. Hablemos, hermano. Puedes dejar a tu pequeño "jefe" solo por un momento— dijo Jeon Jung-Hyun con una sonrisa ladeada y mirada inquisitiva. Jungkook soltó un bufido, claramente irritado, y desvió la mirada hacia Jimin, quien seguía sentado en el sofá con el rostro completamente rojo, luciendo como si quisiera que la tierra se lo tragara. Jungkook apretó los labios, frustrado. Si no hubiera sido por la inoportuna llegada de su hermano, quizás en este momento estaría disfrutando del beso que había anhelado tanto.

—. Ya vuelvo, Jimin— murmuró Jungkook con voz suave mientras inclinaba su rostro y rozaba con ternura la mejilla de Jimin con los dedos. Ese simple gesto hizo que Jimin se estremeciera, el calor subiendo nuevamente a su rostro. Jung-Hyun observó la escena con una ceja arqueada, claramente entretenido.

Jungkook siguió a su hermano hacia otra habitación, dejando a Jimin solo en la sala. Tan pronto como los pasos de ambos se alejaron, Jimin dejó escapar un suspiro pesado y levantó las manos para cubrirse el rostro.

—. Por poco...— susurró para sí mismo, negando con la cabeza. Su corazón seguía latiendo descontrolado, y no podía dejar de pensar en lo cerca que había estado de besar a Jungkook.

Jimin se dejó caer contra el respaldo del sofá y cerró los ojos, tratando de calmarse. Pero cuanto más lo pensaba, más consciente se hacía de todo. ¿En qué estaba pensando? Él era su jefe. Y no solo eso, ahora el hermano de Jungkook seguramente tendría una pésima impresión de él. ¿Qué estará pensando de él? ¿Por qué casi beso a Jeon Jungkook?

Se llevó las manos al cabello, despeinándolo ligeramente mientras negaba repetidamente.

—. Me estoy volviendo loco... definitivamente loco— murmuró, sin poder sacarse de la cabeza la intensidad de la mirada de Jungkook y lo cerca que había estado de cruzar esa línea.

Mejor volvía a seguir preparando la cena para tratar de olvidar la vergüenza que sintió hace unos momentos. No sabía por que casi se deja besar de  Jungkook, pero eso no podía volver a pasar, debía de hacer nuevamente otra línea para no sobrepasarla, no podía, aunque algo dentro de él hubiera querido ser besado por Jungkook, aunque lo negara repetidas veces.

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