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12

Jungkook llegó a la oficina justo un minuto antes de las ocho, entrando con una precisión casi quirúrgica que lo salvó por poco de un regaño de Jimin. Después de todo, sabía que su jefe no toleraba ni el más mínimo retraso, aunque los eventos de esa mañana aún ocupaban su mente, haciéndolo sonreír sin darse cuenta. Claro, Jimin literalmente lo había echado de su cama, apresurándose al baño como si hubiera cometido algún crimen. Quizás el beso en el cuello había sido demasiado, pero... ¿Cómo podría haberse resistido? Había algo en Jimin que lo atraía de una manera que no podía explicar.

Sin embargo, la escena terminó de manera abrupta, y Jungkook había vuelto a su propio departamento para alistarse. Consideró ofrecerle llevarlo al trabajo, pero asumió que Jimin ya habría salido para entonces. Ahora, sentado en su escritorio, todavía recordaba la calidez de aquella mañana mientras observaba de reojo a Taehyung, quien lo miraba con una sonrisa demasiado evidente.

—. Por poco llegas tarde, Jungkook— Taehyung lo miró con un aire travieso—. Pero ya que estás aquí, ¿Por qué no vas tú primero a la oficina del jefe a mostrarle los informes?—

Jungkook arqueó una ceja, desconfiando de las intenciones de su amigo—. ¿Y por qué tendría que ir yo? Tú eres el encargado de planificar los anuncios, mientras que yo estoy con el proyecto de la nueva línea de comida instantánea—

Taehyung chasqueó la lengua con un gesto exagerado—. Porque tú, querido Jungkook, te has vuelto muy cercano al jefe últimamente. Yo no tengo ese privilegio— Su sonrisa se ensanchó con picardía—. Además, mejor que lo enfrentes tú primero. Todavía no estoy listo para escuchar los regaños de Park Jimin tan temprano—

Jungkook bufó, aunque sabía que Taehyung tenía un punto. Desde esa primera cita y los momentos que habían compartido después, había notado un ligero cambio en la actitud de Jimin hacia él. No era algo drástico, pero los pequeños gestos y miradas lo hacían sentir que estaba logrando acercarse, aunque no por eso creía estar exento de los estrictos estándares de su jefe.

—. Está bien, iré yo primero— Jungkook se levantó de su asiento, tomó los documentos necesarios y caminó hacia la oficina de Jimin, tratando de calmar los nervios que siempre lo invadían al enfrentarse a su jefe en un ambiente profesional.

Cuando llegó, golpeó suavemente la puerta y escuchó el familiar "adelante" desde el interior. Entró con pasos firmes, aunque no pudo evitar detenerse por un segundo al ver a Jimin levantar la mirada de sus papeles.

Para su sorpresa, los ojos de Jimin, normalmente fríos y calculadores, parecían mucho más suaves al encontrarse con los suyos. Esa leve diferencia, casi imperceptible, hizo que el corazón de Jungkook latiera más rápido. No era una sonrisa, ni un gesto evidente, pero para él era un claro avance.

—. Buenos días, señor Park— Jungkook hizo un esfuerzo por mantener su tono formal, aunque la calidez en la mirada de Jimin lo desarmaba un poco.

—. Buenos días, Jungkook— La voz de Jimin sonaba neutral, aunque con un ligero matiz que parecía menos severo de lo usual—. ¿Tienes algo que presentarme?—

Jungkook asintió rápidamente y se acercó al escritorio, extendiéndole los documentos. Por un segundo, mientras sus manos casi se rozaban al pasar los papeles, Jungkook sintió un leve estremecimiento que le recordó lo peligrosamente cerca que estaba de cruzar esa línea entre lo profesional y lo personal. Pero mientras Jimin revisaba los informes con concentración, no pudo evitar sonreír internamente. Tal vez, solo tal vez, estaba logrando abrir una pequeña grieta en los muros de su jefe.

Jimin revisaba los papeles con su característico enfoque crítico, analizando cada detalle con la minuciosidad que lo definía. Mientras tanto, Jungkook esperaba en silencio, con una mezcla de ansiedad y resignación. Sabía que algo estaría mal. Siempre lo estaba. En los tres años que llevaba trabajando bajo las órdenes de Jimin, había aprendido que su jefe encontraba hasta el más mínimo error y no dudaba en señalarlo.

Los segundos se alargaron, y Jungkook pudo notar cómo Jimin detuvo su lectura para mirarlo directamente. Esa mirada firme y analítica lo puso en alerta. Tragó grueso, preparándose para lo inevitable.

—. Mal— La voz de Jimin fue contundente mientras deslizaba el primer papel hacia el borde del escritorio, dejándolo caer al suelo.

Jungkook cerró los ojos por un momento. Aquí vamos de nuevo.

—. Mal— El segundo papel siguió el mismo destino. Jimin continuó uno por uno hasta llegar al cuarto.

—. Y mal— Su tono se endureció mientras cruzaba los brazos sobre el escritorio, mirando a Jungkook con severidad—. Llevas tres años trabajando aquí, Jeon Jungkook— Hizo una pausa, su voz baja pero cargada de autoridad, como una tormenta contenida.

Jungkook bajó la mirada al suelo, sintiendo el peso de las palabras que sabía que vendrían.

—. ¿Cómo es posible que todavía no seas capaz de planificar correctamente una estrategia para la nueva línea de comida instantánea?— La voz de Jimin era firme, pero no elevó el tono, lo cual, de alguna forma, lo hacía sentir peor—. Prometiste que este proyecto estaría impecable, pero lo que veo aquí es un trabajo descuidado, sin esfuerzo ni dedicación—

Jungkook apretó los puños suavemente a sus costados. No era descuidado, pero sabía que intentar explicarse solo empeoraría las cosas.

Jimin señaló los papeles en el suelo con un movimiento de su mano—. Quiero esos documentos corregidos, organizados y bien planificados para las doce en punto. No te irás a comer hasta que estén en mi escritorio y en el estado que espero de un empleado de esta empresa. ¿Entendido?—

Jungkook levantó la vista un poco, sorprendiéndose de que, aunque las palabras eran duras, Jimin no había gritado. Esa era una pequeña victoria... ¿O tal vez no? Tragó grueso antes de responder.

—. Sí, señor— Su voz era baja, pero firme, mientras recogía los papeles del suelo con cuidado.

Jimin lo observó mientras se levantaba y salía de la oficina. Por un segundo, sus ojos se suavizaron apenas, como si hubiera algo más que quisiera decir. Pero en lugar de hablar, simplemente suspiró y volvió a enfocarse en los documentos que tenía frente a él. Aquí no era el lugar perfecto para agradecerle por haberlo cuidado y consolado, debería de hacerlo más tarde, tal vez debería de invitarlo a comer.

Mientras caminaba de regreso a su escritorio, Jungkook no podía evitar sentirse frustrado. Siempre era igual con Jimin: duro, exigente, implacable. Pero en el fondo, esa actitud también lo motivaba a mejorar, a demostrarle que podía hacerlo. Algún día cambiarás esa mirada de decepción por una de orgullo, pensó Jungkook mientras se sentaba y comenzaba a trabajar nuevamente en los informes.

Taehyung lo observó con curiosidad mientras acomodaba los papeles en su escritorio—. ¿Te regañó muy feo? Aunque no escuché gritos esta vez, lo cual es raro tratándose del jefe—

Jungkook suspiró, cruzándose de brazos mientras asentía levemente—. Me regañó como siempre, pero esta vez no me gritó. Supongo que eso ya es un avance—

Taehyung levantó una ceja, incrédulo—. ¿No te gritó? ¿A ti? Entonces prepárame el funeral porque a mí seguro me va a caer con todo— dijo, dejando escapar un suspiro mientras recogía sus documentos. Jungkook lo miró con algo de lástima mientras su amigo se dirigía, con resignación, a la oficina de Jimin.

Pasaron las horas, y Jungkook apenas se movió de su escritorio. Había trabajado toda la mañana sin descanso, revisando y organizando los informes que Jimin había rechazado. Quería asegurarse de que todo estuviera perfecto esta vez. Al terminar, miró el reloj: las 12:30. Se le había pasado el tiempo.

Genial, ahora va a regañarme de nuevo... pensó con frustración, pero antes de levantarse tuvo una idea. Durante estos tres años había notado que Jimin casi nunca salía a almorzar. Era algo que siempre le preocupaba, aunque nunca se había atrevido a decirlo en voz alta. Sin embargo, después de todo lo que habían compartido en los últimas días, decidió que podía intentarlo.

Con esa idea en mente, fue a la cafetería del edificio y compró dos sándwiches y un café helado. Mientras regresaba, comenzó a dudar. ¿Y si se molesta? ¿Y si piensa que estoy invadiendo su espacio? Pero al final, el deseo de cuidar a Jimin pudo más que sus inseguridades.

Tocó la puerta de la oficina de Jimin y escuchó la firme voz de su jefe desde dentro—. Adelante—

Jungkook respiró hondo y abrió la puerta. Entró con los informes en una mano y la comida en la otra. Jimin, que estaba revisando unos documentos, levantó la mirada, fijándose brevemente en lo que Jungkook traía consigo.

—. Media hora tarde. Te pedí los papeles a las doce en punto, Jeon Jungkook— dijo con voz severa, aunque había un destello de curiosidad en sus ojos al notar los sándwiches y el café.

Jungkook tragó grueso y asintió—. Lo siento, señor, pero... quise traerle esto. Me preocupa que no coma nada en todo el día. Por favor, cuide su salud— dijo con sinceridad mientras le extendía la comida.

Jimin lo miró sorprendido, parpadeando como si no supiera qué decir. Estaba acostumbrado a que lo vieran como un jefe duro y exigente, no como alguien que inspirara preocupación o cuidado. La última persona que le había llevado algo de comer había sido Yoongi, y eso era ya una costumbre. Pero Jungkook... Jungkook siempre lo desconcertaba con sus acciones.

Con un leve movimiento, Jimin tomó el café primero, observándolo como si intentara descifrar alguna intención oculta.

—. No era necesario que hicieras esto— dijo al fin, aunque su tono ya no era tan severo.

—. Lo sé, pero quise hacerlo
— respondió Jungkook con una pequeña sonrisa, relajando un poco la tensión en sus hombros.

Jimin desvió la mirada hacia los informes que Jungkook había dejado en el escritorio, pero no sin antes colocar el café y los sándwiches a un lado.

—. Gracias... pero que esto no sea una excusa para entregar tarde los documentos la próxima vez. ¿Entendido?—

—. Sí, señor— respondió Jungkook con rapidez, su sonrisa ahora más amplia.

Cuando salió de la oficina, Jimin quedó mirando el café en su escritorio. Lo tomó y dio un pequeño sorbo. La mezcla era perfecta, justo como a él le gustaba. Soltó un suspiro apenas audible, llevando su atención al sándwich. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentir un poco de calidez, aunque la había estado sintiendo cada vez que estaba con Jungkook, eso de verdad era extraño.

Jeon Jungkook... realmente era diferente a lo que pensaba de él anteriormente. Así que cuando salieran del trabajo invitaría a Jungkook a comer algo o se podía ofrecer para cocinarle algo. Al pensar eso una pequeña sonrisa se formó en sus labios, pero al notar que había sonreído por si solo dejo de hacerlo regañandose mentalmente. Todavía se preguntaba como es que se había acercado tanto a su subordinado que le causaba tantos problemas, pero aunque ahora le gustaba que el destino los haya acercado un poco, y esperaba que Jungkook no fuera igual que sus demás exnovios, se decepcionaria si así fuera, aunque todavía no sabía por qué lo decepcionaria eso.





Hola, aquí con otro capítulo que espero que les guste.

Hasta ahora ¿Qué les está pareciendo?

Gracias por leer y darle una oportunidad a esta historia ☺️

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