10
Jimin se encontraba en su oficina, terminando el papeleo que había acumulado durante el día. Sus dedos se movían ágilmente sobre los documentos, pero su mirada se desvió hacia el reloj de pared. Las manecillas marcaban las diez de la noche. Una ligera mueca apareció en su rostro. Era común que se quedara hasta tarde, incluso hasta la medianoche, pero últimamente empezaba a preguntarse si valía la pena ese ritmo de vida ya que pronto cumpliría 30 años.
Desde aquella cita con Jeon Jungkook, algo en su perspectiva había cambiado. Antes, solo veía a Jungkook como un subordinado problemático: impuntual, desorganizado y una constante fuente de dolores de cabeza. Sin embargo, después de aquella noche en el lago, Jimin se había dado cuenta de que detrás de esa fachada despreocupada había alguien completamente distinto. Jungkook había demostrado ser amable, caballeroso y sorprendentemente considerado. Lo que más le impactó fue cómo se sintió en su compañía: en paz. Era una sensación que no experimentaba desde hacía mucho tiempo.
Sacudió ligeramente la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. No tenía sentido pensar en eso ahora, aunque una parte de él no podía evitarlo. La cita había sido memorable, más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Jimin dejó el bolígrafo sobre la mesa y giró la cabeza hacia la ventana. La lluvia caía con una fuerza implacable, golpeando el cristal con un ritmo constante. Hizo una mueca al darse cuenta de su mala suerte: no solo su auto estaba en el taller, sino que tampoco había traído un paraguas. ¿Cómo iba a llegar a casa bajo esa tormenta? Miró las calles inundadas por el agua, sabiendo que no sería fácil encontrar un taxi a esa hora y en esas condiciones. Suspiró, apoyando la barbilla en su mano mientras contemplaba la escena, ahora lo único que faltaba era que tronara o que cayeran relámpagos, ojalá que no pasara eso.
No parecía que la lluvia fuera a detenerse pronto. Una punzada de frustración se instaló en su pecho. Por un momento, se permitió imaginar que Jungkook podría aparecer mágicamente para salvarlo de esta situación. Pero rápidamente desechó la idea, negando con la cabeza.
—. ¿Desde cuándo pienso en él para estas cosas?— murmuró para sí mismo, sin poder evitar que una ligera sonrisa cruzara su rostro, ya lo estaba afectando que Jungkook lo ayudara tres veces.
Sin embargo, lo que Jimin no sabía era que, justo en ese momento, Jungkook estaba terminando de revisar unos archivos en su propio escritorio y había notado que las luces de la oficina de Jimin aún estaban encendidas. Jungkook suspiró profundamente mientras se recargaba en el respaldo de su silla. No era común que se quedara tan tarde en la oficina, pero había dejado que el trabajo se acumulara más de lo que debería. Ahora, con los documentos terminados, no podía evitar imaginarse la reacción de Jimin al recibirlos. Seguramente encontraría algún error, por más pequeño que fuera, y lo regañaría con ese tono frío que siempre usaba. A veces, Jungkook pensaba que lidiar con las responsabilidades de su familia como Myuin era más sencillo que sobrevivir a los estándares inalcanzables de Park Jimin.
Sin embargo, trató de ahuyentar esos pensamientos. Quejarse no cambiaría nada, y, después de todo, se había prometido a sí mismo esforzarse más en el trabajo, especialmente ahora que sentía que algo entre él y Jimin estaba comenzando a cambiar.
Se levantó de su silla, estirando su cuerpo adolorido después de tantas horas frente a la computadora. Mientras recogía los papeles que entregaría a primera hora, su mirada se deslizó hacia la oficina de Jimin. La luz seguía encendida.
Frunció el ceño, preocupado. ¿Por qué todavía estaba ahí? Recordó, sin querer, haber escuchado esa mañana que su jefe había llevado su auto al taller. La lluvia que golpeaba contra las ventanas no parecía dar tregua, y la idea de Jimin caminando bajo el aguacero o esperando inútilmente un taxi hizo que su instinto protector se activara.
Su parte humana dudó por un momento. ¿Y si lo consideraba una intromisión? Pero su parte Myuin, siempre impulsada por el instinto, prácticamente lo empujó hacia la puerta de su oficina.
—. Vamos, Jungkook, no es solo tu jefe— murmuró para sí mismo mientras salía al pasillo—. También es alguien a quien... quieres proteger— se animo así mismo
Sin pensarlo mucho más, se dirigió hacia la oficina de Jimin. Estaba decidido a ofrecerle un aventón, ya que de cualquier manera vivían en el mismo edificio. Más allá de eso, quería verlo llegar a casa a salvo, y quizás, solo quizás, aprovechar el camino para compartir un poco más de tiempo con él.
Jungkook se detuvo frente a la puerta de la oficina de Jimin, tomando una bocanada de aire para calmarse antes de tocar. Aunque llevaba años trabajando bajo sus órdenes, siempre había algo en la presencia de su jefe que lo ponía nervioso, y ahora, después de su cita en el lago, esos nervios solo habían aumentado. Sin embargo, no podía retractarse. Dio un par de golpecitos suaves en la puerta.
—. Adelante— dijo Jimin desde adentro, con su característico tono tranquilo pero autoritario.
Jungkook empujó la puerta y entró. Encontró a Jimin sentado detrás de su escritorio, rodeado de papeles y con su laptop abierta. Sus ojos estaban fijos en la pantalla, aunque al percibir la presencia de Jungkook, levantó la mirada, parece que lo hubiera llamado con la mente.
—. ¿Qué haces aquí a estas horas?— preguntó Jimin con curiosidad, dejando el bolígrafo que tenía en la mano.
—. Acabé el papeleo que necesitaba entregar mañana temprano y... bueno, noté que usted sigue aquí— respondió Jungkook, rascándose la nuca. Era difícil mantener la calma cuando esos ojos intensos lo analizaban con detalle—. Y también escuché que su auto está en el taller—
Jimin alzó una ceja, interesado en la dirección que estaba tomando esa conversación—. ¿Y?—
—. Quiero ofrecerme a llevarlo a casa— dijo Jungkook rápidamente, casi como si temiera que las palabras se atoran en su garganta si no las decía de inmediato—. Está lloviendo mucho, y no sería bueno que intentara caminar o esperar un taxi bajo esta tormenta—
Jimin lo observó con una mezcla de sorpresa y algo más que Jungkook no supo identificar. Su expresión cambió de la duda inicial a algo más relajado.
—. ¿Y qué ganas tú con esto, Jungkook?— preguntó con una ligera sonrisa, apoyando el mentón en su mano.
—. Nada— respondió Jungkook con sinceridad, sus ojos mostrando un brillo casi tímido—. Solo quiero asegurarme de que llegue a casa a salvo—
El corazón de Jimin latió más rápido por un instante. Había algo en la honestidad de Jungkook que lo desconcertaba, pero también lo hacía sentir cálido de una manera que no experimentaba a menudo.
—. Está bien, aceptaré tu oferta. Pero no me hagas arrepentirme— respondió mientras apagaba su computadora y recogía sus cosas.
Jungkook dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió ampliamente—. No se arrepentirá, lo prometo—
Pocos minutos después, ambos caminaban juntos por el pasillo hacia el estacionamiento. El sonido de la lluvia era constante, pero la presencia de Jungkook al lado de Jimin hacía que el frío de la noche fuera un poco más soportable.
—. ¿Siempre trabajas hasta tan tarde?— preguntó Jungkook mientras abría la puerta del coche para Jimin, replicando el gesto caballeroso que había hecho durante su cita.
Jimin dejó escapar una pequeña risa que hizo que Jungkook lo mirara embobado antes de reaccionar—. Es parte del trabajo. Aunque admito que a veces podría organizarme mejor—
Jungkook subió al asiento del conductor y encendió el auto. Mientras se alejaban del edificio—. Por favor no de esfuerce mucho, no me gustaría que eso perjudicara su salud— dijo Jungkook con voz preocupada mientras fijaba su mirada unos segundos en Jimin, eso sorprendió al pelicastaño ¿Jeon Jungkook se estaba preocupado por él? ¿Pero por qué? Enserió mientras más tiempo pasaba con Jungkook menos lo entendía. Jimin solo asintió y se quedaron en silencio, pero no en un silencio incomodo, por alguna razón Jimin no se sentía incómodo, al contrario se sentía demasiado cómodo para ser verdad.
Cuando llegaron al edificio donde vivían, la lluvia seguía cayendo con fuerza. Jungkook se bajó rápidamente y corrió hacia el lado del copiloto con un paraguas para cubrir a Jimin mientras ambos caminaban hacia la entrada.
—. Gracias por traerme a casa— dijo Jimin cuando llegaron al ascensor, sus ojos encontrándose con los de Jungkook por un momento más largo de lo normal—. Y por el paraguas—
Jungkook sonrió, aunque su corazón latía con fuerza por esa breve conexión visual—. Siempre estoy a su disposición, digo... a tu disposición, Jimin—
Jimin solo asintió, pero cuando las puertas del ascensor se cerraron, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en su rostro. Quizás, solo quizás, Jeon Jungkook no era tan molesto como había pensado al principio.
Después de unos segundos, ambos salieron del ascensor y caminaron por el pasillo en un silencio cómodo. El eco de sus pasos era el único sonido que rompía la tranquilidad de la noche. Cuando llegaron a sus departamentos, uno frente al otro, se detuvieron. Jimin giró hacia Jungkook, como si estuviera a punto de decir algo, pero justo en ese instante un relámpago iluminó el pasillo, seguido por un trueno ensordecedor que retumbó con fuerza.
El cuerpo de Jimin se tensó al instante, y antes de que Jungkook pudiera reaccionar, lo vio caer en cuclillas. Sus brazos se alzaron para cubrir su cabeza mientras temblaba visiblemente. Jungkook parpadeó, atónito por la escena, pero el sonido de un sollozo suave hizo que se agachara rápidamente junto a él, su preocupación aumentando con cada segundo.
—. Jimin, ¿Qué sucede?— preguntó Jungkook, su voz llena de alarma mientras intentaba captar su mirada.
Al inclinarse más cerca, notó cómo las lágrimas caían silenciosamente por las mejillas de Jimin, empapando su rostro. Jungkook sintió su corazón encogerse al verlo así. No había visto nunca a su jefe tan vulnerable, tan frágil. No lo pensó dos veces. Guiado por su impulso protector, se inclinó y lo envolvió en un abrazo firme pero lleno de cuidado, cubriendo su cuerpo tembloroso con el suyo.
—. Está bien, estoy aquí, estás a salvo— murmuró Jungkook con suavidad, sus palabras cargadas de calidez mientras lo sostenía con fuerza, tratando de transmitirle calma.
El cuerpo de Jimin seguía temblando, pero poco a poco su respiración, aunque entrecortada, empezó a estabilizarse. Se aferró inconscientemente a la camisa de Jungkook, como buscando un ancla en medio de la tormenta.
—. Lo siento... yo... no puedo evitarlo— susurró Jimin con la voz rota, sin levantar la cabeza.
—. No tienes que disculparte— dijo Jungkook sin dudarlo, acariciando suavemente su espalda—. Todos tenemos algo que nos asusta—
Jimin levantó un poco la cabeza, lo suficiente para encontrarse con los ojos oscuros y preocupados de Jungkook. Había sinceridad en su mirada, una calidez que no esperaba.
—. ¿No me ves ridículo?—preguntó Jimin, con un atisbo de vergüenza en su voz, le preguntaba eso ya que todos sus ex novios siempre lo habían llamado ridículo por temerle a un trueno o a un relámpago, pero como había dicho no podía controlarlo.
Jungkook negó rápidamente, su voz saliendo como un susurro lleno de ternura—. Nunca. Esto no te hace menos fuerte. Si acaso, demuestra que eres humano, Jimin—
Las palabras de Jungkook llegaron a lo más profundo de Jimin. Nadie lo había consolado así desde hacía mucho tiempo. En lugar de soltarlo, se permitió quedarse un poco más en ese abrazo, disfrutando de la seguridad que le proporcionaban los brazos de Jungkook. Por primera vez, se sintió comprendido y protegido, no recordaba la última vez que alguien lo había consolado, que no lo llamaba ridículo.
Después de unos minutos, el temblor en el cuerpo de Jimin cesó por completo. Jungkook lo ayudó a ponerse de pie, manteniéndose cerca por si lo necesitaba.
—. ¿Quieres que me quede contigo un rato?— ofreció Jungkook con delicadeza, sin querer presionarlo pero tampoco dispuesto a dejarlo solo si lo necesitaba.
Jimin dudó un momento, pero al final asintió con suavidad—. Sí... creo que me haría bien—
Jungkook sonrió con ternura y lo acompañó a su departamento, decidido a quedarse todo el tiempo necesario para asegurarse de que Jimin estuviera bien. No sabía por que Jimin le temia a los truenos pero si eso le daba miedo entonces estaría con él y lo protegería, lo abrazaría hasta que estuviera tranquilo, porque solamente quería ver a Park Jimin bien, eso era lo que quería.
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