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09

Jungkook estaba apoyado contra su auto en el estacionamiento, mirando de vez en cuando su reloj y luego hacia la entrada del edificio. Su corazón latía con fuerza, un contraste evidente con la calma que intentaba proyectar. Aunque tenía todo planeado y perfectamente organizado, no podía evitar sentirse nervioso. Había pasado días preparando esta cita, con la ayuda de sus amigos que, entre bromas y consejos, habían logrado plasmar sus ideas en algo tangible. Ahora solo quedaba esperar la reacción de Jimin.

Lo que más lo inquietaba no era el resultado de la cita en sí, sino lo que esta significaba para él. Había decidido llevar a Jimin a un lugar especial, uno que significaba mucho para él. Era un rincón escondido que había descubierto cuando llegó al mundo humano. Un lugar que había sido su refugio en los días en los que todo parecía extraño y abrumador. Ese lugar era suyo, un espacio íntimo, y ahora quería compartirlo con Jimin.

Sabía, sin embargo, que para Jimin esta cita no significaba lo mismo. Para su jefe, probablemente era solo una forma de saldar una deuda, un gesto para quedar a mano y seguir adelante. Pero para él era más. Era la primera oportunidad real que tenía para acercarse a él, para mostrarse como alguien más que el subordinado que siempre parecía causarle dolores de cabeza.

Se pasó una mano por el cabello, tratando de calmar los nervios. Sabía que era un riesgo, sabía que Jimin podía simplemente seguir viéndolo como alguien molesto o, en el peor de los casos, como una pérdida de tiempo. Pero aun así, estaba dispuesto a intentarlo. Él quería que Jimin lo conociera de verdad, no solo como el chico que lo sacaba de sus casillas en el trabajo, sino como un hombre, alguien en quien pudiera confiar, alguien de quien pudiera enamorarse...

Aunque no tenía grandes esperanzas. Era realista. La idea de que Park Jimin pudiera mirarlo de otra manera parecía lejana, casi imposible. Pero había algo que lo impulsaba, algo que lo hacía intentarlo aun sabiendo que las probabilidades no estaban de su lado. Después de todo, no todos los días los dioses le ofrecían una oportunidad como esta, y él no iba a desperdiciarla.

Respiró hondo cuando escuchó unos pasos acercándose. Alzó la vista y ahí estaba Jimin, impecable como siempre, aunque en su rostro había una mezcla de curiosidad y algo de impaciencia. Jungkook sonrió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba aún más.

—. ¿A dónde iremos?— preguntó Jimin con su habitual tono frío mientras llegaba a su lado, cruzando los brazos con gesto expectante.

Jungkook se giró hacia él, intentando ignorar el leve nerviosismo que le provocaba la mirada penetrante de su jefe. Aclaró su garganta y, en un gesto que parecía salido de otro tiempo, abrió la puerta del copiloto para que Jimin subiera.

El gesto hizo que Jimin levantara una ceja con evidente sorpresa. No recordaba la última vez que alguien le había abierto la puerta de un auto, si es que alguna vez había pasado. Ni siquiera sus exnovios se habían molestado en hacerlo; es más, en la mayoría de las ocasiones, era él quien conducía porque ellos ni siquiera tenían auto. Al pensarlo, una leve sensación de frustración cruzó su mente. ¿Por qué siempre terminaba con hombres que no podían ni sostenerse por sí mismos?

Aun así, decidió no comentar nada y se subió al auto sin rechistar, acomodándose mientras Jungkook cerraba la puerta con cuidado. Era extraño, pero ese pequeño gesto caballeroso, aunque inesperado, no se sentía mal.

Jungkook rodeó el auto rápidamente y se subió al asiento del conductor. Encendió el motor y giró la cabeza para mirarlo, ofreciéndole una de esas sonrisas que parecían iluminar su rostro entero.

—. Es un secreto. Lo descubrirá cuando lleguemos— respondió con un tono animado, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y algo de nerviosismo.

Jimin lo miró de reojo, escaneando cada una de sus expresiones, intentando descifrarlo. Había algo en Jungkook que no terminaba de comprender, algo que no encajaba con la imagen que había formado de él. No confiaba plenamente en él, después de todo, apenas conocía aspectos superficiales de su vida más allá del trabajo, pero tampoco sentía que estuviera en peligro. Por alguna razón, Jungkook emanaba una especie de aura reconfortante, una seguridad que hacía tiempo no experimentaba.

Mientras el auto arrancaba suavemente, Jimin se permitió mirar por la ventana, dejando que sus pensamientos vagaran. Tal vez esta cita no sería tan mala después de todo.

El viaje había sido más largo de lo que Jimin esperaba, y aunque no lo admitía, la curiosidad lo estaba carcomiendo. Habían dejado atrás el bullicio de la ciudad hacía ya un buen rato, adentrándose por caminos cada vez más estrechos y rodeados de árboles que parecían esconder secretos en cada esquina. Finalmente, Jungkook detuvo el auto en un pequeño claro.

—. Ya llegamos— anunció con una sonrisa mientras apagaba el motor.

Jimin salió del auto con cierta cautela, observando a su alrededor. No había más que oscuridad, pero una suave brisa fresca le hizo saber que estaban cerca del agua. Entonces lo vio.

Frente a ellos se desplegaba un lago tranquilo, cuyo espejo reflejaba las estrellas del cielo. A lo largo de la orilla, pequeñas luces titilaban entre los árboles: farolillos de papel, colgados con cuidado en cada rama como si formaran parte de un cuadro etéreo. La escena era tan irreal que Jimin se quedó en silencio por unos momentos, incapaz de ocultar su asombro.

—. ¿Qué es esto...?— preguntó finalmente, su voz más suave de lo habitual.

Jungkook, con una expresión orgullosa pero algo nerviosa, caminó hacia la parte más despejada de la orilla, donde una manta estaba extendida. Sobre ella descansaba un pequeño cesto de picnic y dos cojines.

—. Es un lugar que encontré hace años— dijo Jungkook, mirándolo de reojo mientras hablaba—. Siempre ha sido mi lugar especial, donde puedo pensar o simplemente estar en paz. Y hoy quiero compartirlo con usted—

Jimin lo siguió lentamente, todavía intentando procesar el nivel de detalle que Jungkook había puesto en todo. Se sentó en la manta, observando cómo su subordinado comenzaba a sacar recipientes cuidadosamente preparados.

—. ¿Cocinaste todo esto tú?— preguntó Jimin, levantando una ceja mientras veía cómo Jungkook destapaba platos que iban desde sushi casero hasta postres perfectamente decorados.

Jungkook se rascó la nuca, algo tímido—. Sí, quería asegurarme de que la comida estuviera a su altura. Espero que le guste—

Jimin tomó un bocado, y aunque intentó mantener su expresión neutral, no pudo evitar que una sonrisa ligera se formara en sus labios—. Está... sorprendentemente bueno. No esperaba que supieras cocinar así—

Jungkook rió suavemente y admiro la sonrisa en la cara de su jefe, era la primera vez que lo veía sonreír, se veía más hermoso de lo que era—. Hay muchas cosas que no sabe de mí, señor Park—

Jimin levantó una ceja y no lo negó, era verdad no sabía absolutamente nada de Jeon Jungkook, y ahora por alguna razón la curiosidad lo invadía.

—. Fuera del trabajo te permitiré llamarme Jimin, y yo también te llamaré Jungkook. ¿Qué te parece?— dijo con una pequeña sonrisa, una que él mismo no notó que había formado.

Jungkook parpadeó, sorprendido. ¿Había escuchado bien? Su jefe, el Park Jimin que mantenía siempre una barrera fría y profesional, estaba dándole permiso para llamarlo por su nombre.

—. ¿En serio?— preguntó casi incrédulo, antes de que su rostro se iluminara con una sonrisa tan grande que casi parecía que su alegría llenaba el aire—. Claro que sí, Jimin... Gracias por permitírmelo—

La sinceridad de su emoción tomó a Jimin por sorpresa. No entendía cómo algo tan simple podía alegrarle tanto. Solo era un nombre, nada extraordinario. Sin embargo, ver a Jungkook tan genuinamente feliz le provocó un extraño cosquilleo en el pecho que no supo cómo explicar.

—. Tengo una pregunta que hacerte— dijo Jimin mientras tomaba un trozo de sushi, disfrutando del delicioso sabor que explotaba en su boca—. Por cierto, fuera del trabajo háblame informalmente. Quiero que lo intentes—

Jungkook asintió rápidamente, aunque una ligera risa nerviosa se escapó de sus labios—. Será complicado... digo, no estoy acostumbrado a hablarle de forma casual, pero lo intentaré— Luego, con una sonrisa más tranquila añadió—. Y claro, pregunta lo que quieras—

Jimin dejó los palillos a un lado, girando ligeramente la cabeza para mirar el lago que brillaba con la tenue luz de los farolillos. Era un lugar mágico, único, y precisamente por eso no entendía por qué Jungkook lo había traído aquí.

—. Si este lugar es tan especial para ti, ¿Por qué decidiste traerme?— preguntó en un tono más serio, aunque no severo—. Después de todo, soy solo tu jefe, nada más. No logro entenderlo, Jungkook—

La pregunta pareció golpear a Jungkook como un ladrillo. Tragó grueso, sus ojos evitaban los de Jimin mientras buscaba las palabras adecuadas. La verdad era simple: había traído a Jimin porque lo amaba. Porque durante años había soñado con compartir su mundo con él, con mostrarle algo que fuera suyo y suyo solamente. Pero no podía decirle eso, no todavía.

Finalmente, Jungkook respiró hondo y se pasó la lengua por los labios, un hábito que delataba su nerviosismo.

—. Yo... No puedo decírtelo. No todavía— dijo con voz tensa, su mirada fija en el reflejo de las luces en el agua—. Pero te lo prometo, en el momento adecuado, cuando crea que has cambiado, lo sabrás—

Jimin entrecerró los ojos, su ceño fruncido en confusión. —. ¿Qué quieres decir con “cuando cambie”? ¿A qué te refieres?—

Jungkook finalmente lo miró a los ojos, su expresión cargada de una mezcla de duda y determinación—. Solo puedo decirte eso, Jimin. Te pido que me dejes conocerte... y que tú también me conozcas—

El silencio se instaló entre ellos. Jimin no sabía qué responder. ¿Qué quería decir Jungkook con "cuando cambies"? ¿Qué había que cambiar en él? Era desconcertante, y al mismo tiempo, algo en las palabras de Jungkook parecía resonar en su interior.

—. Eres un misterio, Jeon Jungkook— murmuró finalmente, tomando de nuevo los palillos para distraerse con la comida.

Jungkook sonrió levemente, sus ojos suavizándose al ver a Jimin volver a concentrarse en el sushi.

—. Tal vez... pero algún día, espero que resuelvas ese misterio—

Jimin no dijo nada más, pero no pudo evitar sentir que la noche recién comenzaba a revelarle cosas que ni él mismo sabía que necesitaba entender.

Cuando terminaron de comer, Jungkook se levantó y regresó con dos farolillos de papel.

—. Esto es parte de la tradición de este lugar... al menos para mí. Cada vez que vengo, escribo un deseo en un farolillo y lo dejo ir sobre el agua. Quiero que hagas lo mismo—

Jimin tomó el farolillo y el marcador que Jungkook le ofreció, mirando el papel blanco con cierta duda.

—. ¿Y qué desea alguien como tú, Jungkook?— preguntó mientras comenzaba a escribir.

Jungkook sonrió, pero no respondió. Solo se limitó a sostener su propio farolillo, en el que había escrito unas palabras que Jimin no alcanzó a leer.

Ambos caminaron hasta la orilla, donde el agua se movía suavemente, reflejando las luces de los farolillos colgados.

—. ¿Listo?— preguntó Jungkook, mirando a Jimin con una calidez que hizo que el pecho del mayor se sintiera inexplicablemente ligero.

Jimin asintió, y juntos soltaron los farolillos sobre el agua. Lentamente, las pequeñas luces comenzaron a flotar, uniéndose a otros que Jungkook había soltado previamente. El lago se llenó de un brillo dorado, como si las estrellas hubieran descendido para posarse sobre el agua.

El silencio que siguió no fue incómodo. Jimin miró el espectáculo frente a él, sintiendo una extraña paz que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. A su lado, Jungkook lo miró de reojo, una leve sonrisa en su rostro.

—. ¿Qué escribió en su farolillo?— preguntó Jungkook en voz baja, rompiendo el silencio.

Jimin tardó en responder, todavía perdido en el paisaje. Finalmente, giró la cabeza para mirarlo—. Eso es un secreto... igual que este lugar—

Jungkook rió suavemente, pero no insistió. En su propio farolillo, había escrito una simple frase: Volver a este lugar con Jimin, pero esta vez siendo su pareja.
Mientras que Jimin había escrito algo que en verdad deseaba: Quiero encontrar a la persona correcta, que me ame tal y como soy.

Y esperaban que sus deseos más profundos se cumplieran.


Hola, espero que les esté gustando esta nueva historia. Actualizaré cada día de por medio.

Espero que disfruten este capítulo, y espero que tengan un buen comienzo de semana.

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