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08

Jimin estaba en su departamento, sentado en el sillón junto a su mejor amigo, Min Yoongi. Entre sus manos sostenía la ropa que Jeon Jungkook le había prestado y que ya había lavado para devolvérsela, aunque la idea de enfrentarlo le incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir, le fastidiaba ver su rostro, esa era la verdad.

-. ¿Entonces fue Jeon Jungkook quien te prestó esa ropa?- dijo Yoongi con una mezcla de incredulidad y diversión, mientras lo miraba de reojo-. ¿El mismo que siempre te saca de tus casillas?-

Jimin asintió, dejando escapar un suspiro exasperado mientras se frotaba las sienes-. Sí, él mismo. Lo peor es que ya me ha ayudado tres veces... y ahora siento que le debo algo. Detesto esa sensación-

Yoongi arqueó una ceja, apoyando el codo en el respaldo del sillón mientras estudiaba la expresión de su amigo-. Bueno, no es tan complicado. Pregúntale qué quiere a cambio por toda esa ayuda. Aunque te soy sincero, si hubiera sido yo, le habría pedido que le diera una buena paliza a Kyung-Jae. Ese imbécil se la tenía bien merecida-

Jimin chasqueó la lengua y desvió la mirada hacia la ropa sobre sus piernas. Recordar a Kyung-Jae siempre le dejaba un mal sabor de boca, no tanto por el tipo en sí, sino por el patrón que parecía repetirse en todas sus relaciones.

-. Y si le pregunto... ¿Qué tal que resulta ser un psicópata lunático y me pide algo absurdo, como que me acueste con él?- respondió con sarcasmo, pero el trasfondo de su temor era real, no conocía a Jeon Jungkook para decir que era una buena persona y no pediría nada raro.

Yoongi soltó una carcajada, genuina pero con cierto deje de ironía-. Con tu suerte con los hombres, no me sorprendería. ¿Qué te puedo decir? Las probabilidades no están a tu favor, amigo-

Jimin bufó, cruzándose de piernas mientras lanzaba una mirada asesina hacia su mejor amigo, que simplemente se encogió de hombros con una sonrisa burlona-. No sé por qué tengo tan mala suerte. Siempre termino cayendo rendido por sus malditas caras bonitas y sus falsas promesas... pero al final resultan ser cualquier cosa menos lo que necesito. Es como si estuviera destinado a fracasar en el amor-

Yoongi lo miró en silencio durante unos segundos antes de suspirar-. Tal vez el problema no es que no haya alguien para ti, sino que siempre estás buscando en los lugares equivocados-

Jimin se quedó en silencio, dejando que las palabras de su amigo se asentaran. Aunque no lo quería admitir, había algo de verdad en lo que decía. Por mucho que quisiera culpar a los demás, tal vez era hora de analizar sus propias decisiones.

-. Tal vez el amor de tu vida este literalmente en tu círculo social o de trabajo y tú no te has dado cuenta- dijo Yoongi con una sonrisa

Jimin lo observó y paso su mano por su cabello, no tenía muchos amigos, su amigo más cercano era Yoongi y no podía decir que era muy sociable porque ni siquiera salía de su casa. Siempre se la ha pasado trabajando o estudiando para superar las expectativas de su abuelo, a veces salia a bares para conocer a algún chico guapo, tal vez por eso siempre encontraba los peores novios porque los encontraba en bares.

-. Pues ojalá que pueda encontrar a alguien que también me ame como yo soy capaz de amar- dijo Jimin con un suspiro

Yoongi lo observó y suspiro-. Avísame cuando lo encuentres, esta vez yo mismo lo evaluare para saber si es bueno para ti o no-

Jimin río y observó las ropas encima de sus piernas, debería de llevárselas ya a su subordinado, ya las tenía hace tres días con él, no quería que Jungkook pensará que se las había quedado para él.







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Jimin respiró hondo antes de tocar la puerta del apartamento vecino. Después de unos segundos, escuchó pasos acercándose. La puerta se abrió revelando a Jungkook con el cabello alborotado, aún algo adormilado. Su camiseta holgada estaba ligeramente torcida, y la imagen casual lo hizo parecer sorprendentemente relajado, aunque no menos atractivo.

-. Parece que vine en mal momento. Lo saqué de su sueño rejuvenecedor- comentó Jimin con una ceja levantada, su tono neutro, aunque ligeramente ácido.

Jungkook parpadeó varias veces para despejarse, y al darse cuenta de quién estaba frente a él, enderezó su postura de inmediato. Se llevó una mano a la nuca, algo nervioso, mientras intentaba recuperar la compostura.
-. Ah... No pasa nada. Dígame, ¿En qué puedo ayudarlo?- respondió con una leve sonrisa que, sin darse cuenta, lo hacía lucir aún más encantador.

Jimin lo miró por un momento, distraído por esa sonrisa despreocupada. No podía evitar pensar que, cuando Jungkook no estaba irritándolo en la oficina, tenía un aire sorprendentemente diferente, casi desarmante. Sacudió sus pensamientos y extendió la ropa que llevaba consigo.

-. Aquí está su ropa. Gracias por prestármela. Y ya que me ha ayudado tres veces, quiero saber qué quiere a cambio. No me gusta deberle nada a nadie- dijo, dejando claro con su tono frío que aquello no era una oferta abierta, sino una obligación que debía cumplirse.

Jungkook quedó congelado por unos segundos. ¿Había oído bien? ¿Park Jimin, su jefe, estaba dispuesto a darle algo a cambio? Por un momento, pensó que debía estar soñando, pero el peso de las prendas en sus manos le confirmó que era real. Una parte de él, más humana, quería decirle que no era necesario, que lo había ayudado porque quiso. Pero su lado animal despertó al instante, una parte de su naturaleza Myuin que lo empujaba a tomar riesgos, a aprovechar esta oportunidad para acercarse a Jimin.

Pero luego llegaron las dudas. ¿Y si pedía algo y Jimin pensaba que era un aprovechado? ¿Y si lo rechazaba y empezaba a verlo como alguien molesto o peligroso? Su mirada traicionó su batalla interna, algo que no pasó desapercibido para Jimin.

Jimin lo observó frunciendo el ceño ¿Enserió estaba pensando algo raro? Si así era entonces haría lo imposible para que lo echaran de la empresa, no quería un psicópata lunático en su equipo de planificación.

Jimin frunció aún más el ceño, claramente molesto por la falta de respuesta.
-. Si sigue pensando tan profundamente, voy a asumir que está ideando algo extraño- dijo con voz cortante, aunque había un rastro de irritación mezclado con curiosidad.

Jungkook reaccionó de inmediato, sacudiendo la cabeza con rapidez-. ¡No es lo que piensa!- aseguró mientras trataba de calmarse-. Solo... ¿Por qué no entra? Así podemos hablar más cómodamente.- Antes de que Jimin pudiera replicar, se hizo a un lado para dejarle pasar.

Jimin arqueó una ceja, dudando por unos segundos. Estar en el apartamento de Jungkook nuevamente no era algo que le entusiasmara, pero tampoco podía quedarse en el pasillo como si no tuviera educación. Con un suspiro resignado, cruzó el umbral, preguntándose por qué siempre pasaba algo para que los dos estuvieran juntos.

Jimin se sentó en el sillón, sus ojos cayendo automáticamente sobre los documentos esparcidos en la mesa frente a él. Al principio asumió que eran relacionados al trabajo, pero un detalle llamó su atención: una insignia dorada en forma de un león rugiendo adornaba uno de los papeles. La curiosidad lo invadió, pero antes de que pudiera observarlos con más detenimiento, Jungkook regresó, colocando apresuradamente la ropa sobre los documentos, ocultándolos de su vista. Luego, se sentó a su lado con evidente nerviosismo.

Jungkook parecía luchar internamente antes de hablar. Sus dedos tamborileaban sobre sus muslos, y su respiración era un poco irregular. Finalmente, levantó la vista, sus ojos oscilando entre la resolución y la duda.

-. Yo... bueno, en realidad no quisiera pedirle algo- comenzó, su voz insegura pero honesta-. Pero siendo completamente sincero... siento que, si no lo digo ahora, tal vez nunca tenga otra oportunidad. No quiero que piense que estoy tratando de aprovecharme de usted, aunque entiendo que puede parecerlo. Le juro que no es con mala intención...- dijo, sus palabras atropellándose unas con otras mientras intentaba explicar.

Jimin lo miró con el ceño ligeramente fruncido, su desconfianza creciendo con cada segundo que pasaba.
-. Hable claro, Jeon. ¿Qué es exactamente lo que quiere pedirme? Ya me estoy imaginando lo peor- Su tono era firme, aunque en el fondo no podía negar que estaba intrigado.

Jungkook bajó la mirada, frotando sus manos contra sus rodillas mientras reunía el valor necesario. Sus instintos Myuin, siempre impulsivos, lo empujaban a hablar de una vez. Finalmente, respiró hondo y levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Jimin.

-. Tenga... tenga una cita conmigo. Por favor- Las palabras salieron con rapidez, pero su voz fue lo suficientemente clara como para que Jimin no tuviera dudas de lo que había escuchado.

El silencio que siguió fue palpable, casi sofocante. Jimin parpadeó, completamente desconcertado. Lo último que había esperado escuchar era eso. ¿Una cita? ¿De verdad había dicho "una cita"? Por un momento pensó que tal vez Jungkook estaba bromeando, pero la expresión seria y nerviosa del pelinegro le confirmó lo contrario.

-. ¿Una cita?- repitió, como si necesitara decirlo en voz alta para procesarlo. Sus ojos se entrecerraron con desconfianza-. ¿Por qué quiere tener una cita conmigo?- preguntó, su tono más serio esta vez.

Jungkook bajó la mirada nuevamente, el nerviosismo acumulándose en cada fibra de su cuerpo. Sus instintos rugían, impulsándolo a ser sincero, aunque sabía que el riesgo era enorme.
-. Porque... quiero que me conozca de verdad. Y también quiero conocerlo a usted... más allá del trabajo- respondió con voz baja, pero honesta.

Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. Jungkook sabía que acababa de arriesgarse enormemente, pero también sabía que este era su momento. Había pasado demasiado tiempo guardándose sus sentimientos y esta era la oportunidad que había estado esperando, aunque lo aterraba la posibilidad de ser rechazado.

Jimin lo observó fijamente, su mente procesando las palabras de Jungkook. Algo en la sinceridad de su subordinado lo desarmó por un instante, aunque no lo dejó mostrar en su rostro.
-. Esto es inesperado, Jeon- murmuró finalmente, sin revelar aún su respuesta.

Jimin soltó un largo suspiro, su mirada fija en Jungkook mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Aunque dudaba, sabía que no podía ignorar lo que Jungkook había hecho por él. Finalmente, habló, pero esta vez su tono era más suave, casi como si estuviera dejando a un lado su habitual rigidez.

-. Si eso es lo que realmente quiere... lo haré. Me ayudó tres veces, después de todo- dijo, inclinando ligeramente la cabeza mientras lo observaba con una leve expresión de resignación.

Jungkook quedó en completo shock. ¿Lo había escuchado bien? ¿Park Jimin, el hombre que había ocupado sus pensamientos y su corazón durante los últimos tres años, acababa de aceptar salir con él? Por un momento, pensó que podría estar soñando, pero el brillo en los ojos de Jimin y sus palabras claras le confirmaron que era real.

Una sonrisa radiante iluminó el rostro de Jungkook, y sin poder contener su emoción, tomó las manos de Jimin entre las suyas de forma instintiva. Sus ojos brillaban con una felicidad pura, casi infantil.

-. ¡Gracias por aceptar! Le prometo que no se arrepentirá- dijo con un entusiasmo desbordante, su voz reflejando toda la alegría que sentía.

Jimin lo miró con sorpresa, no tanto por las palabras, sino por la repentina cercanía. Las manos de Jungkook, cálidas y firmes, sujetaban las suyas con tanta emoción que su corazón, traicionero como siempre, comenzó a latir más rápido. No estaba acostumbrado a gestos tan espontáneos ni a una energía tan genuina.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, Jungkook parpadeó rápidamente y soltó las manos de Jimin con torpeza, llevándose las propias hacia la nuca en un intento por disimular su vergüenza.

-. Lo siento, me emocioné más de lo que debería- admitió, su sonrisa ahora tímida mientras evitaba la mirada directa de Jimin.

Jimin, aunque aún algo desconcertado, se cruzó de brazos y arqueó una ceja.
-. Procure controlarse, Jeon. No quiero que piense que esto es algo más que un favor- dijo con su habitual tono frío, aunque la ligera curva en la comisura de sus labios traicionaba la dureza de sus palabras.

Jungkook asintió rápidamente, aún sonriente, como si nada pudiera apagar la emoción que sentía. Y, en el fondo, Jimin tampoco podía negar que había algo en esa sonrisa que lo hacía cuestionarse todo.

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