Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⛓ 34 ⛓

[ ⛓ ]

Estaba confundido.

Minnie el racional estaba avergonzado porque Yoongi acababa de suplicarme que volviera con él delante de un montón de gente en la fiesta de compromiso de Tae Hyung y JungKook, y todo el mundo me estaba mirando.

Minnie el loco estaba haciendo piruetas porque Yoongi acababa de suplicarme que volviera con él delante de un montón de gente en la fiesta de compromiso de Tae Hyung y JungKook, y a él no le importaba nada que todo el mundo me estuviera
mirando.

Obligué a mis pies a moverse para que me desplazaran por la pista de baile.

Las parejas se hicieron a un lado y abrieron un camino para que pudiera pasar.

Tae Hyung me iba a matar.

Estaba seguro.

Justo después de matar a Yoongi.

Éste estaba inmóvil, mirándome.

Le quité el micrófono y se lo devolví al sorprendido DJ.

— ¿Qué diablos crees que estás haciendo? —le pregunté.

Era evidente que Minnie el racional había decidido ser el primero en hacer uso de la palabra.

Él miró a su alrededor como si estuviera viendo a toda aquella gente por primera vez.

— Lo siento, pero no podía dejarte marchar. Aunque no debería haberlo
hecho así. Deja que te acompañe hasta el taxi.

Me tendió una mano que yo me negué a aceptar.

— Lo siento —se disculpó de nuevo, retirando lentamente la mano.

— Ahora estoy aquí. Será mejor que me digas lo que querías decirme.

— Hay una pequeña sala en...

— Señoras y señores —nos interrumpió el maldito DJ— ¡El padrino y dama de honor: Min Yoongi y Park Jimin!

Los invitados nos brindaron un educado aplauso al tiempo que empezaba a sonar una música de piano.

«¿Se supone que tenemos que bailar?»

— Oh, joder —se quejó Yoongi.

Tae Hyung estaba junto al DJ con una astuta sonrisilla en la cara.

«Sí, se suponía que debíamos bailar»

«Te odio», le dije en silencio.

Él me lanzó un beso.

Yoongi me ofreció el brazo.

— ¿Quieres bailar conmigo?

Yo posé la mano sobre su bíceps y él me acompañó hasta la pista de baile.

Estaba tenso.

La multitud empezó a murmurar de nuevo a nuestro alrededor.

Nos colocamos en medio de la pista y nos pusimos el uno frente al otro.

— No creo que la situación pueda ser más violenta y desastrosa —comentó él mientras yo colocaba una mano vacilante sobre su hombro.

— Todo es culpa tuya —repliqué, mientras me rodeaba la cintura con un brazo— Si me hubieras dejado marchar, no habría pasado nada de esto.

Su mirada me atravesó el alma.

— Lo he hecho todo mal, pero si te hubiera dejado marchar esta noche, no me lo habría perdonado nunca.

Minnie el loco quería que reconociera que me encantaba cómo lo había hecho, pero Minnie el racional quería hablar sobre otros temas.

— Si tan claro lo tenías, podrías haber intentado llamarme en algún momento del último mes.

— No estaba en el punto en el que necesitaba estar, Minnie.

Cada vez que me llamaba Minnie, mi corazón dejaba de latir un segundo.

— ¿Y ahora sí?

Resultaba extraño volver a estar entre sus brazos.

Extraño y sorprendentemente correcto.

Pero tenía preguntas, muchas preguntas que precisaban respuesta.

— No —admitió— pero me estoy acercando.

La canción continuó y empezamos a desplazarnos por la pista de baile. 

Otras parejas se unieron a nosotros.

— Fue un error pensar que podría hacer esto ésta noche.

Yoongi dejó de moverse y los dos nos quedamos quietos, el uno en brazos del otro.

— No tengo ningún motivo para pensar que aceptarías y comprenderé si no lo haces, pero —me miró a los ojos— ¿aceptarías quedar conmigo mañana por la tarde? ¿Para hablar? ¿Para que pueda explicarme?

Mi corazón se estremeció.

¿Yoongi quería quedar para hablar?

¿Para explicarse?

¿Y yo estaba preparado para eso?

— De acuerdo —dije.

Él sonrió.

Se le iluminó el semblante de alegría y emoción.

— ¿Lo harás? ¿De verdad?

— Sí.

— ¿Quieres que pase a recogerte? ¿O te sentirás más cómodo si nos encontramos en alguna parte? Lo que tú prefieras.

Sus palabras eran rápidas y aceleradas.

Yoongi quería hacer lo que a mí me resultara más tranquilizador.

Y ya sólo esa concesión me hizo sentir mejor.

Pero no estaba preparado para estar en un coche con él.

O para dejar que entrara en mi apartamento.

— ¿Quedamos en la cafetería de Gangnam Way? —pregunté.

Asintió; cada vez se adivinaba más emoción en sus ojos.

— Sí. ¿Mañana a la una?

— Está bien —contesté, mientras mi corazón amenazaba con estallar.

Entonces la canción se fue apagando hasta llegar al final.

— Gracias, Minnie —exclamó, acompañándome hacia fuera de la pista de baile— Gracias por el baile y por acceder a quedar conmigo mañana.

[ ⛓ ]

Cuando por fin llegué a casa aquella noche, había un paquete esperándome en la puerta.

Abrí la nota pegada al paquete y leí la elegante escritura:

Para Minnie,

Porque tenías razón sobre lo de las etiquetas.

Yoongi.

Desgarré el envoltorio, abrí la caja y me reí.

Estaba llena de etiquetas arrancadas de botes de conserva.

[ ⛓ ]

Yoongi fue el primero en llegar a la cafetería al día siguiente y cuando llegué yo me estaba esperando en una mesa de una esquina del fondo del local.

Se levantó al ver que me acercaba.

— Minnie —dijo, retirándome la silla— Gracias por venir. ¿Quieres tomar
algo?

— De nada, y no, no quiero tomar nada.

Ya estaba lo bastante nervioso.

Si bebía algo, lo más probable era que acabara vomitándolo.

Yoongi se sentó.

— En realidad no sé por dónde empezar.

Retorció la servilleta que tenía entre las manos.

— He imaginado esta conversación cientos de veces.

Me miró y sonrió.

— He llegado incluso a escribirla para no olvidarme de nada. Pero ahora... Me siento completamente perdido.

— ¿Por qué no empiezas por el principio? —dije.

Inspiró hondo y soltó la servilleta.

— Primero me quiero disculpar por haberme aprovechado de ti.

Yo arqueé una ceja.

— Yo sabía que tú nunca habías mantenido una relación como la nuestra y me aproveché de ti. Por ejemplo, con el tema de la palabra de seguridad.

» No te mentí cuando te dije que ninguno de mis sumisos había utilizado nunca su palabra de seguridad, pero lo cierto era que no quería que te marcharas. Pensé que si te convencía de que decirla suponía el fin de la relación, no me dejarías.

Se pasó las manos por el pelo.

— Pero me acabó explotando en la cara, ¿verdad?

— Fue culpa tuya.

— Sí que lo fue.

Su mirada se suavizó.

— Tú me entregaste tu confianza. Tu
sumisión. Tu amor. Y a cambio yo recogí tus regalos y te los tiré a la cara.

Lo miré fijamente.

Quería asegurarme de que entendía lo que le iba a decir.

— Yoongi, yo acepté todo lo que me diste físicamente. Habría podido con
todo lo que me hubieras querido dar físicamente, pero emocionalmente...

Negué con la cabeza.

— Me destrozaste.

— Ya lo sé —susurró.

— ¿Sabes cuánto me dolió? ¿Cómo me sentí cuando fingiste que aquella noche no significó nada?

Esbozó una mueca al oír mis palabras.

— Fue la noche más increíble de toda mi vida y al día siguiente tú te sientas a la mesa y me dices que fue una escena. Hubiera preferido que me clavaras un cuchillo en el corazón.

— Lo sé.

Le resbaló una lágrima por la mejilla.

— Lo siento. Lo siento mucho...

— Quiero saber por qué. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no podías limitarte a
decir que necesitabas tiempo para pensar, o que íbamos demasiado deprisa? Cualquier cosa hubiera sido mejor que lo que hiciste.

— Tenía miedo. Yo creía que cuando descubrieras...

Se quedó en silencio y clavó los ojos en la ventana que había detrás de mí.

— Cuando descubriera, ¿qué?

— Nuestra relación fue un castillo de naipes que yo mismo construí. Debería haber sabido que no tardaría mucho en venirse abajo.

¿De qué narices estaba hablando?

Inspiró hondo.

— Era miércoles. Hace casi ocho años. Yo estaba...

— ¿Qué tiene que ver con todo esto algo que ocurrió hace ocho años?

— Estoy intentando explicártelo —contestó— Yo había quedado con NamJoon para comer en el campus. Me citó en la biblioteca.

» Mientras esperaba, vi una mujer corriendo por la escalera. Tropezó y se cayó y luego miró a su alrededor para ver si alguien la había visto. Yo quise acercarme a ayudarla, pero tú te adelantaste.

— ¿Yo?

— Sí, eras tú —afirmó— La conocías y los dos se rieron mientras tú recogías sus libros. Había más gente cerca, pero tú fuiste la única persona que la ayudó.

Volvió a recoger la servilleta y empezó a retorcerla otra vez.

— Yo me aseguré de que no me veías y te seguí hasta la biblioteca. Allí descubrí que estabas en un grupo de lectura de Hamlet. Tú leías el personaje de Ofelia.

Oh, Dios mío.

— Me quedé a observar —continuó— Sentí unas ganas increíbles de ser tu
Hamlet. ¿Te estoy incomodando?

Yo negué con la cabeza.

— Continúa.

— Llegué tarde a mi cita con NamJoon —dijo— Él estaba enfadado y le dije que me había encontrado con alguien. Una mentira.

— ¿Por qué no te acercaste? ¿Por qué no te presentaste como habría hecho
cualquier persona normal?

— Porque por aquel entonces yo ya era un Dominante, Minnie, y pensé que serías un alumno demasiado joven e impresionable. En mi cabeza no encontré ninguna forma de conseguir que lo nuestro funcionara.

» No tenía ni idea de tus inclinaciones sumisas hasta que tu solicitud apareció en mi escritorio. Incluso aunque lo hubiera sabido, en aquel momento yo le acababa de entregar un collar a una sumisa, y cuando le pongo un collar a una, siempre soy monógamo.

— ¿Mis inclinaciones sumisas? —repetí.

Él se inclinó sobre la mesa.

— Tú eres sexualmente sumiso, Minnie. Tienes que saberlo. ¿Por qué crees que pasaste tres años sin practicar sexo antes de estar conmigo?

— Porque no había conocido a nadie que...

Enmudecí cuando me di cuenta de adónde quería llegar.

— Que te dominara como necesitabas —concluyó él.

Yo me removí en el asiento.

¿Estaría en lo cierto?

— No te avergüences —dijo— No hay ningún motivo para sentir vergüenza
de eso.

— No estoy avergonzado. Lo que pasa es que nunca lo había pensado de esa
forma.

— Claro que no. Por eso te enfadaste tanto cuando te sugerí otros dominantes.

— Te odié por decirme eso.

— Tenía mucho miedo de que aceptaras mi proposición. Busqué en mi mente e intenté encontrar a alguien que pudiera encajar contigo. Pero era incapaz de imaginarte con otro.

Parecía triste.

— Y sin embargo lo habría hecho si me lo hubieras pedido. Lo habría hecho por ti.

— ¿Cuando me sugeriste a otros dominantes estabas pensando en mí y en lo que yo necesitaba?

— Ya sabía que tú habías preguntado específicamente por mí, pero después de convertirte en un sumiso de verdad, sabía que necesitarías volver a hacerlo. Pero ya vi cómo reaccionaste; te pido perdón también por eso.

Se estaba disculpando mucho.

Me pregunté si lo estaría sintiendo de verdad.

Pero sólo tuve que mirarlo a los ojos para saber que sí.

Yoongi estaba sufriendo.

Y para ser sincero, yo también.

Aún no había conseguido superar el dolor.

El anhelo.

El deseo.

O el amor.

— JungKook no deja de repetirme que tú deberías haber hecho más, que
tendrías que haberte esforzado en romper mis defensas —me contó— pero él no conoce los detalles. No sabe lo que hice. Para él es muy fácil buscar un culpable.

» No entiende que no hay nada que tú hubieras podido hacer para hacerme cambiar de opinión aquella mañana. Nada habría cambiado lo que pasó. No te culpes.

— Te presioné —repliqué— No debería haber esperado tanto tan pronto.

— Quizá no, pero sí podías esperar más de lo que estaba dispuesto a darte. Yo te cerré la puerta por completo.

No podía discutirle eso.

— Pero hay más —añadió.

— ¿NamJoon? —pregunté.

— Hace ocho años, yo no te perseguí, pero tampoco podía dejarte escapar —dijo— Rondaba por la biblioteca con la esperanza de poder verte. Él sabía que le había echado el ojo a alguien, pero le dije que me estaba armando de valor para decidirme a hablar contigo.

— ¿Y te creyó?

— Probablemente no, pero él sabía que yo nunca haría nada inapropiado.

Estiró los brazos por encima de la mesa, pero luego retiró las manos sin esperar las mías.

— Y no lo hice, Minnie. Te lo prometo. Sólo te miraba cuando estabas en
la biblioteca. Nunca intenté averiguar nada sobre ti. Nunca te seguí.

— Excepto la mañana que te dejé —apunté, recordando el coche que vi
detrás del mío.

— Había nevado y tú estabas muy alterado —me explicó— Tenía que
asegurarme de que llegarías a salvo.

— Entonces, ¿cuando salvaste a mi madre del desahucio sabías quién era? ¿Sabías que era mi madre?

— Sí. Lo hice por ti. Sabía cómo te llamabas por la biblioteca. Y tu nombre estaba en los documentos del banco. Tú eras el dios que yo me moría por adorar. Mi sueño inalcanzable. La relación que jamás podría tener.

Recogió la servilleta que había abandonado.

— Cuando estábamos en Tampa, después de jugar al golf, NamJoon bromeó conmigo sobre el chico de la biblioteca de hacía tantos años. La cena de la noche anterior le hizo recordar. Le dije que eras tú y se enfadó.

Era así de sencillo.

Las cosas siempre eran sencillas cuando uno conocía la explicación.

— NamJoon me dijo que una relación como la nuestra debía basarse en la verdad y ser totalmente sincera —prosiguió Yoongi— Y yo no estaba siendo sincero: Te estaba ocultando que ya te conocía.

La historia estaba llegando a su fin. 

Podía notarlo.

— Él quería que te lo contara y yo accedí —dijo— Le pedí un plazo de tres semanas. Pensé que era tiempo suficiente para planificar cómo quería decírtelo y a él le pareció razonable.

— Pero no aguantamos tres semanas.

— No. Quiero pensar que si lo hubiéramos hecho, te lo habría dicho. Tenía toda la intención de hacerlo. Pero entonces estuvimos juntos aquella noche y tuve miedo de que pensaras que te había engañado o manipulado de alguna forma.

— Es posible.

— Nunca he sentido por nadie lo que siento por ti —confesó y me di cuenta de que hablaba en tiempo presente— Estaba asustado. Tenías razón en eso. Pensé que sería más fácil dejarte marchar, pero me equivocaba.

Mientras hablábamos, la cafetería se había quedado en silencio.

Los camareros nos miraban.

Aún no habíamos pedido nada.

— Ahora voy a terapia.

Sonrió.

— Dos veces por semana. Me resulta
extraño decirlo en voz alta. Estoy trabajando algunas cosas. Y tu nombre sale a menudo.

Estaba seguro de que sí.

— No te he dejado intervenir ni una sola vez —observó él— Pero no has
salido corriendo. Espero que algo de lo que he dicho tenga sentido para ti.

Acababa de admitir que me conocía desde hacía años, que me había estado observando de lejos.

Que tenía miedo de lo que sentía.

¿Eso disculpaba lo que había hecho? 

¿O lo que había dicho?

No, pero podía entenderlo.

Por lo menos en parte.

— Necesito pensar —le dije con sinceridad.

— Claro —contestó, levantándose al mismo tiempo que yo— Entiendo que
necesites pensar en todo esto. Es más de lo que puedo esperar.

Me tomó de las manos y me besó los nudillos.

— ¿Me llamarás esta semana? Quiero seguir hablando.

Me miró a los ojos como para evaluar mi reacción.

— Siempre que tú quieras, claro.

La sensación que me provocó el contacto de sus labios se me quedó grabada en la piel.

— Te llamaré —le aseguré— Te llamaré de todas formas.

[ ⛓ ]
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro