⛓ 33 ⛓
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Durante las semanas que siguieron a mi ruptura con Yoongi, ocurrieron varias cosas.
Lo primero fue que me levanté del sofá y me confeccioné mi propio plan de ejercicios.
Me había esforzado mucho para conseguir mi nuevo cuerpo y no lo quería echar a perder.
Lo segundo era que Tae Hyung y JungKook fijaron la fecha de la boda para el 1 de junio.
Me sentí aliviado:
Eso quería decir que aún me quedaba tiempo para prepararme.
Una boda en junio significaba que disponía de cuatro meses antes
de tener que ver a Yoongi.
Y yo sabía que estaría mucho mejor al cabo de cuatro meses.
Cuatro meses después, sería capaz de seguir a Tae Hyung hasta el altar con la cabeza bien alta e ignorar a ese bastardo.
Y eso se debía al tercer punto de la lista:
Tae me había pedido que fuera su
dama de honor, cosa que acepté encantado.
En mis momentos más filosóficos,
pensaba que quizá el propósito de mi relación con Yoongi hubiese sido unir a Tae Hyung y a JungKook.
En esos momentos filosóficos, sentía que todo había valido la pena sólo por ver a mi amigo tan feliz.
Él se merecía ser feliz.
Aunque esos momentos filosóficos pronto escasearon, en especial debido al acontecimiento número cuatro.
¿Y qué fue lo cuarto que ocurrió?
Que la revista People publicó mi nombre, aunque lo hizo en un artículo muy corto.
Estoy seguro de que mucha gente habría pasado por alto el compromiso entre JungKook y Tae Hyung si no lo hubieran anunciado inmediatamente después de la Super Bowl.
Pero todo pasó muy deprisa y allí estaba mi nombre, en la revista People:
«Éste es Park Jimin, el mejor amigo de Kim Tae Hyung; según algunas fuentes, mantiene una relación romántica con Min Yoongi, el primo de JungKook»
En fin.
Tenía que seguir adelante.
Y todo eso ocurrió antes del acontecimiento número cinco:
Suran decidió dar una fiesta de compromiso para Tae Hyung y JungKook en marzo.
Ello significaba que yo ya no disponía de cuatro meses para prepararme para ver a Yoongi.
Sólo tenía uno.
SeokJin me llamó poco después de que Tae Hyung le diera la noticia.
Yo me sentía un poco mal, pues le había ignorado después de romper con Yoongi.
— Hola, Jin hyung.
— ¡Minnie! Por fin. Tenía muchas ganas de hablar contigo.
— Lo siento —suspiré— Es que... No estaba preparado.
— Lo entiendo perfectamente —dijo, y sabía que era cierto— Quería saber
cómo estabas.
— Estoy genial.
Me senté en el sofá.
— Aunque me molesta un poco la
fiesta.
— Ha sido cosa de Suran —me explicó— Quería dar una gran fiesta para los
novios. Como la boda será tan íntima...
Tae Hyung y JungKook se iban a casar en junio, en la casa de campo de SeokJin y NamJoon.
Tanto ambos novios querían una boda íntima.
— No pasa nada —repuse— Lo soportaré.
— Está fatal —me explicó, cambiando de tema— Ya sé que probablemente
no te importe y no te culpo por ello, pero está destrozado. Habló con NamJoon y le pidió algunos nombres. Va a pedir ayuda.
— Eso está muy bien —dije— Porque necesita ayuda. También necesita que
alguien le dé una buena patada en las pelotas, pero eso no viene al caso.
SeokJin se rió.
— En eso estamos todos de acuerdo contigo. Y en cuanto nos lo pidas,
estaremos encantados de ayudarte.
— Ya te lo haré saber —respondí sonriendo.
Me sentí muy bien al hacerlo.
— Si no te importa que lo pregunte, ¿me puedes explicar por qué discutieron Yoongi y NamJoon cuando estábamos en Tampa?
Ya había dicho su nombre en voz alta.
SeokJin suspiró.
— NamJoon sigue sin querer contármelo. Dice que es Yoongi quien debe hacerlo.
Bajó la voz.
— Y, créeme, he intentado sonsacárselo de todas las formas posibles.
Me reí y eso también me sentó bien.
— Estoy seguro de que sí.
Entonces me di cuenta de lo mucho que añoraba sentirme bien:
Reír, sonreír.
— ¿Qué ha dicho Yoongi sobre nuestra ruptura?
¿Lo ves?
Me dije a mí mismo que cada vez sería más fácil.
— Que te fuiste. No nos creímos ni una sola palabra. Todos sabemos que nos está ocultando cosas. Tuvo que comportarse como un gran perro maldito hijo de puta para que te marcharas.
— ¿Perro maldito hijo de puta? —me reí— ¿Eso existe?
SeokJin también se rio.
— En el caso de Yoongi sí.
Luego seguimos hablando de otras cosas.
Todo parecía normal.
Y la normalidad me hacía sentir bien.
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El día de San Valentín, Tae Hyung se presentó con un anillo y discutimos.
— ¿No crees que JungKook y tú van demasiado rápido? —le pregunté, después de deshacerme en los «ouhs» y «aws» de rigor.
— Y eso lo dice la misma persona que...
— Venga sigue —le animé, preparándome para la pelea— Dilo de una vez.
— No.
Frunció los labios.
— Pero quieres hacerlo —lo provoqué para apremiarle— Tú sabes que
quieres hacerlo. Venga. Dilo. “Y esto lo dice la misma persona que dejó que Min Yoongi le jodiera como le dio la gana y luego volvió a casa llorando porque al final lo jodió demasiado”
— No me presiones.
— Suéltalo. Te sentirás mejor.
— Está bien.
Puso los brazos en jarras.
— ¿Y qué pensabas que iba a pasar?
¿Que se enamoraría de ti y todo saldría bien? ¿Que chasquearías los dedos y vendría arrastrándose como un perro? Si lo querías, si de verdad lo amabas, quizá deberías haberte quedado y, no sé, quizás —levantó las manos— haber hablado con él.
» Pero no, cuando las cosas no salieron como tú querías, a ti sólo se te ocurrió volver corriendo a casa. ¿Crees que Yoongi tiene problemas? Pues si, absolutamente todos tenemos problemas. Afróntalos, maldita sea. No te encierres aquí a llorar para hacernos sentir mal a todos.
— ¿Ya has acabado?
— Pues no. Ya sé que esta fiesta será dura para ti. No va a ser fácil para nadie. Tú eres mi dama de honor y Yoongi es el padrino...
— ¿Yoongi es el padrino?
— Sí. Y no va a ser fácil para ninguno de los implicados. JungKook dice que Yoongi no es ni la sombra del hombre que era. Que, desde que te fuiste, no hace más que beber hasta caer redondo. Suran...
— ¿Eso hace?
— Sí. Suran está muy preocupada y no deja de pedirle a JungKook que pospongamos la boda. Cree que si esperamos algunos meses, Yoongi y tú lo llevarán mejor. Pero al final Koo y yo la convencimos para que celebrara la fiesta de compromiso...
— ¿La convencieron ustedes?
— Sí, maldita sea. Y ya deja de interrumpirme.
— Perdona.
— JungKook y yo la convencimos para que la celebrara.
Se acercó un poco más a mí.
— Y tú vas a asistir, serás amable y hablarás con ese hombre, Minnie. ¿Me entiendes? Y le hablarás civilizadamente. No me importa que le digas que coma mierda y se muera, mientras lo hagas de una forma educada. ¿Y sabes por qué? Porque yo soy el novio y no pienso dejar que me estropees la boda.
Vaya, definitivamente ése era Kim Tae Hyung.
Pero pensé que tenía razón en algunas cosas.
— Di algo —dijo.
— Tienes razón —reconocí— Debería haberme quedado a hablar con él. Huí
como un cobarde. Supongo que pensé que intentaría detenerme.
— Por lo que me has dicho, él estaba manteniendo las distancias desde el
principio. ¿Nunca se te ocurrió pensar que estabas haciendo exactamente lo que él quería?
— Alguna vez.
Me apoyó las manos en los hombros.
— Ya sé que estás enfadado con ese hombre. Qué narices, hasta yo lo estoy. Y, según Kookie, NamJoon y SeokJin también. Pero si lo quieres, habla con él.
Me sacudió con suavidad.
— Y debes estar preparado para admitir que tú también cometiste errores.
— Eso es mucho pedir.
— ¿Él lo vale?
— Hubo un tiempo en que pensaba que sí —susurré.
— Pues sigue siendo el mismo hombre y eso significa que lo vale.
Me sequé una lágrima.
— Pero no se lo pongas demasiado fácil. Yoongi tiene que admitir sus
errores. Y, según tú opinión, los suyos fueron mucho peores.
Sonrió.
— Y tú y yo sabemos que ésa es la única opinión que importa.
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Los días anteriores a la fiesta se me hicieron tan largos y pasaron demasiado rápido al mismo tiempo.
Un día estaba mirando el calendario y agradeciendo poder disponer de dos
semanas antes de ver a Yoongi y al día siguiente ya sólo me quedaban dos horas para vestirme.
Me puse un traje plateado que encontré en las rebajas.
No era tan bonito como el que me ofreció SeokJin, pero se lo rechacé porque quería hacerlo todo yo solo.
A mi manera.
El día de la fiesta, Tae Hyung se fue con JungKook muy temprano.
Supuse que era normal, dado que él era el invitado de honor.
JungKook pasó por mi apartamento
cuando vino a recogerlo y me abrazó antes de que se marcharan.
Me agradaba mucho ese chico.
No dijo ni una sola palabra, pero sus acciones hablaban por sí mismas.
Nunca hablaba mucho sobre su primo.
Supongo que sabía lo mucho que me incomodaría eso.
Temblaba en el taxi que me llevó al Penthouse, el restaurante donde se iba a celebrar la fiesta.
Intenté recordar cuándo fue la última vez que me había puesto tan nervioso y fracasé estrepitosamente.
...Jamás.
Nunca había estado tan nervioso.
¿Llegaría antes él o yo?
¿Me hablaría él primero o sería yo quien daría el primer paso?
¿Qué aspecto tendría?
¿Habría cambiado durante aquel último mes?
¿Me miraría con los fríos ojos inexpresivos que recordaba o me dirigiría una mirada llena de arrepentimiento?
Mientras caminaba hacia la puerta del restaurante, me dije que sólo lo hacía por Tae Hyung.
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Cuando entré, SeokJin me estaba esperando dentro.
Al verme, me dio un largo abrazo.
— ¡Oh, Minnie! —se lamentó— No podemos volver a pasar tanto tiempo sin vernos. Prométemelo.
— Te lo prometo —contesté y en ese momento lo decía de corazón.
Él se secó los ojos.
— Aún no ha llegado.
— Me alegro. Necesito un minuto.
— Ven a saludar a Suran.
Ésta también se emocionó al verme.
— Minnie —dijo— Gracias por venir.
— No me lo perdería por nada —respondí, devolviéndole el gran abrazo que me dio.
Cuando conseguí recomponerme, paseé la vista por la sala.
Las paredes blancas parecían de color crema a la tenue luz de las velas.
Había un bufé de aperitivos pegado a la pared justo al lado del bar y el DJ estaba en un rincón, mezclando canciones.
También había una pista de baile y varias mesas rodeadas de sillas.
— Qué bonito —exclamé.
— No podía imaginar un sitio mejor para celebrar que Tae Hyung va a formar parte de nuestra familia.
Suran se rio con suavidad.
— JungKook está contando los días que faltan para que llegue junio.
— Él también.
La conversación bullía a nuestro alrededor, era un murmullo suave y
constante, como el delicado zumbido de las avispas.
El salón se fue llenando
lentamente y por algún motivo la presencia de toda aquella gente me resultaba reconfortante.
Mis ojos recorrieron la estancia y pocos segundos después aterrizaron en la persona que entraba por la puerta en ese momento.
Min Yoongi.
Tenía buen aspecto.
No me quedaba más remedio que reconocerlo.
Su pelo oscuro despeinado le daba ese aire de recién levantado que tanto me gustaba y el traje negro que había elegido se ajustaba perfectamente a su cuerpo.
Cuando entró, le dio la mano a varias personas, pero no parecía estar prestándoles mucha atención a ninguno de ellos.
Sus ojos estaban demasiado ocupados escaneando la multitud.
Cuando me vio, su sonrisa vaciló por un segundo.
Inspiró hondo y echó a andar hacia nosotros.
Suran se alejó con discreción.
Yo deseé tener una bebida, algo para mantener las manos ocupadas.
Entrelacé las manos y dejé colgar los brazos por delante de mi cuerpo.
Se me aceleró el corazón y el sudor me perló la frente.
Ya casi estaba a mi lado.
Me aparté un mechón de pelo de la cara.
A nuestro alrededor, la gente
conversaba animadamente, se reía y brindaba.
Y entonces se detuvo delante de mí con una mirada delicada y suplicante.
— Hola, Minnie —susurró.
Minnie.
— Yoongi —dije y me enorgullecí de que no me temblara la voz.
— Tienes buen aspecto.
Sus ojos no se apartaron de los míos ni un momento.
Me había olvidado de lo verdes que los tenía.
— Gracias.
Dio un paso adelante.
— Quería decirte...
— Pero, ¡si estás aquí! —exclamó una rubia, interrumpiéndonos.
Él volvió la cabeza hacia ella.
— Chae Rin, no es un buen momento.
¿Chae Rin?
Era guapa.
El vestido de color hueso que llevaba se ceñía a su cuerpo y resaltaba cada una de sus curvas.
Lucía un delicado collar de diamantes y sus mechones rizados se mecían sobre sus hombros.
Me guiñó un ojo.
¡¿Qué?!
— Tú debes de ser Minnie.
Me tendió la mano.
— Me alegro de conocerte por fin.
Le estreché la mano, desconcertado.
¿Qué estaba pasando?
¿Qué se proponía?
Pero más importante...
¿Qué me iba a decir Yoongi?
Lo miré y vi que la estaba fulminando con la mirada.
— Chae Rin, yo...
— ¡Min Yoongi!
Un hombre con sobrepeso y entradas muy pronunciadas se acercó y le dio una palmada en la espalda.
— Justo el hombre que estaba esperando. Ven conmigo. Tengo que presentarte a unas personas.
Él dejó que se lo llevaran, pero sus ojos siguieron observándome desde la otra punta del salón, incluso mientras estrechaba algunas manos y hablaba con unos y otros.
— Vaya —dijo Chae Rin— ha estado tan a punto.
— ¿Lo has hecho a propósito?
Me apoyó la mano en el hombro.
— Querido, lo que fuera a decirte Yoongi habría sido demasiado fácil. Si
quiere recuperarte, deja que luche por ti.
Me la quedé mirando con asombro.
— No soy una arpía vengativa —aseveró ella— soy perfectamente capaz de ver cuándo un hombre está enamorado.
Me estrechó el hombro.
Yo me reí mientras la miraba marcharse.
Lee Chae Rin estaba de mi parte.
Dos horas más tarde, me resultó evidente que Yoongi no iba a pelear por mí.
No nos volvimos a cruzar más en toda la noche y yo me dije que era lo mejor.
— Lo odio —confesó SeokJin, mientras observaba cómo él hablaba con un numeroso grupo de hombres— Lo odio. Lo odio. Lo odio.
— Jin hyung —le reprendí— Todo va bien. De momento todo va bien. No puedes esperar más que esto.
— No está bien. No ha ido bien. Y sí que puedo esperar más de esto.
Entonces empezó a sonar una canción lenta y JungKook se llevó a Tae Hyung a la pista de baile.
— Es por TaeTae —repuse— Todo es por Tae Hyung.
SeokJin se cruzó de brazos.
Yo lo abracé.
— Pero ya he tenido bastante por esta noche. Me voy a marchar. Nos vemos
pronto, ¿de acuerdo?
Él asintió.
Yo miré a mi alrededor por última vez.
Tae y JungKook giraban en la pista
de baile.
Suran estaba hablando con Chae Rin y con sus padres.
NamJoon se acercó a SeokJin y lo rodeó con el brazo, luego se inclinó hacia él y le susurró algo al oído.
No busqué a Yoongi.
Ya estaba a pocos pasos de la puerta principal, cuando la música cesó de
repente.
La conversación se apagó y oí cómo se acoplaba un micrófono.
— No me dejes, Minnie.
La voz de Yoongi resonó por todo el salón.
Me di media vuelta.
Él estaba en la plataforma del DJ, con el micrófono en la mano.
— Te dejé marchar una vez y casi me muero. Por favor... —me suplicó— Por favor, no me dejes.
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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