•°★「 Ꮯa̤̮℘ḭtʊʆꪮ 1 」★°•
[Narrador/a POV]
Era una hermosa mañana de primavera. El sol comenzaba a filtrarse a través de las ramas de los cerezos, iluminando el bosque con un resplandor cálido y suave. Purple caminaba con calma entre los altos árboles, disfrutando del aroma dulce y relajante que llenaba el aire. Su mirada se detuvo en una flor que colgaba delicadamente de una rama baja, con sus pétalos rosados ondeando con el suave viento. La acarició con cuidado, dejando que sus dedos rozaran su textura sedosa. Había algo en ese momento que le parecía mágico, un instante de paz que lo envolvía completamente.
Estaba esperando a alguien. A Green. Habían quedado de verse allí, como solían hacer, en ese lugar especial que ambos compartían. Purple no pudo evitar sonreír al recordar las conversaciones y risas que habían tenido entre esos mismos árboles.
De repente, sintió un movimiento detrás de él, pero antes de que pudiera darse la vuelta, unos brazos fuertes lo rodearon con calidez.
—¡Te atrapé! —exclamó Green con alegría, abrazándolo con fuerza mientras lo levantaba del suelo.
Purple dejó escapar una pequeña risa de sorpresa, pero no tuvo tiempo de decir nada antes de que Green comenzara a girar con él en el aire.
—¡Green! —rió Purple, intentando sonar serio, pero su risa lo traicionaba. — ¡Bájame antes de que me maree!
—¿Por qué? Si estás disfrutándolo tanto como yo —respondió Green con una sonrisa traviesa, mientras seguía girando.
Los pétalos de los cerezos caían suavemente a su alrededor, creando una escena casi de ensueño. Purple finalmente dejó caer la cabeza contra el hombro de Green, rindiéndose al momento.
—Está bien, está bien, ganaste… —dijo entre risas, con un tono fingidamente exasperado.
Green se detuvo poco a poco, bajándolo con cuidado pero sin soltarlo del todo. Lo miró con una gran sonrisa en el rostro, sus ojos brillando con esa energía que siempre lo caracterizaba.
—Lo sabía. Te encanta que te abrace, admítelo —bromeó Green, mientras aflojaba el abrazo pero aún mantenía sus manos sobre los hombros de Purple.
Purple lo miró con los ojos entrecerrados, intentando parecer serio, pero su sonrisa era evidente.
—Eres imposible, Green… —murmuró, aunque su voz tenía un toque de afecto que no pudo ocultar.
—Lo sé, pero así me quieres, ¿no? —respondió Green, guiñándole un ojo.
Purple negó con la cabeza, pero no pudo evitar reírse. Ambos se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro mientras los pétalos seguían cayendo alrededor de ellos.
Era un momento sencillo, pero para ambos, significaba todo.
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El viento soplaba suavemente, llevando consigo los pétalos de los cerezos como si fueran pequeñas mariposas danzando a su alrededor. Purple se apartó un poco de Green, aunque todavía podía sentir la calidez del abrazo en su piel. Lo miró con una sonrisa tranquila, sus ojos reflejando la paz que sentía en ese momento.
—Bueno, ya que te has divertido girándome como si fuera un muñeco, ¿qué te parece si caminamos un rato? —dijo Purple con un tono ligero, cruzándose de brazos mientras levantaba una ceja en señal de broma.
Green rió, rascándose la nuca con una expresión despreocupada.
—¿Un paseo, eh? No me suena mal. Aunque, si soy sincero, pensaba que te ibas a enojar por lo de hace un rato.
Purple negó con la cabeza, dejando escapar una pequeña risa.
—No tengo tiempo para enojarme contigo, Green. Además… —hizo una pausa y miró a su alrededor, observando cómo los árboles de cerezo parecían formar un túnel de flores sobre ellos. — Este lugar es demasiado hermoso para desperdiciarlo con regaños.
Green lo miró fijamente por un momento, sorprendido por la sinceridad en las palabras de Purple. Luego, sonrió ampliamente y asintió.
—Tienes razón. Es un lugar increíble. Aunque, honestamente, creo que tú lo haces ver aún más hermoso.
Purple sintió un ligero calor subir a sus mejillas, pero lo ocultó mirando hacia otro lado y fingiendo que no había oído el comentario.
—Ven, Green —dijo, cambiando rápidamente el tema mientras señalaba el camino frente a ellos. — Es hora de un paseo entre estas flores. No te quedes atrás.
Green alzó las manos en señal de rendición, siguiéndolo con pasos ligeros.
—A tus órdenes, líder del paseo —bromeó, aunque su voz tenía un toque suave, como si quisiera conservar la tranquilidad del momento.
Mientras caminaban, los dos se sumergieron en la belleza del bosque. Purple se detuvo en algunos momentos para señalar flores que le llamaban la atención, describiendo con entusiasmo sus colores y formas. Green lo escuchaba, fascinado, aunque más por la forma en que Purple hablaba que por las flores mismas.
—Sabes mucho sobre esto, ¿eh? —comentó Green mientras Purple señalaba una flor especialmente brillante.
—Solo un poco —respondió Purple modestamente. — Me gusta fijarme en los detalles, en las cosas pequeñas que otros pueden pasar por alto. Creo que hay belleza incluso en lo más simple.
Green asintió, cruzando los brazos detrás de su cabeza mientras caminaban.
—Sí, tienes razón. Y, sinceramente, creo que eso es algo que te hace especial, Purple. Ves el mundo de una manera diferente.
Purple se detuvo por un momento, sorprendido por el comentario. Miró a Green, quien simplemente lo observaba con una sonrisa sincera. Después de un instante, Purple decidió no responder, dejándose llevar por el momento.
Los dos continuaron su paseo, sus pasos sincronizándose con el suave crujido de las hojas bajo sus pies. El bosque parecía cobrar vida a su alrededor, con el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre los árboles.
Aunque ninguno lo decía en voz alta, ambos sabían que ese paseo era algo más que una simple caminata. Era un momento que quedaría grabado en sus memorias, un instante de conexión pura que, aunque no necesitaba palabras, lo decía todo.
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Purple se dejó caer suavemente sobre el pasto verde, admirando cómo los pétalos de los cerezos caían lentamente alrededor de ellos. Cerró los ojos por un momento, dejando que la brisa acariciara su rostro. A pocos pasos de él, Green se dejó caer con más confianza, acostándose sobre el suelo con las manos tras su cabeza, mirando el cielo entre las ramas de los árboles.
—Este lugar es perfecto —murmuró Green, con una sonrisa tranquila. —Aunque, para ser sincero, no suelo fijarme mucho en cosas como estas. Supongo que a veces simplemente necesito que alguien me saque de mi rutina.
Purple giró la cabeza hacia él, apoyando el peso de su cuerpo sobre una mano. Lo observó por un momento, notando lo relajado que parecía, casi como si el bosque mismo lo hubiera desconectado de todo lo demás.
—¿Y quién es ese "alguien"? —preguntó Purple con un tono casual, pero con una pequeña sonrisa juguetona en sus labios.
Green rió bajo.
—Oh, tú lo conoces —respondió, girando un poco la cabeza para mirarlo. — Un tipo tranquilo, a veces un poco serio. Tiene una obsesión extraña por las flores, pero no lo culpo. Es alguien que me hace pensar que hay más en la vida que solo estar ocupado con tonterías.
Purple no pudo evitar sonrojarse ligeramente, aunque fingió no darle importancia y apartó la mirada hacia las flores cercanas.
—Suena como alguien interesante —dijo con calma, arrancando una pequeña flor y girándola entre sus dedos.
—Sí, lo es. —Green volvió a mirar el cielo, suspirando con satisfacción. — Aunque a veces pienso que no se da cuenta de lo importante que es para mí.
Purple dejó caer la flor que sostenía, sus dedos deteniéndose en el aire por un momento. Volvió a girarse hacia Green, frunciendo ligeramente el ceño.
—¿Eso crees? —preguntó en voz baja, estudiando la expresión de Green, que todavía miraba al cielo con una sonrisa serena.
Green no respondió de inmediato. En cambio, cerró los ojos y se quedó en silencio por unos segundos, como si estuviera buscando las palabras correctas.
—Sí, lo creo —dijo finalmente, con un tono más suave. — Pero supongo que no importa, ¿no? Lo importante es que esté aquí, conmigo, ahora mismo. Eso es suficiente para mí.
Purple sintió un peso en su pecho, como si esas palabras hubieran tocado algo profundo dentro de él. Miró a Green por unos momentos más, tratando de descifrar lo que realmente estaba pensando.
—Green... —empezó a decir, pero luego se detuvo. Bajó la mirada hacia el pasto, inseguro de cómo continuar.
Green abrió un ojo y lo miró de reojo, levantando una ceja.
—¿Qué pasa, Purple? ¿Estás bien?
Purple asintió rápidamente, forzando una pequeña sonrisa.
—Sí, estoy bien. Solo... pensé que era una buena idea recordarte que no estás solo. Siempre tienes a alguien que te respalda, incluso cuando no lo esperas.
Green se sentó lentamente, mirándolo directamente a los ojos. Su sonrisa era más cálida esta vez, menos despreocupada y más genuina.
—Gracias, Purple. Eso significa mucho para mí.
Se quedaron en silencio después de eso, disfrutando del momento. Green volvió a recostarse, mientras Purple permanecía sentado, observando cómo los pétalos seguían cayendo como una lluvia rosada. Aunque ninguno lo dijo, ambos sabían que aquel instante en el bosque tenía un significado especial, algo que no se podía expresar con palabras.
—Entonces —dijo finalmente Green, rompiendo el silencio con una sonrisa traviesa —, ¿vamos a quedarnos aquí todo el día o vamos a buscar más flores?
Purple rió, sacudiendo la cabeza con diversión.
—Levántate, perezoso. Hay más que ver en este bosque.
Green se puso de pie de un salto, sacudiéndose la hierba de la ropa.
—A tus órdenes, líder de la expedición floral —bromeó, ofreciéndole la mano a Purple para ayudarlo a levantarse.
Purple aceptó, y juntos continuaron su paseo, rodeados por el suave susurro de los árboles y el canto distante de los pájaros.
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Mientras caminaban entre los cerezos, Purple y Green llegaron a un claro donde había un pequeño puesto de helados. Era inesperado, pero el lugar tenía un encanto único: el puestito estaba decorado con luces de colores y rodeado de macetas con flores pequeñas que parecían parte del bosque.
Green se detuvo en seco al verlo, con una sonrisa emocionada.
—¡Wow! ¿Helados aquí? Esto es increíble —dijo, dando un pequeño salto y girándose hacia Purple—. ¿Quieres uno? ¡Invito!
Purple, que estaba un poco sorprendido de encontrar algo tan moderno en medio del bosque, sonrió con timidez.
—¿Seguro? No tienes que hacerlo...
—¡Claro que sí! —Green lo interrumpió, moviendo la mano en un gesto despreocupado—. Además, ¿cómo vamos a tener un paseo épico sin un par de helados?
Purple no pudo evitar reír suavemente mientras Green corría hacia el puesto. Una figura stickfigure que atendía detrás del mostrador les saludó con una sonrisa amigable.
—Bienvenidos, ¿qué van a llevar? —preguntó el vendedor, señalando los sabores en un cartel improvisado.
Green se inclinó para mirar de cerca los sabores. Había de cereza, vainilla, limón y uno que simplemente decía "sorpresa".
—Hmm, difícil decisión —murmuró, llevándose una mano al mentón como si estuviera resolviendo un misterio importante. Luego miró a Purple—. ¿Qué te parece? ¿Qué sabor quieres?
Purple se acercó y echó un vistazo al menú.
—Creo que... limón. Suena refrescante.
Green asintió, señalando al vendedor.
—Uno de limón para él y... ¡yo tomaré el de sorpresa!
El vendedor les preparó los helados rápidamente, y Green pagó con algunas monedas que tenía guardadas. Le entregó el helado de limón a Purple con una sonrisa amplia.
—Aquí tienes, el mejor helado del bosque, cortesía de tu amigo favorito.
Purple tomó el helado, sorprendido por lo genuino que se veía Green.
—Gracias, Green. Realmente no tenías que hacerlo.
—Por favor, Purple —dijo Green, dándole una lamida a su propio helado—. No soy del tipo que deja pasar la oportunidad de hacer un paseo más especial.
Se sentaron juntos en un tronco cercano, disfrutando de sus helados mientras el viento movía los pétalos de los cerezos a su alrededor.
—¿Y bien? —preguntó Green después de un momento—. ¿Qué tal el helado?
Purple probó una cucharada, saboreando el refrescante sabor a limón.
—Está perfecto —respondió con una leve sonrisa. Luego, miró de reojo a Green, curioso—. ¿Y el tuyo? ¿Qué sabe la "sorpresa"?
Green lamió de nuevo su helado y frunció el ceño ligeramente.
—Creo que es... ¿mango? ¿O tal vez durazno? No estoy seguro, pero está genial.
Ambos rieron por la confusión de Green, y el momento se sintió ligero, como si nada más importara.
Mientras terminaban sus helados, Green miró a Purple de reojo.
—¿Sabes? —dijo Green, rompiendo el silencio—. Momentos como este me hacen pensar en lo simple que es ser feliz. Nada de drama, solo helados, flores y... bueno, tú.
Purple se sonrojó ligeramente, mirando hacia otro lado para ocultarlo.
—Sí, es un buen día —respondió en voz baja, intentando mantener la calma.
Green no dijo nada más, pero su sonrisa se mantuvo, tranquila y satisfecha. El día continuó entre risas y conversaciones mientras el bosque parecía abrazarlos con su belleza.
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Mientras caminaban entre los árboles de cerezo, Purple miraba de reojo a Green, que seguía hablando animadamente sobre cualquier cosa que le venía a la mente. Era un torbellino de energía, y Purple no podía evitar sentir cómo su corazón latía más rápido con cada sonrisa que Green le dedicaba.
Purple había intentado negar lo que sentía durante semanas, quizás meses. Sin embargo, cada vez que Green estaba cerca, su mundo parecía llenarse de colores más vivos, y los problemas que alguna vez lo agobiaron desaparecían, como si no existieran.
"¿Por qué tiene que ser tan especial?", pensó Purple mientras desviaba la mirada hacia el suelo, con las manos metidas en los bolsillos.
Sabía que estaba enamorado de Green. No era algo que pudiera ocultar, ni siquiera de sí mismo. Desde que se habían vuelto tan cercanos, la conexión que sentía con él iba más allá de la amistad. Pero había un pequeño problema que lo mantenía callado: no sabía si Green sentía lo mismo.
—¿Purple? —La voz de Green lo sacó de sus pensamientos—. ¿Estás bien? Pareces algo distraído.
Purple levantó la mirada rápidamente y forzó una sonrisa.
—Sí, sí. Solo estaba pensando en... en lo bonito que está el bosque hoy.
Green lo miró fijamente por un momento, como si intentara leer entre líneas, pero luego soltó una risa ligera.
—Sí, es hermoso, ¿verdad? Aunque no tan hermoso como tú.
Purple sintió cómo el calor subía a su rostro, y por un instante, pensó que tal vez había una oportunidad. Quizás Green también sentía algo, quizás...
Pero lo que Purple no sabía era que el corazón de Green ya le pertenecía a otra persona.
Green continuó caminando con esa sonrisa despreocupada, sin notar el conflicto interno de Purple. En el fondo, había alguien más que ocupaba su mente, alguien a quien no podía sacar de su corazón, por más que lo intentara.
Purple, ajeno a esta verdad, decidió mantener sus sentimientos ocultos por un tiempo más. "Algún día se lo diré", pensó mientras lo seguía, con la esperanza de que el momento perfecto llegara.
Pero esa esperanza, aunque genuina, estaba destinada a enfrentarse a la realidad.
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El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados y púrpuras mientras el sol descendía lentamente en el horizonte. Green miró hacia el cielo y luego a Purple, quien seguía caminando a su lado, absorto en sus pensamientos.
—Se está haciendo tarde —dijo Green con suavidad, rompiendo el silencio—. Mejor te llevo a casa antes de que se haga de noche.
Purple lo miró y asintió, aunque por dentro deseaba que el día nunca terminara. Caminaban juntos, en un cómodo silencio, mientras los cerezos quedaban atrás y se adentraban en un sendero que llevaba al hogar de Purple.
Al llegar, la pequeña casa de Purple se veía cálida y acogedora, con luces suaves iluminando el porche. En la puerta, Orange Mango, el padre de Purple, los esperaba con una sonrisa amable, como si supiera exactamente lo que estaba pasando en la mente de su hijo.
—¡Ah, Green! —saludó Orange con entusiasmo—. Gracias por traerlo de vuelta.
—No hay problema, señor Mango —respondió Green con una sonrisa. Luego miró a Purple y le dio un pequeño golpecito en el hombro—. Me alegra haber pasado el día contigo. Fue divertido.
Purple, todavía sintiendo el calor del día en su pecho, le devolvió la sonrisa.
—Sí, yo también me divertí mucho. Gracias, Green.
Se despidieron, y Green comenzó a alejarse, agitando la mano. Purple lo observó hasta que desapareció por el sendero, su corazón latiendo rápidamente. Entró en la casa, aún con una sonrisa tonta en su rostro.
Orange Mango, que había estado observándolo, cerró la puerta detrás de él y se cruzó de brazos.
—Te ves feliz, hijo.
Purple lo miró sorprendido, y luego desvió la mirada, sonrojado.
—¿De qué hablas, papá?
Orange soltó una carcajada y le dio una palmada en el hombro.
—Ah, hijo, no necesitas decírmelo. Lo veo en tus ojos. Lo único que espero es que hagas las cosas con calma y sin apresurarte.
Purple asintió lentamente, sintiendo que su padre entendía mucho más de lo que él estaba dispuesto a admitir.
—Gracias, papá.
Orange lo abrazó brevemente antes de dejarlo solo en la sala. Purple se dejó caer en el sofá, todavía pensando en Green y en el día que habían pasado juntos.
Mientras tanto, Green, caminando de regreso a su casa bajo el cielo estrellado, no podía evitar pensar en lo feliz que se veía Purple ese día. Pero en el fondo, sabía que había algo que no podía ignorar: la verdad sobre su propio corazón.
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[Continuará...♡]
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