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Prólogo: Hermano de Rosé

Estoy en una relación con Park Rosé. Muchos insisten en que admita eso. Muchos creen en ello.

— Vi a Jungkook y Rosé tomados de la mano en el centro, parecían tan cariñosos, lo juro — decían en los pasillos.

— Sé que ellos se escapan juntos cuando nadie los ve, mi amiga me lo contó — escuchaba en clase.

— Están en una relación, lo entiendes, solo no quieren que nadie lo sepa — murmuraban mientras pasaban a mi lado.

— Cuando lo confirmen, nos haremos los sorprendidos — susurraban entre risas en el campus.

«No entiendo», pensaba frustrado.

La creadora de pensamientos lascivos en todos aquellos que la conocen, la belleza que deslumbra con solo una mirada, esa persona que derrite a cualquiera con una sola sonrisa y esa chica que los hombres adoran, está conmigo.

, a veces, solo a veces, me divierte cuando se acercan a preguntarme sobre nuestra relación y comentan lo tiernos que nos vemos juntos. Pero esa diversión se desvanece tan rápido como llega, ya que solo puedo pensar en la confianza que tienen al hacerme gestos insinuantes o sonreírme como si conocieran un valioso secreto mío, y eso... me resulta exasperante.

A pesar de que Rosé y yo nunca hemos cruzado palabra y apenas nos miramos, son los simples roces, los saludos casuales, las miradas fugaces o los encuentros inesperados los que alimentan ese ridículo rumor. Todo el mundo parece pensar que hemos estado saliendo, tal vez porque ella es parte del grupo de animadoras en la universidad y yo el típico ex jugador de fútbol americano con apariencia de modelo.

«El cliché de los populares enamorados parece ser algo que atrae bastante a la audiencia»

Es una estrella, no hay duda al respecto. La mejor en su clase y la reina del baile de graduación. El mundo la ve como la mujer de sus sueños y la persona con la que un hombre fuerte y habilidoso como yo -aunque eso moleste a muchos-, debería estar. Sin embargo, yo inclino la cabeza confundido.

Nunca entendí cómo empezaron estos rumores. Tampoco entenderé de dónde sacaron esa hermosa historia de amor, en la que Rosé se enamoraba en secreto de mí y luego yo me enamoraba de ella, para que finalmente nuestros sentimientos se encontraran y la vida se convirtiera en una historia llena de amor y cursis aventuras.

«Como si esto fuera una maldita novela romántica»

Al parecer, ellos no saben distinguir entre sus estúpidas fantasías y la realidad. La realidad en la que nunca me he acercado lo suficiente como para tener una conversación normal con ella como seres humanos.

«¿Realmente quiero esto? ¿De donde sacaron que es cierto que disfruto estar envuelto en estos rumores?» Nadie se ha acercado a preguntarme eso. Dan por sentado que yo, Jeon Jungkook, hijo de un reconocido doctor y ex jugador de fútbol americano, debería estar con Park Rosé, la chica más popular de la universidad y capitana de las animadoras.

La verdad es que me resulta extraño que me emparejen con alguien a quien nunca me interesaría. Y sé que muchos se preguntarán por qué pienso así.

Y es que yo tampoco estoy muy seguro de ello. Simplemente no siento atracción hacia ella. No me gusta. Todo lo que las personas encuentran atractivo en ella, a mí me parece ridículo. La veo como una persona común y corriente, con algunas características que destacan, pero nada que me haga perder la cabeza o generar chismes.

Me dolía la cabeza tener que escuchar sobre ella en cada maldito segundo. Y joder, podría tolerarlo, de alguna manera podría hacerlo, si solo estuvieran hablando de ella. Pero no, también estoy involucrado en este lío. Porque al parecer estoy en una maldita relación de la que ni siquiera yo estaba al tanto.

«Maldito sea la persona que comenzó toda esta mierda de rumores y especulaciones»

— ¿Te encuentras bien? — Me preguntaron con preocupación. Parpadeé confundido y asustado, volviendo mi atención al presente. Parecía que no había estado prestando atención a mi entorno, absorto en la vista que se extendía de la ventana a mi lado. Pero ahora, el rostro de un chico, que hasta ese momento había pasado desapercibido, se encontraba tan cerca de mi cara que retrocedí instintivamente, con los ojos bien abiertos.

Lo observé detenidamente, cautivado por cada uno de sus movimientos. Cada gesto, cada expresión, parecían llevar consigo una pequeña chispa, ese algo que encontré fascinante.

— La clase terminó hace más de quince minutos — continuó, enderezando su postura con elegancia mientras buscaba algo entre las sillas delante de mí, su voz resonaba en el espacio silencioso del aula —. ¿No has visto una pulsera café? — Preguntó distraídamente, sin dirigirme la mirada en ese momento —. Tiene un dije de luna, me la regaló mi abuela. Era una de sus favoritas, y como yo era su nieto preferido, me la dio. Es maravillosa, ¿no crees? — Sonrió con entusiasmo, irradiando una energía contagiosa —. ¡Ah, la encontré! — Exclamó con alegría, recogiendo una pulsera trenzada del suelo y mostrándomela con orgullo —. ¿No es hermosa? — Asentí sin apartar mis ojos de él, cautivado por su encanto magnético —. ¿Me ayudas a ponérmela? 

Sin pronunciar una palabra, tomé la pulsera con delicadeza, sintiendo la calidez de su presencia a mi lado. Mi pulso se aceleró ligeramente. Con suma atención, comencé a atarla, saboreando cada segundo de ese momento compartido. Al concluir la tarea, de manera deliberada, rocé suavemente mis dedos con los suyos, creando una chispa fugaz pero intensa en el aire cargado de electricidad.

«Raro»

— ¡Mil gracias! — Volvió a exclamar con efusividad, sus ojos brillaban con gratitud. Consultó el reloj en su muñeca izquierda y sus ojos se abrieron sorprendidos —. ¡Ya tengo que volver! Mis clases van a empezar — explicó apresuradamente mientras se ajustaba la mochila sobre sus hombros, preparándose para partir —. ¡Nos vemos! — Sus palabras resonaron en el aire mientras se alejaba, su mano ondeando de derecha a izquierda hasta que desapareció por completo tras el umbral de la puerta —. Por cierto... — Su cabeza asomó nuevamente por el marco de la puerta que acababa de atravesar, su rostro mostraba una sonrisa encantadora —. Me llamo Jimin.

Y así se fue, dejando una estela de curiosidad y un nombre que resonaba en mi mente.


Mi día en la universidad transcurrió de manera neutral, como tantos otros días. Las clases fueron una mezcla de aburrimiento y entretenimiento, con momentos en los que deseé arrojarme de un puente debido a mi falta de comprensión de ciertos conceptos expuestos por los profesores, algo que, de manera inexplicable, parecía ser la norma. Los murmullos y rumores fluían incesantemente a mi alrededor, mientras mi mente daba vueltas a diversos asuntos, sin importarles mucho.

Ahora me encontraba fuera de la universidad, luciendo mi habitual imagen de Jungkook, el intimidante y malhumorado individuo que todos esperaban ver.

Mis pensamientos se perdían en un torbellino de ideas, vagando sin rumbo fijo, mientras mi mente se sumergía en un mundo donde el blanco y negro predominaban.

Era extraño, pero podía verlo. Podía sentirlo. Había algo más allá de lo evidente, algo que se ocultaba en los matices sutiles de mi realidad.

Traté de mantenerme enfocado, intentando ignorar las persistentes ganas que tenía de volver a pensar en aquel chico llamado Jimin. Apreté con fuerza el mango de mi mochila y observé a mi alrededor en un intento de distraerme. Sin embargo, un inesperado grito de «¡Jungkook!» me hizo voltear.

— Hey, Jungkook, aquí — la llamada de Namjoon me tomó por sorpresa. No éramos los mejores amigos, de hecho, no tenía ninguno. Me consideraba solitario y desconfiado, tal como los rumores indicaban. Era tan reservado y silencioso que parecía pasar desapercibido, pero a la vez tan atractivo y popular como para ser el protagonista de la ficticia historia con Rosé.

Me acerqué a él, encontrándolo sentado en una de las cafeterías cercanas a la universidad, acompañado por dos amigos más.

— ¿Hablaste con Jimin? — Su pregunta directa al grano no me sorprendió, Namjoon era conocido por ser una persona inteligente, discreta y directa. Un modelo a seguir para los estudiantes de primer y segundo año de universidad como yo.

¿Cómo demonios se enteró? Joder, siento que ya no puedo mantener una conversación tranquila y normal.

«Hay ojos por todas partes» La frase que escuché alguna vez resonó en mi cabeza. No lo niego, me asusté. ¿Y si algún día me ven matando a alguien? ¿Y si algún día quiero enterrar un cadáver? Esos ojos me verían y me acusarían, ya no podría hacerme pasar por el inocente estudiante universitario.

— ¿Y qué? — Cuestioné sin entender por qué había sorpresa en sus rostros.

— Jungkook, ¡él es el hermano de Rosé! — exclamó, casi alabándome —. Procura ser su amigo, así te acercas lo suficiente como para que ella te preste atención, ¡y voilà! Rosé estará a tus pies.

«¿Acaso sabían que no tengo ningún interés en esa chica?» Parece que no.

— Es una estrategia efectiva para conseguirla, amigo — apoyó su amigo de nombre Jin.

«¿Cómo les digo que no tengo ninguna intención de acercarme tanto a ella?»

— Lo entiendo — respondí sin prestar mucha atención a sus absurdos argumentos sobre los beneficios de estar con una chica como Rosé y lo afortunado que soy por tener todo a mi favor.

— ¿Has visto cómo se mueve? — preguntó Hoseok mientras tomaba un sorbo de su café con leche —. Verla bailar es como presenciar a Lisa Manoban en persona, ¿no crees, Jungkook? — Después de unos minutos, su atención regresó a mí y yo simplemente asentí.

— Una vez actuó como protagonista en la obra de Romeo y Julieta, joder, casi lloré cuando interpretó aquella escena de la muerte — confesó Jin, con los brazos cruzados, claramente perdido en pensamientos sobre lo maravillosa que era ella.

— ¡Exacto! — coincidió Namjoon —. Yo también vi la obra, y nunca me sentí tan...

— Tengo que irme — interrumpí sin preocuparme si estaba interrumpiendo sus comentarios o si me veían hastiado. Di la vuelta y seguí mi camino hacia casa.

«¿El hermano de Rosé?» Me volví a preguntar después de unos minutos.

— Vaya sorpresa — murmuré mientras metía las manos en los bolsillos.



Mientras caminaba hacia casa, me sumergí en la música que había descargado y empecé a tararear algunas de mis canciones favoritas, como solía hacer.

Debo admitir que, al igual que el arte y la fotografía, la música era una de mis mayores pasiones. No en vano fui vocalista y baterista en una banda cuando era más joven.

Bruno Mars y Billie Eilish eran mis artistas favoritos, su música se convirtió en mi refugio en los momentos buenos y malos. "Talking to the Moon" resonaba en mis oídos con fuerza, y me encontré entonando algunas partes del coro, cerrando los ojos e imaginando una escena perfecta en la que la luna iluminaba el rostro de alguien desconocido.

De repente, sin quererlo y de forma completamente inesperada, algo captó mi atención cuando la canción llegó a su fin.

Una sombra al otro lado de la calle llamó mi atención, y a pesar de los auriculares que aún tenía puestos, pude escuchar la voz de esa persona y su risa resonando en el aire. Me sentí inexplicablemente atraído hacia esa figura.

Y allí estaba él una vez más, Jimin, el hermano de Rosé. Su presencia parecía seguirme, como si el destino insistiera en cruzar nuestros caminos una y otra vez.

— ¡Mira! — Exclamó con una sonrisa radiante, mostrando su muñeca al hombre que lo abrazaba por los hombros —. La encontré, ¿no crees que soy un despistado, verdad?

— ¿Que no eres despistado? — Se burló el otro con una risa —. Eres demasiado torpe para tu propia salud, Jimin — agregó, rodando los ojos. Era más alto que él, de tez bronceada, con el cabello ligeramente ondulado y una sonrisa de dientes perfectos.

«Pero yo soy más atractivo»

Si me preguntan de dónde surgieron esas ganas de competir, no sabría qué responder. Fue algo instintivo, una respuesta impulsiva que surgió de lo más profundo de mí.

— ¡¿Torpe?! — Frunció el ceño de manera divertida —. Deberías tener más respeto por mí, simple mortal. Te prohíbo decir esas tonterías — su dedo golpeó suavemente el pecho del otro.

— Estás tratando de lucir como el macho alfa, pero en realidad eres adorable.

— No soy adorable, Kim Taehyung.

Minutos después, sus risas resonaron en las solitarias calles y yo solo pude apresurar el paso, evitando encontrarme con ellos.

«Oh, no. No debería haberlo hecho. Definitivamente no».

Corrí tan rápido como pude para llegar a casa lo más pronto posible. No podía evitar sentirme nervioso. La ansiedad se apoderaba de mí mientras mi mente divagaba en lo que acababa de hacer.

«Dios, ¿por qué tomé esa foto?».

Mi cámara capturó ese instante mágico en el que los rayos del sol y la brisa se fusionaron en una perfecta armonía, revelando a un deslumbrante Jimin, absolutamente precioso, como un auténtico ángel.

«Era simplemente hermoso»

Mi mente divagaba sin control, y solo lograba ruborizarme. Sí, mis mejillas ardían por la encantadora sonrisa de un chico al que acababa de conocer hoy.

«No, Jungkook, no te dejes llevar por ideas absurdas»

Sí, Jungkook, no pienses... Estupideces.

N/A: decir que la historia está inspirada en un tik tok 😔👊
_kookmin_love gracias por permitirme hacerla 😣✨

estoy emocionada porque ajá, esta historia creo que es la que más me gustará entre las que he hecho y haré, así que, por fa, apañeme.😔

En fin, no olviden votar y comentar 🌟💬

Espero les guste.😔💞

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