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Jimin me pone nervioso


Ya, okey, no es miedo lo que siento, o bueno... tal vez sí, ¡pero todo tiene una maldita explicación! O sea, ¿quién no tendría miedo si empieza a gustarle el hermano de la chica más popular de la universidad? ¡Es como una condena a muerte social!

¡Es inaudito! ¡Terrorífico! ¡Es peor que una película de terror! 

Aunque no creo que ocurra nada malo, porque Jimin es un completo ángel en comparación con Rosé, el simple hecho de que mis sentimientos puedan salir a la luz por un simple descuido me aterra hasta el punto de querer tirarme de un puente. Es como si, en cualquier momento, una palabra, una mirada o un mal movimiento pudiera destapar todo este caos emocional y convertirlo en el peor desastre social de la historia. ¡Ni siquiera quiero pensar en las consecuencias!

¡Entonces, ¿qué se supone que haga?! ¡¿Qué debería hacer en esta situación de vida o muerte?! ¿Debería realmente tirarme de un puente?

Sé que me estoy adelantando por años luz a cualquier posibilidad de que algo así ocurra, como que Jimin me confiese su amor o que unos matones me obliguen a gritar a los cuatro vientos mi enamoramiento, pero yo, como la persona nerviosa y genuinamente pura que soy, ¡no puedo evitar sentir que me estoy muriendo con todo esto! Es como si cada minuto que pasa estuviera al borde de una crisis existencial, con mi cabeza dando vueltas y mi corazón tratando de escapar de mi pecho. 

¡Maldita sea! ¿Por qué todo esto tiene que ser tan difícil?

Creo que ni siquiera el proyecto más complicado de la universidad llegó a joderme tanto. Si al menos fuera una fórmula matemática o una ecuación, sería más fácil de resolver. Pero no, aquí estoy, atrapado en el caos emocional de mi propia cabeza.

— ¿En qué piensas? 

— Formas rápidas de suicidarme por estúpidos crushes — respondí sin pensar.

— ¿Ah? 

Me di cuenta de dos cosas al instante: primero, hablé sin filtro, y segundo, lo hice frente a Jimin.

No sé cuál de las dos es peor, sinceramente, pero el puente se está volviendo una opción atractiva. Que la tierra me trague sería aún mejor.

Pero, antes de que mi cerebro pudiera procesar el desastre social que acababa de causar, la risa de Jimin a mi lado borró todos mis pensamientos, como si tuviera el poder de un hada madrina, disipando mis preocupaciones con solo su mera presencia.

— ¿Te ayudo entonces? — preguntó, todavía sonriendo, como si lo que acababa de decir no hubiera sido el peor comentario de toda la historia.

— ¿En-En qué exactamente? — dije, sintiéndome como un completo idiota.

— ¿En lo que sea que estés haciendo? — respondió Jimin con una sonrisa tan coqueta que me hizo cuestionar si en realidad me estaba tomando el pelo.

La forma en que me miró, tan juguetón, me hizo sentir como si se estuviera burlando de mí. Y, para ser honesto, lo odiaba un poco por eso. No necesitaba que me hiciera sentir más tonto de lo que ya estaba.

— Yo... un trabajo. — respondí rápidamente, intentando mantener algo de dignidad.

— ¿Un trabajo sobre suicidio por crushes? — dijo, sin perder esa chispa traviesa en sus ojos.

— Ya-Ya, hyung... — balbuceé, sintiéndome completamente desbordado por la situación.

— A veces eres tan tierno — dijo Jimin, cubriendo su sonrisa con la mano mientras sus ojos se achinaban, mostrándome la imagen más perfecta de él riéndose tímidamente. Y ahí estaba yo, parado, intentando no derretirme en el suelo como un desastre humano.

Siento que estoy perdido. Perdido de verdad.

— ¿Yo? ¿Jeon Jungkook? ¿Tierno? — dije, intentando que mi voz no temblara como un novato.

— Sí, tú, Jeon Jungkook, eres un hombre tierno. — Y su tono, tan suave pero cargado de esa cosa que me hacía sentir como si me estuviera riendo de mí mismo, lo confirmó. Estaba jugando conmigo. Estaba completamente perdido.

Definitivamente se estaba burlando de mí. Maldito seas, Jimin. Lo odiaba... y a la vez lo adoraba.


...


— ¿Es verdad que sales con Rosé?

¿Qué?

— ¿Qué? — respondí, confundido, como si me hubieran lanzado una bomba en medio de la conversación.

Definitivamente no esperaba esto a primera hora en la mañana.

— Oh, no lo ocultes, sabemos que estás con ella. — dijeron con una sonrisa cómplice, como si realmente tuvieran alguna prueba.

Quise reírme, pero la seriedad con la que hablaban me hizo detenerme. No se veía como una broma, y por un segundo, pensé que tal vez no era tan tonta la idea de que algo así estuviera corriendo por ahí.

— Entonces, ¿por qué preguntas? — respondí, intentando sonar lo más tranquilo posible. Si esto iba a ser una conversación seria, prefería enfrentarla de frente.

— Queríamos escucharlo directamente de ti, ¿sabes que están apostando? La mayoría sabe que están juntos, pero si uno de los dos habla podré cobrar. — dijeron, con una expresión de "ya te lo dijimos".

Me quedé mirando a esos tipos por varios segundos, procesando lo que acababan de decir. ¿Apostando? ¿Sobre mí y Rosé? ¿Qué demonios? ¿Y por qué tenía la sensación de que no iba a salir de esta sin una buena dosis de vergüenza?

— Piensen lo que quieran — respondí, con la mirada más seria que pude reunir, para luego ignorar sus insultos y salir de ahí. No tenía ganas de seguir en ese circo.

¿Qué dirían si supieran que estoy cayendo por Jimin, el hermano de Rosé? No, no, eso sería un escándalo monumental. Dirían algo como: ¡¿Estás loco, Jeon?! o ¡¿Fuiste gay todo este tiempo?! Y sí, aunque suene absurdo, me dan ganas de reírme solo con pensarlo.

Miré hacia ambos lados buscando el asiento perfecto, y cuando lo encontré, me senté, dirigiendo mi vista hacia la ventana. Necesitaba despejarme, aunque fuera un segundo, de todo ese rollo en mi cabeza.

— Oh, ahí está Rosé — susurré, más para mí mismo que para alguien más —. Aunque, prefiero ver a Jimin.

Ladeé mi cabeza, observando a Rosé bajar la mirada después de lo que parecía ser una llamada con rostro... desganado. Últimamente, ella se ha mostrado un poco... rara. Y no me refiero a la típica rareza de Rosé. Es algo diferente. Como si algo le estuviera ocurriendo, pero no sé qué. Y no estoy seguro de si debo preguntarle.

Somos amigos, sí, pero ¿qué tan cercano tienes que ser para hacer preguntas que realmente se sienten como una invasión en lo personal? 

¿Qué tan cercano debo ser para decirle que quiero a su hermano?

Síp, esa pregunta no se me olvida.

— Mmm.

Vi a Rosé suspirar y levantó la mirada justo hacia mí.

Cuando nuestros ojos se cruzaron, me sonrió de esa manera tan suya, levantando el dedo del medio en un gesto juguetón. Sin pensarlo, lo imité y le levanté el dedo de vuelta.

Sí, creo que somos lo suficientemente cercanos para preguntarnos esas cosas.

Pero de repente, algo me hizo detenerme en seco.

De pronto vi a Jimin correr hacia su hermana, con esa sonrisa de siempre, y darle un abrazo tan genuino que hizo que mi estómago se revolviera. 

Se ve hermoso.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, como si quisiera salirse de mi cuerpo. Y mis mejillas comenzaron a calentarse, ¿a caso soy tomate?.

¡Maldita sea, Jimin! ¿Por qué me haces sentir esto?

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