Fui viajando de vuelta desde Venecia por el método mágico de aparición, haciendo pequeñas escalas hasta llegar a Kiruna, mi hogar.

Ya frente a la puerta de mi hogar, un fuerte sentimiento de nostalgia me invadió. Sonreí levemente antes de entrar en la casa donde había crecido.

Tras atravesar el umbral de la puerta de mi casa, un delicioso aroma me llegó rápidamente. Al parecer mi madre estaba preparando sus famosas köttbullar.

Estas delicatessen son unas especie de albóndigas elaboradas a base de carne de res picada que se mezcla con migajas de pan.

Las migajas se bañan en una mezcla de cebollas troceadas y leche. Esto le da un peculiar sabor.

Van sazonadas con sal, pimienta inglesa o blanca. Y al servirse las köttbullar, se bañan con salsa de carne, puré, patatas hervidas o deliciosa salsa agridulce de arándanos rojos.

Me sé la receta de memoria. Las he preparado alguna vez que otra, pero no me salen tan bien como a mi madre o mi abuela. Las suyas son una delicia al paladar.

Me dirigí directamente a la cocina y allí me encontré a mi abuela cocinando mientras murmuraba una antigua canción.

Pues me había equivocado, no era mi madre la que estaba haciendo estas exquisiteces de la cocina sueca.

Me acerqué por detrás a mi abuela y le di un suave beso en la mejilla, tomándola por sorpresa. Ella se dio la vuelta rápidamente y me estrechó en un fuerte y cariñoso abrazo.

Más tarde se unieron mi madre y mi padre, y juntos pasamos un día de reencuentros, anécdotas y recuerdos muy agradable.