❀˖°「 Ꮯa̤̮℘ḭtʊʆꪮ 3 」°˖❀
[Narrador/a POV]
Purple se giró con una sonrisa falsa que no llegaba a sus ojos. No tenía ganas de atender a la visita, menos aún en esas condiciones: llevaba puestos unos shorts holgados y una playera demasiado grande que le daba un aspecto descuidado. Con un suspiro, intentó no mirar a Orange, quien, como siempre, parecía dispuesto a empujarle a hacer lo que no quería.
—Ve a encargarte de la visita, es Second —ordenó Orange mientras señalaba la entrada con un leve movimiento de cabeza.
—Bajo en unos minutos —respondió Purple con tono cortante antes de subir las escaleras casi arrastrando los pies.
Orange no se molestó en insistir. En lugar de eso, fue directo a la puerta para recibir a Second, quien entró con una sonrisa radiante, cargado de energía como si aquel día fuera especial.
—¡Second! Bienvenido —saludó Orange con amabilidad mientras lo invitaba a pasar.
Second no tardó en entrar, dejando caer su mochila sobre el sofá como si la casa fuera tan suya como la de Purple. Mientras tanto, arriba, Purple tomaba su tiempo, cambiándose de ropa con movimientos lentos. No tenía ninguna intención de apresurarse. "¿Por qué siempre tiene que aparecer?", pensó, molesto. Finalmente, bajó las escaleras, ahora con un atuendo más decente, aunque su expresión seguía siendo la de alguien a quien obligaban a hacer algo que no quería.
Al llegar al salón, encontró a Second sentado cómodamente, casi como si lo estuviera esperando.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Purple, cruzándose de brazos y clavando la mirada en él.
Second levantó la vista, sin perder ni un ápice de su entusiasmo.
—Quería pasar tiempo contigo. Tenía algunas ideas para que hagamos algo juntos.
Purple dejó escapar una risa sarcástica.
—No estoy interesado.
Second no se inmutó. En lugar de eso, inclinó ligeramente la cabeza y suavizó su tono, como si intentara convencerlo sin parecer insistente.
—No será mucho tiempo. Solo una salida rápida, nada más.
Desde la cocina, Orange, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.
—Sal un poco, Purple. Te hará bien distraerte.
Purple frunció el ceño y apretó los labios, molesto por la insistencia de ambos. Miró a Orange y luego a Second, quien seguía observándolo con una paciencia inquebrantable. Finalmente, dejó escapar un suspiro largo y pesado.
—Está bien, iré contigo. Pero que sea rápido —murmuró, resignado.
La reacción de Second fue inmediata: una sonrisa amplia y brillante que parecía iluminar el espacio. Sin perder tiempo, se levantó y tomó del brazo a Purple.
—¡Perfecto! Vamos, será divertido.
—No me toques —replicó Purple, soltándose bruscamente, aunque al final permitió que Second lo guiara hacia la puerta.
Mientras salían, Orange los observó desde la cocina, esbozando una sonrisa satisfecha. Por mucho que Purple intentara negarlo, pensó, tal vez esta salida sería justo lo que necesitaba.
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Purple estaba molesto. Apenas había tenido tiempo de desayunar, y ahora Second lo arrastraba a la ciudad como si todo estuviera perfectamente planeado. Caminaba unos pasos detrás, con las manos en los bolsillos y una expresión de fastidio que dejaba claro que no quería estar allí.
Second, por su parte, avanzaba alegremente, hasta que se detuvo de repente y se giró para mirar a Purple con curiosidad.
—¿Qué lugar de la ciudad te gusta más? —preguntó, inclinando la cabeza.
Purple levantó una ceja, claramente irritado.
—No estoy interesado en ninguna tienda —respondió con tono seco, dejando claro que no tenía intención de participar en la conversación.
Second no se desanimó. Echó un vistazo a su alrededor y, tras unos segundos, su mirada se detuvo en una tienda llamativa que prometía "un poco de todo": artículos curiosos, accesorios de películas, series, e incluso cosas únicas difíciles de encontrar. Sin pensarlo mucho, tomó a Purple de la muñeca y lo arrastró hacia la entrada.
—¿Qué haces? —protestó Purple, intentando soltarse, pero Second no lo soltó.
—Confía en mí. Solo será un momento.
Al entrar, Purple se cruzó de brazos y observó con desinterés las estanterías llenas de objetos coloridos y extravagantes. Mientras tanto, Second deambulaba por los pasillos hasta detenerse frente a un sombrero amarillo con un dibujo de un gato en el centro. Lo tomó y, sin dudarlo, se lo puso en la cabeza.
—¿Qué te parece? —preguntó mientras posaba dramáticamente.
Purple no pudo evitar reír.
—Te ves ridículo con eso puesto.
Second fingió ofenderse, llevándose una mano al pecho.
—¿Ridículo? Tal vez te quedaría mejor a ti —respondió con una sonrisa traviesa mientras avanzaba hacia Purple.
—Ni lo pienses —dijo Purple, retrocediendo de inmediato.
Second no se detuvo.
—Vamos, solo pruébatelo.
—No. Me veré igual de ridículo que tú con eso.
—Exacto, ¡seremos un par perfecto! —bromeó Second mientras, con un movimiento rápido, colocaba el sombrero en la cabeza de Purple.
Purple gruñó, claramente incómodo, pero no hizo nada por quitárselo. Second lo observó detenidamente durante un momento, con una expresión que pasó de divertida a algo más cálida.
—Te ves bien... —murmuró de repente, bajando la mirada.
Purple lo fulminó con los ojos mientras se quitaba el sombrero de un tirón.
—Esto es estúpido.
Second rió nerviosamente y se giró hacia un espejo cercano, colocándose el sombrero nuevamente en su propia cabeza.
—Supongo que no está mal, pero el amarillo definitivamente no es mi color —comentó, intentando romper la incomodidad.
Purple, todavía algo molesto, rodó los ojos y murmuró por lo bajo:
—Tampoco el mío.
Aunque Second parecía no haberlo escuchado, la pequeña sonrisa en su rostro dejaba claro que no le importaba.
Second sonrió con suavidad y tomó el sombrero de su cabeza para devolverlo a su lugar en el estante. Sin decir nada más, Purple decidió alejarse un poco, dejando que su mirada vagara por la tienda. Sus pasos lo llevaron hacia una sección llena de peluches de diferentes tamaños y formas. Al principio, no tenía intención de detenerse, pero algo en ellos le llamó la atención, así que se acercó para observarlos con más detenimiento.
Second lo siguió, curioso, y se colocó a su lado. Purple notó su presencia y decidió romper el silencio.
—¿Por qué te importa tanto ayudarme con mis problemas? —preguntó, sin mirarlo directamente.
Second tardó unos segundos en responder, como si buscara las palabras adecuadas.
—Es mi deber asegurarme de que mis amigos estén felices y estén bien —respondió al fin, con una sinceridad desarmante.
Purple lo miró de reojo, cruzando los brazos.
—¿Y tú? ¿Te cuidas a ti mismo? Porque no lo parece —replicó con cierta dureza en el tono.
Second ladeó la cabeza, sin perder la sonrisa.
—Claro que me cuido. Estoy bien, no tienes que preocuparte por mí. Además, tú eres mi amigo, y quiero que estés bien.
Purple dejó escapar una risa breve y amarga, pero sus labios se curvaron ligeramente en una pequeña sonrisa, aunque no llegó a sus ojos.
—Eres muy optimista, ¿lo sabías? —comentó con un dejo de sarcasmo. Luego bajó la mirada hacia los peluches frente a él. —No es tan sencillo. Mis problemas son grandes... demasiado grandes.
Second lo miró con determinación y dio un paso más cerca.
—Eso no es un desafío para mí.
Purple levantó la vista, encontrándose con la confianza que irradiaban las palabras de Second. En el fondo, no podía evitar admirarlo por ello, aunque al mismo tiempo sentía una punzada de culpa. La última cosa que quería era arrastrarlo a sus propios problemas.
—Tienes suerte de ser así —murmuró, desviando la mirada nuevamente. —Buena suerte entonces, porque yo no pienso facilitarte las cosas.
Second rió suavemente y negó con la cabeza.
—No necesito suerte, Purple.
Purple lo miró por un momento más, como si quisiera decir algo, pero optó por guardar silencio. Luego giró sobre sus talones, fingiendo interesarse en otra sección de la tienda, mientras Second lo seguía con esa misma sonrisa, como si nada pudiera desanimarlo.
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Purple siguió explorando la tienda, caminando lentamente entre los pasillos mientras su mente daba vueltas en las palabras de Second. Ese optimismo inquebrantable, esa terquedad de querer arreglar lo que no podía ser arreglado... Purple no sabía si admirarlo o simplemente frustrarse más.
Second lo seguía a unos pasos de distancia, sin presionarlo, permitiendo que Purple tuviera su espacio. Sin embargo, no podía evitar observarlo con atención. Cada movimiento de Purple, cada mirada esquiva, le decía más de lo que Purple estaba dispuesto a admitir.
—¿Sabes? —dijo Second finalmente, rompiendo el silencio mientras se acercaba a una estantería llena de figuras coleccionables—. Creo que subestimas lo fuerte que eres.
Purple se detuvo y giró la cabeza para mirarlo, arqueando una ceja.
—¿Fuerte? ¿Yo? —soltó una risa sarcástica mientras tomaba una figura al azar y la observaba sin mucho interés—. No me hagas reír.
Second se cruzó de brazos, apoyándose ligeramente en la estantería mientras lo miraba con seriedad.
—Es en serio. Has pasado por mucho, y aun así sigues adelante. Quizás no lo veas, pero eso es fuerza.
Purple dejó la figura en su lugar y lo miró directamente, esta vez sin intentar ocultar su cansancio.
—No es fuerza. Es aguantar porque no tengo otra opción. Eso no es lo mismo.
Second no respondió de inmediato. En lugar de eso, se acercó un poco más, bajando el tono de su voz.
—Tal vez... pero eso no significa que tengas que hacerlo solo. Estoy aquí, ¿sabes?
Purple sintió un nudo en la garganta ante esas palabras, pero lo disfrazó desviando la mirada hacia otro estante.
—Ya te lo dije antes. No quiero arrastrarte a mis problemas.
Second sonrió, esta vez con un toque de suavidad en su expresión.
—Y ya te lo dije yo. No es un desafío para mí.
Purple negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro pesado.
—Eres un caso perdido.
—Quizás, pero al menos soy tu caso perdido.
Second rió levemente, y aunque Purple no quería admitirlo, aquella respuesta logró arrancarle una pequeña sonrisa. Era como si, por un momento, todo el peso que cargaba se hiciera un poco más ligero.
Segundos después, Second volvió a caminar hacia otro pasillo, señalando algunas cosas al azar y haciendo comentarios absurdos para romper la tensión. Purple lo siguió con pasos lentos, notando que, a pesar de todo, estar con él no era tan insoportable como lo había pensado al principio.
Mientras Second señalaba una bufanda con estampados ridículos y hacía una broma sobre cómo sería perfecta para Purple, este lo miró de reojo y pensó, por primera vez en mucho tiempo, que tal vez tener a alguien como Second cerca no era tan malo.
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Cuando salieron de la tienda, el aire fresco de la ciudad los recibió con un leve aroma a comida recién preparada. Purple reconoció inmediatamente el puesto de Rust al otro lado de la calle, donde el característico aroma a corndogs llenaba el ambiente. Sus ojos se iluminaron, y sin pensarlo dos veces, caminó hacia él, dejando a Second siguiéndolo con curiosidad.
—¡Rust! —saludó Purple con una expresión más animada que la que había mostrado en toda la mañana. Rust, que estaba ocupado atendiendo a otros clientes, alzó la mirada y sonrió al verlo.
—¡Purple! Qué sorpresa verte por aquí —respondió Rust mientras terminaba de envolver un corndog. —¿Cómo va todo?
—Bien, bien —contestó Purple, inclinándose levemente sobre el puesto mientras le lanzaba una mirada familiar. Rust y él se conocían desde hace tiempo, gracias a Orange, quien en varias ocasiones había llevado a Purple a probar los corndogs que Rust preparaba con tanta maestría.
Rust dirigió entonces su atención hacia Second, que esperaba a un lado con una ligera sonrisa en el rostro. Con una mirada astuta y una sonrisa pícara, Rust preguntó:
—¿Y este quién es? ¿Tu novio?
Purple parpadeó, completamente desconcertado por la pregunta, antes de fruncir el ceño y responder, claramente molesto:
—¡Claro que no!
Rust estalló en carcajadas ante la reacción exagerada de Purple, mientras Second se rascaba la nuca y sonreía nerviosamente.
—Yo... no somos... —intentó decir Second, pero Rust lo interrumpió, inclinándose sobre el mostrador.
—Tranquilos, tranquilos. Era broma. Aunque debo admitir que hacen una buena pareja —añadió con una risa traviesa.
—¡Rust! —exclamó Purple, cruzándose de brazos y lanzándole una mirada furiosa. Second, por su parte, no pudo evitar reírse bajo su aliento. La actitud iracunda de Purple le resultaba, en el fondo, algo adorable.
—Está bien, está bien, no te enojes —dijo Rust, levantando las manos en señal de rendición, aunque aún con una sonrisa divertida en el rostro. —Para compensar, les invito unos corndogs. La casa invita.
Purple refunfuñó, pero aceptó la oferta. Second agradeció con un gesto amable mientras tomaba uno de los corndogs. Rust les entregó las porciones con una sonrisa todavía burlona, y antes de que Purple pudiera responderle con otra mirada fulminante, Second intervino.
—Voy a buscar una banca para que podamos sentarnos —dijo Second, alejándose del puesto con su corndog en mano.
En cuanto se perdió entre la multitud, Rust se inclinó hacia Purple y soltó una carcajada.
—No sabía que eras tan fácil de hacer enojar, Purple.
—No estoy enojado —respondió Purple con tono seco, aunque sus ojos decían lo contrario.
Rust negó con la cabeza, aún divertido.
—Sí, claro. Nos vemos luego, no-novio de Second.
Purple bufó, tomó su corndog y se dio la vuelta sin despedirse. Caminó hacia donde Second lo esperaba, sentado en una banca bajo la sombra de un árbol cercano. Second lo miró con una sonrisa tranquila, como si nada hubiera pasado.
—¿Todo bien? —preguntó Second mientras Purple se sentaba a su lado.
Purple asintió, aunque su expresión aún era algo tensa.
—Sí, estoy bien.
Ambos comenzaron a comer en silencio, un silencio que se sentía algo incómodo pero no insoportable. Second intentó varias veces iniciar una conversación, pero al ver que Purple parecía estar perdido en sus pensamientos, decidió darle su espacio.
Después de unos minutos, Purple soltó un suspiro y finalmente habló:
—Rust siempre ha sido así. Le encanta molestar.
Second rió suavemente.
—Parece alguien agradable... aunque sí sabe cómo ponerte de mal humor.
Purple rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó en sus labios. Aunque Rust lo había irritado, no podía negar que, en el fondo, su compañía y sus bromas siempre tenían un efecto extraño: lo hacían sentir más humano.
Mientras terminaban de comer, el ambiente incómodo comenzó a disiparse poco a poco. Aunque no lo admitiera, estar allí, compartiendo un momento tan simple con Second, hacía que Purple se sintiera un poco menos solo.
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Second terminó su corndog primero, limpiándose las manos con una servilleta mientras miraba a Purple, que aún comía lentamente, como si estuviera pensando en algo. El silencio se había vuelto más relajado, pero Second sabía que Purple no solía hablar demasiado por iniciativa propia. Así que decidió romper el hielo con algo que sabía que no esperaba.
—¿Sabías que una vez me quedé atrapado en un arbusto durante media hora?
Purple lo miró con incredulidad, deteniéndose a mitad de un bocado.
—¿Qué?
Second se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
—Fue hace un par de años. Blue y yo estábamos jugando a la pelota, y yo corrí a atraparla sin mirar. Terminé cayendo en un arbusto lleno de espinas.
Purple dejó su corndog sobre la envoltura y lo miró, entre confundido y divertido.
—¿Y no pudiste salir por ti mismo?
Second se rió, rascándose la nuca con algo de vergüenza.
—Bueno, digamos que no fue mi mejor momento. Blue estaba tan ocupado riéndose que tardó un buen rato en ayudarme. Y cuando finalmente lo hizo, salió corriendo porque encontró una abeja.
Purple arqueó una ceja, cruzando los brazos mientras trataba de contener una sonrisa.
—Así que te dejó atrapado. ¿Por cuánto tiempo?
—Unos treinta minutos. —Second alzó las manos como si intentara defenderse—. Al final, tuve que sacarme yo solo. Pero terminé con los brazos llenos de rasguños y un sermón de Green por ser tan irresponsable.
Purple no pudo evitar soltar una leve risa, algo que a Second le alegró más de lo que admitiría.
—Eso suena... increíblemente ridículo.
—Lo fue. Pero fue una buena lección: no correr como un loco sin mirar a dónde voy.
Purple negó con la cabeza, todavía sonriendo ligeramente, y tomó su corndog de nuevo.
—No estoy seguro de si aprendiste algo. Sigues pareciendo alguien que haría lo mismo otra vez.
Second rió, aceptando el comentario como si fuera un cumplido.
—Bueno, probablemente lo haría. A veces hay que arriesgarse, ¿no?
Purple lo miró por un momento, evaluando la sinceridad en sus palabras.
—¿Siempre eres así de optimista?
Second ladeó la cabeza, pensativo.
—Supongo que sí. Pero no porque todo sea fácil o perfecto. Es más como... si no trato de buscar algo bueno, todo se vuelve demasiado pesado.
Purple bajó la mirada, jugando con el envoltorio de su corndog vacío.
—Eso suena... agotador.
—Tal vez lo sea. Pero prefiero eso a rendirme.
El silencio volvió por un momento, pero esta vez no era incómodo. Purple estaba procesando lo que Second había dicho, y Second no sentía la necesidad de llenar el espacio. Finalmente, Purple suspiró, dejando el envoltorio a un lado.
—Debo admitir que es algo admirable... aunque sigo pensando que eres un tonto por lo del arbusto.
Second rió a carcajadas, levantándose de la banca y estirándose.
—¡Eso nunca lo voy a negar! Pero, ¿ves? Te hizo reír.
Purple negó con la cabeza, pero una pequeña sonrisa permaneció en su rostro mientras se levantaba también.
—Supongo que sí. Aunque aún no entiendo cómo alguien como tú logra sobrevivir día a día.
Second le dio un leve golpe en el hombro, en un gesto amigable.
—Eso es un misterio que ni yo mismo he resuelto.
Mientras caminaban juntos por la calle, el ambiente entre ellos se sentía un poco más ligero. Purple seguía lidiando con sus propios pensamientos, pero de alguna manera, la presencia de Second hacía que todo fuera un poco más soportable.
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Mientras caminaban por las calles de la ciudad, Purple se quedó en silencio, observando los edificios y tiendas a su alrededor. A pesar de su aparente distracción, Second no dejaba de echarle miradas de reojo, como si estuviera buscando algo que decir para mantener la conversación fluida.
—Si fueras un animal —comenzó de repente, rompiendo el silencio—, ¿cuál crees que serías?
Purple lo miró con una mezcla de sorpresa y confusión.
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Una pregunta importante. —Second sonrió ampliamente, como si realmente estuviera convencido de ello—. Vamos, es divertido imaginarlo.
Purple suspiró, pero decidió seguirle el juego.
—No lo sé... Tal vez un gato.
Second asintió, como si lo hubiera esperado.
—Tiene sentido. Un poco reservado, independiente, pero con sus momentos tiernos... cuando quiere.
—¿Momentos tiernos? —Purple arqueó una ceja, claramente no convencido.
—¡Claro que sí! —Second se llevó una mano al pecho, como si estuviera completamente seguro—. A veces sonríes y es como si el mundo se iluminara un poco. Pero claro, lo haces cuando nadie está mirando. Igual que un gato.
Purple no pudo evitar ruborizarse ligeramente, desviando la mirada.
—Eres un tonto.
Second rió, divertido por la reacción.
—¿Y tú? —Purple decidió devolverle la pregunta para cambiar el enfoque—. ¿Qué animal serías?
Second no dudó ni un segundo antes de responder:
—Un perro.
Purple soltó una risa baja.
—¿Un perro?
—Sí, soy leal, amigable y siempre estoy detrás de la gente que quiero.
—También bastante molesto.
—Exacto, como un buen perro. —Second se encogió de hombros, aceptando el comentario sin problema—. Pero también sé cuándo quedarme al lado de alguien cuando lo necesita.
Purple se quedó en silencio unos segundos, procesando lo que había dicho. A veces le costaba entender cómo Second podía ser tan genuino.
—Supongo que no está tan mal ser un perro.
Second sonrió triunfante.
—Gracias, lo tomaré como un cumplido.
Siguieron caminando por un rato, disfrutando del aire fresco y la ligera brisa que recorría la ciudad. Finalmente, Second señaló una pequeña cafetería en la esquina de la calle.
—¿Qué te parece si tomamos algo? Mi cuenta, claro.
Purple lo miró con escepticismo, pero la idea no le parecía del todo mala.
—Supongo que no tengo otra opción.
Second le dio un ligero golpe en el hombro, riendo.
—Lo ves, poco a poco estás entrando en mi ritmo.
Entraron en la cafetería, un lugar acogedor con un aroma cálido a café y pan recién horneado. Second pidió un capuchino para él, mientras Purple optó por un simple té negro. Tomaron una mesa cerca de la ventana, desde donde podían ver a la gente pasar por la calle.
Second tomó un sorbo de su bebida antes de mirar a Purple, que parecía absorto observando su taza.
—¿Sabes? A veces pienso que no te das suficiente crédito.
Purple levantó la vista, claramente confundido por el comentario.
—¿A qué te refieres?
—Quiero decir, sé que tienes tus problemas, pero eres más fuerte de lo que crees.
Purple bajó la mirada, removiendo su té con la cuchara.
—No lo sé. A veces siento que todo está fuera de mi control.
Second dejó su taza en la mesa, inclinándose un poco hacia él.
—Es normal sentirse así. Pero incluso cuando piensas que todo está perdido, sigues adelante, ¿no? Eso es fuerza.
Purple se quedó en silencio, sintiendo el peso de las palabras de Second. No estaba acostumbrado a recibir este tipo de apoyo, y mucho menos a escucharlo de alguien como él.
—Tal vez tienes razón... —admitió en voz baja, como si le costara decirlo.
Second sonrió, apoyándose en el respaldo de su silla.
—Claro que la tengo. Y para que lo sepas, estaré aquí para recordártelo cuantas veces sea necesario.
Purple negó con la cabeza, pero esta vez no pudo evitar sonreír un poco. Aunque no quería admitirlo, Second tenía una forma de hacerlo sentir menos solo, incluso en los momentos más oscuros.
---
[Continuará...♡]
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