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❀˖°「 Ꮯa̤̮℘ḭtʊʆꪮ 13 」°˖❀

[Narrador/a POV]

La cabaña seguía cálida, con la chimenea iluminando suavemente el lugar mientras afuera la nieve continuaba cayendo. Blue ya se sentía mucho mejor, incluso se había reincorporado para hablar un poco con los demás. Green seguía a su lado, asegurándose de que no se forzara demasiado, mientras Second y Purple estaban sentados en un rincón, en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.

De pronto, la puerta se abrió de golpe, dejando entrar una ráfaga de aire frío junto con Red, que llegó con la ropa llena de nieve y el cabello algo desordenado. Se veía cansado, como si hubiera estado caminando por horas. Yellow, que estaba sentado cerca de la chimenea, frunció el ceño al verlo.

—¿Dónde estabas? —preguntó con el ceño fruncido, levantándose para acercarse.

Red dejó escapar un suspiro y se dejó caer en un sillón cercano.

—Me perdí a medio camino —respondió sin mucho entusiasmo, recostando la cabeza contra el respaldo.

Yellow cruzó los brazos, mirándolo con cierta incredulidad.

—¿Cómo te perdiste? Si el camino es bastante claro.

Red se encogió de hombros.

—No lo sé, todo se veía igual con la nieve. Caminé en círculos por un buen rato antes de encontrar el camino correcto.

Green soltó una pequeña risa desde donde estaba sentado.

—Eso te pasa por no prestar atención.

Red le lanzó una mirada de reproche, pero no dijo nada más. En cambio, miró a Blue, notando que ya se veía mucho mejor.

—¿Y tú? ¿Cómo te sientes?

Blue sonrió levemente.

—Mucho mejor. Aunque al parecer todos están demasiado pendientes de mí.

Green le dio un pequeño codazo suave.

—Es porque nos preocupamos.

Red sonrió de lado, luego dejó caer la cabeza contra el respaldo nuevamente, cerrando los ojos con cansancio.

—Bueno, lo importante es que ya estamos todos aquí… y que no tengo que volver a caminar en la nieve por un buen rato.

Yellow suspiró y se sentó a su lado.

—La próxima vez, solo quédate con nosotros.

Red sonrió levemente, y aunque no dijo nada, una parte de él sabía que Yellow tenía razón. Afuera, la nieve seguía cayendo suavemente, pero dentro de la cabaña, el calor y la compañía de sus amigos hacían que todo se sintiera en paz.

---

La cabaña seguía llena de una calidez acogedora, con el crepitar de la chimenea resonando suavemente en la habitación. Afuera, la nieve seguía cayendo en pequeños copos, cubriendo el paisaje de blanco.

Purple y Second estaban sentados juntos en el mismo sofá, observando a sus amigos con tranquilidad. Second apoyaba el brazo en el respaldo, con una expresión relajada pero atenta.

—En unos minutos deberíamos volver a casa —murmuró Second, rompiendo el silencio entre ellos.

Purple asintió, aún con la bufanda envuelta alrededor de su cuello. Miró de reojo a Second, notando cómo el brillo de la chimenea se reflejaba en sus ojos.

Antes de que alguien más pudiera decir algo, Green intervino rápidamente:

—No se preocupen, yo me encargo de cargar a Blue.

Blue, que ya se veía mucho mejor, se cruzó de brazos con una ligera sonrisa.

—No necesito que me cargues, Green. Ya estoy bien.

Green lo miró con una ceja levantada.

—No me interesa si estás bien o no, igual te voy a cargar.

Blue suspiró, pero no se resistió demasiado cuando Green se acercó y lo levantó con facilidad.

Red soltó una carcajada desde donde estaba recostado en el sofá.

—Eso parece más una excusa para cargarlo que otra cosa.

Green ignoró el comentario y simplemente acomodó mejor a Blue en su espalda. Yellow, por su parte, solo sonrió divertido, asegurándose de que todos tuvieran sus cosas listas para salir.

Second se estiró un poco antes de levantarse.

—Bien, entonces nos vamos.

Purple también se puso de pie, aún sin decir mucho. Cuando salieron de la cabaña, el aire helado los recibió, y mientras caminaban de regreso, Second no pudo evitar lanzar una mirada a Purple. Había algo en su expresión, algo que no lograba descifrar del todo… pero que lo hacía sentir un poco inquieto.

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La nieve crujía bajo sus pies mientras todos caminaban de regreso a casa. Green cargaba a Blue con cuidado, asegurándose de que estuviera bien envuelto en las mantas. Blue no protestaba, más que nada porque el calor que le brindaba Green era agradable.

Mientras tanto, Red, con su energía inagotable, decidió que la caminata era demasiado tranquila y comenzó a lanzarle bolas de nieve a Yellow.

—¡Deja de molestar, Red! —se quejó Yellow, sacudiéndose la nieve del abrigo.

Red se rió y, sin pensarlo, le lanzó una bola de nieve a Second.

Second se detuvo en seco, sintiendo cómo la nieve le resbalaba por la chaqueta. Miró a Red con una ceja levantada y una sonrisa desafiante.

—Oh, ya verás…

Sin previo aviso, agarró un puñado de nieve y se la lanzó directo a Red, quien gritó dramáticamente y se cubrió la cara.

—¡Me ha atacado sin piedad!

La batalla de bolas de nieve comenzó, con Second y Red lanzándose sin descanso. Purple observaba desde un lado, cruzado de brazos, sin intervenir. Green, por su parte, solo suspiró y continuó cargando a Blue, ignorando el caos que se desarrollaba a su alrededor.

En un momento, Second tomó un gran puñado de nieve, formando una bola más grande de lo normal. Justo cuando estaba a punto de lanzársela a Red, Yellow, con un sentido del drama impecable, se interpuso entre ellos y recibió el impacto de lleno en el pecho.

Se tambaleó hacia atrás con una expresión de falsa agonía.

—¡No… puedo… más! —susurró, llevándose una mano al pecho como si hubiera recibido una flecha en lugar de una bola de nieve.

Red corrió hacia él, arrodillándose en la nieve.

—¡Yellow, no! ¡No me dejes!

Yellow extendió una mano temblorosa hacia Red.

—D-Dile a Green… que… siempre supe que me tenía envidia…

Green, que no estaba prestando atención, simplemente siguió caminando.

Red fingió sollozar y tomó la mano de Yellow.

—¡Resiste, hermano! ¡No puedes irte así!

Yellow cerró los ojos lentamente.

—Ya veo… la luz… adiós, Red…

Y con eso, dejó caer su cabeza a un lado, como si realmente hubiera "muerto".

Red gritó dramáticamente al cielo.

—¡Nooooo! ¡Era tan joven! ¡Tan inteligente! ¡Tan… molesto, pero en el fondo buen amigo!

Second, que había estado observando la escena con una mezcla de confusión y diversión, simplemente negó con la cabeza.

—No sé qué es peor… que estén actuando esto, o que lo hagan tan bien.

Purple suspiró.

—Solo ignóralos.

Finalmente, Red agarró nieve y se la lanzó a la cara a Yellow, quien inmediatamente "resucitó".

—¡Oye!

—¡Milagro! —gritó Red, riéndose.

Second y Purple se miraron y rodaron los ojos al mismo tiempo. Al final, con el frío envolviéndolos y la nieve cubriendo sus huellas, el grupo siguió su camino, dejando atrás una de sus tantas escenas absurdas.

---

Mientras el grupo seguía caminando, Yellow todavía se frotaba el pecho, quejándose de la bola de nieve que había recibido.

—No era necesario que me golpeara tan fuerte… —murmuró, mirando de reojo a Second.

Red, en cambio, lo veía con admiración exagerada.

—¡Pero lo hiciste! ¡Saltaste frente a mí sin dudarlo, arriesgando tu vida por la mía!

Yellow lo miró de lado.

—No exageres, Red. No fue para tanto.

Red ignoró su comentario y agarró las manos de Yellow con dramatismo.

—¡Eres mi héroe! ¿Cómo podría pagar este noble acto?

Yellow intentó soltar sus manos, pero Red lo sostuvo con más fuerza, inclinándose hacia él con una mirada intensa.

—Quizás… ¿con un beso?

Yellow se quedó en silencio por un momento, mirándolo fijamente. Luego suspiró y puso una mano en la cara de Red.

—Quizás… con esto.

Y sin previo aviso, lo empujó suavemente hacia atrás, haciendo que Red cayera de espaldas en la nieve.

Red se quedó en el suelo con los brazos abiertos, mirando el cielo.

—¡Ah, rechazado de la peor manera! ¡Mi corazón no lo soporta!

Yellow, con una leve sonrisa, le ofreció una mano para ayudarlo a levantarse.

—Anda, deja el drama y levántate antes de que te congele el trasero.

Red tomó su mano, pero en lugar de levantarse, jaló a Yellow hacia él, haciendo que ambos cayeran juntos en la nieve.

—¡Si yo caigo, tú caes conmigo!

Yellow suspiró de nuevo, aunque su sonrisa no desapareció.

Desde lejos, Green y Blue observaban la escena.

—No entiendo si están peleando o coqueteando —comentó Blue.

Green asintió.

—Con ellos nunca se sabe.

Mientras tanto, Purple y Second seguían caminando en silencio, fingiendo que no estaban escuchando ni viendo nada… aunque, en el fondo, ambos estaban entretenidos con el espectáculo.

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La nieve crujía bajo sus pies mientras avanzaban por el sendero cubierto de blanco. Green cargaba a Blue con cuidado, mientras Red y Yellow seguían metidos en su propio mundo de dramatismo y risas. Second, sin embargo, apenas prestaba atención a lo que hacían los demás. Su mirada se desviaba constantemente hacia Purple, quien caminaba a su lado con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo.

Después de un rato en silencio, Second decidió romperlo.

—Oye, Purple… ¿crees que yo también podría ser así de dramático?

Purple lo miró de reojo y luego encogió los hombros.

—Tal vez. Depende de la situación.

Second sonrió con diversión y continuó.

—Entonces… ¿tú alguna vez has tenido una historia dramática y triste?

Apenas hizo la pregunta, notó cómo la expresión de Purple cambió. Su mirada bajó, su rostro se tornó serio y sus pasos se volvieron más lentos.

Second sintió una punzada de preocupación.

—Purple…

Pero Purple negó con la cabeza y apretó el paso.

—No quiero hablar de eso.

Su voz fue firme, pero no dura. No sonaba molesto, solo… distante.

Second lo observó en silencio mientras Purple avanzaba solo, alejándose un poco del grupo. Su pecho se sintió pesado. No insistió, pero tampoco pudo evitar preguntarse qué historia se estaba guardando Purple detrás de esa barrera de silencio.

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Second no apartaba la mirada de Purple, que seguía caminando unos pasos adelante, alejándose del grupo. Algo dentro de él le decía que había cruzado un límite sin darse cuenta.

Antes de que pudiera reaccionar, sintió dos palmadas en la espalda. Red y Yellow se pusieron a su lado con expresiones de burla mezclada con lástima.

—La cagaste otra vez, Second —comentó Red, cruzándose de brazos.

—Sí, hombre, parece que tienes talento para meter la pata con Purple —añadió Yellow, dándole un codazo suave.

Second suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—No era mi intención… solo tenía curiosidad.

—Pues tu curiosidad le hizo bajar la mirada y marcharse solo —dijo Red, dramatizando con un suspiro exagerado—. ¿Cuántas veces te tenemos que decir que no fuerces las cosas?

Yellow asintió, aunque su tono era menos burlón que el de Red.

—Si Purple no quiere hablar, no lo hará, y presionarlo solo lo alejará más.

Second bajó la mirada, sintiendo que el peso en su pecho se hacía más grande. No le gustaba ver a Purple así… y mucho menos ser la razón de su expresión seria.

—¿Qué hago ahora? —preguntó en voz baja.

Red y Yellow se miraron y luego se encogieron de hombros.

—Dale espacio —sugirió Yellow—. Y cuando sea el momento, demuéstrale que estás ahí para él, sin presionarlo.

Second asintió, aunque su mirada seguía clavada en la espalda de Purple.

Darle espacio… sí, podía hacerlo. Pero algo dentro de él no dejaba de decirle que, tarde o temprano, necesitaba saber qué era lo que escondía Purple detrás de esa mirada triste.

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La nieve crujía bajo sus pies mientras el grupo avanzaba por las calles cubiertas de blanco. El frío era intenso, pero la compañía lo hacía llevadero.

Purple, sin embargo, caminaba más rápido, con la mirada baja y el ceño fruncido. Parecía que quería alejarse lo más posible. Second lo observó de reojo y notó cómo, en un punto, se desvió del camino y tomó una ruta diferente.

Second frunció el ceño. Ese no era el camino a casa.

—Voy a alcanzarlo —dijo de pronto, deteniéndose.

Red se encogió de hombros.

—Está bien, pero no tardes. No queremos que Blue se congele.

Mientras hablaba, Red se giró para asegurarse de que Blue estaba bien… pero se quedó en silencio al ver la escena a su lado.

Green tenía a Blue bien envuelto en mantas y, en lugar de solo cargarlo, lo llenaba de besos en la frente y lo abrazaba como si fuera un bebé.

Red parpadeó, completamente sorprendido.

—Oye, oye, ¿y este nivel de atención? —comentó con burla—. ¿Desde cuándo ustedes dos parecen una pareja?

Blue solo suspiró, demasiado cómodo en los brazos de Green como para quejarse. Green, por su parte, ni se molestó en responder. Solo ajustó mejor la manta sobre Blue y siguió caminando con él en brazos, ignorando a Red.

Yellow, que iba a su lado, rió por lo bajo.

—Déjalos, Red. Tienen su propio mundo ahora.

Red hizo un puchero.

—Sí, claro… todos tienen su propio mundo, menos yo.

Second sonrió con diversión ante la escena, pero no perdió de vista su objetivo. Purple seguía alejándose y él no pensaba dejarlo solo.

Sin decir más, se giró y comenzó a seguirlo, acelerando el paso.

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Second caminó rápido, asegurándose de no perder de vista a Purple. La nieve cubría cada rincón del bosque, y el viento soplaba suavemente, arrastrando pequeños copos en el aire.

Purple parecía distraído, con la cabeza gacha y los brazos cruzados sobre su pecho. No se había dado cuenta de que Second lo seguía hasta que escuchó sus pasos acercándose.

—Ese no es el camino a casa —dijo Second con calma.

Purple se detuvo en seco. No giró de inmediato, solo suspiró antes de hablar.

—Lo sé —respondió en voz baja.

Second inclinó la cabeza.

—¿Entonces a dónde vas?

Purple finalmente se volteó, pero no respondió de inmediato. Su mirada se desvió hacia un viejo refugio a unos metros de distancia. Second lo observó con atención y notó que el lugar estaba en ruinas. Las ventanas estaban rotas y la estructura se veía frágil, como si llevara años abandonada.

—¿Conoces este lugar? —preguntó Second.

Purple asintió lentamente.

—Solía venir aquí hace mucho tiempo.

Su voz sonaba nostálgica, pero también cargada de algo más… tristeza.

Second dio un paso adelante.

—¿Por qué no regresaste con los demás?

Purple apretó los labios y desvió la mirada.

—Solo… quería estar solo un momento.

Second lo observó en silencio por unos segundos antes de suspirar.

—Si de verdad quieres estar solo, me iré. Pero… si necesitas hablar con alguien, aquí estoy.

Purple no respondió de inmediato. Su expresión se endureció por un momento, como si estuviera debatiendo consigo mismo. Luego, miró de nuevo el refugio y murmuró:

—No quiero hablar de esto ahora.

Second entendió que no debía insistir. Solo asintió y, en lugar de irse, se sentó en un tronco cubierto de nieve.

—Entonces no hablaremos —dijo con tranquilidad—. Pero tampoco te dejaré solo.

Purple lo miró de reojo, sorprendido por sus palabras. No dijo nada más, pero tampoco se alejó. En lugar de eso, se quedó de pie junto a Second, mirando el viejo refugio con una mezcla de emociones en su rostro.

El bosque estaba en silencio, solo interrumpido por el leve crujido de la nieve bajo sus pies y el susurro del viento entre los árboles.

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La nieve crujía suavemente bajo sus pies mientras Second y Purple permanecían en silencio frente al viejo refugio. La brisa helada traía consigo una sensación de calma, pero también de melancolía.

Second desvió la mirada y notó algo a lo lejos. Entre los árboles cubiertos de nieve, unas ramas resaltaban con delicadas flores rosadas. Su expresión se iluminó de inmediato.

—¿Árboles de cerezo? —murmuró con asombro.

Sin pensarlo dos veces, comenzó a caminar hacia ellos, intrigado por su belleza inusual en medio del frío. Purple lo vio alejarse y frunció el ceño.

—Oye, ¿a dónde vas? —preguntó, pero Second no respondió.

Purple chasqueó la lengua y decidió seguirlo. Caminó entre los árboles, pisando la nieve con cautela, pero pronto se dio cuenta de que había perdido de vista a Second. Miró a su alrededor, su pecho apretándose con una sensación desagradable.

Soledad.

El frío parecía más intenso de repente. Sus pensamientos comenzaron a correr sin control.

¿Me dejó? ¿Por qué no me esperó?

Apretó los puños. Era estúpido sentirse así, pero no podía evitarlo. El abandono era una herida que nunca terminaba de sanar.

Antes de que pudiera sumergirse más en su mente, escuchó pasos acercándose. Levantó la mirada y vio a Second caminar hacia él con una sonrisa radiante.

—¡Mira lo que encontré! —exclamó emocionado.

Purple parpadeó, confundido por el cambio repentino de ambiente.

—¿Qué…?

Second metió las manos dentro de su abrigo y, con cuidado, sacó algo entre la tela.

Una pequeña conejita gris oscuro, con el pelaje esponjoso y temblando levemente por el frío.

Purple abrió los ojos sorprendido.

—¿De dónde sacaste eso?

Second rió, acariciando suavemente la cabeza de la conejita.

—Estaba acurrucada entre las raíces de un cerezo. No podía dejarla ahí sola.

Purple miró al pequeño animal y luego a Second. Su corazón latía más lento ahora. La sensación de abandono que lo había invadido minutos antes se disipaba poco a poco, reemplazada por algo más cálido.

Second era así. Siempre encontraba luz en los lugares más inesperados.

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Purple observó a la pequeña conejita temblorosa en los brazos de Second. La nieve seguía cayendo a su alrededor, pero por alguna razón, la escena se sentía menos fría.

—¿Y qué vas a hacer con ella? —preguntó Purple, cruzándose de brazos.

Second inclinó la cabeza, acariciando con cuidado el pelaje suave de la conejita.

—No lo sé —admitió con una sonrisa—. No puedo dejarla aquí, pero tampoco sé si podría cuidarla bien.

Purple suspiró, mirando de reojo al animalito.

—Supongo que no tienes idea de cómo cuidar un conejo.

Second rio.

—No exactamente. Pero… puedo aprender.

Purple mantuvo la mirada fija en la conejita, su expresión suavizándose sin darse cuenta.

—Entonces, ¿planeas quedártela?

Second asintió con determinación.

—Sí.

Purple suspiró de nuevo, esta vez con una leve sonrisa en los labios.

—Más te vale aprender rápido, porque dudo que ese pequeño ser sobreviva con solo tu buena intención.

Second soltó una risa y abrazó con más cuidado a la conejita.

—Lo haré, lo prometo.

Purple lo miró por un momento antes de apartar la vista.

—Más te vale.

El viento helado soplaba suavemente entre los árboles cubiertos de nieve, mientras Purple observaba a Second acariciar a la pequeña conejita de pelaje gris oscuro. A pesar de todo, se veía tranquila en los brazos de Second, como si hubiera encontrado un refugio seguro.

—¿Sabes qué? —dijo Second de repente, con una sonrisa juguetona—. No pienso criarla solo.

Purple arqueó una ceja.

—¿Qué?

—Tú también la vas a cuidar conmigo.

Purple chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

—Estás loco si crees que voy a hacer eso.

Second soltó una risa ligera antes de mirarlo con una sonrisa traviesa.

—Sí… pero estoy loco por ti.

El comentario cayó como un relámpago entre los dos. Purple sintió cómo su rostro se calentaba al instante, y Second, al darse cuenta de lo que acababa de decir, también se puso rojo como un tomate.

Hubo un silencio incómodo. Purple apartó la mirada, fingiendo estar más interesado en la nieve que en la confesión repentina. Second, por su parte, carraspeó y, en un intento desesperado de cambiar el tema, miró de nuevo a la conejita.

—Oye, ahora que lo pienso…

Purple levantó la vista, todavía un poco tenso.

—¿Qué?

—Se parece a ti.

Purple frunció el ceño, confundido.

—¿Cómo que se parece a mí?

Second sonrió con dulzura, acariciando a la conejita con cuidado.

—Es tierna.

Purple sintió su corazón dar un brinco y miró a Second con incredulidad.

—Estás diciendo muchas tonterías hoy —murmuró, dándose la vuelta para que Second no viera lo rojo que estaba su rostro.

Second solo rió suavemente, sosteniendo a la conejita con más cariño.

—Quizás… pero al menos no estoy mintiendo.

Purple suspiró, cruzándose de brazos mientras miraba a la pequeña conejita acurrucada en los brazos de Second.

—No sé cómo cuidar a una conejita.

Second lo miró con una sonrisa confiada.

—No es tan difícil. Solo necesita comida, agua, un lugar cálido… y mucho amor.

Purple levantó una ceja.

—Eso último suena como si estuvieras hablando de un bebé.

Second se encogió de hombros.

—Bueno, es pequeña y frágil, igual que tú.

Purple lo fulminó con la mirada.

—Deja de decir tonterías.

Second solo rió, acomodando mejor a la conejita en su abrigo.

—No te preocupes, yo te enseñaré. Solo tienes que seguir mi ejemplo.

Purple suspiró de nuevo, sintiéndose acorralado. No estaba seguro de cómo terminó en esta situación, pero por alguna razón, la idea de cuidar a la conejita con Second no le parecía tan mala.

---

Purple miró a la conejita en los brazos de Second, aún dudando de la idea de cuidarla. Luego, frunció el ceño y miró a Second con sospecha.

—Espera… ¿con quién se va a quedar? Porque tú y yo vivimos en casas diferentes.

Second abrió la boca para responder, pero luego se rió con diversión.

—Eso suena como un divorcio.

Purple puso los ojos en blanco, pero antes de que pudiera decir algo, Second se inclinó un poco hacia él, con una sonrisa juguetona.

—Pero creo que debería quedarse contigo, con su mami.

Purple sintió su cara calentarse de inmediato y apartó la mirada, visiblemente avergonzado.

—¡No digas esas cosas!

Second solo rió con satisfacción.

—Es la verdad, Purple. Vas a ser una gran mamá.

Purple murmuró algo inentendible mientras se cruzaba de brazos, tratando de ocultar su vergüenza. La conejita, ajena a la conversación, se acurrucó más en el abrigo de Second, como si ya se sintiera segura con ellos.

---

Purple observó a la conejita en sus brazos, sintiendo el ligero peso de su pequeño cuerpo contra su abrigo. Su pelaje gris oscuro era suave y esponjoso, como una nube de invierno atrapada entre sus manos. Misty movió sus orejitas de un lado a otro, atenta a los sonidos que la rodeaban, y por un momento, Purple se quedó quieto, sintiendo la calidez de la pequeña criatura.

Second sonrió al ver la escena, apoyando las manos en su cintura con orgullo.

—¿Ves? Ya le caíste bien.

Purple lo miró de reojo, aún procesando lo que estaba ocurriendo.

—No sé nada sobre cuidar conejos —murmuró, aunque su voz no sonaba tan firme como antes.

Second se encogió de hombros.

—Pues tendrás que aprender. Misty ya decidió que eres su ‘mami’.

Purple frunció el ceño y miró a Misty, quien, ajena a la conversación, movió sus orejitas nuevamente, como si estuviera escuchando algo en la distancia. Purple sintió una pequeña presión en su pecho cuando la conejita hundió su hocico en su bufanda gris, como buscando calor.

Suspiró.

—Esto es un desastre...

Second soltó una risa ligera.

—No, esto es el destino.

Purple le lanzó una mirada de advertencia, pero Second solo sonreía con confianza. Misty, mientras tanto, empezó a mover su naricita rápidamente, como si estuviera olfateando el aire frío, y luego alzó su pequeña cabeza para mirar a Purple directamente. Sus orejas se inclinaron levemente hacia adelante, y su colita esponjosa tembló un poco.

Purple sintió un extraño calor en su pecho.

—...Está bien, Misty. Supongo que ahora eres parte de esto.

Second aplaudió suavemente.

—Sabía que no podrías resistirte.

Purple rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa mientras Misty se acomodaba más contra él, moviendo sus orejitas una vez más, como si entendiera que acababa de encontrar un hogar.

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Purple suspiró, todavía asimilando que ahora tenía una conejita en sus brazos. Misty se había acomodado contra él, moviendo su naricita como si olfateara cada rincón de su abrigo.

Second, con una gran sonrisa, le dio un suave codazo a Purple.

—Creo que deberíamos comprarle cosas a Misty, ¿no crees? Una cama, comida, juguetes... Lo básico.

Purple lo miró de reojo, aún con la conejita en brazos.

—¿"Deberíamos"? ¿No que tú querías que yo la cuidara?

Second levantó las manos con inocencia.

—Sí, pero no voy a dejarte solo en esto. Además, Misty es nuestra hija ahora.

Purple sintió el calor subirle al rostro.

—No digas eso.

Second rió divertido.

—¿Por qué no? Es verdad. Si vamos a cuidarla juntos, somos como... sus padres adoptivos.

Purple apretó los labios, mirando a Misty, quien parecía ajena a la conversación, simplemente acomodándose en su bufanda con total tranquilidad.

—Hagamos esto rápido antes de que te pongas más raro.

Second celebró su "victoria" con un pequeño salto.

—¡Bien! Vamos a la tienda.

Y con eso, ambos comenzaron a caminar por la nieve, con Misty bien protegida en los brazos de Purple, sin saber que esta pequeña conejita acabaría siendo un lazo más entre ellos.

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Apenas entraron a la tienda de mascotas, Second agarró un carrito y, con la emoción de un padre primerizo, comenzó a tomar todo lo que le parecía lindo o útil para Misty.

—Necesitamos esto —dijo, colocando una cama mullida con forma de zanahoria en el carrito.

—¿No crees que es muy grande para ella? —preguntó Purple, arqueando una ceja.

—Bah, crecerá —respondió Second, sin siquiera dudarlo.

Segundos después, añadió un paquete de heno, otro de comida premium, una botella de agua especial con soporte, un arnés diminuto, juguetes, una manta con estampado de conejitos, y hasta un pequeño gorrito de lana para el frío.

Purple observaba en silencio cómo el carro se llenaba a una velocidad alarmante.

—Second…

—¿Sí?

—Esto es demasiado.

Second miró el carrito y luego a Purple, fingiendo pensarlo.

—No lo creo. Misty necesita estar cómoda.

Purple suspiró, pasándose una mano por la cara.

—No hemos tenido a Misty ni un día y ya la estás mimando como si fuera una reina.

Second se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—Bueno, ¿qué puedo decir? Así soy yo.

Purple lo miró fijamente, luego a Misty, quien movía su naricita dentro de su abrigo, completamente ajena a la discusión. Al final, negó con la cabeza con resignación.

—Está bien, pero no compro el gorrito.

Second puso cara de indignación.

—¡Pero es adorable!

—No.

—Purple, piénsalo…

—No.

Y así, entre pequeñas discusiones y muchas compras innecesarias, Misty ya tenía todo un set de lujos esperándola en casa.

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Con la cesta llena de cosas, Second y Purple se dirigieron hacia la caja. Mientras esperaban, Purple no pudo evitar fijarse en Misty, que estaba acurrucada entre los abrigos, mirando todo con sus dos ojos: uno azul claro y otro verde. Había algo intrigante en sus ojos que capturaba la atención, como si pudiera ver más allá de lo que la mayoría de las criaturas podían.

—¿Te has fijado en los ojos de Misty? —preguntó Purple, mirando a Second.

Second miró a la conejita, que parecía disfrutar de la atención que le estaban dando.

—Sí, me lo había notado, son tan... especiales —respondió Second con una sonrisa, encantado por la curiosidad en los ojos de Purple. "Un ojo azul y uno verde. Tal vez es un pequeño misterio, como ella."

Purple sonrió ligeramente, aunque seguía intrigado por el contraste de los ojos de Misty.

—Es raro, ¿no? No he visto nunca una conejita con los ojos de colores diferentes.

—Bueno, no todo tiene que ser común —dijo Second, con una mirada pensativa. —Tal vez ella es única. Como tú y yo.

Purple se quedó en silencio un momento, considerando lo que Second había dicho. Había algo sobre esas palabras que le daban una sensación cálida en su pecho, algo que no podía identificar por completo. A veces, Second tenía una manera de hacer que las cosas se sintieran importantes, incluso si eran pequeñas.

—¿Tú crees? —preguntó Purple con una media sonrisa, mientras miraba a Misty que se estiraba, moviendo sus orejitas suavemente.

Second asintió con confianza, mirando a Misty con una mezcla de ternura y orgullo.

—Lo sé. Y además, es nuestra conejita ahora. Vamos a cuidarla como si fuera parte de la familia.

Purple no pudo evitar sentir que algo en su interior se derretía un poco. Esa sensación que siempre trataba de esconder cuando se trataba de Second, la que aparecía cuando él hablaba de cosas tan sencillas pero tan importantes, esa pequeña chispa de afecto que no quería admitir.

La cajera les sonrió mientras pasaba todo por la máquina registradora. Purple observó todo lo que estaban comprando con una pequeña sonrisa de incredulidad. Al final, pagaron y salieron de la tienda con Misty bien resguardada en el abrigo de Second.

Al llegar a casa, Second la colocó en su nuevo corralito y comenzó a colocar todos los accesorios y juguetes que había comprado. Misty parecía feliz de explorar su nuevo espacio, dando saltitos y olfateando todo a su alrededor.

Purple se quedó en la puerta, observando la escena con una sonrisa suave.

—¿Ves? —dijo Second, volviendo a mirarlo con una sonrisa amplia—. No es tan difícil.

Purple se acercó lentamente y se agachó a la altura de Misty, acariciando suavemente su suave pelaje.

—Sí... parece que todo se va a poner bien —murmuró Purple, más para sí mismo que para Second.

Second se acercó y, con una mirada ligera, le dio un suave golpe en el hombro.

—¿Ves? Te dije que cuidar de ella sería fácil. Además, parece que ella también te ha tomado cariño.

Purple miró a Misty, quien levantó la cabeza y lo miró fijamente con sus ojos heterocromáticos, una mirada intensa que lo hizo sentirse un poco más conectado con la conejita. Por un momento, todo pareció encajar de alguna manera.

—Bueno —dijo Purple, respirando hondo—, ahora tenemos que enseñarle a no destruir todo.

Second rió suavemente.

—Eso será lo más difícil, pero no te preocupes, lo lograremos.

Y así, juntos, comenzaron una nueva etapa en la que, de alguna manera, los tres parecían formar una pequeña familia, aunque nadie lo dijera en voz alta.

---

[Continuará...♡]

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