❀˖°「 Ꮯa̤̮℘ḭtʊʆꪮ 11 」°˖❀
[Narrador/a POV]
Era un día soleado, y la luz que entraba por las ventanas de la casa parecía invitar a todos a aprovechar el momento. Green había estado trabajando en una nueva pieza musical desde hacía días, y aunque era bastante talentoso, sentía que le faltaba algo. Así que, en un arranque de inspiración, decidió invitar a Purple. Sabía que tenía buen oído para la música y tal vez podría darle esa chispa que necesitaba.
—¿Me ayudarías con algo? —le preguntó Green más temprano, con su tono casual pero lleno de expectativa. Purple, que siempre encontraba interesante todo lo que tenía que ver con el arte, asintió sin dudar.
—Claro, ¿qué necesitas? —respondió, con una sonrisa ligera.
Así fue como ambos terminaron en la habitación de Green, que estaba casi transformada en un pequeño estudio improvisado. Había un teclado eléctrico, una guitarra en una esquina, y varias hojas con partituras garabateadas esparcidas por la mesa. Purple se sentó en una silla frente al teclado, mientras Green ajustaba algunos cables y conectaba el equipo.
—Estoy trabajando en algo, pero siento que no tiene suficiente vida —admitió Green, mientras encendía el teclado y buscaba entre las partituras—. Escucha esto y dime qué opinas.
Green comenzó a tocar una melodía tranquila pero melancólica. Era bonita, pero Purple notó de inmediato lo que faltaba: un cambio de ritmo, algo que le diera más emoción.
—Suena bien —dijo Purple después de escucharlo completo—, pero creo que podrías agregar algo más animado al final, como si la melodía creciera y luego volviera a calmarse.
Green lo miró sorprendido. Era un comentario tan simple, pero encajaba perfectamente. Le pasó el teclado a Purple, dándole la oportunidad de mostrarle lo que quería decir. Purple dudó un poco al principio, pero cuando empezó a tocar, la música cobró un nuevo significado. Sus manos se movían con soltura, mezclando los tonos suaves con algo más enérgico.
—¡Eso es! —exclamó Green, entusiasmado—. Exactamente eso. ¿Cómo haces que parezca tan fácil?
Purple se encogió de hombros, un poco avergonzado por el cumplido.
—No es nada —dijo, quitándole importancia—. Solo... lo sentí.
Ambos siguieron trabajando durante horas, experimentando con distintas combinaciones. La atmósfera era relajada y productiva, y Green se sorprendió de lo bien que se complementaban. Purple no hablaba mucho, pero cada vez que lo hacía, aportaba algo valioso. Cuando finalmente terminaron la pieza, Green se recostó en su silla y dejó escapar un suspiro de alivio.
—Eres un genio, ¿lo sabías? —dijo Green, girándose hacia Purple con una sonrisa sincera.
—Tú hiciste todo el trabajo —respondió Purple, desviando la mirada, algo incómodo con los elogios.
Green negó con la cabeza, divertido.
—No seas modesto. Esto no habría sido posible sin ti. Ahora, ¿qué tal si grabamos esto?
Purple asintió, contento de haber ayudado. Mientras Green preparaba el equipo para grabar, Purple se tomó un momento para observarlo. Era raro trabajar tan de cerca con alguien, pero Green tenía algo en su personalidad que hacía que todo pareciera más fácil. Tal vez no era tan malo aceptar invitaciones como esta, pensó para sí mismo.
Mientras tanto, Green estaba pensando lo mismo sobre Purple. Había algo en su forma de ser, tranquila pero apasionada, que lo inspiraba de maneras inesperadas. Tal vez, después de todo, Purple no solo era bueno para la música, sino para muchas otras cosas que Green todavía estaba descubriendo.
---
Green, animado por el flujo de ideas, decidió ir un paso más allá. Sacó su guitarra acústica y se la pasó a Purple, con una sonrisa que decía "sé que tienes algo especial bajo la manga".
—A ver, sorpréndeme —le dijo, cruzando los brazos y apoyándose en el borde del teclado.
Purple tomó la guitarra con delicadeza, como si fuera un objeto precioso. Sus dedos recorrieron las cuerdas, afinándolas con movimientos seguros. Luego, sin decir palabra, comenzó a tocar una melodía suave y melancólica. Era algo que su madre solía tocarle cuando era pequeño, una canción que le traía una mezcla de nostalgia y calidez.
Mientras tocaba, su mente se quedó atrapada en los recuerdos. Las noches tranquilas en casa, las canciones que llenaban el aire, y cómo esas pequeñas melodías lo hacían sentir protegido. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, pero sus ojos tenían una sombra de tristeza que no pasó desapercibida para Green.
—Eso... es hermoso, Purple —dijo Green, con un tono suave, intentando no romper el momento.
Lo que ninguno de los dos sabía era que Second había pasado casualmente por el pasillo y se había detenido al escuchar la guitarra. La melodía lo había atrapado de inmediato, y sin darse cuenta, se quedó parado frente a la puerta entreabierta, mirando a Purple tocar. Había algo casi mágico en cómo sus dedos se movían sobre las cuerdas, en cómo su expresión cambiaba mientras se sumergía más y más en la música.
Second apoyó una mano en el marco de la puerta, como si necesitara algo que lo mantuviera firme. No podía apartar los ojos de Purple. Su postura relajada, el pelo que caía ligeramente sobre su rostro mientras tocaba, la forma en que la música parecía envolverlo... Todo era hipnotizante.
Green notó la presencia de Second después de un rato y, con una leve sonrisa traviesa, decidió no interrumpir. Sabía que Purple tenía ese efecto en las personas cuando se mostraba de esta manera tan auténtica.
Cuando Purple terminó la canción, dejó caer sus manos de la guitarra y respiró profundamente, como si acabara de volver de un viaje lejano. Fue entonces que se dio cuenta de la mirada de Green, que sonreía como si supiera algo que él no.
—¿Qué pasa? —preguntó Purple, algo nervioso.
Antes de que Green pudiera responder, Second entró finalmente en la habitación, con esa sonrisa característica que parecía iluminar cualquier lugar.
—Eso fue increíble, Purple. No sabía que tocabas así —dijo, con admiración genuina en su voz.
Purple se ruborizó un poco, sin saber cómo reaccionar.
—Es algo que aprendí de mi madre... nada especial —respondió, intentando restarle importancia.
—¿Nada especial? —repitió Second, acercándose un poco más—. Podrías hipnotizar a cualquiera con eso. Bueno, al menos conmigo ya lo lograste.
Purple no supo qué decir, pero Green no pudo evitar soltar una risa ligera.
—Creo que tenemos un fan, Purple —dijo Green, dándole un codazo juguetón.
Purple solo negó con la cabeza, algo avergonzado, pero no pudo evitar sonreír levemente al ver la expresión sincera de Second.
---
La sonrisa de Purple se desvaneció lentamente, y su mirada bajó hacia la guitarra en sus manos. Acarició las cuerdas con los dedos, perdido en sus pensamientos, mientras el ambiente en la habitación cambiaba. Green notó el cambio de inmediato y dejó de bromear, enderezándose en su asiento.
Second, que estaba más cerca, también percibió la tensión en Purple. Dio un paso hacia él, pero no demasiado, queriendo darle espacio.
—Purple... ¿estás bien? —preguntó con cautela, su tono mucho más suave.
Purple asintió, pero no levantó la vista. Su voz salió baja, casi un susurro.
—Es solo... no estoy acostumbrado a tanta atención. Y esta canción... me recuerda a mi madre. Ella solía tocarla todo el tiempo. Era su favorita.
El silencio llenó la habitación, denso pero comprensivo. Green miró a Second, como buscando una señal de qué hacer.
Second avanzó un poco más y, sin dudar, se sentó frente a Purple en el suelo. Observó cómo Purple mantenía la guitarra en sus manos, aferrándose a ella como si fuera un ancla.
—Debe haber sido alguien muy especial para enseñarte algo tan bonito —dijo Second, con una calidez en su voz que parecía envolver el momento.
Purple levantó la mirada lentamente, sus ojos brillando con un rastro de emoción.
—Lo era. Siempre encontraba la forma de hacerme sentir seguro, incluso cuando todo a nuestro alrededor se sentía caótico. Su música era... su forma de decirme que todo estaría bien.
Green bajó la vista, sintiendo un peso en el pecho al escuchar aquello. Sabía lo que era perder a alguien importante, pero entendía que todos lo enfrentaban de forma distinta.
Second tomó una bocanada de aire antes de hablar de nuevo.
—No soy muy bueno con las palabras, pero... si alguna vez sientes que necesitas hablar de ella, o simplemente tocar una canción como esta para recordarla, estoy aquí. Siempre.
Purple parpadeó, sorprendido por la sinceridad de Second. No dijo nada de inmediato, pero su expresión se suavizó, como si aquellas palabras hubieran logrado calmar algo dentro de él.
—Gracias... de verdad.
Green decidió darles un momento y se levantó con discreción.
—Voy a buscar algo de agua. Si necesitan tiempo, no hay prisa —murmuró antes de salir, dejándolos solos.
Purple respiró profundamente, soltando un poco de la tensión que había acumulado.
—A veces siento que la extraño tanto que no sé cómo seguir adelante —admitió en voz baja.
Second, sin pensarlo demasiado, extendió una mano y la puso suavemente sobre la de Purple, que descansaba sobre la guitarra.
—No tienes que hacerlo solo. Estamos aquí para ti. Yo estoy aquí para ti.
Purple se quedó en silencio, mirando la mano de Second sobre la suya. Una pequeña pero sincera sonrisa volvió a aparecer en su rostro.
—Gracias, Second. Eres... diferente. Pero en el buen sentido.
Second sonrió de vuelta, tratando de aligerar el momento.
—Diferente, ¿eh? Bueno, supongo que tomaré eso como un cumplido.
La risa suave de Purple llenó la habitación, y aunque todavía sentía el peso de sus recuerdos, por primera vez en mucho tiempo, se sintió un poco más ligero.
---
Second había pasado toda la tarde dándole vueltas a la misma idea, como una canción que no podía sacarse de la cabeza. No sabía exactamente qué lo motivaba, pero sentía que Purple necesitaba algo más, un escape, una distracción. Tal vez, simplemente quería compartir con él algo que realmente le importara.
Tomó una decisión repentina mientras observaba a Purple tocar la guitarra, sus ojos fijos en las cuerdas pero con la mente claramente en otro lugar. Sin pensarlo demasiado, extendió su mano y la colocó sobre la de Purple, que aún descansaba sobre el instrumento.
—Ven conmigo —dijo con una voz firme pero tranquila.
Purple levantó la mirada, confundido.
—¿A dónde?
Second solo sonrió, levantándose y tirando suavemente de su mano para que lo siguiera.
—Lo descubrirás.
Purple dudó un momento, pero terminó poniéndose de pie, aún sin entender. Second lo guió fuera de la casa, pasando junto a Green, que levantó una ceja al verlos.
—¿A dónde van? —preguntó Green, cruzado de brazos pero con una sonrisa traviesa.
Second ni siquiera se detuvo, solo giró la cabeza para responder.
—A mi lugar favorito.
Green los observó mientras se alejaban, y una idea cruzó por su mente, casi inevitable. Se quedó mirando hasta que desaparecieron en la distancia, suspirando.
—Esos dos… no tardarán en caer.
Purple, por su parte, seguía a Second, confundido pero curioso. No preguntó más, dejando que el silencio entre ambos fuera el que guiara la caminata. Second lo llevaba por un camino que parecía cada vez más familiar para él, como si supiera exactamente a dónde iba.
El bosque era tranquilo, con el suave sonido de las hojas moviéndose con el viento. Purple no podía evitar admirar el paisaje, aunque seguía sin entender el propósito de todo aquello.
Finalmente, después de varios minutos de caminata, llegaron a una entrada oscura y discreta en la base de una colina. Era una cueva, oculta entre la vegetación, pero con un aire casi mágico.
—¿Es aquí? —preguntó Purple, mirando alrededor.
Second asintió y lo guió hacia adentro. La cueva no era demasiado grande, pero tenía un espacio amplio en el centro, con un pequeño charco de agua que reflejaba la luz del sol que entraba por una abertura superior. Había musgo y algunas flores creciendo en las paredes, dándole un aspecto tranquilo y acogedor.
—Este es mi lugar favorito —dijo Second, soltando la mano de Purple para caminar hacia el centro. Miró a su alrededor con una sonrisa suave, como si estuviera viendo algo precioso que nunca se cansaba de admirar.
Purple lo siguió, sus ojos explorando cada rincón.
—Es… hermoso. Nunca pensé que encontraría algo así aquí.
Second se giró hacia él, sus ojos brillando con entusiasmo.
—Cuando necesito pensar, o simplemente estar solo, siempre vengo aquí. Es mi refugio.
Purple se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de Second se asentaran. Luego, dio un paso hacia él, todavía algo tímido.
—¿Por qué me trajiste aquí?
Second lo miró, y por un segundo, pareció dudar. Pero luego sonrió, como si hubiera encontrado la respuesta dentro de sí mismo.
—Porque quiero que este lugar también sea tuyo. No sé por qué, pero siento que necesitas un lugar así, donde puedas respirar y ser tú mismo.
Purple se quedó sin palabras, sorprendido por la sinceridad en la voz de Second. Miró alrededor de la cueva una vez más, esta vez con una sensación diferente.
—Gracias, Second. No sé qué decir.
—No tienes que decir nada —respondió Second, sentándose en el suelo y apoyando la espalda contra una de las paredes de la cueva. Miró a Purple y palmeó el lugar junto a él.
—Ven, siéntate.
Purple obedeció, sentándose junto a Second. El silencio volvió, pero esta vez era cómodo, lleno de una conexión que no necesitaba palabras. Purple se inclinó un poco hacia atrás, mirando hacia la abertura en el techo de la cueva, donde el cielo azul aún era visible.
Second lo observó de reojo, una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Qué piensas?
Purple cerró los ojos por un momento antes de responder.
—Pienso que este lugar... es perfecto.
---
Second observaba a Purple mientras ambos permanecían sentados en la tranquilidad de la cueva. Purple parecía perdido en sus pensamientos, con los ojos entrecerrados y los labios apretados como si estuviera conteniendo algo. Second podía sentir el peso en el aire, y aunque dudó un instante, decidió que debía intentarlo.
Lentamente, movió su mano hasta encontrar la de Purple, tomándola con cuidado. Purple parpadeó, sorprendido por el gesto, y lo miró con una mezcla de curiosidad y reserva.
—¿Quieres hablar sobre ella? —preguntó Second, su voz suave pero firme.
Purple apartó la mirada, enfocándose en sus manos, que ahora estaban unidas con las de Second. Pareció dudar, como si debatiera consigo mismo si debía abrirse o no. Finalmente, suspiró, como si hubiera llegado a una conclusión.
—Mi mamá… solía tocar esa melodía para mí cuando era niño —comenzó, su voz baja pero llena de emoción contenida—. Era su forma de calmarme, de hacerme sentir seguro cuando todo a mi alrededor parecía un caos.
Second no interrumpió, solo lo miró con una expresión comprensiva, dándole el espacio para continuar.
—Ella siempre decía que la música era como un puente, que podía conectar los corazones de las personas sin necesidad de palabras. Pero... cuando ella se fue... —Purple hizo una pausa, cerrando los ojos y apretando los labios.
Second apretó suavemente su mano, un gesto silencioso de apoyo. Purple respiró hondo antes de continuar.
—Cuando ella murió, dejé de tocar. Sentía que cada vez que tocaba, era como arrancarme una parte de mí mismo. Pero hoy… cuando Green me pidió que tocara algo, pensé en ella. Y luego tú estabas ahí, escuchando. Fue demasiado.
Second asintió lentamente, sin soltar su mano.
—Es normal que duela, Purple. Pero estoy seguro de que ella estaría orgullosa de ti, de cómo sigues adelante, incluso con todo lo que llevas dentro.
Purple lo miró, sus ojos brillando con lágrimas que se negaban a caer.
—¿Tú crees eso?
Second sonrió con calidez, inclinándose un poco más hacia él.
—Lo sé. Y te lo demostraré las veces que haga falta.
Purple apartó la mirada de nuevo, esta vez con una pequeña sonrisa asomando en sus labios.
—Gracias, Second.
—Para eso estoy aquí, ¿no? —respondió Second, apretando su mano una vez más antes de soltarla suavemente—. Además, ahora que este lugar es tuyo también, puedes venir aquí siempre que lo necesites.
Purple asintió, mirando nuevamente hacia la entrada de la cueva, donde la luz del sol seguía filtrándose.
—Tal vez… podría traer la guitarra la próxima vez —murmuró con timidez.
Second soltó una pequeña risa, genuina y llena de alegría.
—Eso suena como un plan. Y prometo ser tu audiencia más entusiasta.
Purple rodó los ojos con una sonrisa, pero no dijo nada más. Los dos se quedaron allí, en la paz de la cueva, dejando que el momento hablara por sí mismo.
---
Second no se dio cuenta de lo que hacía hasta que sus dedos ya se habían movido por sí mismos. Con una suavidad inesperada, comenzó a pasar la mano por el cabello de Purple, acariciándolo distraídamente. El cabello era más suave de lo que había imaginado, y se sintió extrañamente cómodo con el gesto.
Purple se tensó al principio, sorprendido por el contacto repentino. Giró ligeramente la cabeza para mirar a Second, pero el otro parecía completamente relajado, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos mientras continuaba acariciándole el cabello.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Purple en un tono entre curioso y confundido.
Second parpadeó, como si acabara de darse cuenta de lo que hacía. Retiró rápidamente la mano, un leve rubor apareciendo en sus mejillas.
—Oh, lo siento —dijo con una sonrisa nerviosa—. Ni siquiera me di cuenta. Supongo que me dejé llevar.
Purple lo miró por un momento, sus ojos buscando algo en los de Second. Finalmente, negó con la cabeza y dejó escapar una risa suave.
—No tienes que disculparte. Fue... agradable, supongo.
Second levantó una ceja, sonriendo con algo de picardía.
—¿Agradable? Eso suena como un cumplido. ¿Quieres que lo haga de nuevo?
Purple se sonrojó un poco, apartando la mirada hacia la entrada de la cueva.
—No dije eso.
Second soltó una risa ligera, pero no insistió. En lugar de eso, volvió a apoyarse en la pared de la cueva, aunque no podía evitar lanzar miradas a Purple de vez en cuando. Había algo en esos momentos tranquilos con él que hacía que todo pareciera más fácil, más simple.
—Si alguna vez necesitas que alguien te despeje la mente con una buena sesión de caricias en la cabeza, ya sabes dónde encontrarme —bromeó Second, con un brillo juguetón en los ojos.
Purple rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.
—Tú y tus comentarios raros…
—Es parte de mi encanto —respondió Second, dejando que el silencio cómodo los envolviera de nuevo.
---
Purple lo miró de reojo, algo dudoso, pero finalmente dejó escapar un suspiro y asintió con la cabeza.
—Está bien... supongo que no me molesta.
Second sonrió, esta vez con más confianza, y volvió a pasar sus dedos por el cabello de Purple. Sus movimientos eran lentos y cuidadosos, casi como si temiera romper algo frágil. Purple cerró los ojos poco a poco, dejándose llevar por el gesto relajante.
Pero mientras Second continuaba, sus dedos comenzaron a descender instintivamente, rozando la nuca de Purple con una suavidad casi imperceptible. Purple abrió los ojos de golpe y se quedó completamente quieto, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Purple en un susurro, aunque su tono no era de reproche, sino de sorpresa.
Second parpadeó, claramente nervioso al darse cuenta de lo que había hecho. Retiró su mano de inmediato, levantando ambas como si se disculpara.
—¡Perdón! No fue mi intención… Simplemente... No sé, me distraje.
Purple giró lentamente la cabeza para mirarlo, notando el ligero rubor en las mejillas de Second. Algo en su reacción lo hizo esbozar una pequeña sonrisa.
—No te disculpes tanto —murmuró—. No fue tan malo… aunque sí me sorprendiste.
Second soltó una risa nerviosa, rascándose la parte trasera de la cabeza.
—Bueno, al menos no me golpeaste. Eso ya es un alivio.
Purple negó con la cabeza, aún con esa ligera sonrisa en los labios.
—Eres... raro, ¿sabes?
—Sí, pero también soy bueno acariciando cabezas, ¿no? —respondió Second con un guiño juguetón, tratando de aliviar la tensión.
Purple se cruzó de brazos, fingiendo un aire de indiferencia, pero el leve sonrojo en sus mejillas lo delataba.
—No te lo creas tanto.
Second se recostó de nuevo contra la pared de la cueva, lanzándole una mirada cómplice.
—Si alguna vez quieres otro masaje en la cabeza, aquí estaré. Solo dilo.
Purple rodó los ojos, pero no pudo evitar soltar una risa suave mientras volvía a acomodarse en su lugar.
---
Purple lo miró con una mezcla de diversión y desafío.
—Bueno, ya que estás tan relajado, ¿qué tal si cambiamos los papeles?
Second levantó una ceja, algo confundido.
—¿Qué quieres decir?
Purple se acomodó en su lugar y extendió las manos.
—Déjame intentarlo yo. Vamos, Second, no seas cobarde.
Second soltó una carcajada.
—¿Cobarde? ¿Yo? Está bien, pero si me despeinas, te arrepentirás.
Con una sonrisa tranquila, Purple se acercó a él, haciéndolo inclinar ligeramente la cabeza hacia adelante. Colocó sus manos en su cabello, sus dedos explorando las hebras suaves mientras empezaba a hacer pequeños movimientos circulares.
Second no pudo evitar cerrar los ojos, dejándose llevar por la sensación inesperadamente relajante.
—Eres... sorprendentemente bueno en esto —murmuró, su voz algo amortiguada.
Purple sonrió con cierta satisfacción.
—Mi mamá me lo hacía cuando estaba estresado. Supongo que aprendí de ella.
Second abrió un ojo, mirándolo de reojo.
—¿Entonces esto es un truco familiar? ¿Voy a quedarme dormido aquí?
Purple rió, aunque su sonrisa se suavizó al recordar a su madre.
—Tal vez. Pero no te preocupes, no pienso hacerte nada raro.
Second se rió entre dientes, pero luego se quedó en silencio, disfrutando del momento.
Por un instante, la cueva parecía llena de paz, el sonido de las hojas afuera mezclándose con las caricias cuidadosas de Purple. Cuando finalmente terminó, Purple retiró las manos lentamente y se sentó a su lado.
—¿Qué tal? —preguntó con un toque de orgullo.
Second se giró hacia él, sonriendo.
—Debo admitirlo, Purple. Tienes talento.
Purple fingió una reverencia exagerada.
—Gracias, gracias. Estoy aquí toda la semana.
Second soltó una carcajada, pero luego lo miró con seriedad, su expresión llenándose de gratitud.
—Gracias por eso. Fue... diferente, pero en el buen sentido.
Purple asintió, algo incómodo por la intensidad en los ojos de Second, pero respondió con una pequeña sonrisa.
—De nada. Aunque no te acostumbres, Second. Esto fue una excepción.
—¿Excepción? —repitió Second, entrecerrando los ojos con una sonrisa juguetona—. Ya veremos.
---
Purple lo miró de reojo, su voz cargada de curiosidad.
—Oye, Second, ¿puedo preguntarte algo?
Second, quien estaba observando la entrada de la cueva con una expresión serena, giró la cabeza hacia él.
—Claro, lo que quieras.
Purple jugueteó con una piedra en sus manos, evitando el contacto visual por un momento antes de alzar la vista.
—¿Cómo lo haces? Quiero decir... siempre estás tan positivo, sonriendo a todos como si nada pudiera afectarte. Eres... brillante.
Second se sorprendió por la sinceridad en la voz de Purple, pero pronto su expresión cambió a una sonrisa suave, un poco más melancólica de lo habitual.
—¿Brillante, dices? —respondió con un toque de humor, aunque había algo más profundo detrás de su tono.
Purple asintió lentamente, buscando respuestas.
Second tomó un momento, mirando hacia el cielo que apenas se veía desde la cueva.
—No siempre es fácil, ¿sabes? —dijo finalmente—. A veces sonrío porque es lo único que puedo hacer. Es como... una forma de recordarme que las cosas pueden mejorar.
Purple lo miró con una mezcla de sorpresa y comprensión.
—¿Entonces no siempre te sientes así de positivo?
Second negó con la cabeza, volviendo su mirada hacia Purple.
—No. Hay días en los que siento que todo es un desastre. Pero aprendí que, si dejo que eso me consuma, también arrastro a los demás conmigo. Y no quiero eso. Quiero ser la persona que da luz, no la que la apaga.
Purple se quedó en silencio, procesando las palabras de Second. Por un momento, sintió que lo entendía mejor, como si estuviera viendo una parte de él que pocos conocían.
—Supongo que eso explica por qué todos te admiran tanto —dijo finalmente, con un tono más suave—. Es algo que... yo no sé si podría hacer.
Second inclinó la cabeza, mirándolo directamente.
—No tienes que ser como yo, Purple. Pero sé que tienes tu propia forma de brillar, aunque a veces no lo veas.
Purple apartó la mirada, sintiendo un leve calor en las mejillas ante esas palabras.
—¿De verdad crees eso? —preguntó, apenas en un susurro.
Second sonrió, genuino y brillante, como siempre.
—Claro que lo creo. Eres más fuerte de lo que piensas, y algún día, te darás cuenta de eso también.
---
Purple no dijo nada más, pero el leve rubor en su rostro y la forma en que sus labios se curvaron apenas en una tímida sonrisa lo decían todo. Second lo observó por un momento más antes de desviar la mirada hacia el paisaje fuera de la cueva.
—¿Sabes? —dijo Second, rompiendo el silencio—. Este lugar me ayudó mucho en mis días más difíciles. Cuando siento que todo se desmorona, vengo aquí. Me recuerda que hay belleza incluso en los lugares más tranquilos y solitarios.
Purple alzó la vista hacia él, su curiosidad creciendo.
—¿Qué días difíciles?
Second vaciló un momento, como si no estuviera seguro de querer compartirlo, pero la mirada genuina de Purple lo animó a continuar.
—Hubo un tiempo en el que sentí que no tenía un propósito. Como si no importara lo que hiciera, siempre terminaría fallando. Pero venir aquí... me ayudó a calmar mi mente y a recordarme que, aunque las cosas sean difíciles, siempre hay una manera de seguir adelante.
Purple se quedó en silencio, sus ojos fijos en Second. Era extraño verlo tan vulnerable, pero al mismo tiempo, lo hacía sentir más cercano.
—Tal vez por eso siempre tratas de ayudar a todos —murmuró Purple, más para sí mismo que para Second—. Porque sabes cómo se siente estar perdido.
Second lo miró sorprendido, pero pronto asintió, sonriendo con suavidad.
—Supongo que sí.
Purple bajó la vista hacia sus manos, jugando con una hebra de su cabello.
—Yo también me siento así a veces... como si no supiera quién soy o qué se supone que debo hacer.
Second extendió la mano, colocando suavemente una sobre el hombro de Purple.
—Es normal sentirse así, Purple. Pero no tienes que enfrentarlo solo. Siempre hay alguien dispuesto a escucharte.
Purple levantó la mirada, encontrándose con los ojos brillantes de Second. En ese momento, algo en su interior se sintió más ligero, como si la pesada carga que llevaba se hiciera un poco más manejable.
—Gracias, Second —dijo con sinceridad, sus palabras apenas un susurro.
Second sonrió, inclinándose ligeramente hacia él.
—Para eso están los amigos, ¿no?
Purple asintió, y por primera vez en mucho tiempo, dejó que su sonrisa creciera sin miedo ni reservas.
---
Second y Purple se quedaron mirándose, el silencio entre ellos parecía envolver todo el ambiente en la cueva. La luz que se colaba por las grietas iluminaba sus rostros suavemente, haciendo que los ojos de Purple brillaran con un matiz que atrapaba a Second por completo.
Sin darse cuenta, ambos comenzaron a inclinarse ligeramente el uno hacia el otro. La respiración de Purple se volvió un poco más pesada, su corazón latiendo con fuerza, mientras que Second sentía cómo el mundo entero se desvanecía a su alrededor. Solo estaban ellos dos, tan cerca que sus labios parecían destinados a encontrarse.
Justo cuando estaban a un suspiro de distancia, Second retrocedió un poco, rompiendo el momento pero sin apartar la mirada de Purple.
—Purple... —murmuró con una sonrisa juguetona en sus labios, tratando de ocultar el temblor en su voz—, pareces una flor.
Purple parpadeó, confundido por un instante.
—¿Qué?
Second se rió suavemente, su mano alcanzando la flor que todavía adornaba el cabello de Purple.
—Una flor. No sé... es como si fueras delicado pero fuerte al mismo tiempo. Eres tímido, pero cuando decides abrirte, muestras algo tan hermoso que nadie puede ignorarlo.
Purple sintió que su rostro se encendía. No estaba acostumbrado a recibir ese tipo de cumplidos, y mucho menos de alguien como Second. Bajó la mirada, mordiéndose el labio, mientras su pecho se llenaba con una calidez que nunca antes había sentido.
—Yo... no sé qué decir —murmuró, su voz apenas audible.
Second negó con la cabeza, sonriendo con ternura.
—No tienes que decir nada. Solo sigue siendo tú.
Purple levantó los ojos, encontrándose con la mirada sincera de Second. Sus corazones latían al unísono, y aunque el beso no llegó, el momento compartido entre ellos fue mucho más profundo de lo que cualquier palabra o gesto podría expresar.
Después de unos segundos, Second rompió el silencio con una risa nerviosa.
—Bueno, creo que deberíamos volver antes de que los demás empiecen a buscarnos. No quiero que Green o Blue inventen historias raras sobre nosotros.
Purple soltó una pequeña risa, asintiendo.
—Sí... será mejor que volvamos.
Aunque la magia del momento parecía haberse disipado, ambos sabían que algo había cambiado entre ellos. Mientras caminaban juntos de regreso, una nueva conexión había florecido, como un capullo que acababa de abrirse, prometiendo algo más en el futuro.
---
Mientras caminaban hacia la salida de la cueva, Purple seguía mirando al suelo, perdido en sus pensamientos. La confesión de Second sobre verlo como una flor seguía resonando en su mente, llenándolo de una mezcla de timidez y alegría que no sabía cómo manejar.
Second, caminando a su lado, lo observaba de reojo. La forma en que Purple jugaba con los mechones de su cabello y cómo evitaba su mirada lo hizo sonreír. Era adorable, y Second sentía que no podía contenerse más.
—Purple —lo llamó suavemente, deteniéndose de repente.
Purple volteó a verlo, con una expresión curiosa. Antes de que pudiera decir algo, Second se inclinó y, con una suavidad inesperada, plantó un beso en su mejilla.
El mundo de Purple pareció detenerse. Sus ojos se abrieron ampliamente, y el calor subió a su rostro casi al instante.
—¿Qué... qué haces? —preguntó, llevándose una mano a la mejilla, como si quisiera confirmar lo que acababa de suceder.
Second se rió, llevándose las manos detrás de la cabeza con una expresión despreocupada.
—Nada, solo agradezco a mi flor favorita por acompañarme aquí.
Purple no sabía cómo responder. Su corazón latía tan rápido que estaba seguro de que Second podía oírlo. A pesar de su confusión, no pudo evitar sonreír, aunque intentó disimularlo bajando la mirada.
—Eres imposible —murmuró, aunque su tono carecía de cualquier rastro de molestia.
Second le guiñó un ojo, retomando el camino hacia el bosque.
—Lo sé, pero no sería yo si no lo fuera. Anda, antes de que los demás envíen un grupo de rescate.
Purple lo siguió, aún con el rostro encendido y su mano tocando suavemente la mejilla donde había sentido el beso. Mientras caminaban, no podía evitar pensar en cómo ese simple gesto había logrado romper las barreras que todavía lo rodeaban. Quizá, solo quizá, Second tenía razón: una flor como él solo necesitaba un poco más de luz para florecer.
---
De regreso a casa, Purple no pudo evitar sentirse más consciente de la presencia de Second. Cada palabra, cada gesto que hacía el chico parecía resonar más en él de lo normal. Caminaban en silencio por el bosque, pero no era incómodo. Purple, aunque algo nervioso, comenzó a disfrutar de la tranquilidad del momento.
Cuando llegaron a la puerta de la casa, Second abrió la puerta con una sonrisa relajada.
—Bien, señor flor —bromeó, inclinándose hacia Purple—. ¿Listo para enfrentar a los demás?
Purple rodó los ojos con una sonrisa leve, pero el color en sus mejillas seguía ahí.
—Sí, mientras no empiecen con sus preguntas raras.
—Oh, seguro que Green tendrá algo que decir sobre cuánto tardamos —añadió Second, riendo mientras entraba a la casa.
Tal como Second había predicho, Green fue el primero en interceptarlos.
—¡Vaya, vaya! ¿Y ustedes dos? ¿Fueron a una cita secreta?
Purple suspiró, pasando de largo mientras Green seguía con sus bromas. Second, sin embargo, le respondió con un aire despreocupado.
—No fue una cita... todavía.
Green abrió los ojos con sorpresa, mientras que Purple se detuvo en seco y volteó a verlo.
—¡Second! —protestó, sintiendo que su rostro volvía a arder.
Second levantó las manos como si se estuviera defendiendo, sonriendo con picardía.
—¿Qué? Solo bromeaba... bueno, en parte.
El ambiente se llenó de risas cuando los demás llegaron a la sala, curiosos por el alboroto. Red, aún con el cabello despeinado por la siesta, los miró con una ceja levantada.
—¿Ahora qué pasa?
—Second estaba diciendo que tuvo una cita con Purple —soltó Green con una risa.
Purple se tapó el rostro con las manos, queriendo desaparecer, mientras que Second simplemente se encogió de hombros.
—Vamos, chicos, solo fue un paseo. Además, no les interesa lo que hicimos, ¿o sí?
Los demás lo miraron con una mezcla de curiosidad y diversión. Blue, siempre más calmado, decidió cambiar de tema.
—Deberíamos comer algo antes de que esto se salga de control.
La conversación dio un giro, pero Purple no podía sacarse de la cabeza la forma en que Second había manejado la situación. A pesar de las bromas, Second siempre sabía cómo desviar la atención o hacer que él se sintiera más cómodo. Y aunque todavía no estaba seguro de lo que sentía, algo en su corazón le decía que estaba empezando a abrirse más de lo que había esperado.
---
Mientras todos estaban reunidos en la sala, Green, con su actitud juguetona de siempre, lanzó una pregunta al aire que captó la atención de todos.
—Entonces, ¿ya son pareja?
Purple y Second se miraron, sorprendidos.
—¡No! —respondieron al unísono, casi demasiado rápido.
—Claro, claro —replicó Green, alzando las cejas con una sonrisa burlona—. Esa sincronización no ayuda mucho a su caso, ¿eh?
Second cruzó los brazos y suspiró, intentando mantener la calma mientras Purple desviaba la mirada, claramente incómodo.
—Green, deja de molestar. Sabes que no es así —dijo Second, aunque la leve sonrisa en su rostro traicionaba su intento de parecer serio.
—Sí, solo somos amigos —añadió Purple en un tono más bajo, pero con firmeza.
Antes de que Green pudiera responder con otra broma, la puerta de la casa se abrió de golpe. Todos giraron la cabeza y vieron a Orange entrando, con su habitual aire de autoridad.
—¿Qué es lo que están negando? —preguntó con los brazos cruzados, mirando directamente a Purple y Second.
Purple se puso rígido, y Second apenas logró mantener su compostura. Orange los estudió con ojos críticos, su ceño fruncido dejando claro que no le convencían las respuestas rápidas.
—Nada, papá —dijo Purple, intentando sonar tranquilo mientras evitaba el contacto visual.
Orange, sin embargo, dirigió su mirada a Second.
—¿Y tú? ¿Qué tienes que decir?
Second mantuvo su sonrisa habitual, aunque internamente sentía que estaba caminando sobre una cuerda floja.
—Solo estábamos aclarando un malentendido. No pasa nada entre nosotros, señor Orange.
El padre de Purple lo miró por un momento más largo, como si intentara leer su mente. Luego suspiró y sacudió la cabeza.
—Más les vale —dijo finalmente, apuntándolos con el dedo—. No quiero que haya otra "puerta rota" en esta casa. ¿Entendido?
Los demás en la sala se quedaron en silencio, aguantando las ganas de reír. Cuando Orange finalmente se fue a otra habitación, Red no pudo contenerse.
—¿Puerta rota? ¿Qué historia me perdí?
Purple enterró su rostro entre las manos, y Second se rascó la nuca, riendo incómodamente.
—Es... una historia larga —respondió Second, mientras Green y Blue intercambiaban miradas divertidas.
El ambiente se llenó de risas contenidas, mientras Purple deseaba que la tierra se lo tragara. Second, por otro lado, simplemente se recostó en el sofá, tranquilo como siempre, pero con una ligera sonrisa de complicidad hacia Purple.
---
Green, con una sonrisa traviesa, se acercó a Orange mientras este se acomodaba en el sofá, aparentemente ajeno a la conversación que estaba por surgir. No era secreto para nadie que Green disfrutaba provocar situaciones incómodas, y esta no iba a ser la excepción.
—Oye, Orange —dijo con tono inocente—, ¿dejarías a Second como una buena pareja para Purple?
Orange levantó una ceja, mirando a Green como si estuviera evaluando si su pregunta merecía una respuesta. Sus ojos, normalmente serios, se suavizaron ligeramente, aunque la expresión seguía siendo firme.
—¿Por qué preguntas eso? —dijo, sin mostrar mucho interés, pero claramente ya había captado el tono de la pregunta.
Green, sin inmutarse, dio un paso más cerca de él, como si estuviera listo para escuchar una respuesta detallada.
—Porque parece que Second se preocupa mucho por Purple... ¿No te da curiosidad si podrían ser algo más? —preguntó, con una sonrisa pícara, mientras echaba un vistazo rápido hacia Purple y Second, que intentaban disimular su incomodidad.
Orange dejó escapar un suspiro, cruzando los brazos mientras pensaba un momento antes de responder.
—Es complicado —comenzó, su tono más grave—. Ya conoces a Second. Tiene su propia forma de ser... A veces no sé si es la más adecuada para Purple. Pero también sé que Second no tiene malas intenciones.
Green sonrió, aparentemente satisfecho con la respuesta, pero no se quedó callado.
—Entonces, ¿estás diciendo que lo aprobarías si fueran pareja?
Orange se quedó en silencio por un momento, mirando a Purple y Second, como si estuviera reflexionando sobre lo que realmente pensaba.
—Lo único que quiero es que Purple sea feliz —respondió finalmente, su tono suave pero firme—. Si Second puede hacer eso, entonces no tengo problemas.
La respuesta dejó a Green sin palabras, aunque un brillo de satisfacción pasó por sus ojos. No era lo que esperaba exactamente, pero era más que suficiente para lo que quería.
Purple, que había estado escuchando de cerca, sintió una mezcla de alivio y ansiedad. No estaba completamente seguro de lo que pensaba sobre esa idea, pero la aprobación de su padre, aunque indirecta, lo hacía sentirse mejor.
Second, al notar el silencio, levantó la vista y sonrió levemente, sin decir nada más. Simplemente, disfrutaba del momento, sabiendo que, de alguna manera, había dejado una buena impresión en la familia de Purple.
---
Mientras la conversación entre Green, Orange, Purple y Second continuaba, un sonido alegre y ruidoso interrumpió el ambiente tranquilo de la sala. Desde un rincón, Yellow y Red se estaban enzarzando en una típica batalla de cosquillas, riendo sin control y desordenando el lugar con sus carcajadas. Red, con su característica torpeza, trataba de esquivar los ataques de Yellow, pero parecía que cada intento de defensa solo lo hacía más vulnerable.
—¡No, por favor! —gritó Red entre risas, intentando apartarse de las manos de Yellow, pero sin éxito. Yellow no tenía intención de detenerse, y sus dedos buscaban impacientes cada punto débil de Red.
—¡Te voy a ganar esta vez, lo prometo! —exclamó Yellow, con una sonrisa traviesa en su rostro mientras perseguía a Red por toda la sala, quien intentaba desesperadamente escapar, tambaleándose y tropezando con los muebles.
Purple, que estaba en medio de la conversación con Second, no pudo evitar soltar una pequeña risa al ver a los dos chicos tan inmersos en su juego. Aunque la situación era algo caótica, había algo encantador en la espontaneidad de Yellow y Red. Se notaba que, a pesar de las diferencias entre ellos, compartían una amistad muy cercana, algo que Purple no había tenido mucho en su vida.
—¡Esto no es justo! —protestó Red entre carcajadas, ya sin poder evitar la risa. Yellow había encontrado el punto perfecto en sus costillas, y no parecía dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente.
—¡Claro que lo es! —respondió Yellow, con un brillo travieso en los ojos—. ¡Te dije que no tenías oportunidad!
La situación, aunque un poco ridícula, era una muestra de lo mucho que disfrutaban de su compañía. La pelea de cosquillas parecía interminable, pero al menos la atmósfera se había aligerado un poco, apartando la tensión que había surgido anteriormente con la conversación sobre Purple y Second.
Second, que había estado observando todo en silencio, dejó escapar una sonrisa. No era algo que hiciera normalmente, pero era imposible no sentirse un poco más ligero ante tanta risa. Al final, con un movimiento rápido, Red logró escapar del ataque de Yellow, y los dos terminaron cayendo en el suelo, agotados pero felices.
—¡Te dije que lo lograría! —dijo Red con una sonrisa orgullosa, mientras se quedaba tumbado en el suelo, respirando pesadamente.
—¡Tienes suerte! —respondió Yellow, también tumbado junto a él, riendo mientras miraba el techo.
La risa y las bromas continuaron por unos momentos, trayendo un poco de calidez a la sala. Purple, aún pensando en lo que había ocurrido con Second y las palabras de su padre, se sintió un poco más relajado, como si, de alguna manera, todos estuvieran compartiendo un pedazo de paz en medio del caos.
---
Blue estaba en la cocina, mirando los ingredientes dispuestos en la encimera sin mucha motivación. La luz suave del sol de la mañana iluminaba la habitación, pero su ánimo estaba en el mismo tono apagado. Había días en los que las ganas de cocinar no llegaban, y hoy parecía ser uno de esos. Sus manos tocaban los utensilios de cocina sin saber realmente por dónde empezar.
—No sé si hoy sea el día para cocinar... —murmuró para sí mismo, pensando si tal vez podrían pedir algo o improvisar algo sencillo.
Fue entonces cuando Green, al notar la falta de entusiasmo de Blue, decidió acercarse a él. Al principio se mantuvo en silencio, observando a Blue mientras este seguía mirando la comida, pero sin tocarla, como si una barrera invisible lo separara de ella. Green le sonrió con ternura y se acercó más.
—Oye, ¿te pasa algo? —preguntó Green con suavidad, con una mirada que denotaba comprensión. Sabía que Blue no solía sentirse así, así que algo debía estar pesando en su mente.
Blue levantó la mirada y vio el rostro preocupada de Green. Sonrió levemente, pero su ánimo seguía apagado.
—No sé... simplemente no tengo ganas de cocinar hoy, ¿sabes? No tengo energía para hacer nada complicado... —admitió Blue, frotándose la nuca, sintiéndose algo tonto por no poder ser más positivo.
Green lo miró con una expresión amable y caminó hacia él, colocando su mano sobre su hombro de manera reconfortante. Estaba claro que Blue necesitaba un pequeño empujón, pero no solo en la cocina, sino tal vez en otros aspectos de su vida.
—Sabes que no tienes que hacerlo solo, ¿verdad? —dijo Green con una voz suave, acercándose más a él. Luego, en un impulso cariñoso, abrazó a Blue de manera que intentaba transmitirle apoyo y ánimo.
Blue se quedó sorprendido por el gesto, pero pronto se relajó, dejándose abrazar por Green. Por un momento, todo lo demás desapareció y solo existió el consuelo en ese pequeño gesto de afecto. Después de unos segundos, Blue respiró profundamente y, al separarse un poco, sonrió.
—Gracias, Green... de verdad... no esperaba que me sintiera mejor solo con un abrazo. —comentó Blue, con una sonrisa tímida que ya comenzaba a asomar en su rostro.
—Siempre puedes contar conmigo, ya lo sabes. —respondió Green con una sonrisa tranquilizadora. Después de un momento, Green añadió, mirando los ingredientes sobre la mesa—. ¿Qué te parece si cocinamos algo juntos? No tiene que ser nada complicado. Yo te ayudo, y entre los dos seguro que lo hacemos bien.
Blue asintió con una sonrisa más genuina esta vez. Sabía que no solo se trataba de la comida, sino de sentirse acompañado. En ese momento, se dio cuenta de lo importante que era tener a alguien a su lado, dispuesto a darle un poco de amor y apoyo cuando más lo necesitaba.
—Sí... eso suena bien. Gracias, Green. —dijo Blue, con una chispa de ánimo renovado.
Ambos se pusieron a trabajar en la cocina, con Green guiando el proceso y asegurándose de que Blue no se sintiera tan solo. El ambiente, aunque sencillo, estaba lleno de una comodidad que solo la compañía de un buen amigo podía proporcionar.
---
La casa estaba llena de risas, de charlas animadas y de momentos tranquilos, pero había algo que flotaba en el aire. Orange observaba a sus hijos y sus amigos con detenimiento, notando cómo las parejas comenzaban a formarse a su alrededor. Green y Blue ya parecían más cercanos que nunca, y Red y Yellow habían pasado de una relación conflictiva a una muy especial. Ahora, solo faltaban Purple y Second. Orange no pudo evitar sentir curiosidad sobre lo que pasaba entre ellos, especialmente al ver cómo Second siempre estaba cerca de Purple, casi como si intentara acercarse más.
Un día, mientras todos estaban reunidos en la sala, Orange decidió hacer una pregunta directa. Había decidido que ya era momento de hablar con Purple sobre lo que pensaba que estaba sucediendo entre él y Second.
—Purple —comenzó Orange con voz calmada pero firme—, ¿ya estás listo para una relación con Second?
Purple levantó la mirada, sorprendido por la pregunta directa de su padre. La atmósfera en la sala se volvió más silenciosa, como si todos esperaran su respuesta. Purple sintió un nudo en el estómago, y sus pensamientos se agolparon en su mente.
—No —respondió rápidamente, sin pensarlo mucho. Sus palabras salieron con firmeza, pero su voz traicionaba un tono de incomodidad—. No quiero estar con Second, nunca.
La reacción de Purple causó un pequeño silencio incómodo en la habitación. Second, que había estado observando desde la esquina, sintió una punzada de dolor en el pecho al escuchar la negativa. Su corazón dio un pequeño brinco, y por un instante, todo lo que pudo sentir fue el peso de sus propias emociones.
Pero antes de que alguien pudiera decir algo más, Second notó algo extraño. Miró su muñeca, donde llevaba la pulsera que Chosen y Dark le habían dado, una pulsera que siempre había llevado con él, pero esa vez algo era diferente. La pulsera comenzó a parpadear, una luz tenue pero persistente, como si algo estuviera a punto de ocurrir. Second frunció el ceño, confundido por el fenómeno.
Sin embargo, no quiso darle importancia. En ese momento, lo único que le importaba era cómo Purple lo había rechazado. Sintió una mezcla de dolor y confusión, pero se obligó a ignorarlo. Se concentró en su respiración, tratando de calmarse, de evitar que sus emociones lo controlaran.
—Está bien —dijo Second, finalmente rompiendo el silencio con una sonrisa que intentaba ser natural, aunque su rostro delataba la tristeza que sentía en su interior—. No hay problema, Purple.
Purple, al ver la reacción de Second, se sintió un poco culpable, pero no supo cómo retractarse. Él no quería lastimarlo, pero aún no estaba listo para admitir lo que realmente sentía por él. Aún no sabía cómo manejar sus emociones ni lo que quería de una relación, especialmente con alguien como Second.
En la sala, el ambiente se volvió tenso por un momento, pero rápidamente todos intentaron distraerse para aligerar el ánimo. Green y Blue, notando lo incómodo que se había vuelto todo, comenzaron a hablar sobre un plan para el día siguiente, mientras Yellow y Red se reían de algo que había dicho uno de ellos. Sin embargo, Orange seguía observando a su hijo y a Second, sabiendo que algo más profundo pasaba entre ellos.
Mientras tanto, Second, con el corazón aún apesadumbrado, miró hacia su pulsera una vez más, sintiendo una extraña sensación que no podía explicar. Quizás, solo quizás, algo más estaba por llegar, pero por ahora, tendría que enfrentar lo que su corazón le decía, aunque no pudiera comprenderlo por completo.
---
La atmósfera en la casa estaba tensa mientras todos intentaban digerir lo que había pasado con Purple y Second, pero antes de que el silencio pudiera asentarse del todo, un fuerte golpe resonó en la entrada. La puerta se abrió de golpe, y ahí estaban Chosen y Dark, con rostros serios y decididos. La fuerza con la que entraron casi hizo que la puerta se saliera de sus bisagras.
—¡Second! —exclamó Chosen, mirando alrededor con urgencia, mientras Dark permanecía detrás de él, con los brazos cruzados y la mirada fija.
Todos en la sala se giraron, confundidos por la repentina interrupción. Second, que seguía procesando sus propios sentimientos, apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Chosen lo encontró.
—¡Ven con nosotros, ahora! —ordenó Chosen, mientras lo tomaba firmemente del brazo.
—¿Qué está pasando? —preguntó Second, alarmado, pero no recibió respuesta.
Dark se acercó para asegurarse de que Second no pudiera resistirse. Entre los dos, lo sacaron de la casa sin explicar nada. La situación fue tan repentina que nadie tuvo tiempo de intervenir.
Purple se levantó de golpe, con los ojos abiertos de par en par. Su instinto fue seguirlos, pero justo cuando dio un paso hacia la puerta, Red lo detuvo.
—No, Purple —dijo Red con voz seria, agarrándolo del brazo—. No te metas con ellos. No sabemos qué está pasando, pero ellos no son personas con las que quieras enfrentarte.
—¡Pero Second...! —protestó Purple, forcejeando para soltarse.
—Él estará bien, confía en mí —insistió Red, aunque su voz también tenía un tinte de preocupación.
Purple miró hacia la puerta abierta, con el corazón latiendo rápidamente. Una parte de él quería ignorar las palabras de Red y correr tras ellos, pero algo en la mirada de su amigo lo detuvo.
Mientras tanto, Second fue llevado rápidamente fuera de la casa. Su mente estaba llena de preguntas. La pulsera en su muñeca comenzó a parpadear con más intensidad, como si reaccionara a la presencia de Chosen y Dark.
—¿Qué está pasando? —preguntó Second una vez más, tratando de detenerse, pero Chosen siguió tirando de él.
—Te lo explicaremos después, pero ahora mismo no hay tiempo para eso —dijo Chosen, sin mirarlo.
Dark, que caminaba detrás de ellos, finalmente habló con su tono bajo y ominoso:
—Solo confía en que esto es necesario, Second.
Aunque esas palabras no lo tranquilizaron, Second no tuvo más remedio que seguirlos. Mientras se alejaban de la casa, algo dentro de él le decía que lo que estaba por ocurrir cambiaría todo.
---
Chosen y Dark llevaron a Second a un claro apartado en el bosque, lejos de la casa y cualquier ruido. Second, visiblemente confundido, trató de zafarse de ellos, pero Chosen no lo soltó hasta que estuvieron seguros de que estaban completamente solos.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué me sacaron así? —exigió Second, mirando alternadamente a Chosen y Dark.
Chosen respiró hondo antes de hablar. Su tono era más tranquilo, pero la preocupación era evidente en su rostro.
—Second, esa pulsera que llevas no es solo un accesorio. La hicimos para ti... para monitorear tu estado emocional. Cuando se ilumina, significa que te estás agitando demasiado, que tus emociones están fuera de control —explicó Chosen.
Second miró la pulsera, que ya no parpadeaba, con el ceño fruncido.
—¿Y qué? No entiendo qué tiene eso que ver con sacarme de la casa. Estaba bien.
Dark intervino esta vez, con un tono más serio:
—No estabas bien, Second. Aunque no lo notaras, estabas al borde de perder el control. Si no actuamos rápido, podrías... bueno, podrías herir a alguien.
Second retrocedió un paso, desconcertado.
—¿Herir a alguien? ¿De qué están hablando? Nunca haría eso.
Chosen lo miró directamente a los ojos, tratando de mantener la calma.
—Second, tú no eres como nosotros. Lo sabes. Hay algo dentro de ti que no entendemos del todo. La pulsera es para protegerte, para protegerlos a todos.
Second iba a replicar, pero entonces Dark, con una expresión seria, extendió su mano y apartó suavemente el mechón de cabello que siempre cubría el ojo izquierdo de Second.
El silencio se volvió pesado. El ojo izquierdo de Second brillaba con un color verde intenso, pulsante, como si fuera una fuente de energía viva. Chosen abrió los ojos, alarmado.
—No puede ser... —susurró Chosen, mientras observaba el mechón del cabello de Second, que ahora también mostraba rayitos verdes.
Second tocó su cabello y miró a ambos, desconcertado.
—¿Qué pasa? Siempre ha sido así. Desde... —Second se interrumpió al mirar a Dark. Su voz se volvió más baja, cargada de recuerdos que no quería traer de vuelta—. Desde aquella vez... ustedes ya saben.
Dark y Chosen intercambiaron miradas. Había un entendimiento tácito entre ellos, una verdad que ambos conocían pero que no querían decir en voz alta.
—Second —dijo Dark finalmente, su voz más suave de lo habitual—, lo que pasó ese día cambió algo dentro de ti. No estamos seguros de qué, pero sabemos que no es normal. Esa energía, ese color... no es algo que debas ignorar.
Chosen asintió, apoyando las palabras de Dark.
—Por eso estamos aquí, Second. Para ayudarte a controlarlo antes de que sea demasiado tarde.
Second bajó la mirada, sin saber qué decir. Su ojo verde brillaba débilmente, reflejando las emociones que trataba de ocultar. Todo lo que había sentido ese día, el dolor, la ira, la culpa, parecía volver a él como un torrente imparable.
—No quiero lastimar a nadie —susurró al final, con un tono que reflejaba más miedo del que quería admitir.
Chosen le puso una mano en el hombro, intentando transmitirle confianza.
—Y no lo harás. Estamos aquí para asegurarnos de eso. Pero necesitas confiar en nosotros, Second.
Dark lo miró con la misma intensidad de siempre, pero con una pizca de empatía en su mirada.
—No estás solo en esto, Second. Pero necesitamos saber algo: ¿alguna vez has sentido que esa energía... intenta tomar control?
Second dudó antes de responder, apretando la pulsera con fuerza.
—A veces... siento que algo dentro de mí quiere salir. Pero siempre lo detengo.
Las palabras cayeron como una confesión, y por primera vez, Second sintió el peso completo de lo que llevaba dentro.
---
Chosen y Dark se miraron con gravedad al escuchar la confesión de Second. Esa sensación que describía no era algo común ni algo que pudieran tomar a la ligera.
Dark fue el primero en hablar, con un tono más frío pero no menos preocupado:
—Second, esa energía que sientes no va a desaparecer por sí sola. Si ya la estás conteniendo, significa que está creciendo. Y si alguna vez la pierdes... no sabemos qué podría pasar.
Second apartó la mirada, cruzando los brazos. Había algo en las palabras de Dark que lo inquietaba profundamente, pero no quería admitirlo.
—Siempre he podido manejarlo. No importa cuánto crezca, no voy a dejar que controle lo que soy —dijo con firmeza, pero su voz tembló al final, traicionando su verdadera inseguridad.
Chosen suspiró, intentando suavizar la conversación.
—No dudamos de tu fuerza, Second. Sabemos que eres más fuerte de lo que cualquiera podría imaginar. Pero nadie puede cargar con algo así solo.
Dark asintió y dio un paso hacia él.
—No se trata solo de que puedas manejarlo. Se trata de entender qué es realmente y cómo puedes convivir con ello sin que te consuma.
Second levantó la mirada, sus ojos alternando entre la preocupación de Chosen y la seriedad de Dark.
—¿Y cómo se supone que haga eso? —preguntó finalmente.
Chosen sonrió con un toque de alivio, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Primero, necesitas aprender a reconocer cuándo está surgiendo, cuándo comienza a influir en tus emociones. Y segundo... necesitamos entender de dónde viene.
Second frunció el ceño.
—Sabemos de dónde viene. Fue por lo que pasó aquel día...
Dark negó con la cabeza.
—Eso pudo haberlo despertado, pero no creo que sea el origen. Hay algo más, algo más antiguo.
Chosen asintió, apoyando las palabras de Dark.
—Por eso llevamos tiempo investigando. Creemos que hay un vínculo entre esa energía y algo que ocurrió antes de que siquiera la conocieras, Second.
Second sintió un escalofrío. Algo en esas palabras resonaba con una verdad que no quería enfrentar.
—¿Qué están diciendo?
Dark lo miró directamente a los ojos, su expresión más seria que nunca.
—Estamos diciendo que esto no es solo tuyo, Second. Es algo mucho más grande, algo que tal vez incluso fue puesto en ti deliberadamente.
El silencio se volvió pesado, mientras Second procesaba esas palabras. Su mente viajaba a recuerdos lejanos, fragmentos de momentos que nunca había podido explicar.
—Entonces, ¿qué hago ahora? —preguntó en voz baja, casi como si le hablara a sí mismo.
Chosen le puso una mano en el hombro, apretándolo con confianza.
—Empieza por confiar en nosotros. Vamos a ayudarte a descubrir la verdad. Y mientras tanto, vamos a asegurarnos de que esa energía no te controle a ti.
Second asintió lentamente, aunque todavía no estaba seguro de qué significaba todo eso. Pero en ese momento, por primera vez, sintió que no estaba completamente solo en esa lucha.
---
Second apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Purple chocara contra él, aferrándose a sus brazos con fuerza. Su respiración estaba agitada, y en sus ojos había un brillo de preocupación genuina.
—¿Estás bien? —preguntó Purple, con el ceño fruncido, recorriendo con la mirada a Second como si buscara alguna señal de daño.
Second intentó tranquilizarlo, alzando las manos con una sonrisa forzada.
—Estoy bien, Purple. Solo... algo de rutina con estos dos —dijo, señalando a Chosen y Dark, quienes cruzaron los brazos al unísono.
Los demás llegaron poco después, jadeando y apoyándose en sus rodillas.
—¿En serio...? —murmuró Red, mirando a Purple con una mezcla de agotamiento y reproche—. ¿Teníamos que correr todo el camino solo porque te preocupaste?
Yellow le dio un ligero empujón.
—Cállate, Red. Sabes que tú también querías venir.
Green y Blue se quedaron más atrás, observando la escena con calma, aunque Green murmuró algo que solo Blue alcanzó a escuchar:
—Ellos dos... ya es demasiado obvio.
Blue sonrió, divertido, pero no dijo nada.
Chosen y Dark intercambiaron una mirada significativa. Había algo en cómo Purple se colocó casi instintivamente frente a Second, como si quisiera protegerlo de ellos, que les confirmó lo que ya sospechaban.
—No tienes que preocuparte tanto, Purple —dijo Chosen, con un tono tranquilizador—. Estamos aquí para cuidar de Second.
—Eso no quita que lo hayan sacado de la casa como si lo estuvieran secuestrando —respondió Purple, cruzando los brazos, aunque su voz temblaba un poco de nerviosismo.
Dark levantó una ceja, intrigado por su respuesta, y se inclinó levemente hacia él.
—¿Y tú por qué te preocupas tanto, hm?
Purple abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron. Su rostro se sonrojó ligeramente, y miró a otro lado, fingiendo desinterés.
—¡Porque es mi amigo! —exclamó, aunque sonaba más como una excusa que una verdadera afirmación.
Second no pudo evitar sonreír. Había algo en la actitud protectora de Purple que le calentaba el pecho, disipando cualquier malestar que quedara tras lo ocurrido.
Chosen se aclaró la garganta, interrumpiendo el momento.
—Bueno, ya que todos están aquí, tal vez deberíamos regresar a la casa. Second necesita descansar, y ustedes también.
Dark asintió, aunque su mirada seguía fija en Second y Purple.
—Y tú, Purple, tal vez deberías guardar algo de energía. Parece que la necesitarás pronto.
Purple lo miró, confundido, pero decidió no preguntar. Mientras tanto, Second volvió a sentir el peso de su pulsera, ahora silenciosa. Aunque todavía no entendía por completo lo que estaba pasando, sabía que algo había cambiado, no solo en él, sino también en quienes lo rodeaban.
Sin decir nada más, comenzó a caminar hacia la casa, con Purple siguiéndolo de cerca, y el resto del grupo dispersándose en silencio detrás de ellos.
---
Mientras caminaban de regreso, Second rompió el silencio con una pregunta que llevaba rondando en su cabeza desde que vio a Purple tan alterado.
—Purple... ¿por qué te preocupas tanto por mí?
Purple, que iba justo a su lado, detuvo sus pasos. La pregunta lo tomó por sorpresa, y durante unos segundos no supo cómo responder. Desvió la mirada hacia el suelo, sus dedos jugueteando nerviosamente con las mangas de su sudadera.
—Yo... solo... —murmuró, buscando las palabras adecuadas. Finalmente, levantó la vista y se armó de valor para mirarlo directamente—. Porque eres importante para mí, Second.
Second parpadeó, sorprendido por la honestidad de Purple. Sus ojos se suavizaron, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
—¿Importante, eh? —repitió con un tono ligero, intentando aliviar la tensión que sentía en el aire. Pero luego su mirada se volvió más seria—. ¿Entonces, por eso corriste hasta aquí?
Purple asintió lentamente, su rostro ligeramente sonrojado.
—Cuando te sacaron de la casa así, sin explicar nada... pensé que algo malo te había pasado. No podía quedarme sin hacer nada.
Second no dijo nada al principio, solo lo miró con detenimiento. Había algo en la forma en que Purple hablaba, en la preocupación que se reflejaba en sus ojos, que lo conmovió más de lo que esperaba.
—Gracias —dijo al fin, su voz baja pero llena de sinceridad—. Es lindo saber que te importa tanto... aunque creo que deberías preocuparte menos. No quiero que te pongas así por mi culpa.
Purple negó rápidamente, dando un paso más cerca de él.
—No puedo evitarlo, Second. Si algo te pasara...
Se detuvo antes de terminar la frase, su mirada volviendo al suelo. Second notó el leve temblor en sus manos y dio un paso adelante, colocando una mano en su hombro.
—Ey, estoy bien. De verdad —le aseguró, su tono más suave ahora—. Y no planeo irme a ningún lado.
Purple alzó la mirada, encontrándose con la de Second. Sus ojos parecían buscar alguna señal de que esas palabras eran ciertas, y cuando vio la calidez en la expresión de Second, su cuerpo se relajó un poco.
—Solo... prométeme que si algo pasa, me lo dirás, ¿sí? —pidió, su voz apenas un susurro.
Second asintió, sonriendo.
—Te lo prometo.
Purple dejó escapar un suspiro de alivio, y ambos continuaron caminando, el silencio entre ellos ahora más cómodo. Aunque ninguno lo dijo en voz alta, ambos sabían que algo entre ellos había cambiado.
---
Desde una distancia prudente, Chosen y Dark observaban la interacción entre Second y Purple. Ambos estaban muy cerca, sus voces apenas audibles, pero la conexión entre ellos era evidente. Chosen cruzó los brazos y dejó escapar una risa suave.
—Míralos, Dark. Parecen una pareja.
Dark alzó una ceja y giró levemente la cabeza para mirarlo.
—¿Una pareja? —repitió, como si no estuviera convencido del todo. Luego regresó la mirada a Second y Purple, que seguían hablando con una cercanía que, ahora que lo pensaba, realmente parecía más que amistad—. Hmm... quizás tengas razón.
Chosen sonrió triunfante, pero su expresión se tornó seria mientras miraba a Second.
—Tal vez esa sea la razón por la cual no pudo controlar sus emociones —comentó, su tono reflexivo.
Dark asintió lentamente, procesando las palabras de Chosen.
—Puede ser. Si siente algo tan fuerte por Purple, no es raro que su energía reaccione de esa manera. Pero... eso también podría ser peligroso.
—Sí —respondió Chosen, con un dejo de preocupación—. No solo por lo que podría pasar si pierde el control, sino por cómo podría afectarlos a ambos si las cosas no salen bien.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, observando cómo Second sonreía a Purple, quien finalmente parecía relajado después de toda la agitación.
—¿Crees que deberíamos decirle algo? —preguntó Dark, rompiendo el silencio.
Chosen negó con la cabeza.
—No, aún no. Dejemos que lo descubran por sí mismos. Pero debemos estar atentos. Si sus emociones son el detonante, tenemos que ayudarlo a manejarlo antes de que sea demasiado tarde.
Dark asintió de nuevo, más decidido esta vez.
—De acuerdo. Pero tendremos que actuar rápido si vemos señales de que las cosas empeoran.
Ambos se quedaron ahí, en silencio, vigilando desde lejos. Aunque había muchas incógnitas, una cosa era clara: lo que estaba pasando entre Second y Purple podía cambiarlo todo. Y, de algún modo, ambos sentían que el tiempo se estaba agotando.
---
Red, agotado por la carrera y caminando a paso lento, lanzó un suspiro exagerado mientras miraba a Yellow, quien caminaba con calma a su lado.
—Oye, Yellow —dijo, arrastrando las palabras mientras fingía un aire de desesperación—, ¿te importa si me subo a tu espalda? Estoy... demasiado cansado para seguir.
Yellow se detuvo y arqueó una ceja, observándolo con escepticismo.
—¿Subirte a mi espalda? ¿En serio, Red?
—¡Vamos, no seas cruel! —replicó Red, con una sonrisa divertida—. Eres más fuerte que yo, y prometo que no soy tan pesado.
Yellow dejó escapar un suspiro, aunque en el fondo no podía evitar sonreír ante la actitud infantil de Red.
—Está bien, pero si te caes, no es mi culpa —respondió, agachándose ligeramente para que Red pudiera subirse.
—¡Sabía que podía contar contigo, amigo! —dijo Red mientras se subía, abrazando el cuello de Yellow con cuidado.
Yellow se enderezó, asegurándose de que Red estuviera bien acomodado, y comenzó a caminar nuevamente.
—Eres como un niño, ¿lo sabías? —comentó Yellow, aunque su tono estaba cargado de cariño.
—Lo sé —respondió Red, riendo suavemente mientras apoyaba la barbilla en el hombro de Yellow—. Pero admitámoslo, te gusta cuidar de mí.
Yellow bufó, pero no dijo nada más. Mientras caminaban, Red cerró los ojos por un momento, disfrutando de la sensación de ser llevado. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, apreciaba más de lo que quería mostrar cómo Yellow siempre estaba ahí para él.
Detrás de ellos, Green y Blue observaban la escena con una mezcla de diversión y ternura.
—¿Te imaginas que algún día admitan lo que sienten? —susurró Blue, divertido.
Green se encogió de hombros con una pequeña sonrisa.
—Tal vez. Pero me divierte más ver cuánto tardan en darse cuenta.
---
Green, con una sonrisa traviesa, inclinó un poco la cabeza hacia Blue.
—¿Y si hacemos esto más interesante? Súbete, Blue, y hagamos una carrera hasta la casa.
Blue lo miró con sorpresa al principio, pero luego dejó escapar una carcajada, aceptando el desafío.
—¿Seguro que puedes con mi peso, Green?
—Por supuesto. Eres más ligero que mis instrumentos de música —bromeó Green, agachándose para que Blue pudiera subirse.
Mientras ambos se preparaban, Purple y Second observaban la escena desde un lado. Second se cruzó de brazos, una sonrisa divertida en el rostro.
—¿Qué opinas, Purple? ¿Nos unimos a la competencia?
Purple lo miró incrédulo, parpadeando rápidamente.
—¿Quieres que me suba a tu espalda?
—Claro, ¿por qué no? —Second le guiñó un ojo—. A menos que tengas miedo de perder.
Purple frunció los labios, claramente considerando la idea. Finalmente suspiró y dio un paso adelante.
—Está bien, pero si nos caemos, será tu culpa.
—Trato hecho.
Second se agachó para que Purple pudiera subirse. Cuando este lo hizo con cuidado, Second se aseguró de que estuviera bien acomodado antes de enderezarse.
—¿Listos? —gritó Green, mirando a los otros dos con una sonrisa competitiva.
—¡Listos! —respondió Second, ajustando un poco a Purple en su espalda.
Blue levantó un brazo como si fuera el encargado de dar la señal.
—¡En sus marcas... listos... fuera!
Y así, los tres comenzaron a correr, riendo mientras avanzaban. Second corría a paso firme, asegurándose de que Purple estuviera cómodo, mientras este se aferraba a sus hombros, intentando no soltar una sonrisa que se asomaba en sus labios.
—¿Qué tan rápido puedes ir, Second? —preguntó Purple, provocador.
—¿Quieres ver? Agárrate fuerte —respondió Second antes de acelerar el paso, ganando terreno frente a Green y Blue.
Las risas y gritos llenaron el aire, y aunque todos estaban compitiendo, el ambiente se sentía más alegre que competitivo. Al final, lo importante no era quién ganara, sino disfrutar del momento juntos.
---
Dark, un poco renuente pero claramente divertido, se acercó a Chosen con una ligera sonrisa en los labios. Sin embargo, su mirada seguía seria, como si estuviera tratando de mantener su imagen de persona dura.
—No digas nada, Chosen, solo sube —murmuró Dark mientras se agachaba ligeramente, esperando que Chosen subiera a su espalda.
Chosen no tardó en sonreír, disfrutando de la rareza de la situación. Se acercó a Dark con una mirada traviesa en los ojos y, sin pensarlo demasiado, se subió a su espalda con la misma rapidez y confianza que si estuviera montando un caballo.
—Ahora sí, ¿mejor? —preguntó Chosen, soltando una ligera risa mientras se acomodaba.
Dark, ahora un poco más relajado, comenzó a caminar, sin saber muy bien cómo había pasado de estar observando con desaprobación a unirse a la competencia. A medida que avanzaba, le echó un vistazo a los demás que ya estaban en pleno frenesí de la carrera, y una leve sonrisa se asomó en su rostro. A pesar de su actitud siempre seria, algo de la diversión en el aire lo había alcanzado también.
—No esperaba que todo esto fuera tan... entretenido —comentó Dark en voz baja, mirando a Chosen.
Chosen, todavía montado en su espalda, se inclinó ligeramente hacia adelante, acercando su rostro al de Dark con una sonrisa más amplia.
—¿Ves? A veces es bueno dejarse llevar un poco. Relájate, Dark, estás disfrutando más de lo que admites.
Dark no respondió de inmediato, pero la pequeña sonrisa que se mantenía en su rostro decía más de lo que sus palabras nunca podrían. Sin embargo, no quería admitir que algo tan simple como una carrera lo había hecho sentir mejor.
—No te acostumbres —murmuró, aunque su tono ya no tenía la misma dureza de antes.
---
Mientras avanzaban, Chosen, siempre con su actitud juguetona, notó que Dark se había relajado un poco. Su mirada se suavizó al ver la ligera sonrisa que había logrado sacar de él. Sin pensarlo mucho, y aprovechando que estaban tan cerca, Chosen inclinó un poco su cabeza hacia adelante.
—¿Sabes? —dijo en un tono más suave, casi susurrando—, a veces no todo tiene que ser tan serio, Dark.
Dark no tuvo tiempo de responder antes de que, con un rápido movimiento, Chosen le robara un beso en la mejilla. Fue tan rápido que Dark ni siquiera tuvo tiempo de apartarse, y al principio, se quedó en shock, con los ojos bien abiertos.
—¡¿Qué...?! —balbuceó Dark, sorprendiendo a todos los demás que ya iban en la carrera. Pero rápidamente, su rostro se puso rojo. No sabía si estaba más avergonzado por el beso o por la reacción que había tenido.
Chosen, viendo la sorpresa en los ojos de Dark, soltó una risa baja y traviesa.
—Eso, querido Dark, fue solo un recordatorio de que no todo en la vida tiene que ser tan rígido —bromeó, guiñándole el ojo.
Dark, ahora completamente sonrojado, frunció el ceño, pero al mismo tiempo no pudo evitar sonreír un poco. Le dio un empujón a Chosen para intentar disimular su incomodidad.
—No vuelvas a hacer eso —dijo, aunque su tono ya no era tan severo. Sin embargo, la forma en que su voz temblaba ligeramente delataba que había sido un gesto más que agradable para él.
Pero Chosen, disfrutando de la reacción de Dark, se recostó un poco más sobre su espalda y lo miró con picardía.
—Solo te estoy enseñando a disfrutar el momento, Dark. Relájate.
La tensión en el aire desapareció un poco, y Dark no pudo evitar sentirse más cómodo. Aunque intentó negar lo que acababa de pasar, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro mientras continuaba la carrera junto a los demás.
---
[Continuará...♡]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro