˗ˏˋ✩ Carrusel ✩ˎˊ˗
Capitulo 13
Dejaré la manía de actualizar
en la madrugada, lo prometo
*guiño, guiño*
—Nos falta dos —recuerda Gi-hun, su voz cortante, la tensión palpable en el aire. Los segundos se agotan como granos de arena en un reloj de arena.
Gyeong-seok, 390, y 001 se miran, una comunicación silenciosa pasando entre ellos, un plan tomando forma en sus mentes.
El caos reina a su alrededor, un torbellino de desesperación y miedo. A lo lejos, ven a la jugadora 328, sola e inmóvil, presa del terror, pensando en que morirá.
Gyeong-seok, con un movimiento rápido y decidido, corre hacia ella, un gesto de compasión en medio del infierno.
—Solo uno —dice Gyeong-seok, su mirada escaneando la multitud, buscando al jugador faltante, el tiempo un enemigo implacable.
La adrenalina recorre sus venas, la urgencia de encontrar al jugador faltante antes de que sea demasiado tarde.
—Vamos a esa puerta —exclama 390, señalando una puerta verde, su voz llena de urgencia.
El caos aumenta, la presión del tiempo se intensifica. Los tres corren, sus pasos decididos, su objetivo claro: alcanzar la puerta antes de que sea demasiado tarde. El sonido de sus pasos se mezcla con el murmullo de la multitud, el tic-tac del reloj marcando el ritmo de su desesperación.
Pero en medio del frenesí, Gyeong-seok percibe un grito agudo, un llamado desesperado que corta el ruido.
Es Young-mi, aferrada a la puerta, su voz llena de pánico, llamando a Hyun-ju. Gyeong-seok la ve, desesperada por entrar, y su propia puerta a punto de cerrarse. Sin dudarlo, Gyeong-seok cambia de dirección, su cuerpo impulsado por una fuerza sobrehumana, dejando atrás a sus compañeros, el tiempo corriendo en su contra.
—¡Young-mi! —grita Gyeong-seok, su voz resonando por encima del ruido, mientras corre hacia Young-mi, su mirada fija en la jugadora atrapada, la imagen de la puerta a punto de cerrarse grabada en su mente. El tiempo se contrae, cada segundo una eternidad.
Con un esfuerzo sobrehumano, Gyeong-seok alcanza a Young-mi en el último instante, la toma del brazo y la arrastra hacia la puerta, mientras Hyun-ju, desesperada, intenta abrirla desde dentro. El cronómetro marca los últimos segundos, una cuenta regresiva que retumba en sus oídos.
—Cinco... cuatro... tres... dos... uno... cero... —El reloj llega a cero, el tiempo se agota.
La puerta se cierra con un golpe seco, sellando su destino. Gyeong-seok y Young-mi, junto a 328, 001, 390 y Gi-hun, quedan atrapados dentro, confundidos y aliviados al mismo tiempo. Han sobrevivido, pero la tensión es insoportable.
El silencio que sigue es ensordecedor, roto solo por los latidos frenéticos de sus corazones, un silencio que resalta la tensión dramática de la situación. La puerta se cierra, dejando atrás el caos y la incertidumbre, pero la confusión reina en la habitación.
¿Cómo han logrado entrar después de que el tiempo se había agotado? La pregunta flota en el aire, una incógnita que añade una capa más de drama a la escena.
—Lo lograron —dice 001, su voz llena de asombro y admiración ante la rapidez y la precisión de Gyeong-seok, quien ha completado el equipo en los últimos segundos, evitando una tragedia segura.
El alivio es palpable, pero la tensión aún persiste en el aire.
Gyeong-seok asiente, su mirada perdida, aún procesando lo que acaba de ocurrir. La incertidumbre lo invade, el eco del cronómetro a cero resuena en sus oídos.
El alivio por haber salvado a Young-mi se mezcla con la adrenalina que aún recorre sus venas, el recuerdo del pánico en los ojos de la joven, la desesperación en su voz, la imagen de la puerta cerrándose a sus espaldas. Pero en medio de todo eso, la sensación de haber estado a punto de perderla, de haberla dejado atrás, lo golpea con la fuerza de una ola.
Entonces, siente unos brazos pequeños rodeando su cintura, un abrazo cálido y tembloroso. Es Young-mi, aferrada a él con una fuerza desesperada, su cuerpo temblado por el miedo y el alivio.
Sus sollozos son un torrente incontrolable, un torrente de emociones que la inundan, el miedo a la muerte recién superado, la gratitud por su salvación. Sus manos se aferran a su camisa como si temiera que la soltara, como si temiera que todo fuera una ilusión, un sueño del que pronto despertaría. En ese abrazo, Young-mi no es una mujer adulta, sino una niña pequeña, buscando consuelo y protección en los brazos de quien la ha salvado.
Gyeong-seok, sintiendo el temblor de su cuerpo, el calor de sus lágrimas, la fuerza de su abrazo, se queda inmóvil, su cuerpo tenso, la adrenalina aún presente. El peso de lo que ha vivido lo invade, la cercanía de la muerte, la pérdida casi sufrida.
La imagen de Young-mi, a punto de ser dejada atrás, se superpone a la imagen de su cuerpo tembloroso aferrándose a él. El alivio se mezcla con la culpa, la gratitud con el miedo. Él la ha salvado, pero la cercanía de la muerte, la fragilidad de la vida, han dejado una marca indeleble en su alma.
El abrazo de Young-mi, el sonido de sus sollozos, son un recordatorio de lo que casi pierde, de lo que ha salvado, un recordatorio de la vida, de la muerte, y de la delgada línea que los separa. El silencio se mantiene, roto solo por los sollozos de Young-mi, un testimonio del terror vivido y del alivio encontrado.
La pantalla muestra el número 126, indicando a los jugadores aún vivos. Un anuncio gélido resuena en el aire:
—Ahora vamos a comenzar con la última ronda del juego —la voz, fría e impersonal, anuncia el fin, o al menos el fin de esta etapa del infierno. Un alivio momentáneo recorre a los supervivientes, la promesa de un final, aunque incierto.
Todos caminan hacia la plataforma, sus pasos lentos, pesados, cargados por el peso de la experiencia. Hyun-ju camina con la mirada baja, su mente aún llena de la imagen de Young-mi, abandonada, perdida, la culpa y el arrepentimiento la carcomen. El recuerdo de sus gritos, de su desesperación, de su rostro lleno de terror, la atormenta. La pérdida de Young-mi es una herida abierta, un dolor que la acompaña a cada paso.
Entonces, su mirada se eleva. Un movimiento en la multitud, dos figuras que avanzan juntas, unidas. Su corazón da un vuelco. El aire se le corta en los pulmones, un nudo de incredulidad se forma en su garganta. Sus ojos, fijos en la escena, no pueden creer lo que ven.
Allí está Young-mi, viva. Su cuerpo se mueve con una lentitud extraña, su rostro refleja un cansancio extremo, pero sus ojos, llenos de vida, se encuentran con los de Hyun-ju.
Un instante de silencio, un espacio donde el tiempo se detiene, donde solo existen esas dos miradas, llenas de asombro, de alivio, de una emoción tan intensa que paraliza. El shock es total, un golpe que la deja sin aliento, un torbellino de emociones que la inunda. El miedo, la culpa, el arrepentimiento, se disipan, reemplazados por una ola de alivio tan intensa que le arrebata el aliento.
Un grito ahogado escapa de sus labios, un sonido entrecortado, lleno de incredulidad y emoción. Sus pasos se aceleran, impulsados por una fuerza incontrolable, sus pies la llevan hacia Young-mi, su cuerpo se mueve por inercia, guiado por la necesidad imperiosa de confirmar lo que sus ojos le muestran.
La distancia que los separa se acorta en segundos, el tiempo se contrae, el mundo se reduce a ese espacio entre ellas.
Cuando finalmente llega a Young-mi, la abraza con una fuerza desmedida, un abrazo que transmite toda la emoción contenida, el alivio, el agradecimiento, el shock.
Las lágrimas brotan de sus ojos, un torrente de emociones que la inundan, un torrente de alivio, de gratitud, de una alegría tan intensa que la deja sin aliento. Young-mi, a su vez, la abraza con fuerza, su cuerpo tembloroso, su rostro bañado en lágrimas.
El abrazo es un silencio, un espacio donde las palabras sobran, donde la emoción se expresa a través del contacto físico, un abrazo que sella un reencuentro asombroso, un reencuentro que nace de la desesperación y culmina en un alivio indescriptible.
El shock inicial se transforma en un torrente de agradecimiento, un agradecimiento profundo, sincero, que surge del corazón, un agradecimiento que expresa la alegría de un reencuentro inesperado, un reencuentro que parecía imposible.
—La salvaste —susurra Hyun-ju, su voz apenas audible, llena de emoción contenida. Aún aferrada a Young-mi, su mirada se dirige a Gyeong-seok, sus ojos brillando con lágrimas de gratitud y alivio.
La intensidad de su mirada transmite un agradecimiento profundo, un sentimiento que va más allá de las palabras. Es una mirada que expresa admiración, respeto, y un amor silencioso, un amor que se ha fortalecido en medio del peligro y la desesperación.
Gyeong-seok, ante la intensidad de la mirada de Hyun-ju, se siente incómodo. Rasca su nuca con torpeza, un gesto que refleja su timidez, su falta de costumbre ante muestras tan directas de afecto.
Agita la cabeza levemente, un gesto que intenta minimizar la importancia de sus acciones, pero que solo revela su humildad y su genuina preocupación por Hyun-ju y Young-mi. Su mirada, a pesar de su intento de mostrarse desinteresado, refleja un cariño profundo, un cariño que se ha forjado en el fuego de la supervivencia, un cariño silencioso, pero real.
—Dije que saldríamos vivos —dice Gyeong-seok, su voz suave, pero firme, uniéndose al abrazo que Hyun-ju comparte con Young-mi. Su brazo rodea con cuidado a ambas mujeres, un gesto protector que refleja su preocupación y su cariño.
Las palabras son sencillas, pero transmiten una promesa cumplida, una promesa que va más allá de la supervivencia física. Es una promesa de protección, de apoyo, de un amor silencioso, pero incondicional.
El abrazo se convierte en un símbolo de unión, de gratitud, de un amor compartido, un amor nacido en medio del caos y la desesperación, un amor que se ha fortalecido en medio del peligro y que ahora se manifiesta en un abrazo cálido y protector.
El silencio que sigue es un silencio cómodo, un silencio que se llena con el calor del abrazo, con la gratitud mutua, con el amor que se comparte en ese momento, un amor que ha superado las pruebas y que se ha fortalecido en medio de la adversidad.
—¿Qué número crees que van a anunciar ahora? —pregunta 390, su voz cortando la intensidad del reencuentro, la tensión volviendo a apoderarse del ambiente.
El momento de paz se desvanece, reemplazado por la incertidumbre y el miedo. La plataforma comienza a girar, la música resonando, un presagio de lo que está por venir. La duda se apodera de todos.
—El dos —dice 001, su voz firme, pero con un dejo de preocupación.
—¿Por qué dos? —pregunta 390, su voz llena de incredulidad.
—Somos 126 todavía y hay 50 habitaciones. No hay espacio para más de cien personas, aunque formen equipos de dos, solo sobrevivirán los primeros que lleguen —sentencia 001, sus palabras creando un escalofrío de miedo entre los presentes. La realidad de la situación golpea con fuerza, la lucha por la supervivencia se intensifica.
—¿Qué hacemos? —pregunta Young-mi, su voz llena de pánico, aferrándose a ambos, a Gyeong-seok y a Hyun-ju, buscando consuelo y protección. La desesperación es palpable.
Gyeong-seok, observando la situación, analiza rápidamente, su mente trabajando a toda velocidad. La plataforma se detiene, la voz anuncia el número de personas que deben entrar en cada habitación:
—¡Dos!
En un instante, Gyeong-seok actúa, su mente clara, su cuerpo moviéndose con una precisión y una velocidad asombrosas. Hace que se tomen de las manos, Hyun-ju y Young-mi, su mirada llena de determinación.
Sin vacilar, Gyeong-seok ve a un jugador solo y, sin perder tiempo en explicaciones, lo toma de la chaqueta.
—¡Corran! —les grita a las chicas, su voz llena de urgencia. Hyun-ju y Young-mi obedecen, sus pasos rápidos y decididos. Gyeong-seok, con una rapidez increíble, coloca al jugador 125 y a Young-mi juntos en una habitación, asegurándose de que estén a salvo. Luego, sin dudarlo, toma a Hyun-ju del brazo, llevándola hacia otra habitación. La intensidad es palpable, la urgencia, la determinación, la preocupación de Gyeong-seok por mantener a las dos mujeres a salvo. —¿Estás bien? —pregunta Gyeong-seok a Hyun-ju, su voz llena de preocupación, su mirada buscando la suya.
Antes de que pueda agregar algo más, antes de que pueda expresar el alivio que siente al haberlas salvado, Hyun-ju se acerca, sus manos se posan sobre su pecho, y lo besa. Pero este beso no es un simple roce de labios. Gyeong-seok, sintiendo la intensidad del beso, la toma de la cintura, acercándola a él, hasta que sus espaldas quedan apoyadas contra la pared fría de la habitación. El beso se alarga, se profundiza, un beso que expresa todo el agradecimiento, todo el amor, todo el alivio que siente Hyun-ju.
Es un beso lento, profundo, un beso que transmite la intensidad de sus emociones, un beso que sella la promesa de protección, un beso que expresa la gratitud por su valentía, su determinación, su amor. Es un beso que nace del miedo, de la desesperación, de la supervivencia, pero que se transforma en un momento de paz, de amor, de gratitud.
Los labios de Hyun-ju se mueven suavemente sobre los de Gyeong-seok, un contacto que transmite la intensidad de sus sentimientos, un contacto que sella un vínculo indestructible, un vínculo forjado en el fuego de la supervivencia, un vínculo que expresa la profundidad de su amor.
La cercanía de sus cuerpos, el calor de sus pieles, la intensidad de sus miradas, todo contribuye a la intensidad del momento.
El beso es un momento de intimidad en medio del caos, un momento de paz en medio de la tormenta, un momento que expresa la intensidad de sus emociones, un momento que sella su amor. El abrazo que sigue es un abrazo cálido, un abrazo que expresa la gratitud, el amor, y el alivio que ambos sienten, un abrazo que sella su conexión, un abrazo que los une en medio de la adversidad.
Porque mientras sus lenguas exploran cada rincón de sus bocas, el miedo se disipa como la niebla al amanecer. Sus dudas se desvanecen, sus inseguridades se pierden en la intensidad del momento. En la intimidad de ese beso, Hyun-ju se transforma. Con cada caricia, cada suspiro, los temores que la habían acompañado se disuelven, reemplazados por una sensación de seguridad, de completa aceptación.
En los brazos de Gyeong-seok, ella es simplemente ella, libre de cualquier duda o temor; solo queda la mujer que siempre ha sido, radiante y plena, en la entrega total de ese beso. El beso profundiza, y en ese torbellino, solo queda la certeza cálida de su unión, la plenitud de un ser finalmente libre.
—Jugadores, el tercer juego ha llegado a su fin —anuncia la voz, cortando el íntimo silencio que seguía al beso.
La realidad vuelve a ellos con un golpe suave, pero contundente. Se separan lentamente, con una lentitud que prolonga la magia del momento, sus respiraciones agitadas, entrecortadas, un testimonio del apasionado intercambio que acaba de ocurrir.
Sus miradas se encuentran, llenas de una intensidad que aún persiste, de un amor recién confirmado, de una conexión profunda que ha trascendido el peligro. Ambos llevan una enorme sonrisa, una sonrisa radiante, una sonrisa que refleja la felicidad, el alivio, y la seguridad que han encontrado el uno en el otro.
Sin palabras, con la complicidad de una mirada que lo dice todo, Gyeong-seok y Hyun-ju se toman de las manos. Sus dedos se entrelazan, un gesto sencillo pero poderoso, un símbolo de su unión, de su apoyo mutuo, de su amor.
Es un contacto que transmite seguridad, confianza, y una promesa tácita de seguir juntos, de superar cualquier obstáculo que se les presente. Con la mano entrelazada, salen de la habitación, dejando atrás el peligro, dejando atrás el miedo, dejando atrás la incertidumbre, caminando juntos hacia un futuro incierto, pero con la certeza del amor que los une, un amor que los ha fortalecido y que los guiará en su camino. Sus pasos son firmes, seguros, impulsados por la fuerza de su conexión, por la promesa de un futuro juntos.
La sonrisa sigue presente en sus rostros, una sonrisa que refleja la felicidad y la esperanza que el amor les ha brindado.
***NOTA DE LA AUTORA; ¡YAAAAAAAA SE BESAROOOOON MIS PAPAAAAAS! ¡AHHHHHHHH! 😭.
Además Young-mi, está con vida 🤧.
Déjenme saber que les pareció el capítulo, nos vemos en una próxima actualización. ¡Chao! ❤️.
Psd: LLEGAMOS A 2k de lecturas, soy un mar de lágrimas, gracias por el apoyo. ¡LOS AMO! 😭🎀.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro