
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 6
Todos celebraban chocando sus copas mientras el lugar se llenaba de risas y alegría, Milán sonreía genuinamente feliz al reconocer de cierta forma a aquellos chicos que eran como unos hermanos. No supo hasta que los vio de nuevo lo mucho que los había extrañado.
―Entonces, ¿aún siguen casados? ―preguntó Bill con diversión hacía Richie.
―No hay forma de que Eddie lo siga aguantando ―soltó Beverly haciendo a Milán atragantarse con su agua.
Bill corrió a socorrerla entre risas al igual que ella.
―Claro que me aguanta y muy bien ―soltó el de lentes moviendo sus cejas de arriba abajo con picardía, Eddie a su lado no dudo en golpearlo―. Auch, creo que debí casarme con tu madre.
Está vez fue el turno de Bill de atragantarse con su bebida. Todos rieron molestando a Eddie.
―Púdrete ―soltó el hombre hacía su marido.
―Es muy linda, a ella a veces le gusta abrazarme ―siguió Richie estirando su brazo fingiendo el gesto―. Y dice; tráeme ese pollo de la esquina.
― ¡Ya entendimos! ―soltó Eddie sarcásticamente―. Mi mamá es una mujer gorda. ¡Qué gracioso!
Todos volvieron a reír, Milán, entonces, por unos instantes demasiado fugaces para retenerlos, recordó a todos riendo cerca del agua. Miro su vaso de agua, extrañada dejando de reír.
― ¿Estás bien? ―preguntó Beverly mirándola con sospecha de algo que Milán aun no entendía.
―Sí ―sonrió a la mujer a su lado―. Solo ―hizo una pausa―, solo se siente bien estar todos de nuevo, ¿no crees?
Beverly sonrió, asintiendo. Sus hombros se relajaron y su postura volvió a ser despreocupada.
―Oigan ―Richie atrajo la atención de todos―. Hablemos de la bola de nieve que no vino; Ben ―el nombrado dejo su bebida para prestar atención―. ¿Qué rayos te paso? La última vez que te vi habías subido de nuevo de peso.
―Bien ―respondió él con tranquilidad, su mano se movía sosteniendo con fuerza su vaso―. Obviamente volví a perder algo de peso.
―Sí y te ves muy bien ―halago Eddie.
Milán volvió a sonreír al percatarse de la mirada de Beverly al hombre frente a ella. Parecía que no solo su amistad había regresado, sino que también ciertos sentimientos.
―Ahora eres de nuevo un encanto ―insistió Richie haciendo reír a Ben―. Eres como todos los futbolistas brasileños en una sola persona.
Milán soltó una carcajada mientras a su lado su esposo reía y daba un par de aplausos. Ambos felices de estar ahí, olvidando por instantes las responsabilidades de ser adultos y volviendo a ser solo aquellos adolescentes que se sentaban en el pasto a hablar sobre su futuro y reír de sus tonterías.
―Déjalo en paz ―pidió Beverly sin dejar de mirar a Ben―. Lo estas avergonzando.
―Oigan ya tranquilos por favor, ya basta ―pidió Ben totalmente rojo de vergüenza―. Stanley, ¿vendrá o qué? ―la risa de todos ceso al escuchar aquel nombre.
¿Stanley? ¿Dónde estaba? Milán observo la entrada con la esperanza verlo aparecer, recordaba poco de él, pero el sentimiento de que era conocido por llegar tarde lo recordaba a la perfección.
―Stanley ―soltó Eddie dejándose caer en su asiento agobiado.
Todos dirigieron su mirada a la silla vacía, era extraño sentir como un balde de agua fría caía sobre ellos al darse cuenta ―por primera vez― desde que había llegado que faltaba uno de ellos. Se sentía una sensación inquietante sobre todos y ninguno sabía que hacer.
―Stan...uh... ―pronunció Richie intentando recordar más.
―Stan Uris ―susurró ella bajando la mirada al plato frente a ella en la mesa.
―Stanley Urina ―pronunció Bill señalando la silla vacía.
― ¡Stanley Orina! ―soltó Richie frotando sus manos con diversión―. Es un maldito marica no va a venir ―rio.
―No entiendo, ¿por qué te salvaría, Stanley? ―apoyo Eddie a su esposo con diversión―. ¿No fui yo quien prácticamente te hizo una cirugía cuando Bowers te lastimo? ―Ben asintió con una sonrisa―. ¡Santo Dios! Es cierto.
―Dime que terminaste siendo doctor, Eddie ―recostando su barbilla sobre su cerveza, Beverly pronunció.
―Sí ―el hombre sonrió con felicidad―. Soy doctor y cirujano.
―Y es uno de los mejores ―añadió Richie mirando con amor a su esposo.
―Supongo que cirujano plástico, eso explicaría su falsa nariz ―Milán rio al ver la mirada amenazante de su amigo sobre ella―. Es casi igual que la de un payaso.
―Vete al diablo, zanahoria ―escupió llevando sus manos a su nariz intentando buscarle la falla a ciegas. Todos soltaron una carcajada.
― ¿Cómo voy a ir a tu casa si estás aquí? ―como la mujer madura que era, Milán le saco la lengua.
―Yo propongo un brindis ―previniendo las mismas peleas que sucedían cuando eran adolescentes, Beverly atrajo la atención de todos―, por los perdedores ―elevó su cerveza.
Todos estuvieron de acuerdo, el sonido de las botellas y vasos alegro de nuevo la instancia, ignorando por segunda vez la persona faltante en la silla vacía. La comida escaseaba con rapidez siendo reemplazada por más y más comida.
― ¿Rogan Marsh? Milán y mis hijas aman la marca Rogan Marsh ―soltó Bill sorprendido mirando por el rabillo del ojo a Milán morder el hombro de Richie en una tonta pelea que habían comenzado―. Que impresionante ―soltó estirando su brazo para tomar un puño de maní.
―Es nuestra línea ―respondió Beverly intentando disimular el dolor que sentía al saber que lo había perdido todo, años de esfuerzo que se hicieron nada en un abrir y cerrar de ojos―, mía y de mí... esposo Tom.
Milán se detuvo en seco detrás de Ben poniendo atención igual que él.
― ¿Cuánto llevas casada? ―quiso saber Bill recordando que la última vez que Milán y él la habían visto seguía enamorada de Ben.
― ¡Oye! Vi tu película ―soltó Beverly cambiando de tema―. Por cierto...
―Ah, ¿en serio? ―Bill dirigió su mirada a su esposa.
―Es muy buena. Es tan aterradora.
Bill sonrió sin despegar la mirada de Milán que ahora había tomado asiento al lado de Ben.
― ¿Y el final es un asco?
Beverly rio sin saber que responderle a su amigo.
―Sí, es cierto.
―Lo sabía ―para Bill escuchar aquello ya no era molesto, es decir, todos parecían opinar lo mismo a excepción de Milán y siendo honesto, solo la opinión de ella podría lastimarlo.
―Perdón.
―Descuida ―contestó con tranquilidad haciéndole espacio a Milán para que se sentará sobre su regazo.
―Esto es como estar en un sueño, ¿no creen? ―soltó Milán cruzando sus brazos alrededor del cuello de Bill con delicadeza.
― ¿Qué? ―desconcertada, Beverly la miró.
―Es cierto, esto es raro ―con sus manos firmes sobre las caderas de su mujer, Bill estuvo de acuerdo―. Los recuerdos, las personas también... qué no recuerdo, ¿Cuándo las olvide?
La mesa volvió a quedar en silencio.
―Es raro, ¿no? ―por fin Ben hablo―. Ahora que estamos aquí, llegan los recuerdos más y más rápido. De verdad, todos.
Todos estuvieron de acuerdo. Mike permaneció en silenció desde su sitio.
―Sí, cuando Mike me llamó vomite ―confesó Richie―. ¿No es raro? Estaba nervioso, sentó náuseas y vomite. Ya estoy bien, me siento aliviado de estar aquí con ustedes.
―Yo también ―avergonzada, Milán observo sus manos.
― ¿Por qué nos ven así? ―desconcertado, Richie pronunció.
―Cuando Mike llamo, choque el auto de Richie ―sorprendiendo a todos, Eddie confesó.
― ¿En serio? ―preguntó Bill sintiendo a Milán tensarse.
―Sí.
La mirada de la ojiazul ahora permanecía puesta sobre Mike con duda. Él parecía estar tranquilo como si supiera que todo eso podía ocurrir con su llamada. Él parecía conocer algo que ellos no.
―Te entiendo, amigo porque mi corazón se salía de mi pecho, latía como loco ―esta vez fue el turno de confesar a Ben, Beverly lo miraba atenta.
―Creí que solo me paso a mí ―pronunció ella después de que él termino de hablar.
―Parecía que era m...mi...miedo ―Milán dejo de ver a Mike para girar su rostro con sorpresa hacía Bill, muchos recuerdos llegaron de golpe haciéndola levantarse con prisa de su lado.
―Zanahorita ―Richie la llamó, preocupado―. ¿Estás bien?
Quiso contestar que no, que debían salir de ahí en ese maldito momento. Eso no era real, cada recuerdo era más diferente al otro, pero se sentía peor.
―Es miedo ―por fin Mike habló, todos incluida Milán que tenía sus ojos cristalizados lo miraron―. Lo que sintieron.
Bill estiro su mano para tomar la de Milán y acercarla a él.
― ¿Por qué todos...nos sentimos así? ―Bill se lleno de valor para preguntar lo que ella no podía, Mike no dijo nada―. Recuerdas algo que nosotros no, ¿verdad, Mike?
―Mike dilo de una maldita vez ―exigió Milán con voz temblorosa, necesitaba saber que no se estaba volviendo loca.
―Al dejar el pueblo algo les sucedió y entre más lejos más confuso es, pero yo nunca me fui de verdad. Y sí, no olvide. No olvido nada de eso.
No, no, no, no...
―Pennywise ―soltó Milán junto con Beverly, ambas igual de idas ante la sensación de revivir lo sucedido en su mente, ahora con más claridad.
―El maldito payaso ―agrego Eddie confirmando su mayor temor al igual que el resto.
―Mike dijiste que querías nuestra ayuda para algo, ¿Qué era? ―sintiendo la mano de Milán temblar bajo la suya, Bill habló.
―Hay un eco aquí en Derry que vuelve cada veintisiete años ―todos empezaron a murmurar―. Un segundo. Escuchen ―pidió Mike―. Ya detuvimos a eso y creímos que había terminado, pero...
―No, Mike ―susurró Milán, su sonido pareció acallarse bajo las hojas que Mike pasaba de su libro.
―Mike ―lo llamo Eddie.
―Un hombre, Adrián Mellon fue asesinado y una niña Lisa la otra noche desapareció. Además, ha habido otros y va a haber más.
Todos empezaron a hablar a la vez con desespero, no podían creer que mierda de broma era aquella. Mike parecía cada vez perder más la compostura.
―Dejémoslo que nos explique ―pidió Ben callando a todos.
―Es cierto, tal vez cambiamos a eso ―Mike volvía a la calma―. Igual que nos cambió a nosotros ―su mirada viajo por cada uno de los individuos alrededor de la mesa―, pero no lo detuvimos porque acaba de volver. Lo juramos y por eso los llame, por eso están aquí para que al fin sea destruido.
―Eso sí que se puso incomodo ―soltó Richie queriendo aligerar el tenso ambiente―. Gracias, Mike.
Eddie quiso distraerse de todo lo que estaba sucediendo, extendió su mano para abrir una de las tontas galletas de la fortuna que Richie ama. Bufó con molestia al no ver ninguna frase.
―Mi galleta dice "Qué" ―elevó el papel con molestia.
Bill y Milán se miraron antes de tomar cada uno una galleta.
―No saben hacer galletas la mía dice "doler" ―apoyo Richie a su marido, prometiéndose jamás volver a gastar dinero en esa basura.
― ¿Pueden darme eso? ―pidió Bill poniéndose de pie―. ¿Qué dice, Mikey?
Milán se posiciono detrás de Bill para poder leer la oración que se estaba formando con cada uno de los papeles. Su corazón empezó a latir de prisa con cada papel que era puesto sobre la mesa.
―Es lo que les estoy hablando ―habló Mike sin inmutarse, acostumbrado a lo que sea que estuviera a punto de pasar.
―No tuvo que doler eso ―quiso leerlo, Richie―. No, no tuvo que doler eso.
― ¿Qué fue lo que no dolió? ―preguntó Eddie.
Los papeles se movían sobre la mesa en busca de una frase lógica.
―Eso tuvo que doler ―Eddie por fin le encontró un poco de lógica, no obstante, algo faltaba.
Las miradas de Beverly y Milán se reencontraron, el semblante pálido le hizo comprender a Milán que algo no estaba bien. Acortó la distancia entre ambas para observar que ella nunca había entregado su papel.
―Beverly ―la llamó ella―. ¿Qué dice tu papel? ―todos aguardaron silenció.
Temblorosa, la mujer extendió su mano hacia la mesa dejando caer su arrugado papel sobre la misma. Los miro a todos, asustada.
"Eso les tuvo que doler mucho, niños"
Holaa, honestamente ya ni sé que decir, solo les pido disculpas por las actualizaciones lentas, pero es que estudio y trabajo entonces a veces se me dificulta un poco. Quisiera hacerles un pequeño maratón de capítulos de este tamaño, ¿les gustaría? por lo menos este y dos capítulos más.
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