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💔𝗘𝗽í𝗹𝗼𝗴𝗼²💔

Beverly abrió de golpe la puerta, se quedó de piedra al mirar a Tom allí delante de ella de pie frente a la puerta con la maleta que ella tenía preparada para escapar junto a su hijo.

―Tom...

―Hola, querida.

― ¿Qué... qué haces aquí?, ¿Dónde está Cassian?

―Un pajarito me contó que vio tus maletas cerca de la puerta así que vine a ver que estaba sucediendo, ¿puedes explicarme?

Ocultando el pánico que crecía en su interior cada vez más, se acercó a él.

―Yo... quería darte una sorpresa.

― ¿Segura? ―estiró su mano para sostener el mentón de su esposa con fuerza ―. Sé lo que intentabas hacer, ¿crees que soy estúpido? ¡¿Dime?!

―No, no, yo...

―Escúchame bien, Beverly ―su tono de voz la hizo temblar ―. En tu puta vida vuelves a querer marcharte más aún con la idea de llevar a mi hijo contigo, hazlo una vez más y te asesinare, no me importa dejar a Cassian sin su madre. Eres reemplazable, una esposa trofeo es demasiado fácil de conseguir. ¿Entendiste?

―Sí... sí ―sollozó cerrando los ojos con fuerza.

Jamás iba a poder ser libre.

― ¿Mami? ―la voz a sus espaldas los hizo separarse de golpe―. ¿Qué tienes?

Bev secó sus lágrimas y se agachó para abrazar a su hijo con una sonrisa fingida en los labios. Tom tosió a sus espaldas atrayendo la atención de ambos.

―Papá, ¿qué le pasa a mamá? ―sin querer alejarse de su madre el pequeño de ocho años preguntó.

―Está emocionada.

― ¿Por qué?

―Por el viaje sorpresa que haremos, es por ello que las maletas están aquí.

Poco convencido, Cassian miró a su madre.

― ¿Es cierto, mami?

Sintiendo la fuerte mirada de su horrible esposo sobre ella, asintió.

―Sí, cariño ―sonrió―, tu padre me ha tomado por sorpresa y me he emocionado.

Con la inocencia que Bev deseaba seguir conservando en él, los ojos de su pequeño se iluminaron por la emoción.

― ¿A dónde iremos? ―emocionado observó a ambos padres, Bev tragó saliva sin saber qué decir.

―Iremos a Canadá, quiero llevarte a conocer algunos lugares de ahí.

Beverly mentiría si dijera que no se tensó cuando vio cómo aquel hombre ―si es que se le podía decir así ―, extendía la mano hacía su pequeño que ajeno al monstruo que tenía enfrente la tomaba sin rechistar.

―Genial, ¿puedo llevar mis herramientas? ―los ojos de Tom parecieron oscurecerse bajó la mirada de Bev, sabía lo mucho que el hombre odiaba los pasatiempos del niño sobre crear. Se levantó dispuesta a intervenir.

―Claro que sí, hijo ―sonrió mirando a su mujer―. Ve por ellos mientras tu madre y yo terminamos de hablar.

Cassian miró a su madre en busca de aprobación, Beverly asintió sin rechistar y con sus ojos brillando por las lágrimas acumuladas lo vio marcharse por las escaleras.

― ¿Entendiste? ―susurró Tom con dureza.

No bastó con tocarla ni tan siquiera gritarle, ella asintió sin decir ni una sola palabra. No lo volvería a hacer. No podía permitirse dejar a Cassian a cargo de un hombre que claramente no era su padre.

Ben miró angustiado en todas direcciones incapaz de acercar a su cuerpo a la pequeña bebé que acababa de hacer popo como si no hubiera un mañana. Dio unos pasos hacia atrás hasta que su espalda chocó contra la pared. Fue una mala idea venir a un evento de trabajo con una bebé tan pequeña.

No sabía si reír o llorar.

―Mierda, mierda ―susurró al sentir el líquido caer sobre su zapato.

¿Dónde rayos estaba su esposa? No lo dudo más, con cuidado y a toda prisa se escabulló hasta el baño de mujeres. Dudo, dudo en abrir la puerta, pero necesitaba poner a su pequeña creación sobre el lavado o algo donde no pudiera seguir haciendo de las suyas.

Expulsó el aire de sus pulmones y...

―Ben, ¿qué haces? ―su voz fue como ángeles cantando, la salvación hecha persona.

―Cielo, necesito que me ayudes. Ya.

Helen rio.

―Estás siendo paranoico, amor... Oh, mierda ―exclamó lo último al Ben girarse ―. ¿Qué mierda?

― ¿Puedes dejar de decir mierda?

―Mierda ¿por qué?

―Es suficiente con que Chelsea este llena de mierda, ¿no crees?

Ambos se miraron serios, incluso la pequeña bebé se quedó quieta mirando a su madre con sus inmensos ojos.

―Tienes razón ―rio estirando sus brazos para tomar a su hija―. Esto fue una muy mala idea.

―Ni que lo digas ―una carcajada brotó de la garganta de Ben―. Iré por el bolso al auto ―giró sobre sus talones en busca de la salida.

―Cielo ―la voz de Helen lo hizo detenerse―. Primero ve a lavarte las manos y limpiar ese zapato, te ves guapo, pero es asqueroso.

Se giró para mirarla, asintió avergonzado. Dio un par de pasos para acercarse a ella y dejar un suave y delicado beso sobre sus labios.

―Gracias ―susurró antes de alejarse.

Las miro una última vez, sonrió, Helen había cambiado luego del embarazo, sus pechos habían crecido a causa de la leche y su abdomen no volvía a ser el mismo aún, sin embargo, era igual o más hermosa que antes. No se cansaba de decírselo cada vez que la miraba frente al espejo, preocupada. Ella era perfecta y el saber que había cargado en su vientre a el fruto de su amor la hacía ser más hermosa.

Su vida volvía a tener color, uno más brillante como el rubio cabello de las mujeres de su vida.

Eddie bebió de su copa con molestia a su lado Richie reía divertido junto a Stan, Milán y Bill negaban con sus hijos más pequeños dormidos entre sus brazos.

―No te enojes, spaguetti.

―Deja de decirme así, Richie.

―Creo que alguien dormirá hoy en el sofá ―murmuró Milán haciendo reír a los presentes a excepción de Richie.

―Algo que claramente tú no has aplicado, zanahoria ―cruzándose de brazos Richie le sacó la lengua.

―Mi esposo se porta bien, no tengo porque hacerlo ―rio―. No sé cómo Eddie te soporta.

―Es que si vieras como lo hago... Auch, ¿por qué me pegas?

―Cállate, Ricardo ―sonrojado Eddie se escondió detrás del arreglo floral.

―Estamos en la boda de Mike y Jess, ¿no es increíble? ―Stan habló queriendo cambiar el tema.

Todos estuvieron de acuerdo.

Para nadie fue sorpresa que ambos terminaran enamorándose, lo esperaban. En cada visita que Mike les hacía Jess siempre iba a por él al aeropuerto, en cada reunión no se despegaban del otro. Hubiera sido decepcionante si sus caminos nunca se hubieran entrelazado.

―Esa bebé se va a parecer a ti, zanahoria ―inclinándose para verla mejor Richie asintió ―. Aún dormida tiene tus rasgos.

―Claro que no ―divertida Milán bufó―. Gaia y Georgie son idénticos a Bill, con Gia será igual.

― ¿Tú qué opinas, Bill?

―Creo que tienes razón, Richie.

―Eso no es cierto ―incapaz de creerlo, Milán negó sin dejar de sonreír―. Ustedes están locos.

―Hay que hacer una apuesta ―propuso Stanley divertido.

―No voy a apostar con ustedes sobre a quién va a parecerse mi hija, tarados.

― ¿Bill? ―Richie y Stan preguntaron a la vez.

La mirada de su esposa lo hizo replantearse la idea.

―Yo apoyo a mi mujer, lo siento, chicos ―la brisa le heló los huesos―. Creo que ya es hora de irnos.

No deseaba que alguno de sus hijos se enfermara.

Milán asintió poniéndose de pie. Buscó a Mike con la mirada hasta que lo vio en la carpa siguiente con Jess de la mano.

―Nos vemos luego, chicos ―se despidieron, Milán se acercó a depositar un beso en la mejilla de cada uno.

―Dile a Gaia que esperamos verla pronto en casa. Salúdanos a Daniel y su familia―Milán asintió ante las palabras de Eddie.

Ambos se alejaron para despedirse de Mike y su ahora esposa. Una vez hecho, se marcharon sin mirar atrás con la certeza de que se volverían a ver pronto.

Eran una familia por y para siempre. Nada cambiaría eso.  

Quiero agradecerles a todos los que han llegado hasta aquí, acompañando a mis chicos en su travesía. Infinitas gracias ♡

Inmarcesible ya está disponible para que lo agreguen a su biblioteca.

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