
ɪɴᴄᴏɴᴛʀᴏʟᴀʙʟᴇ.
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🍒Cubos humanizados(? Consentimiento dudoso. Coito y Muerte. (+18)🍒
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Quackity estuvo en gran conflicto, el perder las elecciones no fue lo que más lo hirió, claro que fue en vano todo lo que hizo, a las personas que utilizó, las grabaciones y publicidad que realizó, pero lo que más perplejo lo dejó fue que Luzu lo haya traicionado, aquel que lo ayudó y prometió dar su voto terminó haciendo lo contrario. Había olvidado lo más importante, de no confiar en nadie. Ahora Luzu estaba muerto para él, ya no era el amigo que solía querer ni amar, ya no lo veía como esa persona de la cual había comenzado a sentir calidez, era doloroso, pero debía de aceptar que fue muy idiota en dar toda su confianza a él.
Lo tenía en claro, Luzu no es su alcalde, lo que desató su ira fue que sus secuaces fueran a su hogar a pedir impuesto por haber perdido las elecciones, no podía creerlo y sin pensarlo los asesinó. Cazó animales y dejo sus cuerpos colgados en el ayuntamiento, justo en las gradas que dirigían a la oficina del castaño, luego colocó en el suelo las cabezas de aquellos secuaces que fueron a pedir impuestos, era un regalo. Después de todo era imposible que Luzu haya ganado, todo era un fraude que él controló y no iba a dejar que se salga con la suya, tiene que renunciar. No se quedó quieto y junto a sus primos comenzó a quemar, romper y destruir todo lo relacionado al mayor, sabía que Luzu tampoco iba a quedarse quieto, pero fue doloroso el que haya robado a su oso y lo haya asesinado convirtiéndolo en una hamburguesa, la única mascota que le quedaba ahora estaba muerta, no tenía nada más que perder por lo que continúo con la revolución, no iba a detenerse hasta que Luzu renunciara o hasta matarlo.
En cambio, Luzu, él al inicio si deseaba la felicidad de Quackity, no quería que sufriera la carga que requería ser alcalde de tantos ciudadanos, el velar por su bien y terminar desgastándose no era lo que quería para Quackity. No tuvo más opción que cambiar los votos, todo lo hizo por amor, el amor que tenía hacia él era bastante como para ser odiado si era necesario, todos los insultos que recibió por parte del menor hacían que su pecho hincara, el dolor era agobiante, pero quería hacerle saber que todo era por él, por su bienestar y felicidad.
O eso quería aparentar, no iba a negar que el poder que tenía era satisfactorio.
—Todo lo hago por él... todo lo hago por él.— Murmuraba mientras estaba en su oficina, sentado en su escritorio y cubriendo su rostro con sus manos, todo el odio que recibía tenía que soportarlo, porque después de todo lo que le importaba era él. —Mantén la calma...
Los ataques que recibía por parte de Quackity, como las cabezas que dejo de sus secuaces en el suelo, los incendios y destrucción de propiedad, fue prueba de terrorismo. Cuando se llevó a la mascota del omega no tenía la intención de lastimarlo, lo mantuvo en una habitación dándole los mejores cuidados porque solo quería tener una conversación con Quackity, recalcando en la carta que escribió, que su persona le pertenece. Pero el pelinegro lo malentendió, lo tomó como una ofensa y terminó matando a su mascota e invadió su propiedad rompiendo las ventanas. Pero por más asesinatos que haya cometido el menor, no podía odiarlo. Estaban en guerra, la ciudad de Karmaland se dividió entre la revolución y resistencia, los secuaces tuvieron que calmar a los ciudadanos mientras que Luzu lidiaba con el caos que causaban en propiedades, Quackity tenía el apoyo del pueblo porque demostró que hubo fraude, el mayor estaba acorralado y aceptando su derrota esperó al omega en su oficina, no quedaba nada más por hacer, solo quería volverlo a ver siquiera por unos minutos.
Quackity, una vez que demostró el fraude que cometió Luzu para ganar las elecciones, celebró con sus primos que habían ganado aquella guerra, teniendo a sus propios hombres que tomaron el control del ayuntamiento, él mismo iba a ir donde Luzu a encararlo, sus primos lo seguían, ellos iban a esperar en la puerta y vigilar a que nadie más entrara, el azabache no quería una disculpa, definitivamente quería matar a Luzu.
—¿Cuánto ego debes tener como para poner un cuadro grande de ti encuerado?— Habló primero una vez que ingresó en la habitación, mientras entraba cerró la puerta y siguió caminando a dirección del escritorio del alfa. —¿Sabes porque estoy aquí?
—¿Por mi cabeza?
—Exactamente.
—Sabes, Quackity. Yo realmente quise protegerte, lo hice por tu bien, porque lo que yo quería era tu felicidad.— No se movió de su asiento, mantenía los brazos apoyados en el escritorio sin apartar la mirada del menor.
—Un poco tarde. ¿No crees? Esto no me hace feliz.— Estaba cerca, en su cintura tenía una soga y sin esperar más la alzó y sujetó al mayor en su mismo asiento, como si estuviera atrapando un animal. —¿No soy suficiente para ser alcalde? Nunca confiaste en mí y me traicionaste... pinche Luzu. ¡Nunca tuviste fe en mí!
Luzu soltó una risa, no esperaba que el contrario lo atrapara como animal, no hizo nada por soltarse, prefería seguir quieto y no apartar su mirada del omega.
—No Quackity, no lo entiendes.
—¡No! ¡El que no entiende eres tú! ¡Maldito hijo de put- — Iba a terminar de hablar, pero sintió una incomodidad en su trasero, su corazón comenzó acelerarse y sentía su cuerpo hervir.
Quackity estuvo tan concentrado en hacer que Luzu deje la alcaldía, que olvidó anotar cuando llegaría su próximo celo, lo peor estaba sucediendo, su cuerpo comenzaba a exigir placer, su celo había comenzado y su trasero comenzaba a humedecerse, ahora sus feromonas eran incontrolables, pero aún así no quería dejar vivo a Luzu. ¡Era su deber matarlo! Estaba enojado por su mala suerte.
—Te voy a matar Luzu...— Murmuró comenzando a sentir un calor agobiante debajo de su vientre.
Su comportamiento hizo que Luzu quiera molestar a Quackity, después de todo era una situación peligrosa, el azabache es un omega en celo, el castaño un alfa que estaba amarrado a la silla y con feromonas de por medio, podría terminar de la peor manera.
—¿A sentones? Porque viendo tu comportamiento no imagino otra forma.
—Puta madre. ¡No digas mamadas! Tan solo mírate, no estas en una situación en la que bromees.— Una vez cerca del escritorio golpeó este, estaba enojado porque Luzu no estaba serio ante el momento, no importaba que entrara en celo, iba a matar a Luzu y ni su celo de mierda iba a detenerlo.
—Vamos Quackity, tus piernas no dejan de temblar, y apuesto a que si te volteas podre ver toda la parte trasera de tu pantalón húmeda.— No podía dejar de sonreír y más por ver como se enfadaba el contrario, era divertido. —Y ni hablar de tu dulce aroma, esta toda dispersa en la habitación, tan... embriagante que solo puedo pensar en abrazarte.
Las feromonas del pelinegro no tardaron en llenar la habitación, un agradable aroma a vainilla con miel, tan dulce que ponía inquieto al alfa, pero seguía manteniéndose quieto, esperando a que él sea el que pida satisfacerlo.
—Hijo de la chingada. ¿Esto te da gracia, verdad? ¿Crees que solo porque entré en celo no voy a partirte tu madre? Ja, íralo.— Lo último lo dijo hablando consigo mismo mientras apretaba su entrecejo. —Tú no sabes. ¡Todo el esfuerzo que hice durante la campaña! ¡Me esforcé, chingada madre!
Por su enojo, sus feromonas se hacían más intensas, sus emociones estaban dispersadas en el aire y era imposible calmarlas, solo las feromonas de un alfa podían relajarlo, pero Luzu seguía sin hacer nada provocando confusión en Quackity. El pelinegro sabía que el castaño es un alfa, pero éste seguía sin hacer nada; por un lado, estaba agradecido de no ser controlado, pero por el otro su omega se sentía ofendido.
Mientras tanto, afuera de la habitación Cochi y Beni desconocían lo que sucedía, ambos eran beta por lo cual no podían sentir las feromonas de su primo, ni siquiera podrían imaginar que su primo estaba en celo porque no entendían cómo funcionaba el cuerpo de un omega, eran betas, no era su tema.
—Lo sé, yo estuve contigo ayudante con tu campaña. Pero Quacks. ¿Cómo puedes poner a ese oso de mierda como primera dama?— Ahora no podía quedarse quieto, de solo recordar como ese oso intentó manipular a su Quackity le hervía la sangre.
—¿Qué? Pinche Luzu, estamos hablando de la alcaldía. ¿Entonces hiciste fraude solo porque Rubius iba a ser mi primera dama? ¡No metas tus emociones en la política Luzu! ¡Porque no tiene nada que ver!
—Ese puto oso solo quería poder, lo único que le importa es el dinero. ¡Por lo que solo iba a llevarte a la ruina!
Luzu comenzó a esparcir sus feromonas, el azabache poco a poco sentía esa amargura en el aire, el fuerte aroma a bosque húmedo con el leve olor a tabaco, su omega estaba ansioso, deseaba estar entre los brazos del castaño y poder olfatear de cerca su feromona, pero no, Quackity necesitaba estar con la cabeza fría, no debía de distraerse, pero en poco tiempo su rostro ya estaba teñido de rojo.
—Mierda Luzu, viejo apestoso. ¡Deja de esparcir tus feromonas!— Trató de tapar su nariz, pero no era suficiente, ya tenía el aroma en su paladar y su trasero cada vez lo hacía sentir incómodo.
El omega de la habitación estaba distraído, estaba tan concentrado en no dejarse llevar por las feromonas alfa que dejo de lado la cuerda que sujetaba a Luzu, el castaño se desató con facilidad, al ya tener movilidad de su cuerpo caminó hacia el pelinegro y lo abrazó, tanto tiempo sin poder estar cerca de Quackity hizo crecer esa codicia de no querer soltarlo y tenerlo solo para él. En cambio, el de lunares quedo inmóvil, sentir como era rodeado y abrazado fuertemente provocó que no pensara con claridad, el deseo era cada vez más fuerte, el roce no era suficiente, necesitaba más.
—¡Suéltame!— Gritó intentando alejarse con la poca cordura que mantenía, pero era inútil porque el contrario era más fuerte. —¡Cabrón! ¡Qué me sueltes!
El mayor podía olfatear con gran profusión las feromonas del menor, hundió su nariz en su cuello cerca de su glándula de olor, sin duda era una fragancia tan dulce que deseaba lamer como si fuera un caramelo, su mano izquierda sujetó el cuello del contrario para que dejara de moverse y con su derecha rodeó su cintura, teniéndolo inmóvil comenzó a dar gentiles besos en su glándula, cada roce que hacía podía sentir como temblaba el cuerpo del omega, siguió depositando besos por toda su nuca hasta llegar cerca de su oreja y acercándose a su mejilla para depositar besos. Podía sentir el calor de sus pómulos a través de sus labios, tan tibios con un lindo rubor que demostraba su vergüenza, sus dedos que rodeaban su cuello iban aflojándose subiendo a sujetar su mentón, con la yema de sus dedos acariciaba los labios del azabache, sus labios sonrosados eran tan suaves que no había problemas en deslizar sus dedos en ellos, Quackity gracias a sus acciones comenzaba a ponerse dócil, cuando estuvo por meter su pulgar dentro de su boca creyó que recibiría una mordida, hasta se preparó para recibirla, pero no sucedió, el de lunares estaba tan hipnotizado que se dejó llevar por las caricias.
Quackity sentía como las feromonas de Luzu penetraban su cuerpo, su piel con cada caricia se erizaba más, su mente estaba nublada, solo podía dejarse llevar y recibir gustoso el dedo del mayor que ingresaba en su cavidad bucal, no se opuso a que jugara con su lengua, podía sentir la yema de su dedo apretando su lengua provocando que soltara quejidos, la saliva comenzaba a desbordar por sus labios y sentía leves arcadas. La situación era nueva para él, nunca estuvo con un alfa, nunca había pasado a más de besos, era extraño pero agradable, su omega reaccionaba deseando que sucediera, pero una parte profunda en sus pensamientos se maldecía por no haber traído supresores, culpando a sus primos por no recordarle que era omega y tenía que controlar su ciclo de celo. Sus anteriores celos siempre los controlaba con medicamentos, anotando en un libro para no olvidarse, pero esta vez estuvo tan concentrado en la revolución que no tuvo tiempo de anotar, los pensamientos donde se maldecía iban aumentando, pero fueron desapareciendo de golpe una vez que Luzu succiono su cuello.
—¿Te atreves a pensar en otra cosa?— Susurró cerca de su odio.
—Mierda... te cortare el pito.— Soltó un suspiro caluroso, no le gustaba ser molestado, estaba odiando esa sonrisa en el rostro del mayor.
—No sabes cuando te extrañe.
El castaño giro el cuerpo del contrario para tenerlo frente a frente, con cada paso que daba era uno que retrocedía el omega, hasta terminar apoyados en el escritorio, Luzu apoyó sus manos en la madera impidiendo que Quackity escapara, el alfa quería besarlo, pero el azabache seguía alejando su rostro.
—Ja, mamadas.— Manteniendo distancia siguió observando sus ojos, aquellos orbes carmín estaban llenos de deseo, su corazón no dejaba de latir.
—Es verdad.— Luzu realmente quería saborear los labios del contrario que no dejaba de verlos. —Extraño como siempre venias a mi para que te protegiera, siempre metiéndote en problemas y sin dejar de reír.— Su vista subió a sus ojos de tonos obsidiana. —Pero nuevamente te tengo aquí, ahora tienes un problema y es obvio que me necesitas.— No apartaba su vista sin dejar de sonreír.
La moral de Quackity iba quebrándose, las feromonas lo incitaban a abalanzarse sobre el mayor, pero no podía acostarse con la persona que deseaba matar, iba en contra con sus valores como persona. Pero realmente el contrario se veía tan atractivo, el rojo sin duda es su color, el traje a su medida resaltaba sus atributos que se escondían en su anterior ropa, el deseo era más fuerte.
Luzu aprovechó que Quackity estuviera distraído, unió sus labios con los de él comenzando a invadir dentro de su boca, el menor fue sorprendido y no pudo reaccionar rápido, el mayor sujetó sus muñecas y las mantenía sobre el escritorio, no había escapatoria para el omega y continuó juntando su lengua con la contraria, la envolvía y jugueteaba sin descanso, ambas salivas se unían en el beso, el azabache comenzaba a quedar sin aire pero el castaño no lo soltaba, el alfa se llevó todo su aliento y no hubo más opción que se separarse, el menor comenzó a recuperar el aire, podía sentir como sus labios palpitaban, en su lengua sentía un hormigueo que ansiaba volver a repetirlo, pero primero debía recomponer su respiración porque quedo agitado de tremendo beso.
—¡Ay!— Se quejó apretando su pecho. —Mi corazón. ¡Me quitaste todo el aire, idiota!
El castaño aflojó su corbata, el calor incrementaba que se sentía algo agobiado, además de que la erección en su pantalón comenzaba a doler. Quackity apartó la vista cuando el mayor desabotonaba los primeros botones de su camisa roja, sentía que no debía de ver, lo poco que se veía de sus clavículas marcadas lo llenaba de pensamientos impuros.
Para Luzu le impresionaba como el azabache seguía inflexible, otros omegas que conoció en su vida siempre eran sumisos cuando les llegaba su ciclo de calor, pero Quackity seguía como siempre, solo sus feromonas y el líquido que escurría de su trasero era distinto. Pero no importaba porque ese era su encanto, el azabache con esa rebeldía de siempre le encantaba. Esta vez subió al menor sobre el escritorio y se acomodó entre sus piernas, rozando el bulto de su pantalón con la entrepierna del menor, con sus manos comenzó a desvestirlo.
—Ya no puedo soportarlo, Quaks, realmente deseo estar en tu interior.— Susurró mientras besaba su cuello y quijada.
Al comienzo el pelinegro lo golpeó para que dejara de tocarlo, pero cuando comenzó a sentir la calidez de sus manos sobre su piel comenzó a estremecerse y ceder. Luzu desató el lazo morado y comenzó a desabotonar la camisa blanca, los golpes que recibió no importaban, ahora podía saborear de cerca la piel del menor y sin esperar comenzó a esparcir besos en sus hombros, mientras besaba su blanca piel podía notar pequeños lunares en algunos rincones, como en su cuello, en su pecho y algunos en sus hombros y brazos, el menor es realmente hermoso. No quito el corsé porque no sabía cómo hacerlo, se conformó con solo tener descubierto el pecho del menor para poder lamer y dejar marcas de sus besos.
—Sabes, cuando dijiste que Rubius seria tu primera dama, odie que dejaras tus feromonas en él.— Se quejó mientras estaba cerca de su cuello y mordía sin fuerza su piel. —Él es un beta, no tiene nada de gracia ni encanto y fue exasperante que lo eligieras.
Quackity apretaba los brazos del contrario, podía sentir como su sangre subía a las partes que succionaba el castaño, al tener la piel tan blanca todas las marcas iban a ser notorias, su corazón no dejaba de latir y peor aún sintiendo como un bulto pinchaba su entrepierna, su imaginación no ayudaba a la situación.
—Él si me apoyo, no como tú viejo traidor.— Lo último lo dijo llevando sus manos al cabello del castaño y jalarlo. —La diferencia es que él me apoya y tu apuñalaste mi confianza.
—¿Él apoyarte? ¡JA! ¡Solo quiso aprovecharse de ti!
Luzu bajo a su pecho y sin cuidado comenzó a morder sus pezones, no le gustaba que Quackity defendiera a ese oso, y de solo recordar como aquel animal dijo "mi pato" hizo que sus colmillos picaran, si era necesario marcarlo para que nadie más pueda tenerlo, lo haría.
—¡Ay! ¡No muerdas, maldito perro!— Siguió jalando de su cabello, el dolor bajaba a sus piernas que las tensaba.
—No es suficiente.
Luzu desabotono el pantalón del menor y bajó la prenda junto a la ropa interior, al bajarlo pudo ver como un delgado hilo escurrió, Quackity ensucio su ropa interior con su líquido que lubricaba su interior.
—¡No veas!— Estaba avergonzado que quiso cerrar las piernas, pero fue imposible.
—Estas muy mojado.
—¡Cállate!— Su rostro no podía estar más rojo, sus mejillas estaban teñidas por las sangre hirviendo, cubrió su rostro ya que no podía cerrar las piernas, era vergonzoso, no quería ser visto.
—Es lindo.
Quackity quedo desnudo de la cintura para abajo, Luzu lo acomodó en el escritorio y levantó sus piernas, con su mano izquierda comenzó a meter dedos en su orificio, con su derecha sujetaba una de sus piernas acercándolo a su rostro para besar y morder su muslo, la vista era agradable, ver como el azabache se estremecía por los intrusos en su interior y que cubriera su rostro de la vergüenza era adorable, continuó moviendo tres de sus dedos en las paredes internas del menor para agrandar el espacio, presionaba el lugar en donde se encontraba su próstata, el menor comenzó a gemir, el placer era intenso que no podía contener más sus quejidos y gemidos.
—Adentro esta tan húmedo, mis dedos se deslizan con facilidad.
La erección que tenía el menor temblaba, los estímulos que recibían causaba que de su uretra saliera pequeñas gotas de semen, su omega ya no podía soportar la leve contracción en su vientre, necesitaba que su interior sea llenado. Y como si el alfa lo hubiera escuchado, el castaño bajó la cremallera de su pantalón y dejo que su miembro fuera liberado de la presión, frotó su erección con la del contrario, el calor de ambas carnes era brutal, el omega no dejaba de soltar quejidos y el alfa solo suspiraba de la excitación, ya no había vuelta atrás por lo que una vez acomodado entre las piernas de Quackity, el castaño poco a poco ingresaba su miembro dentro del menor, el calor abrazó a su falo, mientras más entraba todo el interior del omega lo succionaba y apretaba, dentro suyo era cálido que sentía el impulso de moverse.
—¡No!— Se quejó el azabache tratando de respirar, sentir como la carne del mayor ingresó en su interior provocó que se tensara, sus músculos estaban rígidos y no era nada agradable, sentía algo de dolor.
—Tranquilo.— Lo consoló acariciando con suavidad su mejilla, una vez que metió toda su erección no se movió, iba a dejar que el menor se acostumbrara. —Intenta relajarte, no te hare daño.— Susurró mientras se acercaba para abrazarlo, con su mano elevaba un poco su espalda para que no estuviera incómodo en la dura madera, con su otra mano lo agarró de su cintura, era lindo como el corsé hacia resaltar su cintura.
Era la primera vez de Quackity, no importaba si estaba lubricado por su calor, tener algo nuevo en su interior fue doloroso, una sensación que nunca experimento estaba penetrando su piel, las feromonas en el aire lo consolaban un poco, ese aroma de lujuria y afectuosidad calmaba a su ávido omega. Luzu comenzó a estimular su miembro, sentir la yema de sus dedos en su falo hizo que arqueara su espalda, ya no podía retener su voz y junto a la masturbación su voz se elevaba, el placer comenzaba a subir opacando al dolor y en pocos minutos ya no estaba tan tenso, ahora quería que el mayor se moviera.
—Luzu...— Suspiro su nombre mordiendo su propio dedo, le daba pena que su voz saliera de forma lasciva, además de que sus piernas no dejaban de temblar por la estimulación de adelante y atrás.
—¿Estas mejor?— Susurró cerca de su oído, luego besó su lóbulo y bajó hasta su cuello para comenzar a lamer. —¿Quieres que me mueva?— Su aliento caliente chocaba con la piel del menor, haciendo que siguiera estremeciéndose por el calor.
El azabache estaba muy avergonzado como para decir algo, solo asintió y alejó al mayor de su cuello para cubrir su rostro con sus brazos, no quería ser visto por el de orbes carmesí, no quería que lo viera en ese estado deplorable. Pero sus acciones solo seguían provocando al castaño, Luzu obedeció el deseo del menor, con ambas manos lo agarró de su cintura y comenzó a embestirlo, el flujo llegó a lubricar bastante el interior por lo que no había problemas en penetrar, Luzu seguía un vaivén lento pero fuerte, moviendo su cadera contra el interior del pelinegro mientras lo sujetaba de su cintura y así de forma repetitiva, el choque de pieles se podía escuchar, mezclado con los gemidos del omega que no podía controlar su voz. Quackity sentía gran placer cada vez que el miembro del contrario lo llenaba, y tras no controlar sus chillidos, de su labio desbordaba algo de saliva tras no cerrar la boca.
— ¡Ay! ¡Ahh! ¡Mng!— No podía creer que el mismo soltaba gemidos vergonzosos, trató de morder su brazo para que dejaran de salir, pero no podia esconder lo bien que se sentía.
—No te hagas daño.
Luzu no podía permitir que se lastimara, de sus muñecas lo agarró y extendió hacia el escritorio para separarlas y poder ver mejor al azabache, Quackity era todo un desastre, su rostro estaba ruborizado, sus pómulos, orejas y cuello se podían ver rojizas, con pequeñas lagrimas desbordando de sus parpados, con fluidos de sudor y saliva, su gorra de tanto movimiento cayó al suelo y ahora se podía ver todo su cabello despeinado, un completo desastre.
—¡No me veas!— Gritó intentando que soltara sus muñecas, pero como no podía giró su cabeza sin dejar que tuvieran contacto visual.
—Ugh...— Suspiró tras sentir como su pene era apretado. —Tranquilo, te ves tan hermoso....
Luzu se acercó y besó su mejilla, continuó moviéndose mientras veía todas las expresiones que hacia Quackity, aceleró las estocadas, con cada embestía el azabache levantaba la quijada, podía visualizar como el menor lo disfrutaba, el omega se veía tan lindo debajo suyo que se acercó a sus labios para besarlo. Soltó sus muñecas y abrazó su cuerpo inmovilizándolo, el menor no podía mover sus brazos por lo que estaba ansioso por las fuertes embestidas, necesitaba agarrar algo. Luzu devoró sus labios, los saboreaba para luego meter su lengua adentro y envolverla con la del contrario, la saliva desbordándose no era importante, con las fuertes embestidas y el beso Quackity no sabía cómo comportarse, sus gemidos eran ahogados por el beso que recibía, el omega por la desesperación de no saber que hacer mordió la lengua del alfa, sentía cerca su clímax y quería que se detuviera.
—¡Luzu! ¡Suficiente, detente! ¡Ugh!~
—Eso dolió Quacks.— Seguía sintiendo dolor en su lengua, pero podía soportarlo y sin escuchar sus peticiones, aumentó la velocidad. —Vamos, córrete.~
Volvió a tomarlo de las muñecas y con ellas se impulsaba a penetrarlo, el azabache no podía seguir aguantándolo, con cada embestida su punto sensible era estimulado brutalmente que estaba por correrse, y con unas cuantas estocadas más terminó expulsando el semen que estuvo reteniendo. Su voz era más alta, se sentía más aliviado luego de soltar aquella carga, su pecho subía y bajaba intentando recuperar el aliento. Pero Luzu aún no había acabado.
—Aléjate...— Hablo algo ronco por la garganta adolorida, como todo había comenzado por su celo creyó que una vez que se corriera todo terminaría, pero el mayor no tenía intenciones de moverse. —Dije que te alejes.
Luzu soltó sus muñecas, Quackity al sentirse liberado intento huir, se giró para intentar irse por el otro lado del escritorio, pero Luzu lo empujó a la madera, por el choque soltó quejidos, nuevamente el castaño ingresó su miembro en su interior y sin pedir permiso comenzó a embestirlo.
—¡Ahg! ¡Ah!
—Oh Quackity, dentro tuyo se siente taan bien.~— Luzu mantuvo el cuerpo del menor encima del escritorio, su mano sujetaba su cuello para que estuviera quieto sobre la madera y siguió moviendo su cadera contra el trasero del azabache, no tuvo cuidado, ingresaba y salía de forma feroz, deleitándose con el aroma y fuertes gemidos que soltaba el omega. —Se aferra a mi polla, uf, como si fuera a estallar.— Se acercó a su glándula de olor y comenzó a lamerla, al ser una zona tan delicada con cada lamida el omega temblaba, una zona erógena que era el punto débil de todo omega, una zona que si un alfa lo mordía marcaba por completo a un omega. —Recuérdalo, Quackity, tú eres mi omega.
Besó su cuello, estimulándolo mientras seguía con la penetración, de solo imaginar como seria si Quackity tuviera a sus bebes provocaba un cosquilleo en sus caninos, quería morderlo.
—¡Ahg! ¡No lo hagas, maldito perro! ¡No te atrevas!
—Yo soy tuyo.— Susurró cerca de su piel, su caliente aliento chocaba con la glándula estremeciendo al de lunares. —Y tú, querido, me perteneces.~
Estaba cerca de correrse, sin descanso continuó penetrando el trasero del pelinegro mientras preparaba sus caninos para morder sin importarle todas las palabras que decía el menor. Sin pedir su permiso, mordió su glándula de olor y penetrando lo más profundo que podía liberó toda su esperma en su interior, y por si no fuera suficiente, su pene se anudo, hizo un nudo para que su esperma no saliera del menor.
—¡Uhhg! ¡MIERDA, NO!
Quackity sintió un bulto en su estómago, sentía como sus entrañas se rompían y eran perforadas, el dolor era abrumador, ya no podía dejar de llorar y peor por la mordida, su cuerpo no dejaba de temblar, de un golpe paso del placer al dolor, su interior quemaba.
—No llores...— Una vez marcado, lo soltó y acercó su pulgar para secar sus lágrimas, separarse del nudo tomaría un tiempo.
—Ugh, me duele...— Continuó llorando mientras con sus uñas rasgaba la madera.
Luzu lo levantó, seguían unidos por el nudo por lo que lo cargó sujetándolo de sus muslos, fueron hacia el sillón y mantuvo a Quackity arriba suyo, ambos podían ver como sobresalía el nudo en el interior del menor, un gran bulto notorio.
—¿Lo ves, Quackity? Somos uno.— Besó su mejilla mientras evitaba que cerrara sus piernas.
El menor apoyaba su espalda en el pecho del mayor, sus lágrimas seguían bajando y observando aquel bulto, el verlo y sentirlo era doloroso, sentía que no podía mover ni un dedo. Pero Luzu continuó molestando, el castaño tocó su vientre, tocó ese bulto que tanto dolor le causaba y al rozarlo sintió una corriente pasar por su columna provocando que regresara su llanto.
—¡No lo toques!— Con toda su fuerza acercó su mano al cabello del mayor y lo jaló.
—Bien, bien, calma, calma.— Alejó su mano del bulto y apartó la mano del pelinegro de su cabello. —En unos minutos bajara el nudo.— Abrazó con cuidado el cuerpo del omega.
Estuvieron quince minutos esperando a que bajara el nudo, Luzu besaba la mejilla del menor intentando consolarlo, Quackity sollozaba, el dolor había disminuido, pero seguía ahí, sus piernas no dejaban de temblar siendo sujetadas por las manos del castaño. Y una vez que el nudo por fin se bajó, el menor sentía como el esperma salía de su interior, desbordando y deslizándose entre sus nalgas.
El de orbes obsidiana estaba agotado, Luzu lo cubrió con saco y dejo que descansara en el sillón, mientras él se acomodaba su ropa arrugada y subía el cierre de su pantalón.
—Mi dulce Quacks, descansa.~ — Susurró con dulzura mientras acariciaba su pómulo, viendo como sus parpados cerrados estaban algo rojizos por llorar.
Luzu estaba satisfecho de por fin marcarlo, ahora Quackity es su omega.
Un omega que no podrá vivir sin su alfa.
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✹ᴅᴇᴊᴀ ᴅᴇ ʟᴇᴇʀ sɪ ǫᴜɪᴇʀᴇs ғɪɴᴀʟ ᴀʙɪᴇʀᴛᴏ✹
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Luzu creyó que el menor estaba dormido, por lo que se levantó para ir a su escritorio y de un cajón sacar su arma, creyó que al tener a Quackity a su merced, ya no merecía tener misericordia por sus primos, antes no los mato porque no quería quitarle los únicos familiares que tenía el pelinegro, pero ahora los veía como amenazas que podrían alejar al azabache de él, tenía que eliminarlos.
Pero olvidó por completo el motivo por el que Quackity fue en persona a su oficina, no debió darle la espalda.
El de ojos obsidiana veía fijamente el cuchillo que traía en el bolsillo de su saco, el ser marcado no estaba en sus planes, por lo que no sabía que consecuencias traería, pero no podía dejar las cosas así, no podría tener victoria a la ridícula guerra que causaron si no lo asesinaba. Y sin pensarlo dos veces, ignorando el dolor de su corazón, se levantó y tomó ventaja de que el castaño estuviera de espaldas, con el cuchillo en manos lo clavó en su cintura.
Luzu no tuvo tiempo para reaccionar, en cuestión de minutos un dolor indescriptible paralizó todo su cuerpo, y cuando el arma de doble filo fue quitada con brusquedad, sintió vívidamente como su carne era perforada y no era posible contener la hemorragia, con su mano presionó el lugar afectado y giró con debilidad su cuerpo para ver a Quackity, no podía reconocerlo.
—Quackity...
—Dije que vine a matarte. ¡Yo no ando con juegos!
Sus palabras admitían que su objetivo era asesinarlo, pero sus manos no dejaban de temblar y sus lágrimas no paraban de bajar, el menor no quería arrepentirse de sus acciones.
—Siempre estuve solo. ¡Todos se aprovechaban de mí y tú lo sabes! Pero cuando te conocí, creí que por fin podría confiar en alguien... pero me equivoque.
Nuevamente el menor se acercó al castaño para clavar el arma esta vez en su estómago, Luzu no hizo nada para detenerlo, siempre creyó que, si iba a morir, prefería que fuera a manos de Quackity.
—¡Eras mi 100%!
Gritaba sin dejar de apuñalar el cuerpo del mayor, Luzu comenzó a toser sangre y sin tener equilibrio de sus piernas cayó al suelo, el arma fue quitado y su cuerpo no dejaba de perder sangre.
—¡Asesinaste a osito bimbo! ¡Me quitaste la única mascota que seguía con vida!— Su voz estaba quebrada, sus manos estaban manchadas de sangre al igual que su rostro que tenía gotas salpicadas. —¡¿Querías mi felicidad?! ¡Esto no me hace feliz, Luzu!
—Te amo...
Los únicos pensamientos que tenía el castaño, era decir que amaba al menor, no importaba si estaba por morir, quería que el contrario entendiera todo el amor que le tenía. Pero sus palabras solo causaban más dolor al azabache.
—No, no me amas, tú bien sabes que no lo hiciste por mí. Lo hiciste porque prefieres el poder.
—No Quackity, yo realmente te amo, desde el principio hasta ahora, sin importar que hagas o que digas, siempre serás solo tú.
—¡NO! ¡SOLO CÁLLATE!
Quackity se lanzó hacia el castaño, con sus manos rodeó el cuello de Luzu y comenzó a estrangularlo, no quería que continuara hablando porque solo hacia crecer su arrepentimiento, cada lagrima que derramaba caía sobre el rostro del mayor. Luzu solo podía apreciar la belleza del contrario, si debía morir no iba a oponerse, después de todo cumplió con su deseo de marcarlo por lo que podría morir sin arrepentimientos, aceptó su derrota viendo por última vez a Quackity, y con las pocas fuerzas que tenía, llevo su mano hacia las del contrario, sintiendo el calor de sus dedos que apretaban su cuello, si morir hacia feliz a Quackity, su deber era su felicidad.
Luzu dio su último aliento, a falta de oxígeno dejó de respirar, Quackity asesinó al alcalde de Karmaland.
El azabache aflojó su fuerza, su llanto incrementó y ahora solo lloraba encima del cuerpo sin vida del que una vez amo. Lo peor era ver que se fue con una sonrisa, una que le recordaba a cómo eran antes, el como siempre lo protegía y consolaba con una gentil sonrisa. Momentos del pasado que nunca más volverían a pasar.
Mientras tanto sus primos, Cochi y Beni estuvieron sentados en las gradas vigilando a que nadie subiera, había pasado horas desde que su primo entró a la oficina del alfa y tenían la orden de no interrumpir, pero estaban algo inquietos, no querían imaginar lo peor por lo que tuvieron que subir y tocar la puerta para asegurar que su primo estaba bien, pero apenas se acercaron a la puerta escucharon a alguien llorando.
Al ser mudos, no podían preguntar, solo tocaron la puerta con fuerza y al no tener respuesta, dispararon la perilla para que la puerta sea a abierta, lo que ambos hombres encontraron fue a su primo abrazando desconsoladamente la cabeza desmembrada de Luzu.
Cochi dejo caer el arma y fue a consolar a Quackity, se quitó su sudadera y con ella cubrió el cuerpo del omega, sobre la cabeza hizo que dejara de abrazarla. Cochi alejó a su primo del cuerpo y lo llevó hacia el sillón para que explicara que sucedió.
Pero Beni solo miraba, miraba como el escritorio estaba sucio de fluidos, en el suelo había sangre y un cuchillo de doble filo, pero lo que más lo inquietó fue ver como Quackity tenía marcas en su cuerpo, era algo idiota pero no tanto como para no saber que su querido primo tenía una mordida marca en su glándula de olor y que de sus piernas se deslizaba un líquido blanco.
Quackity logró su cometido, pero era cuestión de tiempo de que su marca lo asesinara, porque un omega marcado no podía vivir sin su alfa.
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Tantos tiktoks que vi aumentaron mis ganas de hacer fic JAKDJA, porfa no me funen.
Obviamente esto es de fan para fans, si leíste todo sabiendo que no te gusta, que idiota eres y no me vengas a joder q bloqueo. 😉
Pero si te gustó que bueno, gracias por leer esto 👉👈
Art cr: Ok_Boomer_Anz
Art cr: arialavie
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