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💀11💀

Jadeaba sin cesar, mientras sentía la extrema humedad de su cuerpo debido a las incesantes gotas de sudor que adornaban cada porción de la delicada piel. Cada músculo le dolía como mil demonios y la respiración acelerada le mantenía el corazón en un estado errático, mientras sus pulmones le exigían parar.

Pero parar, era justamente lo que no quería hacer.

Aceleró el ritmo, sin importar el insoportable dolor en sus piernas y muslos. No le importaba que su cuerpo sufriera los estragos de su mal humor, suficiente tenía con soportar las miradas que estaba recibiendo, como para que ahora también escuchara comentarios estúpidos e innecesarios.

"Míralo, no tiene vergüenza."

"¿Cómo un estúpido omega pudo adueñarse de una de las empresas más grandes e importantes del país?"

"Es claro que su matrimonio con el viejo Park fue por interés, ¡si hasta podría ser su abuelo!"

"Es una puta aprovechada."

"Que asco compartir su mismo ambiente, si ni clase tiene."

Esos y muchos más eran el tipo de comentarios que tan descaradamente escupían a sus espaldas. Jimin definitivamente no se rebajaría hasta el nivel de esas omegas básicas y sin moral que proteger, pero no va a negar que ya lo estaban cabreando ante tanta palabrería estúpida que solo dejaba ver la escases de materia gris que había en aquellas mentes tan pequeñas.

"Ahora ningún alfa lo querrá... ¿Quién querría a un omega usado?"

Y los comentarios seguían.

"No es ni bonito, ni elegante. Mi hija es mucho más hermosa que él."

Risas.

"Tiene razón de estar ejercitándose... con lo gordo que está."

Jimin rodó los ojos ante los comentarios tan infantiles mientras seguía corriendo, cuando de repente el sonido de su móvil lo distrajo. Apagó la máquina y se dispuso a bajar para atender a quien sea que lo haya interrumpido, mientras les daba una sonrisa descarada a las tres omegas que lo veían en una extraña combinación de asco y vergüenza.

—¿Sabían que mi sentido auditivo funciona bien? O ¿Es algo complejo de entender para sus mentecitas rellenas de silicona?

No le importó perder la llamada. Era más divertido burlarse de las sin cerebro que trataron de humillarlo. Porque a él malditamente nadie lo humillaba.

Como diría su Hyung ¡Ridículas!

—¿Te refieres a nosotras, chiquillo? —habló la que al parecer era la líder del grupo—. ¿Por qué mejor no te largas? Si nos escuchaste, ya debes saber a la perfección que no perteneces aquí.

Jimin le sonrió tiernamente. —Quizá tenga razón Ajumma —respondió burlón haciendo rabiar a la omega. Ella no era ninguna señora—. Este Gimnasio permite la entrada a corrientes... así como usted, y no quiero que esa plaga se me pase. Además... —hizo una pausa mordiéndose el labio para contener la risa—, creo que mi cuerpo no necesita tanto ejercicio ¿No lo cree? —preguntó, mientras daba una vuelta en su eje, presumiendo su plano abdomen, pequeña cintura, firmes piernas, gruesos muslos y abultado trasero; el cual se notaba a la perfección en aquel mini short negro—. En cambio... —una mueca apesumbrada nació en su rostro, mientras barría con la mirada a las contrarias—, no puedo decir lo mismo de ustedes —rió con travesura—. Pero no se preocupen, dicen que las cirugías plásticas ayudan muchísimo. Aunque... —volvió a reír—, dudo mucho que hagan milagros.

Con un coqueto guiño el omega se retiró del lugar, importándole poco el escándalo que dejaba atrás con las tres omegas ofendidas hasta los huesos. Se aseguraría de jamás volver ahí, aunque los comentarios no le habían afectado en absoluto, sí le cabreó en demasía que le interrumpieran su sesión de ejercicios diarios, dejándolo insatisfecho con los resultados de ese día.

No se molestó en ir a las regaderas o cambiarse; salió directo a su auto para llegar lo más pronto posible a su penthouse. La calidez y comodidad que le ofrecía su hogar lo estaba llamando a gritos.

Fue así como en cuestión de segundos estaba dentro de su Ferrari f8 spider, con el rostro pegado al volante respirando de manera profunda. En un intento nulo para disipar su mal humor.

El móvil volvió a sonar, haciéndolo bufar en frustración. A ciegas buscó en su bolso el molesto aparato, y sin ver quien le llamaba respondió. Con todo el mal humor que su pequeño cuerpo era capaz de crear.

—¿Qué? —respondió a la defensiva.

Una tenue risa. Ronca, profunda y un poco divertida fue su respuesta. Jimin inmediatamente supo quién le llamaba y se maldijo el no haber revisado antes de contestar, se reincorporó y tragó pesado para poder modular su voz al tono casual y despreocupado al que el mayor estaba acostumbrado.

—¿De mal humor precioso? —preguntaron del otro lado de la línea. Jimin resopló.

—¿Qué quieres Min? —preguntó aburrido, mientras trataba de acomodar sus desordenados cabellos.

—Te llamaba para recordarte nuestra cita de esta noche, y por lo que veo la olvidaste o pensabas pasarla por alto. Pero ¡sorpresa! de mí no te escapas.

Jimin sonrió divertido, el alfa había acertado en la segunda opción.

—No pensaba hacerlo —dijo inocente—. ¿A qué hora pasarás por mí?

Nuevamente la risa profunda del alfa deleitó los sentidos del omega y estremeció cada una de sus partículas. Era obvio que no le había creído.

—Habíamos quedado a las 20 horas cariño —respondió ronco—. A esa hora pasaré por ti.

El omega se mordió el labio inferior sintiendo un pequeño atisbo de ansiedad y adrenalina. El hombre con el que saldría era peligroso, demandante y endemoniadamente tentador. Una pequeña sonrisa nacía sin permiso en sus labios, al saber que la decisión ya había sido tomada.

—Está bien alfa... —respondió con aquella sensualidad tan característica, y que tanto encantaba al contrario—. Te estaré esperando.

Sin nada más que decir el omega decidió finalizar la llamada, y encender su auto. Salió del estacionamiento del lugar y se adentró en la amplia avenida principal, rumbo a su hogar.

Luego de días difíciles y emociones encontradas, sumándole el mal rato que había pasado hace poco, el castaño estaba seguro que merecía una noche de diversión donde se olvidaría de todo, hasta de su moral.

¿Y quién mejor que Min Yoongi para hacerlo olvidar y pasar un rato agradable?

—¿Todo está listo? —preguntó el alfa pelinegro al salir de su mansión.

GoAra asintió. —Todo lo que pidió está listo señor.

Yoongi sonrió. —¿La reservación?

—Está realizada —respondió neutra.

—Si mi querido suegro llama preguntando por su hija o por mi, le dices que me fui a follar.

Con todo listo, Yoongi no se dio el lujo de perder más tiempo, así que subió a su auto y le indicó a su chofer la dirección del hogar del omega. Faltaban diez minutos aproximadamente para que llegara la hora del encuentro y el alfa no podría estar más ansioso.

Los planes que tenía para pasar el rato con su fruto prohibido definitivamente no eran su estilo. Pero también era consiente que había pasado días ajetreado por tanto trabajo acumulado, y si a eso se le sumaba la ausencia de los líderes restantes, se podría decir que el triángulo se había convertido en su pesadilla por esos días.

Y su mejor dosis de relajación sería escapar de su realidad con el omega más hermoso y sexy que sus ojos habían visto.

Si hasta un completo casanova se había vuelto... ah... lo que era capaz de hacer el hambre de cama.

Rió divertido ante sus propios pensamientos. Realmente esperaba no hacer el ridículo esa noche, o quedar como un estúpido enamorado porque ciertamente no lo era. Solo quería algo fuera de lo común y esperaba lograrlo.

Pensó en sacar un cigarrillo y fumarlo, pero al recordar que el olor quedaría impregnado en sus dedos y aliento, descartó la idea. Por alguna extraña razón quería lucir fresco y pulcro ante el omega. Llegar a sorprenderlo de alguna manera.

A medida que pasaban los minutos, Yoongi sentía a su lobo más inquieto. Así que, para tratar de despejarse un poco, decidió observar por la ventanilla lo hermoso que era la ciudad de noche. Definitivamente cambiaba mucho el panorama cuando no había explosiones, balas, policías o lunáticos siguiéndole. Con ansias locas de matarle.

Sí. Era mucho más aburrido ahora.

—Hemos llegado señor.

Sonrió al saber que la hora había llegado. Antes de bajar se dio una mirada en el espejo retrovisor y se revolvió un poco el cabello, para darle ese toque rebelde que tan locos volvía a sus ligues. Verificó que su atuendo estuviese en orden, y cuando se sintió bien consigo mismo, salió del auto.

Sí. Sería un alfa sanguinario, despiadado y sádico. Pero cuando se trataba de sus conquistas, su lado coqueto salía a relucir como nunca, y con un espécimen tan delicioso e irreal como el que tendría esa noche, su coquetería estaba en completo descontrol.

Si hasta sentía a su imponente bestia mover la cola como si de un cachorro inexperto se tratase.

—Más vale que te calmes pulgoso o no respondo —reprendió a su lobo, escuchando de manera inmediata el potente gruñido de protesta.

Decidió ignorarlo y se adentró al lujoso hotel, en busca de su cita. Al llegar al área de recepción una elegante omega lo escaneó de pies a cabeza, y Min pudo asegurar que, en la mente de la chica, ya se había montado más de un escenario indecoroso de ellos dos juntos.

Los omegas podían llegar a ser tan predecibles...

—Buenas noches —saludó serio, haciendo a la chica suspirar por el aura dominante que el alfa creaba—. ¿Podría avisarle a Park Jimin que su alfa espera por él? —pidió, aniquilando de manera brutal las ilusiones y pensamientos morbosos de la joven.

La rubia mantuvo su postura mientras le sonreía forzadamente. Los celos inesperados y traicioneros burbujeando en sus entrañas.

—Sí señor, ¿Podría darme su nombre?

—No es necesario. Ya estoy aquí.

El alfa volteó rápidamente a su izquierda, justo de dónde provenía aquella voz que le empezaba a gustar más de lo que admitiría y quedó estático en su lugar.

Park Jimin iba vestido con unos jeans celestes, ajustados de manera perfecta a sus pecadores atributos; haciendo al alfa gruñir bajo y áspero, creando escenas en su mente antes de tiempo. Una camisa blanca de mangas largas, con algunos adornos de encaje en los lazos que componían cada manga, dándole un aspecto delicado y angelical, que rápidamente era reemplazado por lo sexy y sensual de la forma del cuello, donde se mostraba de manera deliciosa ambas clavículas, siendo un tentador lunar negro el centro de atención de su oscura mirada. Los botines marrones que llevaba, sin duda alguna le favorecían y estilizaban las delicadas piernas; creando un balance digno de la belleza del omega que tenía ante él.

El omega tampoco se quedaba atrás en el momento de evaluar al alfa, y debía admitir que estaba sorprendido. Las pocas veces que había visto al mayor, éste siempre iba vestido pulcramente en sus finos trajes de tela. Es por eso, que verlo ahora con unos jeans negros, rotos en el área de las rodillas, un sweater cuello de tortuga del mismo color, y un abrigo que le caía a la altura de las rodillas de un cálido color mostaza había sido una completa sorpresa para el menor.

Min Yoongi lucía completamente diferente, se veía más fresco, despreocupado y juvenil. Y Jimin tenía que admitir que esa nueva imagen del mayor le gustaba mucho más que la fría y calculadora que le otorgaban aquellos trajes.

No saben por cuanto tiempo estuvieron divagando en sus propios pensamientos. Ambos perdidos el uno en el otro. Hasta que el lobo del mayor le obligó a actuar, tomando así la iniciativa.

Se acercó al omega y tomó su mano derecha, besándola de manera delicada, en un acto de completa caballerosidad.

—Esta noche luces precioso —elogió el alfa, haciendo sonrojar al menor y reír quedito.

—¿Solo esta noche? —interrogó juguetón, mientras se cruzaba de brazos.

Yoongi no podía dejar de ver aquel tentador lunar. Sonrió ante la pregunta del omega.

—Siempre estás hermoso cariño. Pero hoy te ves mucho más exquisito a mis ojos —respondió galante, para luego rodear con uno de sus brazos la cintura del omega, en un acto posesivo—. ¿Nos vamos?

Jimin asintió sonriente y ambos salieron del lugar. Afuera el chofer del alfa los esperaba con una de las puertas traseras del auto abierta, en espera de ellos. Yoongi, como todo un caballero ayudó al menor a subir, para posteriormente hacerlo él.

—¿A dónde señor?

—Llévanos a Ignis —ordenó. Su vista fija en el perfil de su cita.

Jimin alzó una ceja, cuando escuchó aquel nombre. —¿Un bar?

Yoongi le regaló una sonrisa ladeada. —Es más que un bar —le susurró, creando nervios en el omega y haciéndole reír divertido—. No pasará nada malo bebé —aseguró.

El castaño rió sin gracia. —¿Y aquí es donde te creo?

—¿No confías en mí? —preguntó el mayor, fingiendo dolor.

El omega lo observó con aquella carita enfurruñada que tanta ternura y diversión le daba, aunque Yoongi sabía que no tenía que causarle tales cosas, porque esa carita le gritaba un claro ¿¡Es en serio animal!?

—¿Tengo que responder? —preguntó el menor, manteniendo un adorable ceño fruncido.

Yoongi sonrió divertido. —Tranquilízate, pasaremos directo a la azotea.

El omega seguía sin entender y el alfa lo notó.

—Solo confía un poco en mi —pidió el mayor—. Tus dudas se resolverán dentro de poco.

El menor se resignó, y decidió no preguntar más. Ya vería con sus propios ojos de que se trataba tanto misterio, mientras tanto trataría de tranquilizarse. Lo que menos quería era que su aroma se saliera de control.

Sentía constantemente la pesada mirada del alfa sobre él y eso, lo quiera o no lo tenía en tensión, dificultándole aún más la difícil tarea de mantenerse tranquilo. Agradeció profundamente que el mayor respetara su espacio y no iniciara algún tema de conversación con él, o soltara comentarios que le harían sonrojar y sentirse incómodo. El silencio le hacía bien en esos momentos, ya habría tiempo para hablar. Bueno, suponiendo que el pelinegro solo quiera eso.

—Llegamos —anunció el chofer, mientras le abría la puerta a su jefe.

Yoongi bajó y le tendió la mano al menor. —Déjame ayudarte.

Jimin aceptó, y con la ayuda del alfa bajó del auto. Observó detenidamente el lugar en el que estaban, viendo la elegante estructura que componía aquel bar, y notando lo vacío que estaba. Frunció el ceño de manera inmediata.

—No hay nadie —no fue una pregunta.

—Te dije que confiaras un poco en mi —le recordó el mayor, para posteriormente guiarlo al interior del lugar—. Vamos, lo que necesitaremos nos espera en la azotea.

Al ingresar al lugar, Jimin se dio cuenta de la aglomeración de omegas que había. Por cada piso que pasaban, más y más omegas veía. Y todos ellos lo miraban con recelo, y el castaño podría jurar que algunas miradas eran hasta de odio.

Pero... ¿Por qué?

—Alfa Min —una omega rubia y con aroma a leche de almendras se interpuso entre ellos y las escaleras que guiaban a la azotea. Jimin inmediatamente notó que la mirada de la chica tuvo un cambio drástico cuando observó las manos entrelazadas del alfa con él.

El semblante de Yoongi cambió a uno amenazante cuando se dio cuenta de las intenciones de Choa. Dándole una mirada de advertencia que la obligó a retroceder, presa del temor que sentía su loba.

—¿Qué se le ofrece señor Min? —sin embargo, no se fue, y decidió hacer esa pregunta que le pareció estúpida al alfa y patética a su acompañante.

—Que te quites de mi camino —ordenó, apartándola bruscamente, para empezar a subir por las escaleras, seguido por un sonriente Jimin.

Estuvieron subiendo en completo silencio, hasta que unos destellos de luz les avisaron que estaban próximos a llegar. Jimin no entendía por qué tenían que subir hasta ese lugar, como tampoco entendía el motivo de tanto misterio. No fue hasta que llegaron y el alfa le permitió observar con detalle y claridad que todas sus dudas fueron aclaradas, haciéndole reír en completa incredulidad por lo que veía.

—¿Un helicóptero? —preguntó incrédulo, observando la majestuosa aeronave de color negro, con un dragón dorado pintado en la aleta.

Yoongi se colocó detrás del omega, y con sus grandes manos tomó de manera firme la estrecha cintura. —¿Te gusta? —susurró en su oído.

El castaño rió coqueto, realmente le había sorprendido. —Me encanta —aseguró, para luego girarse entre los brazos del alfa y así quedar frente a frente con sus rostros a centímetros de distancia—. Señor Min, debo preguntar... ¿Acaso usted piensa conquistarme al estilo Grey? ¿Esta es su manera de decirme que me llevará a la cama esta noche? —preguntó divertido, haciendo referencia a esa película que había visto tiempo atrás.

Yoongi rió ronco ante la curiosa imaginación del omega, mientras le mordía una de las voluptuosas mejillas, haciéndolo soltar sonoras carcajadas. —Ni lo uno, ni lo otro omega —aseguró—. Yo soy mucho mejor y más caliente que ese tipo —mordió una de las orejas, creando estremecimientos en el más pequeño—. Y cuando estés en mi cama, lo vas a comprobar —susurró tentador, riendo ante el furioso sonrojo que le había creado al castaño—. ¿Estás listo?

Mucho más animado que antes, Jimin siguió al alfa hasta el helicóptero. Recibieron ayuda para subir y colocarse la seguridad necesaria, ya cuando estuvieron perfectamente cómodos el pelinegro sacó una delicada pañoleta de seda, y sin pedir permiso empezó a vendarle los ojos al omega.

—El viaje será corto y como no quiero que sepas hacia dónde vamos, decidí vendarte —explicó, antes que el menor decidiera preguntar—. Cuando lleguemos retiraré la venda —prometió.

El omega decidió relajarse, confiar un poco y dejarse hacer. Después de tremenda sorpresa que el alfa le había dado con el helicóptero, tenía altas expectativas para esa noche.

Un rato agradable con una tentadora compañía no sucedía a menudo. Ambos lo sabían, y por eso estaban dispuestos a aprovecharse el uno del otro.

De todas las cosas que Jimin esperaba, la maravilla que tenía frente a él jamás se la imaginó.

Lo primero que notó apenas el alfa retiró la venda, fue una plaza, donde a los costados había diversos juegos y puestos de comida tradicional. Los juegos y risas de los niños le calentaron el corazón, sintiendo aquel sentimiento de añoranza, que hace tiempo no sentía.

Sonrió con melancolía, recordando lo bueno de su vida. Aquel rayito de luz que a duras penas sobrevivía entre tanta oscuridad.

—¿Dónde estamos? —preguntó con la mirada perdida, sentía un extraño sentimiento que se alojaba en su pecho al ver tanta felicidad reflejada en el rostro de las personas.

Yoongi se extrañó ante la pregunta. —¿No lo reconoces? —interrogó confundido. El omega negó—. Estamos en tu tierra natal, precioso —informó, sorprendiendo a Jimin y haciendo que una lágrima fuese derramada, la cual fue rápidamente retirada por el alfa, para luego tomarle las manos—. Bienvenido a Busan

—Busan... —las palabras las dejó salir con tanta añoranza que los sentimientos le fueron traspasados al mayor, haciéndolo sentirse incómodo ante esas nuevas sensaciones—. Tenía tanto tiempo que no venía. Pero... ¿Cómo supiste que era de aquí?

—Siempre lo sé todo cariño —presumió el mayor mientras observaba desinteresadamente sus uñas. Jimin lo observó divertido—. Mejor dime, ¿Te gustó el lugar que elegí? No es de mis favoritos y para nada mi estilo, pero quiero quedar bien y ganar puntos —se sinceró.

—Los puntos que habías ganado los perdiste con ese comentario —respondió el omega enfurruñado. El alfa se encogió de hombros mientras seguía viendo sus uñas.

—Como digas —restó importancia el mayor—. ¿Hay algo que quieras ver antes de irnos?

—¿Irnos?

Yoongi rodó los ojos. —¿No pensarás que hice todo esto para estar en un simple festival? —hizo una pausa, y el silencio del omega le dijo que justo eso era lo que pensaba. Chasqueó la lengua—. Cariño, nuestra cita no será aquí. Por eso te pregunté si querías ver algo —aclaró con la mandíbula apretada, producto de la creciente irritación que sentía.

Y Jimin... bueno él se estaba divirtiendo.

Hizo un puchero y ojitos de borrego. —¿Podemos ir a uno de los juegos? —preguntó mientras jugaba con sus manitas. El alfa lo miró como si le hubiese crecido otra cabeza, a lo que decidió profundizar el puchero.

Con un suspiro derrotado y los dientes apretados, Yoongi asintió muy lentamente. A veces odiaba en demasía a su lobo.

—¿A cuál quieres ir? —preguntó mientras observaba asqueado el lugar.

Jimin observó el entorno, hasta que una idea cruzo por su mente haciéndole sonreír con malicia. —¡Tiro al blanco! —propuso entusiasmado—. Soy pésimo en la puntería y no sé cómo seas tú, pero entre los dos espero que podamos ganar ese enorme perro de color amarillo —dijo, mientras apuntaba ilusionado el peluche de color amarillo, blanco y negro.

Yoongi sonrió confiado. —Eso será fácil cariño —lo tomó de la mano y lo llevó hasta el puesto—. Haremos esto rápido.

Cuando ya estuvieron en el puesto del juego, un amable señor les sonrió. —¿Qué desean jovencitos?

—¿Cuánto cuesta una ronda? —preguntó el castaño entusiasmado, el señor se enterneció ante la ternura que emanaba el menor.

—5,000 won —respondió con amabilidad.

—¿Aceptas tarjeta? —preguntó Yoongi casual, ganándose un pellizco del omega y una fuerte risa del señor—. ¿Qué?

Jimin negó con la cabeza mientras sacaba su billetera y le pagaba al dueño del puesto. De todas formas, él también podía pagar ¿No?

Cuando ya estuvo todo en orden, el mayor de todos le brindó a cada uno su arma correspondiente, y les explicó que para ganar el perro tenían que acertar en todos los cuadros, los cuales eran seis en total, divididos en tres cada uno.

Yoongi observó desinteresado el lugar, eso era pan comido para él. La experiencia que tenía con las armas no era un juego, lo que sí no sabía era si demostrar todo su potencial estaría bien. No quería asustar al omega, cuando ni siquiera le había encajado los dientes.

—¿Estás listo Jimin? —preguntó, estando ya en posición y listo para disparar.

El omega tomó su arma con recelo. —Creo que sí.

—Si no puedes, no desperdicies los tiros —advirtió—. Déjame hacerlo todo a mí, te aseguro que ganaré.

—No puedo creer que hayas perdido —las estruendosas carcajadas del omega estaban haciendo mierda sus oídos.

Ambos habían salido del festival y por fin estaban en la pequeña colina con vista al mar que el alfa había reservado para ellos dos.

—Cállate —bramó—. Ya te dije que esas armas estaban oxidadas.

El omega no podía parar de reír, todo el asunto se le hacía muy gracioso.

—A mí se me hace que el oxidado es otro.

Yoongi lo encaró, completamente irritado y quizá un poco avergonzado por lo que le había pasado. Nunca había fallado en sus tiros, y hacerlo en un estúpido juego fue un golpe bajo a su orgullo. Era una suerte que el omega no supiera a que se dedicaba realmente. Si fuera así, sus burlas serían el doble de fuertes, de eso el alfa estaba seguro.

—¿Por qué no lo hiciste tú entonces, señor perfecto? —preguntó con la irritación invadiendo cada célula de su cuerpo.

—Tú me dijiste que te encargarías de todo —respondió burlón—. Si hubiese sabido que eras tan malo con las armas, yo mismo me hubiese encargado. Quizá sea mejor que tú en la puntería.

—Aunque no lo creas soy bueno con las armas —aseguró el pelinegro, haciendo una mueca inconforme—. No sé qué paso, eso es todo.

Jimin lo observó sonriente, definitivamente esa había sido una noche llena de todo. Se había divertido, sentido melancolía y había vuelto a su tierra natal. El alfa lo había sorprendido gratamente y eso merecía puntos.

Se acercó con una sonrisa juguetona, haciendo alzar una ceja al mayor ante la repentina actitud del omega. Aun sonriendo, enredó sus brazos alrededor del pálido cuello, sintiéndose sumamente satisfecho cuando de manera automática el alfa lo atrapó de la cintura, dejándolo sin posibilidades para escapar.

Aunque no quería hacerlo en realidad.

—Bien alfa... —susurró sobre los finos labios contrarios—. Si eres tan bueno con las armas... ¿Te gustaría enseñarme a disparar? —preguntó curioso.

Yoongi deshizo el agarre y lo observó mejor. —¿Por qué quieres aprender a disparar?

El omega se encogió de hombros. —Aunque no lo creas he tenido algunos problemas por la empresa, y me gustaría aprender a defenderme.

La mirada del alfa demostró genuina curiosidad. Jamás se imaginó que una cosita tan tierna estuviera en líos. —¿Te han amenazado? ¿Quién? —preguntó, recordando que realmente no sabía nada de Jimin. Quizá había llegado el momento de investigarlo a fondo, después de todo, no podía confiarse.

Jimin sonrió ante la actitud del mayor. Nada se le escapaba. —Un par de veces, pero nunca llegaron a concretar nada —confesó.

El pelinegro lo tomó de los hombros, mientras se envolvía de manera tranquila en el dulzor del omega, y sus ojos lo penetraban en lo más profundo de su alma—. Nadie te tocará.

—Por eso quiero que me enseñes —dijo el castaño—. ¿Harías eso por mí? –suplicó.

El mayor observó aquellos ojos amielados llenos de súplica, y por primera vez sintió como su bestia retrocedía, completamente adormecida por los orbes contrarios.

—Lo haré —accedió. Para luego tomar una hermosa rosa blanca que había en uno de los floreros del lugar—. Para tí.

El omega sonrió feliz al tomarla. La rosa tenía un significado para ambos, igual de profundo, pero completamente diferente a la vez.

En un descuido por parte del castaño, una de las espinas de la rosa lastimó la delicada mano del menor, haciéndolo quejarse y sangrar, manchando la pureza y blancura de la rosa con el carmín puro de su sangre.

—Estoy bien —sonrió tranquilo, mientras se apartaba del alfa para buscar algo que le ayudase a limpiarse, dejando la rosa manchada en el suelo.

Y Yoongi nunca sabrá el motivo por el cual al ver a aquella rosa manchada de carmín y sin su pureza natural, la imagen de Amox había invadido su mente.

Tan hermosa y tan impura como él.


















¡Sobreviví a los exámenes! 😎

Estoy emocionada porque los que me releen sabrán que ya estamos llegando a donde habíamos quedado. ❤️

Muchas Gracias por tanto apoyo y amor, prometo retribuir a cada uno de ustedes dando lo mejor de mi.

Cuídense mucho, y manténganse sanos al igual que sus familiares.

Yoon los ama~❤️





YOONGLH💀

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