3x11: ᴛʜᴇ ᴍɪɴᴅ ᴇʟᴇᴄᴛʀɪᴄ.
"The mind electric."
Al día siguiente, al despertar, alguien tocó la puerta de mi casa; adormilada, fui a atenderla, pero ante la desesperación que se percibía en ella, decidí asomarme por la ventana un poco, siendo cuidadosa de esa vista, dándome cuenta que era la policía la que estaba tocando. Al instante, los nervios invadieron mi cuerpo, mi corazón se aceleró, mis piernas temblaron junto a mis labios. Comencé a morder desesperadamente mis uñas mientras sentía a mi corazón volverse loco.
─¡Policía! ¡Abra la puerta!
Tic-toc, tic-toc, tic-toc...
Mi corazón parecía ser una bomba a punto de estallar.
Tic-toc, tic-toc, tic-toc...
Tocaron la puerta con desesperación, las sirenas se hicieron presentes e incrementaron el volumen de las mismas. Comenzaron a arderme los dedos y a sangrar ante mi falta de uñas por tanto morderla. Definitivamente mi aspecto se había degradado en tan poco tiempo, pero aquello no me importaba, lo que importaba era seguir manteniendo la puerta cerrada mientras se me ocurría alguna solución ante esta situación, pero el miedo no era mi mejor aliado porque me entorpece demasiado.
Aún tenía la mente en blanco, la tenía completamente en blanco; estaba perdida. Hasta que, aquella risa maquiavélica que tanto conocía se hizo presente en mi mente, hasta que el dueño de la misma apareció en mi campo de visión con una enorme alegría que desprendía.
Él sabía que yo estaba perdida, que yo había perdido y fracasado. Estaba derrotada, no tenía una solución. No sabía a dónde me llevaría la ley, pero si me llevaba fuera de Gravity Falls la tierra estaría perdida, porque un demonio estaría suelto.
─Creo que irás a la cárcel —dijo divertido, colocándome los pelos de punta mientras temía de mí.
Temía de lo que pasaba y de lo que me esperaba, y más temía de mí cuando observaba que Bill se miraba relajado y triunfante. Porque él sabía que había ganado, él era consciente de mi latente fracaso y captura por parte de la policía, y más cuando a la puerta dio un fuerte golpe ante la fuerza que ejercía la policía en ella.
─¡FBI!
Gritaban eso y otras cosas, pero seguía manteniendo mi mente ocupada para ignorarlos. Enfoqué de nuevo mi mirada en el demonio, observándolo con súplica, lo que él le divirtió bastante.
─Bill...
─¿Mande, niña?
─Ayúdame...
El triángulo isósceles me miró receloso, tomándose el lujo de hacerme esperar, cuando yo sabía que él buscaba esto. Él buscaba que yo le rogara por ayuda, que me sintiera atrapada para usarme a su antojo, pero a su vez, él disfrutaba verme hacer lo que yo dije que nunca haría; ayudarlo. Porque sí él me salva, haría un trato en donde él ganaría más que yo.
Pero yo no quería ir a la cárcel, yo no quería que me tacharan de loca, yo no... yo era egoísta. Prefería salvarme a mí, que salvar a los demás... y Bill lo sabía, él había visto mi mente. El demonio vio mis momentos de egoísmo y envidia, cuando sólo yo quería triunfar y me molestaba que otros lo hicieran. Él me conocía, por eso Bill sabía que pronto iba a caer.
─¡Haré lo que quieras, pero ayúdame! No puedo ir a prisión tan... tan joven, mis padres...
No pude terminar, las lágrimas me invadieron porque había caído en lo que Bill tanto decía. Él había visto este momento, el demonio había visto que la policía vendría por mí y no hizo nada... sólo me uso, no era mi amigo...
─¡Oh, vamos, cariño! Se te acaba el tiempo, y ya sabes que hacer —exclamó entusiasmado.
Por un momento no comprendí, creí que él quería que le rogara o algo por el estilo, pero no. El triángulo estiró su mano hacia mí con aquel fuego azul mientras que con su ojo reflejaba que estaba sonriendo, mientras yo miraba con temor su mano mientras mi labio temblaba, por lo mismo, lo lamí nerviosa esperando que se calmara, pero no. Y antes de aceptar mi egoísmo, hablé por última vez, esperando que no sea tan cruel lo que seguía para la humanidad.
─¿Cuál es el trato?
─Te saco de esto —contestó con simpleza, aun teniendo su mano dirigida a mí—, la policía ya no te seguirá.
─¿Qué ganas tú? —cuestioné de inmediato haciéndolo reír.
─Serás mi títere —respondió cerrando su ojo, para después abrirlo e incrementar su tamaño, aun mostrándose "amigable"—. "Entraré en ti." —soltó con diversión haciendo que una lágrima resbalara de mi mejilla izquierda.
Se cumplió. Bill Cipher tenía razón, desde que nos conocimos lo dijo, él iba entrar en mí tarde o temprano. Y lo hizo. Lloré como nunca sin saber que hacer.
Me sentía humillada, destrozada y engañada. Había caído en los juegos de Bill como lo había hecho Ford. Fui tan ilusa, fui tan...
─Sí, policía. Allí vive esa chica, Anette... —se escuchó una voz hablar en el exterior: Gideon Alegría.
─Su nombre real es Bernadette Lillly Linterson, señor —comentó un hombre del exterior igual, quizá un policía...
─¡¿Qué?! —soltó sorprendido—. Maldita bruja mentirosa...
Más lágrimas cayeron de mis ojos. Gideon sabía mi nombre, la policía sabía mi nombre... y si sabían mi nombre, sabían dónde vivía, irían por mis padres...
─Trato ─solté sin pensar, tomando la mano de Bill y estrechando de esta, tomando de sorpresa a la criatura, que actuó de inmediato y comenzó a reír.
─Hecho.
Las risas de Bill incrementaron y desde ahí todo fue en cámara rápida: Bill estiró de mí con fuerza, miré mi cuerpo solo cayéndose y Bill entrando en él.
Bill manejaba mi cuerpo a su antojo mientras yo frotaba en todas partes...
Esto... no era real...
Y caí rendida en el suelo sin saber más.
"Una vez más estaba en mi mente, pero ahora no tenía ese brillo de siempre. Todo era blanco y negro, yo quería salir de ahí, pero por más que intentaba, no podía.
Estaba encerrada en el mismo castillo del otro día, trataba de escapar, pero no lo lograba.
Quería escaparme por las ventanas o por la puerta, pero no lo lograba.
Era un fantasma, y aquello me provocaba un enorme miedo y más el sentirme encerrada en mi mente. Lloré, grité, y todo, pero no podía salir de aquí.
De repente, algo duro y grande se acercó a mí, algo invisible que me envolvió en sus brazos y no me dejaba moverme. Era como si se me hubiera subido el muerto, pero era peor.
Sentía como me desvanecía, como empezaba a caer en un pozo sin fondo en donde en vez de oscuridad, imágenes se empezaron a reflejar de un hombre: un hombre viejo llevando mi diario al bosque, en donde el hombre que me lo vendió en la subasta, lo encontró. También miré como otras dimensiones, dimensiones paralelas en la tierra en dónde los Pines me salvaban de Bill.
Poco a poco caí, y tenía miedo de no sobrevivir."
Desperté abrumada en mi cama y con mi cuerpo. Miré todo alrededor y estaba todo como siempre. Quizá... todo había sido un mal sueño, hasta lo de Bill entrando en mí. Solté un suspiro y agarré mi celular que estaba en la mesilla de noche, pero este no quiso prender; estaba muerto. Confundida, pues yo nunca lo había dejado muerto, lo puse a cargar y sentí un escalofrío que me heló hasta la sangre.
─¿Bill?
Nada. No respondió, y eso me asustó, pues había algo en el ambiente que no me agradaba.
─¿Bill?
Nada de nuevo. Miré por la ventana de mi cuarto y todo estaba oscuro, miré el reloj y era las 11:53 pm. Extrañada, me acosté de nuevo en la cama, sintiendo mi cuerpo caliente y adolorido.
Miré mis brazos y tenía unos cuantos golpes, o, mejor dicho, moretones, quizás era la anemia... Suspiré y comencé a dar vueltas en la cama, esperando dormir ante mi cansancio. Y lo logré.
△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽
Una vez más desperté y de nuevo tomé mi celular. Había mensajes y llamadas perdidas, de toda mi familia, e inclusive de Soos. No entendía la desesperación en encontrarme, hasta que miré la fecha que decía en mi celular y me di cuenta que había perdido una semana entera de mi vida dormida.
Cayó el celular al suelo ante el impacto que sentí por esa revelación. Mi celular se estrelló un poco, pero no me importó; estaba impactada.
─¡Bill! ¿Qué me has hecho? —grité furiosa, levantándome de golpe en la cama, sintiendo el dolor de todos mis huesos.
Me dolía todo el cuerpo, pero sin importar aquello, salí desesperada de la casa. No me importo mi aspecto ni nada. Quería ver cómo estaba el pueblo, como estaba la humanidad, pero todo parecía normal y corriente.
Dejé de recorrer el pueblo ante el cansancio que sentía en todo mi cuerpo. Me recargué en una pared de un negocio y solté un suspiro limpiándome el sudor, recordando todo lo que había soñado, pero un sueño en especial lleno mi mente. Uno en el que yo estaba rodeada de una oscuridad, mientras escuchaba una voz que me decía que había sido engañada, que Stanley no era lo que parecía y que Bill tenía un cuerpo.
Lo que me acompañaba todo este tiempo era un holograma.
Y al final de sueño, aparecían unos ancianos fantasmas que decían lo siguiente: "La realidad es una ilusión. El universo un holograma. Compra oro. ¡Adiós!"
Fue demasiado confuso, sí, pero eso había soñado. Después, seguí caminando, encontrándome con varios pueblerinos, pero ellos... no parecían ellos... y eso me asustó.
Era extraño, definitivamente, esta sensación no se la deseaba a nadie. Ni la del temor de recorrer todo este pueblo, sintiendo la mirada de todos puesta en ti, mientras un alma misteriosa te seguía en cada uno de tus pasos. Inclusive cuando corrías, y pasabas rápido, esa sensación y aquel dolor era algo insoportable.
Sentía todo eso, pero no había nada. Era como una ilusión, una ilusión provocada por el demonio de los sueños, algo que sumamente me destrozaba y hería. Estaba agotada y abrumada, sentía tanta desesperación y peso en mí. Me sentía tan identificada con Stanford Pines, que su frase sobre "no confíes en nadie" me hacía creer que tenía tanta razón.
Huía y huía, tratando de no sentirme sola y sin compañía, tratando de sentir paz, y aquello solo lo sentí encerrada en aquel pasillo solo. En aquel callejón del pueblo lleno de basura, en aquel lugar dejé de sentir miedo y miré el alrededor en busca de apoyo, en busca de alguna solución inmediata que me diera un poco de tranquilidad.
Necesitaba e imploraba la aparición del demonio, quería verlo, quería que me aclarará dudas. Sentía que en cualquier momento aparecería, pero, ¿en qué demonios pensaba? Bill ya había obtenido lo que quería: su libertad, su cuerpo, su pertenencia a esta dimensión, ya no necesitaba a una humana y su tonta frase sobre que ambos estaríamos juntos hasta la eternidad no paraba de rondar por mi cabeza, aunque sabía que eso era una total mentira. Pues ya había usado a esta inútil humana, ya no le servía de más. Y aquello no paraba de repetirse en mi mente.
La razón estaba en mi contra, pero mi corazón anunciaba el tener la esperanza de equivocarme, de equivocarme sobre Bill y lo que solían decir, quería creer que aquel demonio tenía una pizca de bondad, pero, por desgracia, aquello parecía muy lejano.
─¿Bill? ¡Vamos Bill, no estoy para bromas, aparece! ─solté a la nada, con los ojos lagrimeando y suplicando que Bill apareciera, que me demostrara que era un juego, que sólo buscaba atormentarme, que no había usado mi cuerpo para cosas negativas, pues sabía que mi cuerpo estuvo usándose durante tanto tiempo que sentía el cuerpo dolido. Me pesaba todo, me sentía muerta en vida.
Poco a poco, aquellas pequeñas lágrimas se convirtieron en un enorme llanto mientras salía de aquel callejón, dejando que todos me vean tan pequeña, pero nadie se inmutaba, a nadie le importaba, todos parecían unos completos robots.
También parecían muertos en vida.
Lloré y lloré, mientras seguía caminando, ignorando a todos mientras me dirigía al bosque. Pero antes de poder llegar, sentí a un carro yendo detrás de mí.
Comencé a correr, pero este me atrapó. Eran varios carros y me rodearon. De ellos salieron los mafiosos y Gideon.
Yo sólo me limité a llorar mientras Gideon se posaba frente a mí sacando una cinta gruesa y gris y después... todo se volvió negro después de sentir un fuerte golpe en la cabeza.
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En un verano de misterios, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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