⚜ 7 ⚜
[ Minnie ]
Puse a hervir el arroz y me acerqué a donde Yoongi picaba el pepino, las zanahorias y los aguacates.
Pasé la mano por debajo de su brazo y tomé una zanahoria pelada.
— Hey —se dio media vuelta— Estaba a punto de utilizarla.
— Tienes muchas.
Le di un bocado y me deleité en el satisfactorio crujido.
Él entrecerró los ojos y me miró con fingida furia mientras yo masticaba y me tragaba la zanahoria.
— Para tu información —dije, señalándolo con ella— nunca elegiría guisantes en vez de zanahorias un martes por la noche. A menos que estén hervidas.
Odio las zanahorias hervidas.
Aparecieron unas pequeñas arrugas alrededor de los ojos y en sus labios se dibujó una preciosa sonrisa.
— Mensaje recibido.
— Pero bueno —recogí el pelador y otra zanahoria— como te he quitado una zanahoria pelada, lo menos que puedo hacer es pelarte otra.
— Oh, sí —exclamó, rozándome el hombro con la mano con mucha suavidad antes de apartarse de mí— Es lo menos que puedes hacer.
Yo sabía que se estaba esforzando mucho para dejar que fuera yo quien marcara el ritmo de nuestros días de entre semana.
Mientras comíamos el día anterior se mostró un tanto vacilante, cosa que supuso un cambio importante respecto a la parrillada con JungKook y Tae Hyung, cuando casi no dejó de tocarme.
Me volví hacia él y le acaricié la mano.
— Me encanta que me toques. No dejes de hacerlo sólo porque creas que podría malinterpretarlo o sentirme obligado a algo.
Su sonrisa se acentuó.
— Qué bien me conoces.
Me puse de puntillas y le di un breve beso.
— A veces.
La expresión de sus ojos me decía que no me creía.
Decidí no insistir.
Además, había otro tema del que quería hablar.
Me volví de nuevo hacia la encimera y empecé a pelar la zanahoria.
— ¿Querías preguntarme algo sobre el próximo fin de semana? —le recordé.
Él tomó otra zanahoria y nos pusimos a trabajar codo con codo.
— Supongo que ya me has oído hablar de Park Chan Yeol, ¿verdad? —preguntó.
Chan Yeol era el mentor de Yoongi.
El hombre que fue su instructor.
Él me dijo en una ocasión que Chan Yeol era la única persona a la que se había sometido.
Todavía no era capaz de asimilar esa idea:
Yoongi sometiéndose a alguien.
Incluso aunque no hubiera sexo era algo que me confundía.
— ¿Y de Park Baek Hyun, su esposo? —añadió.
Baek Hyun, un Doncel, era la pareja de Chan Yeol y su sumiso.
Tenían un hijo de tres meses, SuHo.
Chan Yeol le había enviado fotos de su pequeño bebé a Yoongi.
Era lindísimo y tenía una preciosa sonrisa desdentada.
— Claro que recuerdo a Chan Yeol —dije— Es algo difícil de olvidar.
La imagen de Yoongi sometiéndose voluntariamente a alguien era algo difícil de olvidar.
— Hablé con él —explicó— Nos ha invitado a Daegu este fin de semana.
«¿Este fin de semana?»
— Le dije que quería comentarlo contigo y saber qué pensabas —continuó— Podrías hablar un rato con Baek. Él es sumiso y creo que sería bueno que tuvieras la oportunidad de charlar con alguien con quien pudieras relacionarte a ese nivel.
Yo seguí pelando la zanahoria.
¿Alguien con quien hablar?
¿Alguien que no fuera Yoongi?
¿No sería un poco raro?
¿Cómo se entablaba una conversación de esa clase?
¿Hola, soy Minnie y me va la dominación?
— También me mencionó que ellos podrían representar alguna escena para nosotros —dijo Yoongi— Quizá con alguno de tus límites suaves.
«¿Ver cómo otros practican sexo?»
Se me cayó el pelador y aterrizó en el suelo.
Él se agachó para recogerlo.
Cuando se levantó, me sujetó el mentón con suavidad.
— En tu lista pusiste que estabas dispuesto a probarlo, que te apetecía observar a otras personas. Yo nunca violaría tus límites infranqueables. Jamás.
Mi mente se movía en mil direcciones.
¿Estaríamos en el cuarto de juegos de Chan Yeol?
¿Cómo funcionaba aquello?
¿A Baek Hyun no le importaría?
— Marcaste los puntos «desnudez forzada delante de otras personas» y el «exhibicionismo entre amigos» como unos límites suaves —no me soltó la barbilla.
— No voy a forzar esos límites este fin de semana. Estarás vestido en todo momento y no te pediré que hagas nada delante de nadie.
Nos quedamos los dos en silencio durante algunos segundos y todo lo que no dijo resonó en mi cabeza.
El recordatorio de que en algún momento sí forzaría mis límites.
Sonrió.
— Y es martes, Minnie.
Había esperado hasta el martes para sacar el tema del fin de semana, porque quería que opinara con sinceridad.
Enseguida comprendí por qué no me lo preguntó el domingo, cuando estuve a punto de llamarlo «Amo» delante de JungKook y Tae Hyung.
Él sabía que si me lo planteaba tan poco tiempo después de haberme quitado su collar, mi respuesta podría estar condicionada.
— Vaya —dije— Supongo que cuando marqué esas casillas no pensaba que ocurriría tan deprisa.
— ¿No quieres ir?
Ladeé la cabeza.
— No, no es eso. Sólo necesito pensar un minuto.
Me volví a concentrar en las verduras para asegurarme de que cuando el arroz estuviera listo lo tendría todo preparado.
Él abrió la puerta de la nevera y sacó el atún y la anguila; me estaba dando espacio y tiempo para que pensara bien lo que iba a responder.
— ¿Alguna vez has practicado sexo con Baek Hyun? —le pregunté.
— ¿Qué? —levantó la vista del pescado— No.
— ¿Alguna vez has representado alguna escena con él? —insistí, después de replantearme la pregunta.
— No.
Tomó un cuchillo y cortó el atún en tiras.
— Pero los he visto practicar sexo otras veces.
— Ésa iba a ser mi siguiente pregunta.
— Ya me lo imaginaba.
Separé las verduras en pequeños montones, mi montón y el suyo, y pensé un poco más en su pregunta.
¿Sería muy extraño sentarse a cenar con una pareja después de haberlos visto en su cuarto de juegos?
— Minnie —dijo, lavándose las manos— Chan Yeol y Baek Hyun están muy bien considerados en la comunidad y están muy acostumbrados a tratar con principiantes.
» Es posible que se den situaciones un tanto incómodas, pero es algo a lo que los dos están habituados. Chan me dijo que a Baek Hyun le excita saber que lo están observando.
Ya se me había ocurrido.
Me acordé de cuando Yoongi y yo lo hicimos en la Super Bowl.
Siempre sentía una corriente de excitación que me recorría el cuerpo cuando pensaba en ello.
— Te irá muy bien hablar con Baek Hyun —dijo— Él te comprenderá y te ayudará en cualquier duda que tengas y que no te sientas cómodo comentando conmigo.
Se acercó a mí y me acarició la mejilla.
Sus expresivos ojos contrastaban con el relajado tono de su voz.
— Y Baek se casó con su Dominante.
«Se casó con su Dominante»
¿Algún día Yoongi y yo llegaríamos a estar en ese punto?
¿Él llegaría a querer eso?
¿Y yo?
Pensé en lo unido que estaba a Tae y comprendí lo agradable que sería tener un amigo que llevara el mismo estilo de vida que yo y con el que pudiera hablar.
Luego pensé en mis listas y en las cosas que había marcado como límites suaves.
¿Estaría dispuesto a cambiar esa lista después de una experiencia como ésa?
¿Si viera con mis propios ojos cómo otra pareja representaba una escena con alguno de mis límites suaves, cambiaría de intereses?
— Iremos —sonreí— Hagámoslo.
Pensaba que me preguntaría si estaba seguro, pero optó por besarme con suavidad.
— Mañana llamaré a Chan Yeol.
[ ⚜ ]
Después de cenar sacamos a Apolo para jugar a la pelota con él un rato.
El perro sabía muy bien lo que íbamos a hacer y corría delante rebosante de excitación.
Yoongi y yo caminábamos el uno al lado del otro, con nuestros brazos rozándose de vez en cuando.
Cuando llegamos a la altura de los cerezos, le lanzó una pelota de tenis a Apolo.
El perro gruñó, salió corriendo a recogerla y la volvió a traer para que se la lanzara de nuevo.
Yo me reí cuando vi que se tropezaba con las patas al volver hacia nosotros.
Parecía que se estuviera riendo.
— Qué presumido —dije.
— Le gusta alardear delante de ti —comentó Yoongi, lanzándole la pelota de nuevo.
Seguimos jugando un rato más.
El clima empezaba a ser más cálido y, aunque aún faltaba más de una semana, parecía que Tae Hyung y JungKook iban a tener muy buen tiempo el día de su boda.
No sabía cómo mi amigo se había atrevido:
Yo jamás sería capaz de planificar una boda al aire libre.
Demasiadas incertidumbres.
— ¿Cuándo vence el contrato de alquiler de tu apartamento? —me preguntó Yoongi.
Su pregunta me sorprendió y lancé mal la pelota.
Por suerte, a Apolo no le importó.
— Amediados de junio —dije.
— ¿Vas a renovarlo?
— Aún no lo he decidido.
Lo oí inspirar hondo.
— He estado pensando —empezó.
Me quedé de piedra.
¿Me iba a pedir que me fuera a vivir con él?
¿Qué le iba a contestar?
Cuando volví a lanzar la pelota, me di cuenta de que me temblaba la mano.
— ¿Se te hará cuesta arriba estar solo cuando Tae Hyung no viva en el piso de al lado? —inquirió.
Yo me había planteado eso mismo muchas veces.
— No lo sé.
— No estoy seguro de que me guste que estés solo.
— ¿Porque crees que Tae me ofrecía protección? Ya soy mayorcito, ¿sabes?
— Ya lo sé. Pero me preocupo por ti.
— Quizá me compre un perro, o me lleve a Apolo conmigo, o consiga un buen espray de gas pimienta, o...
— O podrías venirte a vivir conmigo.
Me quedé sin aliento y volví la cabeza para mirar a Apolo.
— Supongo que eso depende.
— ¿De qué?
— De si quieres que me venga a vivir contigo porque te apetece o porque estás preocupado por mí.
Su mirada era dulce y suplicante.
— ¿Es que dudas de lo mucho que te quiero?
— No me ha parecido que ése fuera el motivo principal por el que me lo pedías.
— He metido la pata —reconoció— Déjame intentarlo de otra forma.
Me tomó la cara con las manos y me la levantó para mirarme a los ojos.
— Quiero que estés aquí por la mañana, para ver cómo te levantas con el pelo alborotado y lo gruñon que estás hasta que te tomas un café. Quiero que estés aquí por las tardes, para que me puedas contar cómo te ha ido el día mientras preparamos la cena juntos. Y quiero que estés aquí por las noches, porque no hay nada que me guste más que quedarme dormido sabiendo que estás más cerca de mí que el próximo latido de mi corazón —sus labios estaban a punto de rozar los míos— ¿Quieres venir a vivir conmigo?
Tenía la boca seca.
No podía hablar.
— ¿Minnie?
— Sí.
Volvió a sonreír, me tomó de la mano y volvimos a casa.
[ ⚜ ]
Horas después, yo estaba en su habitación, mirando cómo volvía a sacar a Apolo por última vez.
A través del enorme ventanal de su dormitorio, podía ver al perro deambulando por el césped con el hocico pegado a la hierba.
Yoongi estaba junto a él y miraba la luna con expresión meditabunda.
Yo escudriñé la extensión de césped siguiendo el largo camino que se perdía entre una arboleda.
Se me hacía muy raro pensar que al cabo de unas tres semanas aquél sería mi nuevo hogar.
Aquella casa.
Aquel césped.
Aquella habitación.
— ¿En qué estás pensando?
Mis ojos volvieron al césped.
No había visto ni oído a Yoongi regresar a la casa.
Me volví hacia él.
Seguía con los pantalones del traje puestos y, aunque se había quitado la corbata, aún llevaba la camisa blanca.
Esbozó una leve sonrisa al darse cuenta de que me había atrapado desprevenido y se acercó un poco más.
— Estaba pensando que en menos de un mes ésta será nuestra habitación —dije.
— Nuestra habitación —se acercó a mí y me posó una mano en cada hombro— Me gusta cómo suena.
— ¿De verdad? —pregunté— Llevas tanto tiempo viviendo solo que me preocupa entrometerme o invadir tu privacidad.
— He pasado toda mi vida adulta pensando que había algo malo en mí y sintiéndome como medio hombre por lo que soy —me acarició la mejilla y luego la clavícula con uno de sus largos dedos.
— Haberte encontrado, tenerte conmigo así y saber que me deseas... —su dedo subió hasta mis labios— No quiero seguir estando solo. Te quiero. Quiero que estés aquí conmigo.
Cerré los ojos y él me estrechó entre sus brazos para besarme con delicadeza.
Luego se apartó.
— Por cierto, estás muy guapo. Quería decírtelo antes de que me distrajeras con tu comentario sobre nuestra habitación.
Me alegró mucho que se hubiese fijado en el camisón.
Lo había elegido para la primera noche que pasáramos juntos después del fin de semana.
No era una prenda excesivamente cara, pero era del color plateado con el que tanto le gustaba verme y tenía un corte que realzaba mi figura.
— ¿Has visto la espalda? —lo provoqué.
Era escotado por detrás y tenía unos finos tirantes cruzados.
— Cuando he entrado y te he visto junto a la ventana, he estado a punto de no decir nada sólo para poder quedarme aquí mirándote.
Él no era el único que estaba disfrutando de las vistas.
Empecé por la parte superior de su camisa y fui bajando, al tiempo que desabrochaba un botón detrás de otro.
—P or mucho que me guste verte con tu camisa blanca —dije— Prefiero verte desnudo.
Me tomé mi tiempo para desvestirlo y disfruté pensando que teníamos toda la noche por delante.
Horas y horas para disfrutar el uno del otro, para amarnos, para reconectar mediante lentas y dulces caricias.
Me sentí abrumado por la idea de que muy pronto podríamos estar de esa forma cada noche de la semana.
¿Alguna vez llegaría a mirar aquella habitación, con él dentro, y sentirla familiar?
Yoongi me acarició.
Luego, con pausada ternura, tomó el camisón y me lo quitó.
— Tu cuerpo bañado por la luz de la luna —dijo, dejando resbalar las manos por mi piel— Precioso.
Era él.
Él me hacía precioso.
Sus palabras.
Sus caricias.
Su amor.
Antes de que pudiera decir nada, sus labios se posaron sobre los míos y me besó.
Para cuando tiró de la colcha y nos metimos en la cama ya estábamos los dos desnudos.
Entonces se puso encima de mí para besarme el cuello y saborearme.
Yo deslicé las manos por su espalda y cuando le rocé la piel con las uñas, noté cómo se estremecía.
Me sentía atrevido:
Me apoyé en sus hombros y me incorporé.
Cuando se tumbó boca arriba, me senté sobre él y le rocé los pezones, primero con los dedos y luego con los labios.
Casi había olvidado lo dulce que era su sabor:
Masculino combinado con un toque salvaje.
Tracé un camino de besos por su estómago mientras lo acariciaba con las manos.
Evité el contacto con su polla y me centré en otras partes de su cuerpo:
Su ombligo, el leve vello de su bajo vientre y la sensible piel de encima de su ingle.
— Joder, Minnie —susurró cuando le mordisqueé la piel de la cara interior del muslo.
Estaba tan cerca de su erección que sabía que podía sentir mi aliento.
Arqueó las caderas en un vano intento de conseguir algo de fricción, pero yo aún no había acabado de explorarlo.
— Mírate a ti a la luz de la luna —indiqué, retirándome para observar cómo la pálida luz proyectaba sombras sobre su piel.
Me senté y deslicé un dedo desde su hombro hasta su muslo, evitando, una vez más, la parte de su cuerpo más necesitada de contacto.
Luego dejé resbalar la mano y le agarré los testículos.
— Las sombras que se esconden aquí —mis dedos siguieron por su muslo— Y la claridad que se extiende por aquí.
— Ven aquí —murmuró, alargando los brazos para recogerme.
— Aún no.
— Te deseo.
Me acarició los brazos con las manos.
— Espera.
Me deslicé un poco hacia abajo y le lamí la rodilla.
Se la recogí y le besé el interior.
— Lo que me estás haciendo es una crueldad —se quejó.
— Hum —respondí, concentrándome en memorizar la musculada curva de su pantorrilla.
Deslicé los dedos por su pierna y le levanté el pie.
Busqué la zona justo de debajo del hueso del tobillo.
Cuando la encontré, le di un beso en la suave piel que lo recubría.
Yoongi suspiró.
— ¿Qué? —pregunté.
— Creo que nadie me había besado ahí.
Volví a darle un beso en el mismo sitio y deslicé la lengua por su piel.
— Qué descuidados.
Luego le presté el mismo grado de atención a la pierna y el tobillo opuesto para, por fin, volver a subir por su cuerpo.
Por algún motivo, eso de disfrutar de él había aumentado mi excitación.
Entonces se sentó y, cuando me rozó la punta de los pezones con los pulgares, estuve a punto de correrme allí mismo.
Yoongi observó mi reacción con una sonrisa traviesa.
— ¿Ansiosa?
Bajó la cabeza y se metió uno de mis pezones en la boca.
Yo lo agarré del pelo con más fuerza.
— Oh, Dios, sí.
— Es una pena —dijo, cambiando de lado.
Me tumbó sobre la cama sin apartar la boca de mi piel ni un solo segundo.
Estaba debajo de él y percibía la suavidad y la ligereza de sus caricias.
Su boca y sus labios se deslizaban por el valle entre mi pecho y de vez en cuando sacaba la lengua para provocarme.
Cuando llegó a mi vientre dejé escapar un gemido.
Él bajó un poco más y lamió la piel justo de encima de mi clítoris.
Luego sopló, provocando una suave corriente de aire cálido que recorrió mi humedad.
Se rio con suavidad al oír la maldición que murmuré entre dientes.
Lo agarré de los hombros, quería que se pusiera encima de mí, quería sentir su peso sobre mi cuerpo.
No me hizo esperar.
Gateó hacia arriba y me separó las piernas con las rodillas muy suavemente.
Yo lo rodeé con los brazos y él dejó caer la cabeza sobre mi cuello.
Me penetró despacio, dejándome sentir cada uno de sus centímetros.
O quizá su intención fuera sentir cada uno de los míos.
Cuando estuvo completamente enterrado en mí, le deslicé las manos por la espalda.
Él flexionó un poco las caderas y se preparó para embestir.
— Espera —le pedí, deteniéndolo con las manos.
— Joder —masculló en mi oído— ¿Por qué?
— Quiero sentirte un minuto —respondí, disfrutando de la suave dilatación que me provocaba sentirlo tan adentro.
Murmuró algo entre dientes, pero se quedó quieto.
Eso de tenerlo tan cerca pero no poder abandonarme a la necesidad de moverme en busca de la liberación que necesitaba pronto empezó a ser demasiado.
A Yoongi se le entrecortó la respiración y se puso tenso.
— Vale —dije, cuando ya no lo pude soportar más.
Subí las manos hasta sus hombros.
— Gracias a Dios.
Se retiró casi del todo y luego me penetró con una larga y suave embestida.
Empezamos a movernos al unísono y yo le rodeé la cintura con las piernas, arqueándome hacia él para acoger cada una de sus acometidas.
Incluso en ese momento, nuestra fusión seguía siendo pausada.
Ninguno de los dos quería correr.
Nos estábamos tomando nuestro tiempo y disfrutábamos de cómo encajábamos y de cómo nos movíamos con el otro.
Mi orgasmo fue llegando muy despacio, comenzó siendo un foco de calor dentro de mi vientre y se fue desplazando hacia abajo.
Él debió de sentir lo mismo, porque aumentó el ritmo y me penetró más profundamente.
Con más fuerza.
Intenté retener esa sensación, quería alargarla, hacer que durara más, pero no podía.
Me contraje una vez a su alrededor y dejé que el clímax me superara.
Él me siguió poco después y se corrió dentro de mí, con un suave gruñido.
Nos quedamos quietos durante varios minutos.
Luego Yoongi levantó la cabeza y me dio un beso largo y profundo.
Yo me tumbé sobre su pecho y él me rodeó con los brazos.
Quería quedarme así desnudo, tumbado en la cama y hablar de nada y de todo.
Pero las emociones del día me pasaron factura y pronto empecé a notar que me pesaban los párpados.
No me di cuenta de que había hablado en voz alta hasta que su risa hizo vibrar su pecho debajo de mí.
— Duérmete —me susurró, acariciándome el pelo— Ya habrá tiempo.
[ ⚜ ]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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