⚜ 13 ⚜
[ Minnie ]
Decidí que no tenía sentido seguir en la cama.
Aparté las sábanas y me levanté.
Paseé la vista por mi habitación durante unos minutos y deslicé la mano por la multitud de cajas que tenía apiladas:
Unas llenas de ropa, otras con libros y demás.
Me pregunté si Tae estaría durmiendo.
Se había quedado en mi sofá.
Habíamos pasado un día maravilloso.
Primero quedamos con SeokJin en el spa favorito de Tae Hyung y le regalamos una mañana entera de mimos.
Por la tarde, él y yo volvimos al apartamento y nos reímos como niños mientras nos preparábamos para el ensayo, que también fue muy bien.
Yoongi estaba de pie junto a su primo, con porte orgulloso y una leve sonrisa en los labios, mientras Tae intentaba sonsacarles, sin ningún éxito, un poco de información sobre dónde habían estado todo el día.
Mi traje de padrino estaba colgado en el armario, esperando que fuese el día siguiente.
Deslicé un dedo por la seda.
Tae tenía un gusto excelente.
El traje era largo hasta los pies, de color azul hielo, y se ceñía al cuerpo dejando parte de la cintura al descubierto, y tenía una gasa que subía desde la cintura y se deslizaba por encima de uno de los hombros.
Le di la espalda al traje y metí algunos libros en una caja medio vacía, pero al final acepté que no conseguiría conciliar el sueño.
Salí al comedor en silencio para no molestar a Tae Hyung, pero me lo encontré sentado en el sofá, bebiéndose una taza de té.
— Lo siento —dijo— ¿Te he despertado?
— No —me acerqué al sofá y me senté con él— Yo tampoco podía dormir. ¿Estás nervioso?
Él flexionó las rodillas hasta colocarlas bajo su barbilla y se rodeó las piernas con los brazos.
— Creo que no son nervios. Sólo estoy emocionado. Quizá también un poco preocupado.
— ¿Te preocupa casarte con JungKook? —le pregunté inquieto— Eso es normal, ¿no? ¿No les pasa a todos los novios?
— No, no tiene nada que ver con Kookie —aclaró y yo me sentí un poco mejor— Bueno, por lo menos no tiene que ver con JungKook el hombre. Me preocupa más casarme con Jeon JungKook el quarterback de los Giants de Seúl. Los paparazzi y esas cosas. Eso de ser el centro de atención.
Yo aún recordaba lo frustrado que se sintió cuando se anunció el compromiso.
Los fotógrafos le estuvieron siguiendo durante algunos días, se presentaban a la salida de su escuela e incluso llegaron a llamar a la puerta de su apartamento algunas veces.
La emoción desapareció bastante rápido y, a decir verdad, yo tampoco le serví de mucha ayuda, porque acababa de dejar a Yoongi y estaba completamente deprimido.
— No creo que vaya a ser para tanto —le tranquilicé— Ya sé que es un deportista famoso, pero no es un actor o algo así.
— Tú intenta organizar la seguridad para tu boda y luego dime que no es para tanto —repuso— Planea tu luna de miel intentando decidir dónde podrán estar a solas la mayor parte del tiempo y luego siéntate a ver cómo tu traje de novio sale por la televisión para que todo el mundo lo vea.
— Vale. Vale —contesté, tratando de tranquilizarlo y de evitar que diera rienda suelta al novio iracundo que llevaba dentro— Ya entiendo a qué te refieres. Lo del traje fue realmente asqueroso.
— Sí. Lo fue.
— Pero escucha —dije— JungKook te quiere. Salta a la vista. No tienes de qué preocuparte. Si aparecen los paparazzi, los dos lo arreglaran juntos. Además, tienes el apoyo del clan Jeon completo. Y sabes que siempre me tendrás a mí.
Sonrió al oírlo.
— Gracias, Minnie.
Me encogí de hombros.
— No es nada. Y como JungKook y tú se irán a recorrer Europa, estoy seguro de que cuando vuelvan a casa el alboroto de la boda ya habrá pasado. Lo habrán sustituido por alguna otra estrella.
Jeon había planeado una luna de miel de dos semanas en Europa.
Visitarían el Reino Unido, Francia, Italia y Suiza.
Y, aunque yo siempre había querido visitar ese continente, ésa no era mi idea de la luna de miel ideal.
Cuando yo me casara, quería pasar la luna de miel a solas con Yoongi, no saltando de un país a otro.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
«Luna de miel a solas con Yoongi»
«Joder»
— Tienes razón —dijo Tae, ignorando el alboroto de mi cabeza— Es que todo es muy extraño, ¿sabes?
— Sí, muy raro.
Y que él tuviera que enfrentarse a los paparazzi no era lo único.
— Esta noche también es rara, ¿verdad? —preguntó— Tú y yo. Llevamos toda la vida siendo vecinos y pasado mañana cambiará todo. Es un poco triste.
— Seguirás pudiendo contar conmigo. No me voy a ir a ninguna parte.
Quería preguntarle por qué le resultaba tan raro, pero entonces decidí no hacerlo.
No tenía ganas de hablar sobre mis fines de semana con Yoongi.
Aunque Tae Hyung parecía apoyarme más esta vez, no estaba seguro de que pudiera escucharme sin juzgar mi vida.
— Me refiero a que es cierto que JungKook es un jugador de fútbol famoso, pero Yoongi no deja de aparecer en las listas de los veinte empresarios más ricos —prosiguió— ¿Cómo te hace sentir eso?
Sabía lo que intentaba hacer:
Trataba de sentirse mejor volcando la atención en otra persona, preguntándome cómo gestionaba algo que él también debía aprender a gestionar.
Decidí decirle la verdad.
— No me hace sentir nada —respondí— Yo estoy con Yoongi. Nunca pienso en su riqueza o en su valor. Es sólo él. Yoongi.
— Pero, aun así... —me presionó— ¿Cómo funcionarán las cosas cuando vivas con él? ¿Le pagarás un alquiler? ¿Pagarás parte de su hipoteca?
¿Acababa de decir que era una de las personas más ricas del mundo empresarial y creía que tenía una hipoteca?
— No tiene ninguna hipoteca —contesté— La casa es suya. Y no, no le voy a pagar ningún alquiler.
— ¿Y los gastos?
— Claro que le ayudaré con los gastos.
Pero todo eran suposiciones mías.
Yoongi y yo habíamos hablado un poco de cómo organizaríamos el tema de los gastos cuando me fuera a vivir con él, pero nunca habíamos entrado en detalle.
Nos limitaríamos a ir organizándolo una vez me instalara.
— ¿Y JungKook y tú? ¿Estás preocupado por el dinero?
— No —contestó— Kookie ya ha hecho las gestiones necesarias para abrir una cuenta bancaria conjunta. Pero me resultará extraño tener tanto dinero. Vamos, Minnie, admítelo. Tienes que haber pensado en los beneficios materiales que te supondrá irte a vivir con Yoongi.
— Puede que una o dos veces.
— Una o dos veces, seguro.
— Sé que tiene asistenta —expliqué— Supongo que me resultará raro que alguien lo limpie todo por mí. Pero te aseguro que no pienso en ello. Me centro más en Yoongi.
— Yo seré mucho más feliz cuando Koo se retire y podamos ser un poco más normales.
Estaba fatal.
Volví a pensar que quizá les pasara lo mismo a todos los novios.
Al final, decidí dejarme llevar.
— ¿Va a jugar una temporada más? —le pregunté.
— Sí —me confirmó— Éste será el último año. Luego probablemente se tome un tiempo libre y después busque algún puesto de entrenador.
Le apoyé la mano en la rodilla.
— Haz una cosa por mí, Tae: Disfruta de este año. Va a ser muy diferente a todo lo que hayas experimentado hasta ahora —sonreí— Estarás bien. Todo el mundo te querrá. JungKook es el primero.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y me abrazó.
— Gracias.
«Nuestra última noche como vecinos»
Esa idea resonaba en mi cabeza una y otra vez.
Parecía surrealista.
¿Cómo era posible que nuestras vidas hubieran cambiado tanto en tan poco tiempo?
Me separé de él y le alisé el pelo.
— Y ahora tienes que dormir un poco. No queremos tener ojeras para las fotos de mañana.
Mi intención era hacer un comentario gracioso para rebajar un poco la tensión, pero él no sonrió.
Me miró a los ojos muy serio.
— Te dije que no quería saber los detalles de tu relación con Yoongi —empezó— y sigo sin querer saberlos. Últimamente se te ve muy feliz. —inspiró hondo— Pero sigo necesitando saber...
— ¿Necesitas saber? —repetí, con una nota de pánico en la voz.
— El día que lo dejaste, comentaste que por fin te había besado.
Dijo eso y luego se detuvo y se mordió el labio, como si temiera acabar la frase.
— ¿Sí? —le pregunté, aún sin sentirme cómoda con el rumbo que estaba tomando la conversación, pero advirtiendo que se trataba de algo importante para él.
— ¿Ahora lo hace? —inquirió, en un tono casi suplicante— ¿Te besa durante la semana y los fines de semana? Ya sé que es una tontería, y no estoy seguro de por qué es tan importante, pero si lo hace, me sentiré mucho mejor. ¿Lo hace?
Fui incapaz de ocultar la sonrisa que apareció en mi cara.
La respuesta debió de ser evidente, porque él también sonrió antes de que yo contestara a su pregunta.
— Sí, Tae —le dije— Sí. Me besa entre semana y los fines de semana, y sí, soy muy muy feliz.
[ ⚜ ]
El sábado fue un torbellino.
Tae y yo no paramos ni un segundo desde que se levantó, así que no tuve mucho tiempo de pensar en lo distinto que era aquel día de mis sábados normales.
Me reí.
«Sábados normales»
¿Desde cuándo mis sábados eran normales?
— ¿Te estás riendo, Minnie? —me preguntó él— Cuéntame el chiste. No me iría mal reírme yo también un poco.
Estábamos en una de las habitaciones de invitados de la casa de SeokJin y NamJoon y una estilista estaba haciéndole a Tae un elegantísimo peinado.
Yo ya me había arreglado el pelo, estaba vestido y miré el reloj que había junto a la cama:
El espectáculo empezaría a las seis en punto.
Quedaban poco más de dos horas.
— No es nada —respondí— Sólo estaba hablando conmigo mismo.
— Pues entonces, ¿te importaría bajar y traerme unas cuantas uvas? —me pidió— Creo que puedo comer uvas sin... ¡Ay! —levantó la vista y miró a la mujer que le estaba peinando— ¡Ten cuidado! Me gustaría conservar algún pelo cuando termines.
Sí, ir a buscar unas cuantas uvas parecía una gran idea.
Quería mucho a Tae, pero me estaba volviendo loco.
A mí y a todo el mundo.
— Ahora vuelvo —le dije, esquivando su traje de novio, que aguardaba colgado en mi camino hacia la puerta.
— Supongo que seguiré aquí.
Corrí escaleras abajo levantándome levemente el traje para no tropezar.
No me quería poner los zapatos hasta que fuera absolutamente necesario.
Cuando llegué abajo, miré a mi alrededor en busca de Yoongi.
Sabía que estaba en algún rincón de la casa, había visto su coche desde el piso de arriba, pero aún no lo había visto.
Bueno, dentro de dos horas estaría en el jardín, de pie junto a su primo.
Si no lo conseguía antes, lo vería entonces.
Entré en la cocina tratando de no molestar a la responsable del catering y los camareros y llegué a la isla central, donde habían preparado un bufet informal de aperitivos para los invitados y la familia.
Examiné la mesa.
Uvas, uvas, uvas.
Tenía que haber uvas.
Tae no me las habría pedido si no fuera así, ¿no?
Una enorme mano se posó sobre mi hombro, segundos antes de que un par de cálidos labios me dieran un beso con la boca abierta en la base de la nuca.
— Dios mío.
Yoongi estaba pegado a mi piel.
— Mírate.
Se me pusieron todos los nervios en alerta y una oleada de deseo insatisfecho me recorrió de pies a cabeza.
— Hum —murmuré, acercándome más a él cuando me rodeó con los brazos y sus labios prosiguieron con la exploración de mi espalda.
— Llevo todo el día intentando subir a verte —dijo.
Su aliento me hizo cosquillas en la oreja y sus manos se pasearon por mi cintura para atraerme más hacia él.
SeokJin había secuestrado a los hombres en el piso de abajo, mientras los Donceles y las mujeres estábamos arriba.
— Pero entre JungKook, Nam y Suran, no he tenido la oportunidad de huir.
Por poco se me escapa un gemido cuando sus labios acariciaron el punto exacto en que mi cuello se encontraba con mi espalda.
— Entonces tengo mucha suerte de haber tomado la iniciativa de bajar justo en este momento —comenté.
Me dio media vuelta y me miró con sus ojos oscuros.
— Sí que es una suerte —admitió y se inclinó para besarme con suavidad.
Pero yo había estado separado de él durante casi toda la semana y no tenía ningún interés en la suavidad.
— ¿Eso es todo lo que tienes? —lo provoqué.
Él se acercó un poco más y me susurró al oído:
— Cuando te lleve a casa, ya te enseñaré exactamente lo que tengo. La pregunta es si prefieres que te lo enseñe duro y rápido o suave y despacio.
— De las dos formas —contesté, acercándome a él— Lo quiero duro y rápido al principio, seguido de algo suave y más lento —deslicé una mano por debajo de su chaqueta para acariciarle el pecho— Aunque si te apetece...
— Joder, Minnie, cuando se trata de tí, a mí siempre me apetece.
Sus labios se pegaron a los míos y yo gimoteé cuando su lengua se internó en mi boca.
Su sabor.
Vaya, cómo lo había echado de menos.
Lo tomé de las solapas de la chaqueta y lo atraje hacia mí, notando su erección al presionarlo contra mi cuerpo.
Gemí.
Alguien carraspeó con discreción detrás de nosotros.
«Joder, joder, joder»
Yoongi se retiró y yo dejé caer la cabeza sobre su pecho, sin soltarle la chaqueta, mientras me esforzaba por volver a respirar con normalidad.
Cuando volvió a hablar, su voz sonó seca y sin emoción.
— Chae Rin.
Levanté la cabeza de golpe y miré directamente a la encantadora mujer que estaba de pie junto a la mesa.
— Pareces tener la peculiar costumbre de aparecer en los momentos más... —empezó a decir Yoongi.
Entonces le solté la chaqueta y me puse entre los dos.
— Me alegro de volver a verte.
Dije eso porque es la clase de comentario que uno hace cuando se encuentra con una persona a la que no tiene nada que decirle.
La observé unos segundos mientras ella nos examinaba.
Era realmente encantadora, llevaba el peinado perfecto y un vestido de fiesta que acentuaba su figura.
Entonces me di cuenta de lo extraño que era estar junto a Yoongi mientras hablaba con su exnovia.
Él había besado aquellos labios perfectos, la había abrazado y le había hecho el amor mucho antes de besarme o abrazarme a mí.
Y, aunque hubiera acabado dejándola, debo admitir que me puse un poco celoso.
«Eres tonto», me dije.
¿Qué fue lo que me aseguró el fin de semana anterior?
«Eres tú. Siempre has sido tú»
Así que miré a Chae Rin y, en lo más profundo de mi ser, supe que nunca había sido ella y eso me hizo sentir mejor.
— Minnie —dijo ella, tendiéndome la mano— Yo también me alegro de volver a verte.
Miré a Yoongi y vi que la estaba observando.
Me pregunté qué estaría pensando.
Mientras nos estrechábamos la mano, la mirada de Chae resbaló hasta mi cuello y, antes de que pudiera disimularla, vi la expresión de sorpresa que apareció en su rostro.
«Vaya, vaya, vaya»
A ella no la había sorprendido vernos juntos, lo que la había sorprendido era ver que no llevaba el collar.
Pero si no le iba a contar los detalles de mi relación a mi mejor amigo, estaba claro que tampoco iba a hacerlo con la exnovia de Yoongi.
— ¿Te podemos ayudar en algo? —preguntó él.
Su voz seguía sonando seca y desprovista de emoción y me pregunté si siempre le habría hablado así.
¿Habría empleado ese tono de voz durante toda su relación o habría aparecido más tarde, cuando se echó sobre los hombros la innecesaria culpa de no poder estar a la altura de las expectativas de Chae Rin?
En ese momento, fui incapaz de decidir si habría querido mucho a Lee por no haber sido lo que él necesitaba, cosa que lo habría forzado a buscar un nuevo sumiso, es decir a mí, o la habría odiado por todo el dolor y la vergüenza que habría sentido al ver que necesitaba buscar un nuevo sumiso.
«Es tiempo pasado —decidí— Déjalo correr»
— Mamá y yo hemos subido a ver a Suran —comentó ella— y Tae Hyung ha mencionado algo sobre unas uvas. Ha dicho que Minnie había bajado a buscarlas, pero que llevaba una eternidad aquí abajo.
— Llevo cinco minutos como mucho. —puse los ojos en blanco— Novios... —añadí entre dientes.
Yoongi se rió.
— Ahora que Tae Hyung y yo nos empezábamos a llevar tan bien... Nunca me perdonará por retener sus uvas —se volvió hacia mí— Llévaselas, Minnie. De todos modos, yo también tengo que volver con Koo.
Entonces se inclinó hacia adelante y susurró para que Chae Rin no pudiera oírlo:
— Y esta noche estaré preparado para todo lo que desee tu corazón o tu cuerpo.
Me dio un único beso en los labios, asintió brevemente con la cabeza y con un seco «Chae Rin», se marchó.
Ella no parecía cohibida en absoluto.
— Lo siento mucho —se disculpó— pero no podía llegar hasta las uvas y me sentía mal por interrumpir, pero...
Negó con la cabeza.
— No pasa nada —le aseguré, recogiendo una servilleta para volver a buscar las uvas— Es cierto que le he dicho a Tae que enseguida subía.
— Veamos si las uvas están aquí —dijo ella, levantando la tapadera de un cuenco y dejando al descubierto toda la fruta que contenía.
Sonreí a la mujer cuya relación con Yoongi me había provocado tanta curiosidad en su momento.
Recordé todos los días que había pasado preocupado, pensando que la habría besado.
La sorpresa y la consternación que sentí cuando Jin me dijo que nunca había sido su sumisa.
Incluso la furia que sentí cuando Yoongi asumió toda la culpa de su fracaso con ella.
Coloqué las uvas sobre la servilleta y me di cuenta de que lo único que sentía por ella en ese momento era una leve simpatía.
[ ⚜ ]
Dos horas más tarde, estaba recorriendo el improvisado pasillo en el jardín de SeokJin y NamJoon.
Odiaba ser el centro de atención y durante los primeros segundos, lo único en lo que podía pensar, era en toda la gente que me estaba mirando.
Pero me olvidé en cuanto levanté los ojos y vi a Yoongi.
Antes no había tenido ocasión de admirarlo de cuerpo entero.
Cuando me estrechó entre sus brazos, estaba demasiado cerca como para que pudiera ver lo impresionante que estaba.
Mientras caminaba por el pasillo, aproveché para observarlo bien:
La forma en que el esmoquin se ceñía a sus hombros, cómo el color negro de la chaqueta contrastaba con sus ojos verdes, el modo en que los pantalones le rozaban los zapatos, y su pelo, como siempre, con aquel aire despeinado que tanto me gustaba.
Era como si sólo su mirada fuera lo que me hacía seguir avanzando.
Casi podía sentir el calor que irradiaba su mirada y me pregunté si alguien más se estaría dando cuenta.
En ese momento no me pareció tan absurdo pensar que algún día me estaría esperando en otro altar, en otro momento, por un motivo muy parecido.
La idea me hizo sonreír.
«Estás impresionante», leí en sus labios, cuando llegué al altar.
«Mira quién habla», le respondí.
Negó con la cabeza con incredulidad y empezamos a escuchar las suaves notas de un arpa que sonaba al fondo.
Sólo advertí que Tae había llegado al altar cuando bloqueó mi visión de Yoongi.
Me reprendí mentalmente por no prestar más atención.
Sería muy vergonzoso que alguien se diera cuenta de que estaba concentrado en el padrino en lugar de en el novio y decidí esforzarme para hacerlo mejor.
Pero cuando el pastor le dio la bienvenida a todo el mundo y Tae y Koo intercambiaron los votos que los unirían para siempre, mi mente regresó a Yoongi.
Nos miramos a los ojos y volví a sonreír.
Todo parecía posible.
[ ⚜ ]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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