La mujer que estaba devorando a la pobre madre, ahora fallecida, alzó la vista con un trozo de carne de la madre del niño en la boca. Sus ojos se dirigieron hacia los dos chicos que permanecían parados a solo unos pasos, preparándose para atacar a sus próximas víctimas.
Jungkook y Jimin estaban paralizados, quizás por el miedo o porque sus cerebros no podían procesar este tipo de horrores.
Antes de que la mujer se pusiera completamente de pie, escucharon un grito detrás de ellos.
—¡No se queden ahí parados, corran! —gritó una voz grave.
Ambos amigos sintieron cómo los tomaban de la mano, obligándolos a correr. Era el padre de Jimin. Había salido del garaje sin que ellos se dieran cuenta. Podían escuchar los golpes desde adentro; era el desquiciado que había intentado atrapar a Jimin y estaba encerrado allí.
Ninguno de los dos reaccionó. Sus cuerpos parecían moverse por inercia y no por voluntad propia. Sus mentes estaban perdidas en el caos a su alrededor.
Jimin miró por encima del hombro, presenciando una escena irreal detrás de él: una multitud de cadáveres yacía en el suelo, con varios de los desquiciados devorándolos y otros peleando por mantenerse con vida. Las explosiones de los autos accidentados habían causado incendios que llenaron el lugar de llamas. Las chispas se dispersaron por el viento fuerte, pintando el cielo de un anaranjado casi neón.
Jimin apartó la vista hacia un lado, viendo cómo se alejaban de lo que alguna vez había sido su hogar. Dejaban atrás todas las pertenencias y recuerdos, lugares donde habían experimentado momentos felices y tristes, forjando su personalidad.
Su cuerpo temblaba, y las lágrimas brotaban de sus ojos. No podía contener la tristeza. Sintió un nudo en la garganta y ardor en el estómago.
Su padre se dio cuenta de su llanto cuando los suaves sollozos de Jimin se hicieron más intensos.
Miró a ambos chicos y limpió sus lágrimas, luego besó la frente de Jimin.
—No te diré que no llores, incluso yo estoy haciendo el esfuerzo por no hacerlo. Me sorprende que Jungkook no esté llorando. Pero tendrás que aprender a ser más fuerte mentalmente, esta será nuestra nueva realidad.
Al escuchar esto, Jungkook también se unió al llanto, creando un pequeño coro de lágrimas.
Kyong no pudo evitar reír. Abrazó a sus hijos y los acercó a su pecho mientras los consolaba. Esa era su forma de decir: todo estará bien.
—Jimin, Jungkook, los conozco, sé por qué lloran. Jimin, te vi dar un último vistazo a nuestra casa. Y tú, Jungkook, deja de pensar en lo que ocurre en estos momentos. El hogar está aquí, junto a las personas que amas y aprecias.
Sonrió, feliz de tener a sus hijos con él. Los protegería con su vida; ellos dos eran su mundo y razón de vivir.
Holis, ¿les gustó el capítulo de hoy? Algo corto, pero bueno.
Cuídense.
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