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Capítulo 2: Miedo

Apoyó su mano temblorosa en la puerta y acercó el ojo a la mirilla, pero no pudo ver nada debido a un manchón de sangre que obstruía la vista.


«¿Qué hago? Debo comprobar si hay alguien afuera, pero...», pensó, bajando su mirada unos centímetros hacia sus manos. Estas temblaban como pez fuera del agua, y no eran las únicas; todo su cuerpo estaba igual.

Miró por encima de su hombro a Jungkook, quien mantenía los ojos cerrados con fuerza mientras abrazaba una de las mochilas que había preparado.

Volvió la mirada y tragó en seco, intentando que el miedo y la cobardía desaparecieran con la saliva, pero fue en vano.

Puso la mano en el picaporte para abrirla y verificar lo que había detrás de esa puerta, pero el miedo se lo impedía. Si la abría y había alguno de esos tipos locos detrás, ¿terminaría como el hombre del vídeo? Muriendo de una forma horrible y dolorosa... ¿Qué pasaría con Jungkook si eso llegara a suceder? ¿Podría sobrevivir solo con la carga de no haberlo salvado?

Era demasiado. No podía. No tenía la valentía para ver qué había afuera. Apretó los labios y cerró el puño; deseaba ser más valiente, pero no lo era. Solo era un chico de secundaria en la peor situación del mundo. No podría hacer nada aunque lo intentara; su cuerpo y mente no se lo permitían.

Soltó la manilla de la puerta y comenzó a dar marcha atrás, deseando que lo que habían escuchado fuera solo su imaginación. Pero, apenas dio un paso, se escuchó otro golpe desde el otro lado de la puerta, esta vez con mucha más intensidad, como si pudiera derribarla.

—¡Maldición! ¿Qué hago? —gritó Jimin, sintiendo un enorme escalofrío recorrer su cuerpo.

—N-no lo sé... Pero no creo que sea nada bueno. Vayamos de aquí.

—P-pero... ¿Y si es mi padre?

—Él habría pedido que abrieras la puerta, es más, ya estaría adentro si fuera él; tiene el código de la casa y la capacidad de hablar. No creo que sea él... —miró a Jimin con terror —vayamos a otra habitación al menos. No nos quedemos aquí... Por favor, Jimin... —pidió con los ojos húmedos.

Era cierto. Si fuera su padre, ya le habría pedido que abriera la puerta o incluso estaría adentro. Pero, ¿y si algo le hubiera pasado en el camino? Si se había encontrado con alguno de esos enfermos y lo atacaron, podría estar herido y no capaz de hablar o moverse bien.

¿Qué debía hacer? No lo sabía. Nunca había estado en una situación así. Ni siquiera sabía qué pensar. Era demasiado para él.

Miró en todas direcciones sin saber qué hacer; debía pensar rápido, porque cualquier cosa podría pasar.

Otra vez se escuchó el mismo golpe desde el otro lado de la puerta, pero con mucha más intensidad. Ahora se había convertido en un golpe constante, como si pudiera derribar la puerta.

—¡Maldición! ¿Qué hago? —gritó Jimin con desesperación. El miedo y la adrenalina no le dejaban pensar —Jungkook, ve a la cocina y tráeme un cuchillo —pidió acercándose a la puerta.

—¡No abras, Jimin! Lo que sea que esté detrás de esa puerta no es tu padre —respondió Jungkook, sabiendo lo que Jimin pretendía.

—No lo sabremos hasta que abra la puerta. Tráeme un cuchillo; así, al menos, podremos defendernos —explicó con voz temblorosa.

Jungkook asintió, aunque dudoso sobre si eso era una buena idea, lo hizo.

Cuando volvió, le entregó el cuchillo a su amigo y se alejó unos centímetros. Esto no le daba buenas vibras; sin dudas, era una terrible idea. Pero él estaba allí, siguiendo las indicaciones de su amigo. No tenía la valentía de enfrentarlo por sí mismo. Era un cobarde.

Jimin se preparó para lo peor, tomó el cuchillo con manos temblorosas y puso la otra mano en el picaporte. Dudó un par de segundos antes de finalmente abrir.

Cuando lo hizo, un hombre estaba frente a ellos; llevaba una bata blanca que parecía de hospital. Sus ojos estaban completamente rojos, tanto que no se podía distinguir la pupila del resto del ojo, parecía una masa roja de carne a punto de explotar. Los brazos y piernas tenían algo que los recorría y los hacía sobresalir, eran pequeños y de color blanco. De su cabeza salían bultos aún más grandes, mientras que de su frente caían enormes gotas de sangre y una herida abierta estaba allí. Parecía que eso era lo que producía ese golpe, la cabeza golpeando con fuerza la puerta, produciendo ese horrendo sonido. La bata que llevaba se había manchado en casi su totalidad, mientras que un par de pedazos terminaban en el suelo y sus pies estaban descalzos.

A pesar de estar frente a ellos, el hombre no se movía ni un músculo; solo se mecía de un lado a otro como en un trance.

Jimin sostenía el cuchillo con manos temblorosas y lo apuntaba hacia el hombre.

El hombre movió su cabeza de lado y se escuchó un sonido que parecía ser un hueso. Abrió la boca lentamente y un sonido extraño comenzó a salir de ella, como si intentara respirar el aire de afuera, pero algo se lo dificultara, un sonido ahogado y horrible.

Jimin dio un paso hacia atrás, abrir la puerta había sido una terrible idea.

—Ji-jimin, salgamos de aquí... —tartamudeó Jungkook desde atrás.

De repente, el hombre se abalanzó sobre Jimin, intentando clavar sus dientes en cualquier parte de su cuerpo.





Holis, espero se encuentren bien! Tardé un poco en actualizar, pero acá está.


Este capítulo es algo similar al viejo, pero cambié cosas. En los capítulo que vienen ya no pasará eso, ya que pasarán cosas que en la vieja versión no.

Imagen hecha por IA, ¿les gusta?

En fin, espero les haya gustado el capítulo de hoy, nos vemos pronto, cuídense mucho.

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