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❝La luz de la Luna besó su pálida piel con la elegante delicadeza de un suave pétalo.❞
Jungkook observó atentamente la brillante silueta de aquella extraña criatura. Aquel joven vestía ropas de un blanco casi tan puro como lo era su piel. Sus cabellos de un exótico plateado, parecían danzar con suavidad sobre su perfilado y bello rostro. En aquella posición sobre la congelada superficie del Lago Divino, parecía sumido en sus plegarias hacia la estatua de la Divinidad del Agua. Ignorando la presencia curiosa de quien lo observaba, casi a las orillas de aquel antiguo y abandonado santuario. Aquel joven desprendía un aura totalmente extraña y desconocida para él. Un aura gélida que lo perseguía como una sombra de la que le era imposible deshacerse.
La marchita maleza invernal a su alrededor se sacudió con una brusquedad abrumadora, siendo lo suficientemente repentino como para hacerle dar un paso atrás. Un escalofrío recorrió su columna vertebral cuando aquel ser lo observó con sus grandes perlas aguamarinas, brillantes como dos lustrosas joyas, que lo engatusaron hasta el punto de querer tatuar aquella visión en sus propias retinas. Jungkook miró maravillado el rostro de aquel Ser De Luz cuando por fin pudo recuperar parte de su compostura. A su mente llegó la idea de estar contemplando la maravillosa presencia de un Ángel Celestial, pues su belleza no parecía ser terrenal. Movió sus pies por inercia, sintiéndose usurpador e indigno de poder apreciar a aquel majestuoso ser.
El Ser Celestial lo recorrió apenas con la mirada, comenzando a caminar hacía a él. La mirada de Jungkook fue a parar a sus propios pies cuando pisó titubeante el resbaladizo y quebradizo hielo que cubría como un manto de cristal toda la superficie del lago. El contrario lo miró con recelo cuando vio al frágil mortal avanzar hacía él con cuidado, ambos atentos a cada leve crujido que parecía presidir con cada paso que daba. Paró su andar cuando lo vio tambalearse y se detuvo también, siendo consciente de que el hielo no aguantaría por mucho tiempo el peso de aquel muchacho sobre la superficie. Seguramente terminaría ahogandose bajo el agua helada.
–Deberías haberlo pensado mejor. –habló por primera vez aquel magestuoso ser. –El hielo no tardará mucho en sucumbir bajo tus pies.
–¿Me dejarás caer? –susurró, contra la suave y gélida brisa que el cuerpo contrario emanaba. –¿No me ayudarás?
–No veo porqué razón debería ayudarte.
Su voz gruesa había sonado tan frívola que no dudó ni por un segundo que el contrario de verdad lo dejaría ahogarse. Jungkook trató de mantener la calma, a pesar de sentir que el aliento de repente le faltaba.
–¿Acaso debe haber una razón...? –preguntó entre dientes, agustiado ante la nueva grieta que se formaba alrededor de sus pies.
–No gano nada ayudando a un simple humano como tu. Tan frágil y mortal... –arrulló. –De hecho te haré un gran favor a ti y al mundo si te dejo morir.
Jungkook negó con la cabeza repetidas veces. –¡Pero yo no me quiero morir todavía! –gritó desesperado.
El Ser de Luz lo miró sin llegar a entenderlo, pues la muerte era algo que él llevaba milenios esperando, y ver a aquel mortal rogando por evadir la suya le resultaba curioso. Casi fascinante. -Los humanos sois tan extraños. -murmuró, retrocediendo un par de pasos más.
–Por favor. –suplicó con la voz temblorosa, sintiendo su cuerpo a punto de hundirse. –No me dejes caer.
Taehyung se quedó paralizado bajo la impresión de aquellas últimas cuatro palabras. Lo sintió casi como un Déjà Vu, antes de que los recuerdos que había dejado enterrados bajo años y años de solitaria existencia salieran a la luz de forma lenta y tortuosa. Sus pupilas se dilataron, aterrado ante las visiones que con tanto tiempo y esfuerzo había logrado superar. No podía ser posible que su alma hubiera logrado reencarnar.
Casi todos los seres que habitaban los bosques y también una pequeña parte de los mortales, conocían la historia de un Ser de Hielo que recorría el mundo sumido en agonía. Un ser antes humano, convertido en un inmortal gracias al sacrificio de su alma gemela.
Melancòlica y aterradora tristeza fue lo que sintió después de tantos años tratando de olvidar.
Jungkook con el corazón acelerado, a sabiendas de que no podría evitar caer, aguantó la respiración y dio un paso hacía delante, tratando de acortar la distancia entre ellos. Un fuerte crujido alertó a ambos. Taehyung vio a cámara lenta las lágrimas deslizarse por las rojizas mejillas del azabache antes de hundirse. Sintió un fuerte ardor en el pecho que le hizo pensar que el mismísimo fuego corría por sus venas y sus ojos cambiaron a un color ámbar que centelleó desde lo más profundo de su gélida alma antes de sumergirse también en el agua. Extendió los brazos para abrazarlo, con la necesidad de tocarlo, sentirlo y salvarlo.
Escuchó su propio corazón hecho de hielo latir después de tanto tiempo.
Ambos se mantuvieron cerca del otro cuando lograron salir del agua. Jungkook reconoció su frío tacto en sus mejillas, en su cuerpo y en su sola presencia, pero algo parecía cambiar. Taehyung mostró preocupación ante la falta de color en su rostro, alejándose exiguamente, cuando supo que él sólo lo haría empeorar si lo tocaba.
–No te alejes. –susurró apenas Jungkook, sujetando una de sus manos antes de que lograrara apartarse del todo. –No quiero.
–Podría matarte si me quedo a tu lado, debemos buscar un sitio donde resguardarte del frío.
Jungkook entre abrió sus pálidos labios y exhalo el aire de sus pulmones. Entonces tiró de la mano que se negaba a soltar y abrazó con fuerza su torso, sintiendo su ropa mojada apegarse a la propia. El joven humano apoyó la cabeza sobre el pecho del contrario, sintiéndose tan pequeño y protegido a su lado. Sus párpados comenzaron a pesar cuando un cálido cosquilleo recorrió todo su cuerpo hasta la punta de sus dedos. Se sintió embriagado ante el suave aroma que el contrario desprendía, llevando a su memoria pequeños flashes que apenas comprendía. El corazón agitado del contrario lo hizo sonreir a medida que sus mejillas tomaban color de nuevo.
–Tae es cálido. –le susurró, como si se tratara de un secreto entre los dos, antes de caer en la inconsciencia.
Taehyung era un Ser de Luz. Y se había convertido en hijo tanto del Sol como de la Luna, con sus cabellos intactos de un gélido plateado, pero con su piel ahora de un precioso y cálido color canela.
La nieve alrededor de ambos cuerpos comenzó a desaparecer, dejando ver la espesura verde que se escondía bajo ella y que comenzaba a cubrir todo el pequeño santuario. Y así fue, como el lago acabó descongelado en pleno invierno, bajo el cálido reencuentro de dos almas enamoradas y destinadas a reencontrarse por toda la eternidad.
FIN
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