—¡Su-suficiente, aléjate de mí! —retrocedió hasta un rincón de la pequeña habitación y se sentó en el suelo, abrazando sus piernas.

—Creí que empezabas a disfrutarlo. —se encogió de hombros, cruzando sus brazos y recostándose en la pared contraria.

—Claro que no. M-me duele... —se quejó, sin poder darle la cara.

—Eso es porque no me dejaste terminar.

—¡No te atrevas a volver a tocarme! —le miró con terror. Se sentía confundido ahora. Eran demasiadas emociones de golpe.

—Está bien, no lo haré. —bufó, sonando más bien decepcionado.

Hubo un corto silencio.

—S-Shim... —murmuró con voz temblorosa. —... No quería ponerme duro. De verdad que no quería. —se excusó.

—No es cuestión de que quieras o no. Eso pasa cuando te sientes bien.

—¡Por supuesto que lo sé! No soy tan tonto...

—Entonces, ¿de qué te quejas? —su respuesta fue el silencio. Jungwon mantenía la vista baja. —... ¿Acaso... te sientes culpable por haberte puesto duro con un chico?

Y un pequeño asentimiento del menor vino segundos después. Jake sintió una extraña mezcla de ternura y culpa.

Se acercó a él y se sentó a su lado, asustándolo un poco.

—Tranquilo, dije que ya no volvería a tocarte. —sonrió levemente para tranquilizarlo, y guardó sus manos en sus bolsillos para hacerle sentir más seguro.

Se quedaron callados durante un par de minutos.

—... No deberías sentirte mal por eso, ¿sabes? —Jungwon levantó la vista un poco, prestándole atención. —Después de todo, ¿qué más da si te gustan los chicos? No es nada de otro mundo.

—... A mi padre no le gustaría... —murmuró.

—¿Y eso qué? Tú eres el único que debe decidir quién te gusta. Es lo lógico.

—¿De verdad? P-pero... nunca me he enamorado de un chico antes...

Jake sonrió de lado.

—Entonces, me sentiré feliz de ser el primero. —susurró, despeinando sus cabellos negros.

El menor soltó una risita.

—Sigue soñando. —sonrió, apoyando su mentón entre sus rodillas.

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