
Capitulo 3 V1 (La humillación de Kokujin parte 3)
Narrador Omnisciente
La luz tenue de la mañana se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Dark despertó lentamente, sintiendo una suave presión en su pecho. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Dina estaba acurrucada contra él, su cabello desordenado cayendo en cascada sobre su rostro. La sensación de su cercanía lo envolvió en una calidez reconfortante.
Dina, sintiendo el movimiento, abrió los ojos y, al ver a Dark, una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. "Buenos días, Dark-kun", dijo ella con un tono seductor, sus ojos brillando con travesura.
Sin pensarlo, Dark deslizó una mano por la curva del trasero de Dina, disfrutando de la intimidad del momento. "Buenos días, mi Yang", respondió con un tono que reflejaba su naturaleza pervertida, deleitándose en la conexión que compartían.
Dina se inclinó hacia él, acercando su rostro al de Dark, sus respiraciones se mezclaban en el aire. "Hiroki sigue dormido... tenemos tiempo para nosotros", murmuró mientras presionaba sus pechos contra el pecho de Dark, intensificando la electricidad entre ellos.
Con un brillo travieso en sus ojos, Dina planteó una idea que llenó el aire de tensión. "¿Y si le damos un hermano menor a Tsunade?" preguntó con un tono lujurioso, su voz goteando deseo. "Quiero que me vuelvas a embarazar", añadió, su mirada ardiente, desnudando sus intenciones más profundas.
Dark sonrió ante la propuesta de Dina, su deseo creciendo como un incendio en su interior. "Me encantaría darte otro bebé, mi Yang", susurró, su voz ronca de excitación.
Con manos expertas, Dark deslizó los dedos bajo la cintura de Dina, desprendiendo sus bragas con un tirón suave. Luego, con un gesto fluido, quitó también su sujetador, liberando sus voluptuosos pechos.
A continuación, Dark se inclinó y tomó uno de los pezones entre sus labios, chupándolo con avidez mientras exploraba la humedad de Dina con sus dedos.
Dina gimió de placer mientras Dark chupaba y acariciaba sus sensibles pezones. El calor húmedo de su boca enviaba descargas de placer directamente a su centro. Ella arqueó la espalda, presionando más su pecho contra él. "Mmm, Dark-kun... tus dedos se sienten tan bien dentro de mí", gimió, sus paredes internas apretándose alrededor de sus dedos invasores. Podía sentir su propia humedad goteando por sus muslos.
Impaciente por sentirlo completamente, Dina metió la mano en los pantalones de Dark, sacando su gran miembro palpitante. Lo acarició suavemente, admirando su tamaño y rigidez.
Dark gruñó de placer cuando sintió la mano de Dina rodeando su miembro, su excitación creciendo aún más con cada caricia. Con un movimiento rápido, se posicionó encima de ella, separando sus piernas con sus rodillas. "Te voy a hacer mía de nuevo, Dina", prometió con voz grave, sus ojos oscuros de lujuria. Sin previo aviso, empujó su pene duro y palpitante dentro de su húmeda cavidad, llenándola por completo. "Ahh... siempre tan apretada y mojada para mí", gimió, comenzando a moverse dentro de ella con embestidas lentas y profundas. Sus caderas chocaban contra las de Dina, creando un ritmo constante y placentero.
Dina gritó de placer cuando Dark la penetró de una sola estocada, su grueso miembro estirando sus paredes íntimas. Sus uñas se clavaron en la espalda de él mientras se adaptaba a su tamaño. "Sí, Dark-kun... lléname con tu semilla una vez más", suplicó, envuelta en la pasión del momento. Envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Dark, atrayéndolo más cerca, queriendo sentirlo aún más profundo.
Los gemidos y jadeos de ambos llenaban la habitación, junto con el sonido obsceno de piel contra piel. Dina se movía al ritmo de Dark, encontrándose con cada una de sus embestidas. Sus pechos rebotaban con el movimiento, hipnotizando a Dark con su belleza erótica.
Dark capturó los labios de Dina en un beso apasionado, introduciendo su lengua en su boca para danzar con la de ella. Saboreó su dulzura mientras continuaba moviéndose dentro de su apretado calor, sus caderas chocando contra las de ella en un ritmo frenético.
Las manos de Dark recorrieron el cuerpo de Dina, acariciando cada curva y valle, adorando cada centímetro de su piel. pellizcó y tiró de sus pezones, enviando ondas de placer a través de su cuerpo tembloroso.
El beso se rompió cuando Dark necesitó tomar aire, pero mantuvo sus frentes juntas, mirándose a los ojos con intensidad. "Eres mía, Dina... solo mía", gruñó posesivamente, aumentando la fuerza y velocidad de sus embestidas.
Dina devolvió el beso con igual fervor, su lengua enredándose con la de Dark en una danza erótica. Gimió en su boca, el sonido amortiguado pero lleno de pasión. Las palabras posesivas de Dark la hicieron estremecerse de deseo, su cuerpo ardiendo de necesidad. "Soy tuya, Dark-kun... solo tuya", juró entre jadeos, su voz entrecortada por el placer intenso. Enterró sus dedos en el cabello de Dark, arañando ligeramente su cuero cabelludo mientras se perdía en las sensaciones.
Las embestidas más rápidas y fuertes de Dark la estaban llevando al borde del clímax. Pudo sentir la tensión creciendo en su vientre, sus músculos internos apretándose alrededor de su miembro palpitante.
Dark notó cómo Dina se estaba acercando al éxtasis, su cuerpo tensándose y sus paredes internas contrayéndose alrededor de su miembro. Con un rugido primitivo, alcanzó su propio clímax, inundando a Dina con oleadas de su caliente semen. "Ahhh, sí... toma todo, mi Yang", gritó, sus caderas chocando contra las de ella en un frenesí final de placer. Su pene parecía nunca parar de disparar su carga dentro de Dina, marcándola como suya.
Dina gimió ruidosamente mientras se corría, su cuerpo convulsionando debajo de Dark.
Dina se estremeció violentamente bajo Dark, su orgasmo barrido por olas de éxtasis que la dejaron sin aliento. Sus paredes vaginales se contraían en espasmos alrededor del miembro de Dark, succionando su semen hasta la última gota. "Dark-kun... ¡me has llenado tanto!", gimió, su voz apenas audible debido a la intensidad de su clímax. Podía sentir su vientre distendido por la cantidad de semen que lo había inundado.
Cuando el último resto de su orgasmo la abandonó, Dina se relajó, permitiendo que Dark se retirara lentamente de su interior. Un hilillo de semen se deslizó fuera de ella, resaltando su estado de total posesión.
Con un brusco movimiento, Dark hizo girar a Dina, haciéndole dar la espalda. La mantuvo sujetada contra él mientras deslizaba su miembro erecto hacia abajo, buscando su otro lugar secreto. "No te librarás de mí tan fácilmente, mi Yang", susurró con voz ronca, presionando la cabeza de su pene contra el agujero apretado de Dina. Con un impulso firme, penetró en su ano, entrando hasta la base en un solo movimiento. "Ahhh, tan apretado y caliente... me gusta esto mucho más que tu vagina", gruñó, empezando a moverse lentamente dentro de ella.
Dina soltó un grito ahogado cuando Dark la penetró en el ano, su miembro grosso y duro desafiando la resistencia de su esfínter. El dolor inicial pronto se transformó en placer intenso, sus paredes analinas apretándose alrededor de él. "¡Sí, así! ¡Fóllame aquí, Dark-kun! Extrañaba sentirte en mi culo", suplicó, su voz cargada de deseo. Empezó a mover sus caderas en sincronización con las embestidas de Dark, encontrando un ritmo que los llevaba ambos al éxtasis.
Los gemidos de ambos resonaban en la habitación, acompañados por los sonidos obscenos de carne contra carne y fluidos corporales.
Dark sonrió satisfecho al escuchar las súplicas de Dina, sabiendo que ella estaba disfrutando de esta posición tan prohibida. Aceleró sus embestidas, golpeando profundamente ese punto especial dentro de ella que la hacía gritar de placer. "Eres mía en todos los sentidos, Dina... incluso aquí", murmuró, su aliento caliente rozando su oreja mientras la penetraba con fuerza. "Voy a llenarte completamente, mi Yang, hasta que no quede espacio para nada más que mi semen." Con esos pensamientos en mente, Dark se entregó por completo a la pasión, su miembro palpitando dentro del apretado calor de Dina mientras se acercaba al clímax.
Dina se retorcía de placer bajo las embestidas de Dark, su cuerpo entero temblando con cada golpe profundo en su punto G anal. Los gemidos que salían de su garganta eran cada vez más altos y desesperados, su respiración entrecortada. "¡Sí, Dark-kun! ¡Lléname, llénate de mí! Quiero sentir tu semilla caliente derramándose en mi interior", rogó, su voz apenas audible sobre el ruido de sus cuerpos unidos.
La combinación de la penetración en su ano y la promesa de Dark de llenarla por completo la llevó al borde del precipicio.
Con un rugido gutural, Dark se derramó una vez más dentro de Dina, su pene palpitando mientras vertía su caliente semen directamente en su intestino. El flujo continuó durante varios segundos, asegurándose de que toda su carga se depositara en su amada. "Ahhh, Dina... tan perfecta, tan mía", jadeó, su cuerpo temblando con la intensidad del orgasmo. Mantuvo su miembro enterrado profundamente en ella, disfrutando del calor y la textura de su interior.
Finalmente, con un suspiro satisfecho, se retiró lentamente, viendo cómo su semen comenzaba a escapar del agujero apretado de Dina.
Dina se movió con dificultad, tratando de ponerse los pantalones arrugados y los zapatos mientras su cuerpo todavía temblaba de placer residual. Finalmente logró sentarse y ajustarse la ropa, aunque no estaba segura de si había logrado ocultar el estado en que se encontraba.
A pesar de su fatiga, se levantó y caminó hacia Dark, que seguía tumbado en la cama. Se inclinó sobre él y lo besó con pasión, su lengua explorando su boca con avidez mientras sus manos acariciaban su torso desnudo. "Mmm, Dark-kun... eso fue increíble", susurró entre besos, su voz cargada de satisfacción y adicción.
Dark sonrió complacido al recibir el beso apasionado de Dina, su lengua bailando sensualmente con la suya. Cuando terminaron, se puso los pantalones y se levantó, ofreciéndole su brazo a su amada. "Ven, te llevaré a un lugar especial", propuso, ayudándola a recoger sus cosas mientras la cargaba en brazos como si fuera una princesa, sosteniéndola cerca de su corazón.
Mientras caminaban, Dark miró a Dina con ojos cariñosos y ligeramente posesivos, sintiendo una sensación de orgullo y propiedad al tenerla cerca después de compartir algo tan íntimo.
[Salto de Tiempo]
La noche se cernía sobre el parque, cubriendo todo con un manto de tranquilidad. Las estrellas titilaban en un cielo despejado, creando un espectáculo que hacía que el mundo pareciera suspendido en el tiempo. Dark y Dina estaban en un pequeño mirador, sentados en un banco de madera desgastada por el tiempo. La brisa suave acariciaba sus rostros, mientras Dina tenía la cabeza delicadamente apoyada en el hombro de Dark. Ella cerró los ojos por un momento, disfrutando de la cercanía y del silencio compartido, mientras Dark contemplaba el firmamento, perdido en sus pensamientos.
Al otro lado del parque, bajo la luz tenue de una farola, Hiroki estaba con su mejor amiga, Ayumi. Ella lo miraba con preocupación, tratando de entender la magnitud de lo que él había pasado.
"¿De verdad tu ahora exnovia y tu familia te hicieron eso?" preguntó Ayumi, su voz llena de incredulidad. Los ojos de la chica reflejaban la confusión que sentía; no podía comprender cómo era posible que alguien como Hiroki, quien siempre estaba dispuesto a proteger a quienes amaba, hubiera sido dejado de lado de esa manera.
Hiroki, ahora algo indiferente, asintió. Había aprendido a ocultar su dolor desde que Dark y Dina lo acogieron en su hogar. "Sí... ahora las tres pagaron por eso", dijo con calma, como si una parte de él hubiera aprendido a aceptar la traición y el dolor como una parte inevitable de la vida.
Dina, que había estado escuchando la conversación, se giró hacia Ayumi, su rostro reflejando una ternura maternal. "Eres una gran amiga, Ayumi", dijo con suavidad, como si esas palabras pudieran aliviar un poco el peso que la joven llevaba en su corazón.
Ayumi, sorprendida por el cumplido, se ruborizó ligeramente. "Gracias, Sra. Senju", respondió, sintiéndose un poco avergonzada pero reconfortada por el apoyo de la mujer.
Dark, que había estado observando a los dos jóvenes, se volvió hacia Ayumi con una sonrisa sutil. "Hiroki habla maravillas de ti", comentó, su tono juguetón iluminando el ambiente.
Hiroki se sonrojó al instante, tratando de desviar la atención de sí mismo. "Sr. Uchiha, se supone que no deberías decir eso", dijo, su voz temblando entre la vergüenza y la risa.
Dark soltó una risa profunda y cálida, disfrutando de la incomodidad de Hiroki. "Así somos los padres, chico, acostúmbrate", replicó con diversión, un brillo de complicidad en sus ojos que iluminaba la noche.
La noche era mágica, el parque estaba bañado en un suave resplandor lunar que iluminaba cada rincón. Dark, Dina, Hiroki y Ayumi se alejaban del mirador, riendo y conversando animadamente. La brisa fresca de la noche acariciaba sus rostros, mientras las hojas de los árboles susurraban secretos olvidados.
Dark, con su mirada intensa y sonrisa astuta, se detuvo para observar a Hiroki, que caminaba a su lado con una mezcla de emoción y determinación. "Chico, en unos pocos días te podrás vengar de Kokujin," dijo con calma, saboreando cada palabra. Era un momento que había estado esperando, la oportunidad perfecta para que Hiroki se enfrentara a su rival.
"De todos modos, lo iré a ver su casa," continuó Dark, dejando escapar una risa divertida. "Bueno, ya no es su casa," añadió con ironía, disfrutando de la situación.
Ayumi, intrigada, miró a Dark con confusión. "Sr. Uchiha, ¿a qué se refiere con eso?" preguntó, alzando una ceja y mostrando su curiosidad. La atmósfera en el aire se tornó más densa, como si una tormenta se estuviera formando.
Dark sonrió, con una chispa de diversión en sus ojos. "Embaracé a su hermana, Hana y a su madre, Haruka," respondió, su risa resonando en la tranquilidad de la noche. Las palabras flotaron en el aire, cargadas de significado. "Hiroki, ¿quieres humillarlo ya?" preguntó, su voz llena de curiosidad y expectativa.
Hiroki, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, asintió rápidamente. "Claro que quiero," dijo emocionado, su voz un susurro impaciente. La venganza era un plato que sabía mejor frío, y él estaba listo para servirlo.
Dina, observando la interacción, se volvió hacia Dark con una mirada decidida. "Yo también iré," declaró, con la firmeza de una madre que apoya a su hijo. La conexión entre Hiroki y Dina se fortalecía, y ella deseaba estar presente en este momento decisivo.
Ayumi, con un brillo travieso en los ojos, se acercó más a Hiroki. "Muéstrale quién manda, Hiro," dijo con picardía, su voz suave y seductora. "Si lo haces, tal vez te dé una recompensa," agregó, insinuando un futuro lleno de promesas.
Dark, sintiendo la energía en el aire, miró a los lectores del fanfic con una sonrisa cómplice. "No mal piensen," comenzó, su tono ligero y divertido. "Pasaron semanas desde que eché a Kokujin de su casa, y lo que vieron al inicio de este capítulo también ocurrió semanas después." Era un recordatorio de que el tiempo juega un papel crucial en sus historias entrelazadas.
Ayumi, aún confundida, dirigió su atención a Dark. "¿A quién le hablas?" preguntó, sin entender del todo el giro de la conversación. La noción de un público invisible era algo extraño para ella.
Dark se volvió hacia Ayumi, su expresión calmada. "No lo entenderías," dijo con un tono que sugería que había más en juego de lo que parecía.
[Salto de Tiempo]
[Casa de Haruka y Hana]
Temprano por la mañana, el aire fresco de se colaba por las ventanas, mientras Dark, Dina, Ayumi y Hiroki se acercaban a la casa de Haruka y Hana. El ambiente era tranquilo, pero una serie de golpes estruendosos rompían la calma. Al llegar, descubrieron que Kokujin estaba frente a la puerta de entrada, golpeando desesperadamente. Su rostro se retorcía en una mezcla de frustración y enojo. "¡Malditas perras de mierda! ¡Déjenme entrar!" gritó con furia, su voz resonando en el vecindario.
Hiroki, con una expresión de irritación, observó el espectáculo. "Mira negro de mierda, ¿Sabes que son las 8 de la mañana, que hoy es lunes y que las personas trabajan o estudian?" Su tono era cortante, como si cada palabra fuera un dardo lanzado hacia Kokujin... obviamente es mentira, pero Kokujin no sabe que su madre y hermana están embarazadas y no quiere arruinar la sorpresa.
La reacción de Kokujin fue inmediata. Como si la rabia le diera fuerza, se volvió hacia Hiroki. "¡Maldito bastardo de mierda!" exclamó, su voz llena de desprecio.
La tensión en el aire se hizo palpable, y Ayumi, cansada de la escena, decidió intervenir. Sin dudar, le propinó una fuerte patada en la entrepierna a Kokujin, dejándolo de rodillas. "Idiota," dijo con desdén, observando su caída con una mezcla de satisfacción y desaprobación.
Kokujin, recuperándose de la sorpresa y el dolor, se levantó de puro milagro. "¡Maldita zorra!" gritó a Ayumi, la rabia iluminando sus ojos.
Sin embargo, su furia no se detuvo ahí; lanzó un ataque hacia ella, pero Hiroki, con una agilidad inesperada, detuvo su golpe con facilidad. Kokujin estaba atónito. "¡PERO SI TU ERES UN DEBILUCHO!" gritó, incapaz de comprender cómo había fallado contra su oponente.
Con una sonrisa despectiva, Hiroki lo miró fijamente. "Eres un cretino estúpido, un descerebrado, un calenturiento desesperado. Ahora que soy más fuerte que tú, ahora ni siquiera puedes intimidarme," dijo, su voz impregnada de desprecio. Sin previo aviso, Hiroki lanzó un golpe certero que rompió el antebrazo de Kokujin. "¡Te odio!" rugió, dejando escapar todo el rencor acumulado hacia él.
Kokujin, retrocediendo con dolor y miedo, se encontró junto a Dina. "Mira como manoseo a esta perra," dijo con rencor hacia Hiroki, su mente nublada por la ira. Intentó acercarse a Dina, con la intención de tocarle el trasero, pero Dark, que había estado observando con una mirada intensa, no podía permitirlo.
Con un movimiento rápido y decidido, Dark le cortó la mano a Kokujin. "No toques a mi esposa," dijo con un tono protector, su voz resonando con una autoridad que dejó claro que no toleraría ningún tipo de agresión.
Haruka abrió la puerta de la casa con un gesto brusco, los chirridos de las bisagras resonaban en el silencio de la mañana, interrumpiendo la calma que había intentado disfrutar. "Maldita sea, ¿Por qué hacen tanto ruido?" preguntó, irritada. Los gritos de dolor de su hijo, Kokujin, habían logrado desvelarla de un sueño profundo y pesado. Su mirada se centró en Kokujin, cuya presencia era tan intensa como la rabia que emanaba de él. "¿Por qué ese pedazo de mierda está aquí?" inquirió, la frustración evidente en su voz.
Kokujin, que había recuperado su mano gracias a una suerte de poder narrativo, miró a su madre con furia. "¡Maldita perra de mierda mierdoza! ¡¿Por qué estás embarazada de este bastardo bastardoso?!" Gritó, señalando a Dark, quien retomó una actitud despreocupada. Su calma solo alimentaba la ira de Kokujin.
Haruka, con una sonrisa que parecía desafiante, respondió con una indiferencia que cortaba el aire. "No le hables así al padre de mi hijo," dijo, como si la confrontación fuera un juego y no el caos que estaba sucediendo frente a ella.
En ese momento, Hana salió de la casa junto a Haruka, su expresión se tornó fastidiada al ver a su hermano, Kokujin. "Kokujin... ¿Qué haces aquí?" preguntó, sus ojos entrecerrados reflejaban su descontento.
La mirada de Kokujin se deslizó hacia Hana y notó que, al igual que Haruka, ella también mostraba un embarazo notorio. "¡¿También estás embarazada de este enclenque de pene corto?!" cuestionó, su indignación era palpable, aunque su hipocresía no pasó desapercibida.
Hana soltó una risa leve, casi burlona. "¿Pene pequeño? Maldito bastardo, con ese miembro casi me parte a la mitad," dijo con diversión, disfrutando del momento. "Imbécil, deja a Dark y sus 48 cm en paz," añadió, desestimando la rabia de su hermano con una sonrisa.
Mientras tanto, Haruka se acercó a Hiroki, que aún se aguantaba la risa por la reacción de Kokujin. "Hola, pequeñín," dijo con ternura, sus ojos brillaban de amor casi maternal, contrastando con el ambiente hostil que la rodeaba.
De repente, Kokujin, consumido por la rabia y el deseo de venganza, atacó a Haruka. "¡VOY A MATAR A TU BASTARDO BASTARDOSO QUE AÚN NO NACE!" gritó, su voz retumbando como un eco de locura.
Dark, observando la escena con diversión, decidió intervenir. Se acercó con una calma inquietante y, con un movimiento rápido, agarró a Kokujin por el cuello, levantándolo del suelo. "Kokujin, nos vamos a un lugar muy especial y te daré otro cuerpo," dijo con diversión, como si estuviera hablando de un simple paseo y no de un destino aterrador. La mirada de Dark era enigmática, un brillo de satisfacción se podía ver en sus ojos mientras sostenía a Kokujin, quien luchaba desesperadamente por liberarse de su agarre.
[...]
La siguiente parte es la final: Digan otros H
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